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Co-edition with Estudios de Política Exterior
Política europea de vecindad a debate en Túnez: entre esperanzas y desilusiones
Son tantas las interdependencias entre el Mediterráneo y la UE que no puede dejarse de construir un futuro en común.
Rhida Kéfi, periodista
El 12 de diciembre de 2007 se celebró en Túnez una mesa redonda sobre “la política europea de vecindad: vista desde Túnez”, en la sede del Instituto Árabe de Empresarios, organizada por DEFI médias, filial de Assabah, el grupo de prensa más veterano del país, junto con la delegación de la Comisión Europea en Túnez. Este encuentro permitió a diplomáticos europeos, políticos y representantes locales de la sociedad civil debatir sobre las esperanzas e inquietudes que la PEV suscita en el sur del Mediterráneo.
Para Túnez, que ha “utilizado con buen tino el acuerdo de asociación con la UE”, firmado en 1995, “como apuntalamiento de su modernización” general, “la PEV podría generar valor añadido, en el marco de las opciones y prioridades inscritas en los planes económicos” del país, explicó Bernard Philippe, encargado de negocios de la Delegación de la Comisión Europea.
El objetivo sería “invertir la secuencia regresiva –a saber, el escaso crecimiento, el desempleo y la pobreza– y transformarla en secuencia ganadora (…), esto es, situar el crecimiento económico en un nivel superior, más estable y duradero, y contribuir a un mercado laboral más próspero y sobre todo más cualificado”. Ello no será posible a menos que “el marco económico donde invierten los operadores sea más estable y transparente”. Por su parte, Adel Bousarsar, hotelero y operador turístico, vicepresidente de la UTICA (patronal), lamentó que el partenariado propuesto por la PEV sitúe cara a cara a “un frente común formado por la UE” y “países dispersos, entre ellos Túnez”. Asimismo, planteó una serie de interrogantes: “¿Permite este equilibrio de fuerzas entablar negociaciones equilibradas? ¿Beneficia la integración a ambas partes o se trata más bien de un tipo de partenariado desequilibrado, como se ha comprobado muchas veces?”
Sobre todo teniendo en cuenta que el proceso de modernización emprendido [por la empresa tunecina] no le permite necesariamente enfrentarse con la competencia internacional. Mourad Sakli, director del Centro de Música Árabe y Mediterránea, también subrayó el carácter desequilibrado de ese partenariado, o lo que él denomina “la hegemonía de los culturalmente ricos”, que “amenaza el propio principio de la diversidad cultural”. “Pedimos intercambios de verdad, es decir, que se difunda nuestra cultura en Europa, pues de ello depende su supervivencia en nuestro país”.
Para Rachid Khéchana, redactor jefe del semanario Al-Mawkif (órgano del PDP, partido de la oposición), “los programas de modernización y la ayuda a los sectores debilitados por el partenariado en los países del Sur han sido bastante consistentes, aunque muy por debajo de las subvenciones a los Estados de Europa central y oriental.” Y añadió: “De todos modos, la transparencia en cuanto al reparto de estas ayudas deja bastante que desear, dado que en los países terceros mediterráneos la línea que separa las estructuras de gestión de las instituciones de control es muy difusa. Ahí reside una de las deficiencias fundamentales del partenariado, pues los europeos aceptaron confiar un asunto muy delicado, sobre el que no transigen en sus países, a estructuras opacas y poco creíbles de los socios meridionales”. Mustafá Ben Jaafar, secretario general del FDTL (oposición de izquierdas) sacó a colación “el famoso artículo 2” del acuerdo de asociación entre la UE y Túnez, según el cual “el respeto de los principios democráticos y de los derechos humanos inspira las políticas internas e internacionales de los socios”.
Y añade: “El abandono del artículo 2 es consecuencia de la decisión de la ribera Sur de no respetarlo y de la incapacidad de Europa de hacerlo respetar”. Es más, “la PEV no palía este déficit”. La razón es que “adopta una política de ayuda para quienes apliquen reformas, garantizando un servicio mínimo a quienes no las apliquen”. Conclusión: “Dentro de 10 años nos encontraremos con el mismo déficit y el mismo desajuste”. Los diplomáticos europeos se afanaron en disipar el pesimismo de sus interlocutores del Sur. “Es normal que al abrir las fronteras y bajar las barreras se genere desasosiego.
El debate en curso suscitará las mismas inquietudes, pero en sentido inverso, es decir, miedo a una invasión de productos y obsesión con la deslocalización”, explicó Serge Degallaix, embajador de Francia en Túnez. En respuesta a la intranquilidad del sur del Mediterráneo por la ampliación de la UE al este, Pal Pataki, embajador de Hungría, matizó: “No puede hacerse comparación alguna entre un proceso claro de adhesión en el Este y una política de integración en el Sur”. Del mismo modo, “los criterios difieren entre las dos opciones. La ampliación de la UE al Este no puede empequeñecer para nada la posición de Túnez.
Incluso creemos que esta posición se ve refrendada por la ampliación, esto es, se ofrece un mercado mayor a los exportadores tunecinos y un abanico de colaboración más amplio”. Es más: “Hoy Hungría es miembro de pleno derecho de la UE y, como tal, puede influir en las decisiones de la Comunidad”. A favor de Túnez, se entiende. Dietrick Zambon, representante del Banco Europeo de Inversiones en Túnez, subrayó la importancia del compromiso financiero de la UE en pro de sus vecinos. “A principios de este año, los Estados miembros nos asignaron 12.400 millones de euros para todos los países vecinos, para el periodo 2007- 2013.
De éstos, pusimos a disposición de los nueve países de la ribera sur 8.700 millones de euros (…). Esta suma es más del doble de la que manejamos para los siete años anteriores”. Es más: dicha cantidad no incluye “la financiación de proyectos particulares de un interés específico europeo, esto es, las interconexiones (y protecciones) energéticas, los medios (y redes) de transporte en la zona del Mediterráneo”. El debate concluyó con una nota más optimista, de la mano de las palabras de Bernard Philippe: “Son tantas las interdependencias y los desafíos comunes entre el Mediterráneo y la UE que no puede dejarse de construir un futuro en común”.