Política y medios de comunicación en Túnez
“Mientras no tengamos Constitución, código electoral, una institución que supervise los medios de comunicación, y no conozcamos la naturaleza del régimen político, es difícil saber cuáles serán los retos”.
ENTREVISTA con Larbi Chouikha por Giulia Galluccio y Milena Paglia
Con motivo de la proyección del documental Dégage! del director Mohamed Zran durante la primera sesión del ciclo DocuDebats 2012 sobre las revoluciones árabes organizado por el Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed), la revista AFKAR/IDEAS ha tenido la oportunidad de conversar con Larbi Chouikha sobre la revolución tunecina y el estado actual de la transición política del país. Politólogo, activista y desde siempre defensor de los derechos humanos, Larbi Chouikha es profesor de Comunicación en el Instituto de Prensa y Ciencias de la Información (IPSI) de la Universidad de Manuba, Túnez. Ha sido miembro de la Instancia Superior Independiente para la Elecciones (ISIE) y de la Instancia Nacional para la Reforma de la Información y de la Comunicación (INRIC) en Túnez. Doctor en Ciencias de la Información y de la Comunicación por la Universidad París II y especializado en Ciencias de la Comunicación y de la Información, sus estudios abordan no solo los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y la comunicación, sino también las cuestiones relacionadas con la defensa de los derechos humanos en Túnez. Es, de hecho, miembro de la Liga Nacional por la Defensa de los Derechos Humanos y de la sección tunecina de Amnistía Internacional. AFKAR/IDEAS ha aprovechado para preguntarle sobre el efervescente debate en torno a la libertad de expresión y de opinión en el que Túnez se encuentra sumido, sobre todo tras la huelga general de periodistas que tuvo lugar el 17 de octubre a favor de la libertad de prensa y de los derechos de los ciudadanos.
AFKAR/IDEAS: ¿Qué opina usted sobre el proceso de reforma del sector de la información y de la comunicación? ¿Qué ha cambiado con respecto a la época de Zine el Abidin ben Ali?
LARBI CHOUIKHA: Antes de la revolución tunecina, teníamos un paisaje mediático completamente sometido al poder político, por lo que no se podía hablar de medios de comunicación autónomos, independientes, ni de periodistas en el sentido estricto de la palabra. De hecho, a menudo solo había periodistas que no hacían más que reproducir comunicados. Sin embargo, después del 14 de enero de 2011 se suspendieron todas las leyes que regían el mundo de los medios de comunicación. El Ministerio de la Comunicación, que bajo Ben Ali ejercía de Ministerio de la Censura, se suprimió; y desde entonces, se ha producido un vacío que ha creado ciertas paradojas. La primera es que esos periodistas que vivieron –también antes de Ben Ali, diría casi durante medio siglo– bajo una losa de plomo en la que no podían hablar, tenían miedo o pasaban su tiempo leyendo despachos para no correr riesgos, se encontraron abandonados a su suerte de un día para otro. Sin embargo, tal libertad ha planteado también un problema, puesto que no contaban con la formación apropiada –lo digo en calidad de profesor de periodismo–, no tenían las herramientas del oficio ni podían respaldarse con una ética profesional.
A/I: ¿Cómo se está reorganizando el sector?
L.C.: La INRIC, la Instancia Nacional para la Reforma de la Información y de la Comunicación, creada con el objetivo, entre otros, de colmar el vacío con el comité de la Alta Instancia, la llamada Instancia Ben Achour, se formó en marzo de 2011. En la INRIC hemos preparado dos decretos-ley: el decreto 115, que hace referencia a la libertad de la prensa escrita y electrónica, y el decreto-ley 116, relativo a la libertad de comunicación audiovisual y a la creación de la Alta Autoridad para la Comunicación Audiovisual (HAICA en sus siglas en francés), es decir, una instancia de regulación que existe en todos los países democráticos. El problema es que estos dos decretos- ley, promulgados en noviembre de 2011, nunca han sido aplicados. La ausencia de un marco jurídico e institucional persiste y, por consiguiente, se han producido deslices como los nombramientos al frente de los medios de comunicación públicos.
No obstante, el 17 de octubre, tras una gran manifestación organizada por periodistas –la primera vez en la historia de Túnez en la que los periodistas toman la iniciativa de organizar una huelga general seguida por todos los medios (públicos, privados, radio, televisión, prensa escrita y electrónica)– la troika anunció públicamente la activación de estos dos decretos-ley propuestos por la INRIC. Actualmente, con respecto al decreto 116 ha surgido un debate sobre la composición de la HAICA y sus auténticas prerrogativas, que todavía estamos intentando definir mejor. Aun así, el 10 de diciembre de 2012, con ocasión del Día Mundial de los Derechos Humanos, el presidente de la República debería anunciar oficialmente la creación y composición de la HAICA. Hoy los medios de comunicación tunecinos deberían liberarse del yugo del poder político, pero también estar protegidos frente a la potestad del dinero.
Es necesario que sean autónomos dentro de un marco jurídico que defina unos principios vinculados con la trasparencia, el respeto a las leyes y la ética. Por eso actualmente las ONG, el Sindicato Nacional de Periodistas Tunecinos y otras asociaciones a favor de la defensa de los derechos humanos están librando una gran batalla para que esos decretos- ley se apliquen realmente y garanticen, entre otros, los principios de la libertad de expresión.
A/I: ¿Cómo está cambiando la relación entre los profesionales delperiodismo y las autoridades?
Los medios deben liberarse del yugo del poder político, pero también protegerse de la potestad del dinero
L.C.: Túnez está atravesando hoy una fase excepcional de su historia. Nos encontramos ante una situación de aprendizaje, de concertación –porque se debe asociar a todo el mundo antes de tomar decisiones importantes– y al mismo tiempo de construcción. La huelga del periódico Dar al Sabah del 17 de octubre de 2012 es característica de este periodo de confusión que reina hoy en Túnez y, sobre todo, de la negativa del gobierno a llegar a un consenso antes de tomar medidas. Al día siguiente de la revolución, y a causa del vacío jurídico nacional en el ámbito de los medios de comunicación, los gobiernos de transición crearon la INRIC, que es una instancia pública y al mismo tiempo consultiva, es decir que el gobierno debería consultar sistemáticamente todos los nombramientos de los cargos al frente de los medios públicos.
Pero después de las elecciones del 23 de octubre, el nuevo gobierno rechazó ponerse de acuerdo con la INRIC y tomó la iniciativa de nombrar a unos dirigentes. Por esa razón, la instancia decidió en julio congelar sus actividades. Por lo tanto, una vez más, en todas las situaciones consideradas revolucionarias, es necesario encontrar tiempo para ponerse de acuerdo.
A/I: Con respecto a la Constitución, ¿cómo se plantea el debate sobre las cuestiones relativas a la libertad de expresión?
L.C.: Con respecto a la Constitución, aunque está todavía en fase de formulación, hay muchos proyectos como el que surge del preámbulo que nos preocupa mucho. En él está escrito que se debe crear una instancia nacional independiente de regulación de la información. Ante ello, en la INRIC, y yo mismo a título personal, nos hemos levantado contra tal propuesta por dos razones. La primera es que no existe en ningún país democrático una instancia de regulación que abarque todos los medios de comunicación. La segunda, que es la que más nos preocupa, es que al crear una instancia de este tipo se podría dar pie a que el antiguo Ministerio de la Información se rehabilitara. Y eso es también el resultado de una confusión en torno al concepto de regulación: es necesario distinguir entre regulación, autorregulación y corregulación, y cuando hablamos de regulación, ésta se dirige únicamente al audiovisual.
Hoy trabajamos para que el derecho a la información se inscriba en la Constitución en calidad de principio constitucional y, sobre todo, para que la libertad de expresión y de opinión se enuncien explícitamente en el preámbulo, cosa mucho más importante que crear una instancia de regulación que abarque a los medios de comunicación en un sentido amplio. Es necesario que los periodistas se rebelen. En varias experiencias de transición democrática, por ejemplo en Europa del Este, fueron los periodistas los que defendieron el principio de la libertad de expresión. El 17 de octubre, el día de la primera huelga nacional de periodistas, será siempre para mí la fecha en la historia de Túnez en la que los periodistas se hicieron conscientes de la defensa de la libertad de expresión, que es un derecho de toda la sociedad.
A/I: ¿Cuál es la relación entre los nuevos medios de comunicación (internet, redes sociales, periodismo ciudadano, etc.) y los medios tradicionales?
L.C.: Algunas veces se completan, otras van en paralelo. Pueden completarse porque los medios electrónicos se inspiran en los tradicionales, y cuando los medios tradicionales no consiguen tratar cuestiones relevantes, son los nuevos medios los que las recogen. Esos nuevos medios constituyen un elemento más en el paisaje mediático. Al mismo tiempo, evidentemente, sigo siendo riguroso con respecto a la profesionalidad, porque hay que verificar la información, especialmente cuando se trata de informaciones sobre personas, particulares, al igual que hay que tener cuidado con lo que se dice, puesto que desmentir luego parece a veces demasiado fácil. Hay que tener un conocimiento previo de la profesión. A parte de esto, los nuevos medios de comunicación consiguen enriquecer el debate de ideas en Túnez.
A/I: ¿Cuáles son, según usted, los retos de los medios de comunicación en Túnez en el momento político actual y ante las elecciones previstas para el 23 de junio de 2013?
Si eventualmente se establecen líneas rojas, deben fijarlas los periodistas y explicarlas a la sociedad
L.C.: En primer lugar, no estoy tan seguro de que las elecciones vayan a celebrarse el próximo junio. Mientras no tengamos una Constitución, un código electoral, mientras no haya una HAICA lista para supervisar los medios de comunicación durante las elecciones, y no conozcamos ni siquiera la naturaleza del futuro régimen político, es difícil saber cuáles serán los retos de nuestro futuro. Sin embargo, con respecto al pasado, en todos los medios de comunicación hay hoy mucho más debate, incluso demasiado a veces. Sin ánimo de lamentarme, por supuesto, quisiera que se hiciera un poco más de investigación periodística, porque todavía no tenemos una cultura que implique trabajo de campo, es decir desvelar todos los aspectos relacionados con la información. Por otra parte, lo que se tendría que analizar en primer lugar es qué sucede con la autocensura entre los periodistas.
Existen aun distintas formas de autocensura que proceden de viejas prácticas heredadas del antiguo sistema y que no podemos borrar de un día para otro. Hay formas de autocensura que provienen también de presiones sociales o religiosas. Y, por último, hay formas de autocensura que son probablemente propias de las empresas de comunicación. ¿Hasta dónde podemos alejarnos de las líneas rojas? En todo caso, yo estoy a favor de una libertad de expresión que sea lo más general posible; creo que si eventualmente se establecen líneas rojas, deben fijarlas los propios periodistas, establecerlas con la condición de que se expliquen a la opinión pública. En definitiva, es necesario ser muy transparentes con la opinión pública.