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Co-edition with Estudios de Política Exterior
Religiones y turismo en Tierra Santa…
El turismo puede contribuir al diálogo entre culturas y religiones, como factor de conocimiento, comprensión y acercamiento entre los pueblos.
Taleb Rifaï
La imagen de Tierra Santa nos ofrece, en primer lugar, varios miles de peregrinaciones y viajes espirituales. El turismo religioso de esta parte del planeta se sumerge en un pasado rico en tradiciones y un inmenso patrimonio histórico y monumental. En él se entrecruzan culturas y civilizaciones, en torno a las tres grandes religiones monoteístas. Las barreras y la inestabilidad que Tierra Santa conoce hoy en día no impiden que acudan millones de visitantes. Ésta es la intolerable paradoja de esta región del mundo, donde el turismo religioso, vector de conocimiento, diálogo y comprensión entre los pueblos, se convierte en un motor extraordinario de desarrollo local y confianza recíproca.
Definir el turismo religioso no resulta sencillo; dividido en varios segmentos de demanda, cuyas dimensiones exactas no conocemos bien, engloba varias formas de oferta de productos, servicios y circuitos, cuyo objetivo es la visita de los lugares santos. Como el viaje cultural, este turismo aporta más que evasión y ensueño: es una invitación al encuentro y a la reflexión. Desde hace más de 20 siglos, Tierra Santa es el destino último de rutas y caminos que emprenden los peregrinos para acercarse a los vestigios y a los protagonistas de las Santas Escrituras del judaísmo, el cristianismo y el islam. Desde su creación en 1975, la Organización Mundial del Turismo (OMT), a raíz de sus estatutos, ha puesto de relieve la contribución del turismo al diálogo entre culturas y religiones, como factor de conocimiento, comprensión y acercamiento entre los pueblos.
El punto de inflexión fue la Conferencia Internacional “Turismo y religiones: una contribución al diálogo de religiones, culturas y civilizaciones”, que la OMT organizó en Córdoba (España) en octubre de 2007. Se consideraron tres formas de turismo religioso: las peregrinaciones, los encuentros religiosos y espirituales, y los itinerarios y caminos que llevan a los lugares de peregrinación o a los parajes y santuarios religiosos. A ello se suman los cruceros, que deberían experimentar un crecimiento sin precedentes en Tierra Santa. Los gastos de las excursiones de los turistas de crucero permiten el desarrollo real de sectores creativos, de un artesanado auténtico, un comercio de souvenirs, una gastronomía regional, un transporte local que puede llevarse a cabo de modo sostenible, con una huella de carbono muy leve y, por ende, una incidencia mínima en el cambio climático…
Tierra Santa: la eclosión del turismo religioso
El desarrollo espectacular de los destinos de turismo religioso, en los últimos 30 años, ha permitido a las peregrinaciones recobrar la notoriedad de antaño, y a los caminos e itinerarios de turismo religioso recuperar su papel de vínculo entre pueblos y territorios. Sin embargo, los estilos de vida han cambiado, todo va más rápido; muchas de las peregrinaciones modernas a Tierra Santa tienen ahora motivaciones laicas, como la educación, el ocio y la cultura.
A pesar de la crisis que afecta al turismo mundial, aunque cada vez cueste más cruzar las fronteras, las cifras del turismo religioso en Tierra Santa son satisfactorias: representa más del 80% de los 2,6 millones de visitantes registrados en Cisjordania en 2009, 1,5 millones de ellos extranjeros; apenas un 1,2% menos que el año anterior. Un verdadero milagro de por sí, como subraya la ministra palestina de Turismo y Antigüedades, Kholoud Daibes. En Belén, la iglesia de la Natividad constituye el principal atractivo, captando a la mayoría de los visitantes. Sin embargo, más allá de Belén, hay decenas de lugares que aparecen en la Biblia o el Corán que podrían convertirse en lugares de visita destacados.
Jericó, que ya en 2000 demostró que podía transformarse en uno de los destinos principales en torno al mar Muerto, ve su futuro en el turismo, como señala su alcalde Hassan Saleh. Israel, por su parte, acogió a unos 2,7 millones de turistas internacionales en 2009, un 11% menos que el año anterior, es decir, los mismos que en 2000. También podría recibir muchos más. Por eso los profesionales hablan del “tesoro escondido”, y el ministro de Turismo israelí, Stas Misezhnikov, pide a la opinión pública de su país que cambie de actitud, que vea el turismo no como “una carga, sino como una baza”, por su capacidad de generar ingresos y empleos, y de atraer inversiones.
En Jordania, que ha logrado invertir la tendencia negativa del turismo mundial, tal como lo confirmó recientemente la ministra de Turismo y Antigüedades, Maha Khatib, el turismo religioso y confesional ya no se considera un nicho de mercado. Incluso constituye el pilar de una de las principales campañas promocionales del país, como cuna del turismo religioso en Oriente Próximo. El mejor ejemplo de ello es que el paraje cristiano bautista del Jordán, descubierto en 1988, atrae en la actualidad a más de 280.000 visitantes. Un crecimiento del 86% en 2008 con respecto al año anterior. Una de las campañas publicitarias de Siria, que conoce un crecimiento turístico sin precedentes, gira en torno al eslogan “Tierra de los primeros cristianos”.
En el pueblo de Maalula, todavía hablan arameo, lengua materna de Jesús. Damasco debe su fama a San Pablo, pero también a la mezquita de los Omeyas, que sirvió de modelo a la de Córdoba, en Andalucía, en la otra riba del Mediterráneo. Egipto, la tierra donde nació Moisés y refugio de la sagrada familia, presenta el desierto del Sinaí como marco de grandes aventuras espirituales. Los folletos de los operadores turísticos nos cuentan que las rutas-peregrinaciones en ese desierto son “un momento de aprendizaje de la libertad, de conocimiento de uno mismo y del otro, un crisol en donde se abre el espacio infinito del encuentro verdadero”. ¡Cómo iba a olvidarme del cedro emblemático de Líbano! Ese árbol inmortalizado en los salmos y en El Cántico de los Cánticos, sagrado para cristianos y musulmanes.
Ese bello país, cuya afluencia de turistas en 2009 es de las más espectaculares de la región, cuenta con multitud de sitios de conciencia, como Tiro, donde, según los Evangelios, Jesús obró muchos milagros. Incluso en Irak crece considerablemente el turismo religioso, hasta el punto de que la afluencia de visitantes a los lugares santos del chiísmo plantea problemas para acogerlos y alojarlos. Por ejemplo, el aeropuerto en construcción de Nayaf podría triplicar el número de llegadas de peregrinos. La ciudad tan sólo cuenta con 4.000 plazas hoteleras, y habría que construir cinco veces más. El turismo religioso en Tierra Santa evoluciona a gran velocidad. En la Conferencia Internacional de Córdoba de 2007, tuvimos oportunidad de comprobar que el turismo religioso se internacionalizaba y modernizaba; crece deprisa, en Oriente Próximo y en todo el Mediterráneo.
Aunque las estadísticas no son precisas, las motivaciones de una parte importante del turismo mundial son religiosas y espirituales. Este modo de viajar facilita el conocimiento, la comprensión y el diálogo entre religiones, espiritualidades, culturas y civilizaciones. Hay abundantes ejemplos nacionales e internacionales, como los caminos de peregrinación o los itinerarios religiosos, que muestran que la cuestión del turismo religioso no obedece únicamente a apuestas relacionadas con la competencia internacional por atraer a los visitantes. Es lo que vemos en una de las primeras iniciativas de la Alianza de Civilizaciones: el Camino de Abraham (Abraham’s Path Initiative). Esta ruta de peregrinación e itinerario turístico nació del departamento “Proyecto para una Negociación Global” de la Universidad de Harvard.
El itinerario consistiría en una ruta como las lanzadas por la OMT, que seguiría, en varios países de Oriente Próximo, los pasos del profeta Abraham, antepasado de las tres principales religiones monoteístas. La idea también es permitir la rehabilitación y promoción de los lugares religiosos y las peregrinaciones a los mismos. Además, este camino parte del corazón de la ciudad de Harrán, en el sur de Anatolia (Turquía), donde la “Expodestino” de 2010 está consagrada al turismo religioso y a los caminos y rutas de peregrinación entre ese país y Tierra Santa. Harrán, que también recibe el nombre de Jarán o Haran, aparece en la Biblia; ahí vivió Abraham muchos años. Judíos, cristianos y musulmanes coinciden en afirmar que es allí donde Dios le ordenó que viajara a Tierra Santa.
Aumentar la eficacia del turismo religioso
La llegada de la Web 2.0 y de las redes sociales debería incrementar aún más la eficacia de la comercialización del turismo religioso. Al aprehender mejor los segmentos de mercado y comunitarios, permite inaugurar una comunicación interactiva personalizada. El turismo religioso sería uno de los pioneros de esta transformación, con la emergencia de nuevos intermediarios y formas de información o de reserva. Los empresarios locales asociados en torno a su comunidad local podrían controlar de verdad el conjunto de los productos y servicios que proponen.
La Web 2.0 constituye el eje del proyecto presentado en el marco de la nueva política europea de vecindad, “Espíritus del Mediterráneo: estructuración del espacio rural y turismo religioso y espiritual”. Belén y las comunidades locales de su alrededor serían una experiencia piloto, para facilitar la creación de productos innovadores en torno a las fiestas religiosas y tradicionales que se suceden a lo largo de todo el año. Esas celebraciones locales se celebran tanto en el mundo cristiano (indulgencias, fiestas votivas o romerías), como en el judío (hillulas) y el musulmán (mussems) en torno a santos patrones, rabinos venerados, morabitos respetados o prácticas marianas. La formación es la clave del futuro.
El Consejo Pontificio por la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes de la Santa Sede subrayaba, hace varios años, que “la formación de las personas que trabajan en el sector del turismo y la peregrinación en los países de Oriente Próximo y el norte de África es indispensable… Se percibe una falta de guías y acompañantes especializados y polivalentes cuando se trata de peregrinos de distintas culturas y lenguas”. Sin duda, las universidades de todo el Mediterráneo se verán llamadas a incluir el turismo religioso y cultural en sus programas de historia y turismo, para formar competencias interculturales capaces de asistir a visitantes de múltiples nacionalidades y confesiones. Además, esas universidades deberán proponer una pedagogía del patrimonio religioso y cultural basada en la interacción intercultural, en colaboración con los gestores del patrimonio, las comunidades locales y la sociedad civil.
El proyecto de los “Talleres del Patrimonio del Mediterráneo”, ONG estrechamente vinculada a la Unesco, cuya próxima reunión será en París, a finales de mayo, abordará numerosas buenas prácticas de formación en la gestión del patrimonio religioso en Tierra Santa. Por último, el turismo religioso no experimentará un desarrollo “sostenible” en Tierra Santa si no favorece la emergencia de un ciclo virtuoso de desarrollo local económico y social. Esta forma de turismo, al aumentar el flujo de visitantes a un destino, se enfrenta a una serie de problemas operativos. Puede tratarse de cuestiones de acondicionamiento y mantenimiento de monumentos, a menudo antiguos, que deben preservarse y rehabilitarse.
La OMT ha fomentado abundantes proyectos en pro de una gestión sostenible de esos monumentos y lugares, y de su protección ambiental, con la creación de accesos y corredores de circulación para evitar saturaciones, como en Kairuán (Túnez), Capital de la cultura islámica en 2009-10. Este desarrollo sostenible sólo puede erigirse sobre unas relaciones de confianza y colaboración entre los profesionales del turismo, las comunidades locales de acogida y de tránsito y sus poblaciones, los peregrinos y los turistas. Entonces podrá extenderse el diálogo interreligioso.
Los ejemplos son muchos: el movimiento de peregrinaciones islamocristianas, iniciativa en que cristianos y musulmanes emprenden peregrinaciones tras los pasos de María, como puente entre cristianismo e islam; la asociación Al Mada, cuyo objetivo es favorecer el conocimiento mutuo de las personas, los patrimonios y las religiones, para estimular la comunicación, el entendimiento, la solidaridad y la paz. Éstas son las apuestas principales del desarrollo sostenible del turismo religioso, no sólo en Tierra Santa, sino en todo Oriente Próximo e incluso en el conjunto de la cuenca mediterránea, que tengo intención de plantear en la próxima reunión de nuestra Comisión para Oriente Próximo en Sanaa (Yemen), en junio. El turismo religioso es “el oro negro” de mañana en Tierra Santa; sus potencialidades son inmensas, no las dejemos escapar.