En septiembre se desplegaba en Líbano Sur el nuevo contingente de FINUL, formado por 15.000 hombres, sobre todo franceses, italianos y españoles, con más de 2.000 efectivos de la Armada alemana, responsable de vigilar las aguas del Mediterráneo Este, la línea que cruza desde Iskenderun en Turquía hasta Port Said en Egipto. Algunos gobiernos de Israel se empeñaron en evitar la internacionalización del conflicto: la intervención exterior es hoy un hecho. Las fuerzas europeas vigilan la frontera líbano-israelí con conocimiento de Estados Unidos. La única potencia capaz de mantener una cierta autonomía militar, con criterios no coincidentes con EE UU, pero condición de aliada, es Europa. Hablamos de un ente futuro, la Unión Europea.
Los europeos no pueden permitir que el incendio judeo- palestino se extienda. El fuego se ha contagiado a Líbano, con el riesgo de propagarse a Siria, con Irak en llamas; con turcos, jordanos, saudíes y egipcios conteniendo la respiración. “Oriente Próximo hace frente a su peor crisis en años como consecuencia de la guerra en Líbano de este verano y la creciente violencia en los territorios (palestinos) ocupados” declaraba el ministro Miguel Ángel Moratinos en la reunión ministerial FOROMED de octubre en Alicante. Desde entonces la situación no ha hecho sino empeorar. En Líbano, el asesinato del ministro Pierre Gemayel agudiza las tensiones provocadas por Hassan Nasralá, líder de Hezbolá. En Irak, la violencia sectaria crece hasta rebasar los límites de la guerra civil. En Estados Unidos, George W. Bush no tiene ya el respaldo mayoritario.
Las elecciones del 7 de noviembre han dejado a la Casa Blanca en minoría en las dos cámaras, mientras la duda crece en el partido republicano. Entre tanto Irán mantiene su programa nuclear. Esta revista cree, sin embargo, que una nueva diplomacia euroamericana se ha puesto ya en marcha. Se avanzará quizá por otro camino nuevo. La crisis humanitaria que vive Gaza se ha agravado. Las operaciones israelíes en la zona han provocado más de 350 víctimas (dos de cada tres son civiles). Los palestinos han demostrado, de nuevo, su capacidad de resistir. Pero resistir no es ganar. El deterioro de la situación parece dar la razón a aquellos que, en el momento de la evacuación de Gaza, 2005, presagiaban que la zona se convertiría en una enorme prisión tras el bloqueo de sus fronteras por Israel. La tregua entre Israel y el gobierno de Hamás parece abrir una nueva ventana de oportunidad a la paz.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ha comprendido la necesidad ineludible de negociar. “Lo que no se arregla por medio de la fuerza –repite una eminente voz israelí– no se arregla con mayor fuerza”. Los israelíes esperan un cambio sustancial: un gobierno palestino de unidad, negociado por las dos principales formaciones, Hamás y Al Fatah. Israel sabe que ha terminado una etapa: Estados Unidos ha sido su aliado incondicional desde hace seis años. Desde noviembre de 2006 pasa a ser un aliado condicional. La situación exige, cómo no, una respuesta conjunta de Estados Unidos, Unión Europea, Naciones Unidas y Rusia, hasta hoy una inoperante unión, el Cuarteto. Sus miembros saben que toda cooperación política y económica será inútil sin reforma cultural: cómo entender a israelíes y palestinos en el siglo XXI… En Estados Unidos, la victoria de los demócratas supondrá un cambio de su política en Oriente Próximo. Washington demostrará una cierta voluntad propia: dejará de actuar como enviado de Israel. Los países árabes deberán ser protagonistas ineludibles de la crisis. Pero no podrán resolverla solos. Egipto, Arabia Saudí, Jordania y Siria son necesarios pero no suficientes.
La UE ha demostrado en Líbano su capacidad de actuar con una sola voz. Una iniciativa lanzada por José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español, con apoyo de Francia e Italia, trata de allanar el camino hacia una –¿definitiva?– conferencia de paz. La UE, sin embargo, tiene sus manos atadas en el Cuarteto, por la capacidad de veto americana ante cualquier iniciativa de paz europea. Europa debe negociar con EE UU, no depender de él. Elías Khoury, un reconocido intelectual libanés, lo ha expresado con claridad: “Si Europa no asume su papel, estamos destinados a la hecatombe”.