La prensa marroquí en movimiento

Los periódicos en francés tienen mayor visibilidad exterior mientras que los árabes no tienen acceso a los medios occidentales.

Zakya Daoud, periodista y escritora, Francia

Desde la muerte de Hassan II la prensa marroquí ha experimentado un intenso florecimiento: las cabeceras, tanto en árabe como en francés, se han multiplicado y se siguen multiplicando a pesar de cierta selección. Se trata sobre todo de semanarios: el diario es más pesado, más caro, y el sitio estaba ya cogido por las publicaciones de los partidos, alguna de las cuales, como el órgano de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), Al Ittihad al Ishtiraki (Unión socialista), ha sufrido importantes pérdidas de lectores en beneficio de periódicos más independientes, como Al Ahdaz al Magrebiya (Noticias magrebíes), cercano sin embargo a ciertas personalidades de la USFP. Otro diario en pleno ascenso es At Tachdid (Renovación), órgano del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD, islamista).

El partido del Istiqlal conserva su rotativo, Al Alam (El Mundo), uno de los más antiguos órganos de la prensa marroquí; la Unión Constitucional, partido de derechas, edita Rissalat el Umma (La letra de la nación); el Ministerio de Información, Al Anbaa (Noticias) y también se leen mucho los periódicos en árabe editados en Marruecos, pero que superan su ámbito, como Al Sharq al Awsat (Oriente Medio). A este surtido ya imponente de diarios en árabe, unos tránsfugas de Al Ittihad al Ishtiraki acaban de añadir recientemente Sawt en nas (La voz de los ciudadanos).

En el ámbito de los diarios, el sitio estaba ocupado

Los periódicos en francés son tan numerosos como los partidos: Libération, de la USFP; Opinion, del Istiqlal; además de Aujourd’hui le Maroc, publicación relativamente reciente, que se presenta cercana a ciertos medios de palacio, y las publicaciones estrella como Le Matin du Sahara, retomado por un magnate de la prensa saudí que ha recurrido a un antiguo responsable de Le Figaro para animar la redacción. A éstos se han añadido L’Economiste, diario que, como su nombre indica, gira en torno a la economía. Pero en estos últimos años se han abortado numerosos lanzamientos de diarios franceses.

En cuanto a las publicaciones mensuales, cuya fórmula tenía antes con Lamalif y Kalima un éxito seguro, han perdido actualidad desde que el campo de la prensa se ha abierto y se pueden abordar asuntos tabú. Ésta es, por otra parte, la característica de las publicaciones que tienen éxito, ya sean en árabe o francés, e independientemente de su periodicidad. Los asuntos tratados deben ser chocantes, con una preferencia, desde 1999 a 2004 sobre todo, por la vuelta a los sufrimientos de los años de plomo, a la historia por tanto y a los derechos humanos, y una predilección también por los escándalos y los análisis políticos que sacuden la apatía, haciendo de la prensa uno de los actores que protagonizan el juego político, a falta de partidos que, a excepción del PJD, están de momento latentes.

Dos recetas pues: no pertenecer a ningún partido y abordar todo lo que antes estaba sancionado con embargos, supresiones o arrestos. La fórmula mensual, con sus requisitos, y más centrada en la reflexión, ya no está de moda y parece reservada a una prensa especializada, sobre todo a los periódicos femeninos (Femmes du Maroc, La citadine, Oura, etcétera), masculinos (Homme), o a revistas de arte y, sobre todo, gente y decoración (Médina, por ejemplo), que sacan provecho del entusiasmo por ciudades como Marraquech y Tánger, que también han contribuido a promocionar. No se trata en este caso de una influencia política, sino de una influencia de consumo, por otra parte igual de importante.

‘Le Journal’ y ‘Tel Quel’, los semanarios faro

Pero en el ámbito político se imponen indiscutiblemente dos publicaciones recientes. Le journal, que desde 1997, fecha de su primera aparición, se convirtió sucesivamente en Le journal hebdomadaire y Le Journal international y que desde hace un año ha adoptado una fórmula de news magazine, y Tel Quel, creado en 2002 con una fórmula menos ofensiva que su competidor, Le journal hebdomadaire, la de Maroc tel qu’il est. Estas dos publicaciones son las más conocidas y las más citadas por la prensa marroquí. Le Journal, para empezar, con un formato semejante al Courrier International, que le apoyó imprimiéndolo en Francia durante un largo periodo de crisis con el gobierno de alternancia de Abderramán Yusufi, hizo una irrupción estrepitosa en el paisaje mediático marroquí, cuando la alternancia era anunciada y previsible, por su cuatricromía violenta, mezclada con una considerable publicidad y titulares chocantes y provocadores, que sacudían semanalmente a los poderes establecidos.

Sin embargo, entonces tenía una tirada de sólo 3.000 ejemplares, pero estaba dirigido por un pequeño equipo de jóvenes agentes económicos, apasionadamente enamorados de la cosa pública, que hizo retroceder las líneas rojas que gestionaban implícitamente la prensa marroquí y que no dudó en atacar frontalmente al Ministerio de Asuntos Exteriores y realizar estrepitosas entrevistas a Benjamin Netanyahu, ex primer ministro israelí o a Mohamed Abdelaziz, jefe del Frente Polisario, siempre con análisis iconoclastas, denuncias de responsables, escándalos financieros y demás. Se sucedieron procesos y avatares no menos estrepitosos, eludidos por la salida de tres fórmulas y de tres cabeceras sucesivas, pero siempre con el mismo tono, audaz, impulsivo y virulento.

Un tono liberado

T el Quel empezó de forma modesta en noviembre de 2002 con más voluntad de describir y comprender que de denunciar, pero con la misma energía para hacer retroceder las líneas rojas sobre asuntos sociales: homosexualidad, drogas, racismo, alcohol, prácticas religiosas y conversiones y adoptando un tono muy irónico sobre la política; por ejemplo, en un reciente artículo sobre el besamanos, y en otro, elogiado hace algunos meses y reproducido en todas partes, sobre el salario del rey. Tel Quel denuncia con inspiración y humor no tanto la política (¡que también!), como los defectos de Marruecos y los marroquíes, eso que su director Ahmed Reda Benchemsi ha osado calificar de “reino de la indiferencia”.

El tono de estas dos publicaciones ha gustado más fuera del país, hasta el punto de que las dos cabeceras, que han hecho saltar desde muy lejos los tabúes (más de lo que podíamos imaginar hace seis años), se han convertido para el exterior del país en símbolos de la nueva prensa marroquí. Tel Quel acomete asuntos considerados poco habituales en la prensa, denuncia el destino de los músicos calificados de satánicos en 2003, pero aunque el periódico tiene un tono vehemente, apasionado y categórico, queriendo ser claramente un contrapoder, se distingue por una mayor distancia y una puesta en escena “de la complejidad en movimiento de Marruecos”. Tel Quel ocupa el mayor número de campos posibles e interviene en la edición (concursos de noticias) y apoya a las asociaciones y a la sociedad civil (analiza proyectos financiados por el patronato marroquí para asociaciones de barrio, sobre todo).

Le journal sólo aborda el campo político con una feroz determinación y hace poco su director, Aboubaker Jamai, fue invitado durante unos meses a un programa americano destinado especialmente a los futuros dirigentes árabes, lo que resume perfectamente el lugar que se le otorga en el extranjero. Entre las dos publicaciones, que ya tienen la misma forma y formato, y también el mismo tono libre, tienen una tirada de entre 15.000 y 20.000 ejemplares a la semana y su influencia es grande, aunque periódicamente son objeto de represión: así, Tel Quel fue perseguido por difamación y condenado en agosto de 2005 a pagar una suma enorme durante un juicio lapidario, lo que fue analizado como una medida destinada a poner freno a su avance. También entonces supo levantar una campaña de prensa y apoyo internacional para escapar a esta sanción de una gravedad sorprendente.

Ambas publicaciones tienen el mismo público: la elite financiera, económica e intelectual urbana, sobre todo en Casablanca y Rabat. Sin embargo, la importancia de estas dos cabeceras no significa que sean las únicas del mercado. A su lado subsisten otros semanarios, como Maroc Hebdo, La Gazette du Maroc, La Vérité, La Nouvelle Tribune y revistas puramente económicas como La Vie économique. Evidentemente, sus tiradas son menores y su influencia mucho más reducida, pero por lo menos pueden seguir apareciendo.

La importancia de la prensa semanal árabe

Se podría decir, por tanto, que los semanarios en francés que ocupan el primer plano, sobre todo en el ámbito internacional, tienen más influencia que sus homólogos árabes? Sería falso. Además, Le Journal dispone de un álter ego en árabe, Al Sahifa al Usbuiya (El periódico semanal) y otro semanario en árabe, Al Ubs al Siassi (El semanario político), dos cabeceras también con un gran prestigio tanto en la denuncia como en la tarea de hacer retroceder las líneas rojas. Por otra parte, periódicos recientes, más regionales que nacionales –por ejemplo un joven semanario de Rabat y otro de Uarzazat– han tenido dificultades con las autoridades, uno por haber entrevistado a Nadia Yassin, consejera de Al Adel Wal Ihsane ( Justicia y Espiritualidad, asociación islamista dirigida por su padre, el jeque Yassin) a su regreso de Estados Unidos, y el otro por haber denunciado a las autoridades locales del Sur y apoyado a los mineros en huelga de Imni, lo que le valió un arresto a su director y el incendio de sus locales.

También es en el ámbito de los semanarios en árabe donde se da actualmente la mayor rotación de publicaciones, ediciones y desapariciones de títulos. La prensa en árabe tiene otro público, pequeños funcionarios, estudiantes, a menudo desempleados y con dificultades, pequeños artesanos y comerciantes y es, por lo que respecta a los semanarios independientes, tan tenaz, vigorosa e insolente como los semanarios en francés. Esta prensa arabizante denuncia los escándalos igual que la prensa en francés y es por lo menos igual de ofensiva. La única diferencia, importante no obstante, es que la prensa en francés, especialmente los dos semanarios faro del nuevo paisaje mediático marroquí, goza de una mayor visibilidad en el exterior del país, mientras que la prensa en árabe no tiene acceso a los medios de comunicación occidentales.

Frente a estas nuevas publicaciones aparentemente liberadas de su influencia, el poder marroquí parece carecer de órganos, aunque se puede observar con interés que es en el Paris Match francés donde el rey Mohamed VI se expresa a través de sus entrevistas y también recientemente en un especial sobre los 50 años de la independencia de Marruecos que, por otra parte, dedica un espacio al semanario Tel Quel y a su joven director, Ahmed Reda Benchemsi. Los allegados del rey transmiten sus mensajes a través de Jeune Afrique, lo cual, a finales de septiembre, le valió a esta publicación editada en París una buena reprimenda por parte de Journal, que publicó las cuentas de todo lo que Jeune Afrique ganaba con el Reino.

Y las noticias, comentarios o análisis sobre Marruecos publicadas en la prensa francesa, ya sea en los diarios Le Monde y Libération o en los semanarios L’Express, Le Nouvel Observateur, Le Point y otros, son leídos con avidez por todos los que cuentan en Marruecos e inmediatamente reflejados por la prensa marroquí, bien sea en francés o en árabe, lo que demuestra su influencia. A menudo en exceso, la prensa marroquí se ha convertido en actor del juego político, sirve de despertador, intenta sacudir al país y practica continuamente el electrochoque a la anglosajona. Pero hasta ahora no ha pasado de este estadio: no decide, lo que la expone a que sus propias acciones le acaben perjudicando.