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Co-edition with Estudios de Política Exterior
Seguridad en el norte de África
La percepción de una amenaza contra los intereses nacionales y los ingresos masivos procedentes del petróleo han impulsado la carrera armamentística en la región.
Gawdat Bahgat
En los albores del siglo XXI, los países norteafricanos se enfrentan a grandes desafíos, como la reforma económica, la movilización social y la liberalización política, entre otros. A estos obstáculos internos se añaden las amenazas externas dentro de la región del norte de África y de Oriente Próximo en general. El Magreb sufre disputas fronterizas y el conflicto no resuelto por el Sáhara Occidental, mientras que en Oriente Próximo resuena el perpetuo conflicto árabe-israelí y el aumento de la influencia iraní.
Estos desafíos internos y externos han propiciado que los países del norte de África inicien una carrera armamentística para mejorar su capacidad estratégica y militar. Este artículo analiza las razones de las adquisiciones masivas de armamento. A continuación, se describen los principales compradores y vendedores de armas. En mi opinión, estos miles de millones de dólares invertidos en la compra de armamento probablemente obstaculizarán aun más el desarrollo socio-económico y político de la región. Los países nortefricanos no se enfrentan a amenazas existenciales. Lo mejor para ellos sería destinar sus limitados recursos económicos y financieros a solucionar los retos cada vez mayores dentro de sus fronteras.
La carrera armamentística
La decisión de iniciar una carrera armamentística es compleja y no puede explicarse por una única razón. Son más bien fuerzas multilaterales las que influyen en las decisiones políticas de incrementar el gasto militar y mejorar la posición estratégica de un país.
– Seguridad
La percepción de un gobierno de la seguridad nacional se crea según el nivel y el tipo de amenazas a las que se enfrenta, y según la naturaleza de las relaciones recíprocas o conflictos con sus aliados y adversarios clave. Cuanto más grave sea la amenaza percibida, más intenso es el esfuerzo de los países norteafricanos por mejorar su capacidad militar. Varios conflictos sin resolver han subrayado la sensación de vulnerabilidad e inseguridad de los países del norte de África, en particular la disputa árabe-israelí y las décadas de desacuerdo sobre el futuro del Sáhara Occidental. Desde la creación de Israel en 1948 el conflicto árabe- israelí es uno de los grandes asuntos en el panorama estratégico de Oriente Próximo.
La hostilidad mutua ha alimentado una carrera armamentística entre ambos bandos y ha llevado a una serie de conflictos bélicos a plena escala y a numerosos enfrentamientos militares. La firma del tratado de paz entre El Cairo y Tel Aviv en 1979 puso fin a una serie de sangrientas escaramuzas entre ambos países. El tratado se consideraba un primer paso hacia una paz completa entre árabes e israelíes. Estas expectativas todavía no se han hecho realidad. En cambio, las improductivas negociaciones de paz entre Israel y las autoridades palestinas en Cisjordania y el aumento de la violencia en la Franja de Gaza (controlada por Hamás) así como la tensión continuada entre Israel, por un lado, y Siria y Líbano, por el otro, han intensificado la percepción de los líderes egipcios de incertidumbre regional y vulnerabilidad de la seguridad nacional.
El estatus legal del Sáhara Occidental (antigua colonia española) lleva sin resolverse desde 1976, cuando Marruecos se anexionó en la práctica los dos tercios septentrionales del territorio. Tras la retirada de Mauritania en 1979, Marruecos se anexionó el resto. Como respuesta, el Frente Polisario proclamó un gobierno en el exilio de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). En 1984, el Frente Polisario fue admitido como miembro de la Organización para la Unidad Africana (OUA). Las operaciones de guerrilla del Frente Polisario contra Marruecos continuaron esporádicamente hasta que en septiembre de 1991 entró en vigor un alto el fuego supervisado por Naciones Unidas (Resolución del Consejo de Seguridad 690) bajo el auspicio de la Misión de Naciones Unidas para el referendo en el Sáhara Occidental (MINURSO). El referendo organizado por la ONU para decidir el estatus final se ha pospuesto en repetidas ocasiones.
En 2007, tanto Marruecos como el Frente Polisario presentaron ante la ONU sus planes para resolver el conflicto. Los representantes de ambas partes todavía no se han puesto de acuerdo sobre el estatuto definitivo del territorio. La mayor parte de los aproximadamente 100.000 refugiados saharauis están alojados en campamentos en Tinduf, en Argelia. Este país se niega a reconocer la administración marroquí del Sáhara Occidental. De hecho, la frontera entre ambas naciones sigue siendo un punto de fricción en sus relaciones bilaterales, ya que cada parte acusa a la otra de dar asilo a militantes y de practicar el contrabando de armas.
– Ingresos del petróleo
Desde principios de esta década, el precio del petróleo se ha más que triplicado. En 2008, el coste del crudo superó el techo histórico ajustado a la inflación de 99,04 dólares el barril alcanzado en abril de 1980. Un estudio minucioso del precio del petróleo desde mediados de la década de los setenta indica dos características del aumento actual del coste del crudo: es sostenido y es uno de los más fuertes. Incluso si los precios bajaran algo en los próximos meses y años, no es probable que vuelvan a los niveles de los 20 o 30 dólares por barril. Desde un punto de vista más realista, habría que determinar un nuevo nivel mínimo.
El aumento del precio del petróleo está disparando los ingresos de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros grandes exportadores. Argelia y Libia son grandes productores de petróleo y miembros de la OPEP. Según el departamento de Energía de Estados Unidos, ambos países, junto con otros miembros de la OPEP, han acumulado sustanciosos ingresos procedentes del petróleo en esta década. En 2000 Argelia ganó casi 13.400 millones de dólares, y en 2007 esta cifra ascendió a más de 50.700 millones. Las cifras para Libia son 13.200 millones de dólares en 2000 y 40.600 millones en 2007.
Una gran parte de este dinero se ha invertido en tratos armamentísticos, sobre todo con Europa y Rusia. En abril de 2008, el presidente ruso, Vladimir Putin, visitó Libia y firmó un importante acuerdo armamentístico (se calcula que por valor de 3.000 millones de dólares) por el cual Moscú se comprometía a vender una gran variedad de armas a Trípoli, como escudos antimisiles, cazas y helicópteros. Este acuerdo entre Libia y Rusia se basa en otro similar conseguido con Argelia en 2006 que establecía la venta de armas a cambio de la cancelación de deudas de la era soviética.
– Orgullo y prestigio nacionales
El comportamiento de los Estados no puede entenderse mediante un cálculo frío de sus intereses económicos y estratégicos. Hay una serie de factores inmateriales como la búsqueda de categoría y respeto que ejercen una verdadera influencia en las decisiones que toman los países. Desde principios de esta década, EE UU ha dirigido dos coaliciones internacionales que derrocaron a los talibanes en Afganistán y a Sadam Hussein en Irak, ambos considerados enemigos acérrimos de Irán. Como consecuencia de ello, Irán ha obtenido un poder estratégico considerable en Asia Central y en Oriente Próximo en general.
Los países árabes se encuentran en pleno proceso de articular una respuesta a estos cambios estratégicos fundamentales en el panorama de seguridad de la región. Es poco probable que se produzca una guerra árabe-iraní, pero la rivalidad entre árabes y persas y entre suníes y chiíes sigue existiendo. La reciente oferta armamentística realizada por EE UU debe situarse en este contexto. En julio de 2007, la administración Bush anunció nuevas ventas de armamento por valor de unos 20.000 millones de dólares a los países del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico (CCG), de las cuales la mayor parte se destinará a Arabia Saudí. Esta propuesta de venta forma parte de un paquete de casi 60.000 millones de dólares que incluye a Egipto e Israel.
l anunciarlo, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, afirmó que con estos acuerdos se pretendía “ayudar a impulsar a las fuerzas moderadas y apoyar una estrategia más amplia para responder a las influencias negativas de Al Qaeda, Hezbolá, Siria e Irán”. En resumen, la percepción de una amenaza contra los intereses nacionales esenciales y la disponibilidad de ingresos masivos procedentes del petróleo han impulsado la carrera armamentística en el norte de África y en Oriente Próximo.
Carrera armamentística: compradores y vendedores
Según el Servicio de Investigación del Congreso de EE UU, Oriente Próximo ha sido tradicionalmente el mayor mercado de armas de los países en vías de desarrollo. Entre 1999 y 2002, la región registró el 36,5% del valor total de todos los acuerdos de transferencia de armas entre países en desarrollo (29.700 millones de dólares al cambio actual). Entre 2003 y 2006, Oriente Próximo registró un 46,6% del total de estos acuerdos (46.700 millones de dólares). Las cifras de los principales acuerdos de transferencia de armas y envíos de armamento a países del norte de África llevan a dos conclusiones.
En primer lugar, EE UU es con mucho el mayor proveedor de armas de los países norteafricanos. Es importante señalar que desde que Egipto firmó la paz con Israel, El Cairo ha sido el segundo mayor receptor de la ayuda externa americana (después de Israel). Buena parte de esta ayuda es en forma de asistencia militar, lo cual obliga a Egipto a adquirir armamento y equipamiento militar de EE UU. Rusia intenta reavivar los antiguos vínculos militares que tenía con Argelia y Libia durante la era soviética. Las potencias europeas compiten con Rusia en la venta de armas a países del norte de África, pero Europa tiene también otros intereses, que incluyen alianzas relacionadas con los recursos energéticos, la protección del mar Mediterráneo de la contaminación, el cese de la inmigración ilegal, y el fomento de los Derechos Humanos y el libre comercio.
Por último, China carece de las raíces históricas que tienen EE UU, Rusia y Europa en la región. En segundo lugar, teniendo en cuenta que Egipto es el país más poblado del mundo árabe, y el poder estratégico y político que tiene El Cairo, no es de extrañar que este país realice un gasto considerable en armamento a pesar de sus limitados recursos económicos y financieros. Tras tomar la decisión de poner fin a sus actividades terroristas y desmantelar los programas de armas de destrucción masiva, Libia se ha reintegrado poco a poco en el sistema internacional. La Unión Europea le levantó el embargo sobre la venta de armas, y varios países (Reino Unido y Francia más recientemente) han firmado acuerdos de venta con Trípoli.
Conclusión
Los países del norte de África se enfrentan a desafíos socioeconómicos y políticos graves. El aumento del gasto militar probablemente complique aun más los esfuerzos por superar estos retos. Ningún país norteafricano se enfrenta a una amenaza existencial. A pesar de los numerosos reveses, la diplomacia probablemente prevalezca tanto en el conflicto árabe-israelí como en la disputa por el Sáhara Occidental. Los gobiernos del norte de África servirían mejor los intereses de sus ciudadanos si invirtiesen los recursos financieros (incluidos los ingresos del petróleo) en actualizar las infraestructuras económicas y atender las necesidades básicas de la gente en lugar de emprender una carrera armamentística.