Los niños de la calle en Marruecos

A menudo los niños de la calle acaban en un círculo vicioso infernal: calle-prisión-calle.

Dra. Najat M’Jid Bayti-Marruecos

La expresión “niños de la calle”incluye a los niños que viven transitoria o permanentemente en la calle y que no disfrutan del apoyo y la protección de la familia. El número exacto de niños en estas condiciones es difícil de determinar debido a su gran movilidad y a su difícil accesibilidad (se calcula que actualmente hay entre 10.000 y 30.000). El uso de la calle por los niños se debe a varios factores socioeconómicos (pobreza, éxodo rural, urbanización anárquica, paro, fracaso y abandono escolar, explotación económica de los niños) y familiares (familias monoparentales, violencia doméstica, abandono familiar, carencias afectivas…).

La calle se convierte por tanto en una alternativa para estos niños: libertad, economía sumergida, solidaridad, clan… Los niños de la calle no son un grupo homogéneo. Se han identificado varias tipologías: residentes permanentes, que viven desde hace años a tiempo completo en la calle; niños que trabajan; menores explotados sexualmente (prostitución); mendigos; candidatos a la emigración clandestina o rechazados; delincuentes; fugitivos; niñas que se dedican al trabajo doméstico y que huyen de la violencia de sus jefes. Su edad varía entre los seis y los 25 años, siendo la mayoría preadolescentes (11-14 años).

El reparto por sexo tiende hacia el equilibrio; cada vez hay más niñas en la calle (48% de niñas y 52% de niños, según la ONG marroquí Bayti). La calle marca a los que la ocupan, a veces de manera irreversible. En función de los antecedentes, de la edad del joven, del tiempo pasado en la calle y del tipo de vida que se lleva, se pueden observar, en diverso grado:

– Trastornos del comportamiento: pérdida de referencias espacio-temporales; el frío, el hambre, el miedo a las redadas y la necesidad de disolventes (para inhalar) se convierten en sus únicos puntos de referencia; negación de sí mismos, pérdida de confianza en sí mismos y en los demás; rechazo de toda institucionalización; vagabundeo, de casa ocupada en casa ocupada, de ciudad en ciudad, según su humor y sus necesidades. Ya no soportan el sedentarismo, y la violencia física, verbal y sexual se convierte en una manera de funcionar; en algunos casos esta violencia puede llevar a la criminalidad, al comportamiento inestable y a la delincuencia. A menudo los jóvenes acaban en un círculo vicioso infernal: calle-cárcel-calle.

– Toxicomanía o alcoholismo: se puede observar que en el 95 % de los casos hay inhalación de pegamento o de disolventes (tchamkir). Los efectos que produce la inhalación son: anulación de la conciencia; envalentonamiento, que les permite mantener la mirada a los demás, mendigar y tolerar humillaciones; medio de supervivencia; evasión; acceso a un mundo imaginario lleno de ficciones; incoherencia, delirio; pérdida de capacidad intelectual (efecto neurológico de la inhalación de pegamento); y paso a la acción: riñas, automutilaciones, intentos de suicidio. La dependencia se establece muy rápidamente. Algunos llegan incluso a esnifar una decena de botes de pegamento al día. Algunos jóvenes se entregan a otros tipos de dro gas: sirope de codeína; antidepresivos; hachís. Pero debido a su coste, es poco frecuente. Se puede observar dependencia del tabaco en gran parte de los casos. El consumo de alcohol es más limitado y se da sobre todo entre los adolescentes adultos.

Debido a las condiciones de vida de la calle (falta de higiene, malnutrición, carencias, violencia), un número considerable de jóvenes tienen problemas de salud: tuberculosis, problemas de crecimiento o enfermedades de transmisión sexual.

Bayti

Bayti es la primera ONG marroquí que rompió el tabú de los “niños de la calle” y que puso en marcha un proyecto pensado específicamente para ellos. Desde 1994, Bayti trabaja en la prevención, protección, rehabilitación, reintegración familiar y reinserción escolar y socioprofesional de los niños en situaciones difíciles: niños de la calle, trabajadores, víctimas de malos tratos, abandonados, delincuentes, víctimas de la explotación sexual e inmigrantes.

Gracias a un equipo multidisciplinar compuesto por educadores, asistentes sociales, psicólogos, médicos, profesores y artistas, Bayti ha puesto en marcha programas inéditos de rehabilitación y de integración social: talleres en la calle, pisos de acogida, albergues, granjas escuela, talleres pedagógicos personalizados, apoyo escolar, formación profesional, educación para padres, acompañamiento familiar y formación de educadores.

Tras 10 años de funcionamiento (a 31 de mayo de 2005), Bayti hace el siguiente balance: 17.182 niños y jóvenes se han visto beneficiados por los programas de Bayti, de los cuales 12.524 tenían entre ocho y 14 años, todos ellos marroquíes; 9.044 han pasado por el programa de calle, y 800 de ellos se han integrado en los centros de acogida; 1.980 han pasado por los centros de acogida, y de ellos 1.210 a tiempo completo (545 chicas y 665 chicos); se ha evitado el éxodo a la calle de 2.250; 948 menores en conflicto con la ley; 1.750 menores clandestinos.

En el terreno de la reinserción social, 7.314 han sido reinsertados en su familia; 10.655 niños y jóvenes han sido escolarizados; 1.500 han accedido a cursos de educación no formal; 940 jóvenes de más de 15 años han sido alfabetizados; 1.008 jóvenes han accedido a la formación profesional; 987 jóvenes han accedido a un empleo y han finalizado 15 microproyectos.

Por otra parte, Bayti ha puesto en marcha programas de formación destinados a los profesionales que trabajan con niños en situación difícil: en el plano nacional, a través de ONG, autoridades locales y servicios sociales; en el plano internacional (Francia, España, Malí, Senegal, Burkina Faso, Túnez, Argelia, Yemen, Jordania, Egipto, Camboya), a través de ONG, y servicios y departamentos sociales estatales. En árabe, Bayti significa “mi hogar”, “mi casa”, la de los niños de la calle.