La Alianza de Civilizaciones en la prensa turca

Los medios turcos han demostrado poco interés en el proyecto, al contrario que el gobierno, que lo ve como una oportunidad para ganar peso en la escena internacional.

Rafael Carpintero, profesor en la Universidad de Estambul

La idea de una Alianza de Civilizaciones lanzada por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y respaldada por el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha tenido el eco correspondiente en la prensa turca, sobre todo tras el encuentro de ambos en Naciones Unidas en la cumbre celebrada entre el 13 y el 16 de septiembre y durante el viaje de Erdogan a Mallorca, el 26 de noviembre, donde se han iniciado los trabajos para concretar el desarrollo del proyecto, aunque la reacción general ha sido una muestra más de cómo cualquier motivo sirve de excusa para atraer la atención sobre la situación interna.

Pero quizás antes sea conveniente explicar cómo funciona la prensa en este país. Se pueden distinguir tres grandes tipos de prensa en Turquía (tanto escrita como radiotelevisión). Por un lado, la oficial, es decir la Radio Televisión de Turquía (TRT); por otro, la independiente (pero dependiente de grandes grupos de comunicación con sus propios intereses) como la perteneciente al Grupo Dogan (diarios Milliyet, Hürriyet o Radikal, por ejemplo, y televisiones como la CNN-Turquía o el Kanal D) o el Sabah (propietario del periódico del mismo nombre y de la cadena de televisión ATV), por citar sólo los más importantes; y, por último, la prensa de ciertas tendencias políticas, tanto de derecha como de izquierda, o que pertenece a personas o instituciones de un signo u otro (especialmente islamista, como el diario Zaman y la cadena de televisión Samanyolu, del grupo de Fethullah Gülen).

En general la prensa turca no se distingue por la atención que presta a los asuntos internacionales, que acaban convirtiéndose en noticias que afectan directamente a Turquía (de hecho, en la rueda de prensa que Erdogan concedió antes de su viaje a Mallorca, prácticamente todas las preguntas fueron sobre cuestiones de política interior). Otro aspecto a tener en cuenta son los columnistas. Ellos son los grandes popes del análisis político y social y los auténticos formadores de la opinión pública. Aunque la Alianza de Civilizaciones ha tenido cierto reflejo en la prensa, quizá no haya sido tanto como hubiera cabido esperar teniendo en cuenta que Turquía es uno de los dos países encargados de llevar a cabo la tarea.

No obstante, en la prensa de todas las tendencias han aparecido noticias tanto de la cumbre sobre el terrorismo celebrada en marzo en España, como del encuentro de Zapatero y Erdogan en la ONU y del viaje de Erdogan a España para la reunión del Grupo de Alto Nivel (en Turquía llamado muy académicamente “comité de sabios”). Todos los medios de comunicación han recogido con enorme optimismo un concepto poco o nada explicado pero sí ampliamente usado. Por lo general, se admite que la Alianza de Civilizaciones es una idea que Zapatero lanzó tras los atentados del 11 de marzo de 2004 y en gran medida como resultado de ellos, y se acepta que la retirada de las tropas españolas de Irak se debió directamente a ellos.

Si los atentados de Atocha son consecuencia de la participación española en la guerra de Irak y ésta es una manifestación de una mentalidad fruto del “choque de civilizaciones” de Samuel Huntington, nada más natural que combatir dicha mentalidad con otra de tolerancia (quizá la palabra que más se repite). Con todo, la prensa más independiente se ha limitado a dar la noticia sin entrar en demasiadas profundidades, siendo quizás el ejemplo más notable el de las cadenas de noticias CNN-Turquía y NTV, más interesadas en la actualidad directa que en discutir proyectos de largo alcance.

Otro tanto cabe decir de los periódicos de los mismos grupos y otros parecidos. Por lo general se han limitado a citar los discursos presidenciales al respecto sin entrar a discutir o valorar los conceptos, especialmente tras la reunión sobre civilizaciones celebrada en Hatay a finales de septiembre, donde también salió a relucir el tema. Esta versión oficial insiste en la tolerancia y el diálogo contra el enfrentamiento que se desprende de las tesis de Huntington y, de manera más indirecta, en que Erdogan es, junto a Zapatero, uno de los copatrocinadores del asunto (de hecho, parte de la prensa llegó a afirmar que se trataba de un encargo directo del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, en lugar de una propuesta de Zapatero, algo que la presidencia del gobierno desmintió).

Los aspectos que más han interesado a la prensa independiente han sido las materializaciones concretas de la propuesta (como que el gobierno español le haya destinado un presupuesto de un millón de euros), especialmente por parte turca (nombramiento como copresidente del ministro Mehmet Aydin o la creación de una comisión que sirva de referencia para los que son discriminados por motivos religiosos o culturales o de un banco de datos sobre el Islam (véase Radikal del 16 de julio).

En lo que respecta a los columnistas, apenas ha habido comentarios sobre el proyecto o el concepto de Alianza de Civilizaciones, exceptuando el artículo en Milliyet, del 28 de octubre, de Hasan Cemal, ponente en la reunión de la Fundación Atman celebrada en Madrid, en el que, al tiempo que alaba el diálogo, se opone frontalmente a la idea de mezclar un islam “estatal” con la democracia (en referencia a la mesa redonda sobre “religión y Estado” en la que participaron Mehmet Aydin y el ex presidente español, Felipe González). Quizá por esos motivos la iniciativa ha tenido mucho más eco en la prensa islamista, de manera casi exclusiva en el diario Zaman, propiedad del grupo de Fethullah Gülen, hombre de amplios intereses en Occidente y que pretende presentarse como líder religioso musulmán, tal como demuestra su visita al Papa en 1998.

Aquí, por supuesto, la visión es la contraria a la expuesta por Hasan Cemal y mientras, por un lado, todos desean que el diálogo llegue a buen puerto, por otro se cuestiona la idoneidad de Turquía como garante ya que no es capaz de demostrar en el propio país la tolerancia que pregona para el mundo (una referencia directa al problema del türban, como hace Fehmi Koru en Yeni Safak, el 17 de julio cuando dice: “Si Turquía pudiera ser un país más democrático, más libre, más reconciliado con su pasado y con una concepción del laicismo menos discriminatoria […]” –el subrayado es mío–, o también, de manera mucho más militante, Serdar Murat en Yeni Asya el 24 de agosto) aprovechando en parte las recomendaciones que le hace al país la Unión Europea -UE-, aunque en este caso se refiera especialmente a las minorías cristianas.

Que la iniciativa sea, hasta cierto punto, occidental, es lo que despierta más suspicacias entre los medios islamistas o derechistas en general. Por una parte se considera razonable que sean dos países que han sufrido el terrorismo, como España o Turquía, los que se encarguen de desarrollar la idea (véase la columna ya mencionada de Fehmi Koru), pero, por otra, se ve como un concepto demasiado “estratégico” y orientado a la mera lucha contra el terrorismo (Mustafa Erdogan en Zaman el 18 de julio), resultado directo del atentado contra las Torres Gemelas (como en el de Can Baydarol también en Zaman el 16 del mismo mes).

Por supuesto, existen otros comentarios más pintorescos, como los que recuerdan que Turquía siempre ha sido mucho más tolerante ya que, por ejemplo, admitió a los judíos expulsados de España, así como otros discursos radicales que consideran la iniciativa un engaño de los neocruzados para borrar el islam de la faz de la Tierra (M. Emin Koç en Yeni Mesaj el 29 de julio, que también dice: “[…] los cruzados que en España no dejaron piedra sobre piedra ni cabeza sobre sus hombros en la civilización islámica andalusí, que había durado 700 años […]”). Es sorprendente que diarios de tendencia más izquierdista, como el Cumhuriyet, casi ignoren el asunto, aunque probablemente se deba a su campaña contra el gobierno, porque no les agrada señalar aspectos que puedan resultar positivos para Erdogan.

Así pues, resulta natural que el titular del 28 de noviembre, el día siguiente al discurso del presidente del gobierno en Mallorca, sea “El fiasco de Barcelona” y prácticamente se ignore lo que respecta a la Alianza de Civilizaciones. Aunque en realidad tampoco es de extrañar, ya que Erdogan ha insistido en unas ideas habituales en él (como la de que no es apropiado hablar de “terrorismo islámico” puesto que se trata de un fenómeno que no tiene que ver con la religión) con las que no está del todo de acuerdo la prensa de izquierdas, así como ha aprovechado la ocasión para deslizar el mensaje de lo conveniente que sería para el desarrollo armónico de las civilizaciones y para una mejor comprensión mutua que Turquía fuera miembro de pleno derecho de la UE.

En suma, podría resultar un tanto sorprendente el poco interés que ha demostrado la prensa turca en la Alianza de Civilizaciones, al contrario que el gobierno, que la ha visto como una oportunidad para ganar mayor peso en la escena internacional, o el uso aprovechado de la idea, especialmente por la prensa islamista, a no ser que entendamos que Turquía se encuentra en un momento de profundos cambios que interesan y afectan a los ciudadanos de una manera mucho más directa que un proyecto que parece bastante poco definido. Tampoco parece que en España se le haya prestado mucha atención, la verdad.