Turquía, ¿vecina o no?

Ante la Unión Mediterránea, Turquía declara que sólo aceptará la plena integración.

Leyla Tavsanoglu

Algunos turcos consideran al presidente francés Nicolas Sarkozy un excéntrico. En concreto, su propuesta de crear una Unión Mediterránea (UM) ha provocado la reacción de los intelectuales y del gobierno turcos. Desde el Tratado de Ankara en 1963, Turquía aspira a convertirse en miembro de pleno derecho de la UE. Durante 45 años, las relaciones entre Turquía y la UE, han seguido una senda errática. Tras la cumbre de Helsinki de 1999, Ankara supuso erróneamente que el camino para su ingreso en la UE estaba despejado. Más tarde, durante las presidencias de Alemania y Austria, comprendió lo equivocada que había sido su suposición. Las elites de la UE dejaron claro que querían una alianza privilegiada con Turquía. Al preguntarles por el significado de esta alianza privilegiada, su única respuesta abierta fue: “Turquía es un país experto en la lucha contra el terrorismo. Queremos beneficiarnos de la experiencia turca en seguridad. Por supuesto, también es un buen socio comercial. Los países de la UE encabezan la lista de sus principales socios comerciales”.

Además de las negociaciones con la UE, Turquía empezó a participar en el proceso Euromed. Actualmente, 12 países no pertenecientes a la UE participan en el proceso, reforzado en la Cumbre de Barcelona en noviembre de 2005. El primer ministro turco, Tayip Erdogan, y su homólogo español, José Luis Rodríguez Zapatero, habían destacado en Barcelona la importancia del partenariado y de la política de vecindad. La política oficial turca es la de mantener su presencia en el proceso Euromed y seguir con su objetivo de convertirse en miembro de pleno derecho de la UE. Su siguiente desilusión fue la insistencia de Sarkozy en mantener a Turquía fuera de Europa.

“Turquía nunca podrá ser europea”, se sabe que dijo. El siguiente paso del presidente francés fue su plan de crear una UM que incluya a siete países de la UE y a todos los países de la zona mediterránea, así como al mundo árabe e Israel. Turquía reaccionó con rapidez a la propuesta, declarando que no aceptaría nada que no fuese la plena integración. Por otro lado, la mayoría de los países de la UE y la Comisión Europea reaccionaron enérgicamente en contra. La canciller alemana, Angela Merkel, manifestó su oposición al proyecto al declarar que semejante propuesta suponía una amenaza para la unidad de la UE. Eslovenia, que acaba de asumir la presidencia de la UE, declaraba la oposición a dicho plan a través de su primer ministro, Janez Sansa. Por otro lado, la idea parece interesar especialmente poco a los países norteafricanos. Tengo mis propias experiencias en las reuniones del Euromed y con los medios de comunicación.

Mis amigos magrebíes se quejan con frecuencia de que los representantes de las elites de la UE los manipulan. “Somos suficientemente maduros para saber lo que queremos y nos negamos a ser herramientas en vuestras manos”, fue su reacción. Durante la campaña electoral, Sarkozy defendió su plan de crear una UM. Instó a todos los países mediterráneos a convertirse en miembros y firmar un tratado en junio de 2008. En teoría, esta unión se asemejaría al modelo de la UE e introduciría a siete países de la UE en el campo mediterráneo.

Esta unión, que debería centrarse en la cooperación en los ámbitos de la energía, la seguridad, la lucha contra el terrorismo, el comercio y los problemas de la emigración, tiene también como objetivo unir a los países árabes e Israel. El grupo de detractores en los países nórdicos afirma que dicho plan supondrá el fin del Proceso Barcelona. Lo curioso es que, por el momento, Sarkozy parece haber abandonado la idea de la UM. Aunque pueda parecer que se ha olvidado prácticamente de todo, algunos no lo creen así.

El nombramiento de Patrick Devedjian, su abogado particular, como dirigente de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), puede interpretarse como una advertencia para Turquía. Se sabe que Devedjian, de origen armenio, alberga sentimientos de enemistad contra Turquía. Según fuentes fidedignas, también es partidario de adoptar la antigua resolución sobre el genocidio armenio en el Senado francés. Estoy segura de que en los próximos meses el plan madurará, o acabará descartado. Pero teniendo en cuenta las reacciones en contra dentro de la UE, hay muchas posibilidades de que quede arrinconado.