Justicia, no igualdad: el refuerzo de la mujer a la manera islámica
La movilización y los compromisos sociales han arrastrado a las mujeres a la política de masas.
Omayma Abdel-Latif
Uno de los rasgos más destacados de la política islamista actual tiene que ver con el lugar que ocupan las mujeres como miembros políticos activos. El auge de los movimientos islamistas en Oriente Próximo era supuestamente el responsable tanto de los entornos socialmente restrictivos para la mujer como de un proceso de retroceso, al suprimir algunos de los avances logrados por las mujeres. Los adversarios de los islamistas sostienen que ha reforzado una vez más los estereotipos sobre la condición de la mujer en las sociedades musulmanas.
Aunque las suposiciones simplistas sobre la pérdida de poder y la opresión de la mujer desde un punto de vista islamista ya no se consideran un razonamiento aceptable sobre el tema, muchos escritos, no obstante, insisten en los aspectos sumamente opresivos de esos movimientos en relación con los problemas de la mujer. Se han dedicado muchos esfuerzos para responder a preguntas como por qué las mujeres no alcanzan posiciones de poder en esos movimientos, qué lugar ocupan en los procesos de toma de decisiones y cuál es la postura de dichos movimientos en lo que respecta a los derechos de la mujer. Se acusa a los movimientos islamistas de mantener un discurso un tanto ambivalente respecto a este último asunto, de seguir dentro de las zonas grises en las que no acaban de manifestar una postura clara y definitiva.
Para entender la situación de la mujer en la política islamista actual es esencial calibrar el grado en que participa en las diversas actividades políticas del movimiento (protestas, elecciones, recaudación de fondos, socialización de las generaciones). Otro factor importante para saber si sigue habiendo margen o no para una mejora de la condición de la mujer dentro de estos movimientos es analizar si existen obstáculos estructurales que impidan el avance de las mujeres hacia una mayor representación en su cúpula así como sus perspectivas de obtener ventajas políticas adicionales. Al estudiar la situación de la mujer dentro de los movimientos islamistas, uno se percata de que su situación no es uniforme, ni invariable ni única.
La mujer en los movimientos islamistas está lejos de la pasividad y el servilismo. Tradicionalmente tanto las organizaciones occidentales como los grupos feministas locales consideraban que la teología islámica constituye un obstáculo para el progreso de la mujer; sin embargo, las mujeres en ambos movimientos opinan que el Islam ha sido justo con la mujer. Cada vez hay más pruebas de que la mujer está empezando a desempeñar un papel más importante a la hora de definir la política de los movimientos islamistas y, por tanto, su actitud de cara a los asuntos que le afectan. Las activistas de los movimientos islamistas han logrado importantes avances con respecto a la participación política. Esto ha sido una vía de doble sentido. Conforme más mujeres instruidas se han unido a las filas de los movimientos islamistas a lo largo de las dos últimas décadas, han ido adquiriendo cada vez más conciencia de sus derechos como actores políticos.
Por otro lado, los movimientos islamistas han prestado gran atención al papel que la mujer puede desempeñar para impulsar sus metas y su agenda política. Los esfuerzos estratégicos de los movimientos para sacar provecho de la presencia de la mujer se han centrado en reforzar las estructuras organizativas de las secciones de mujeres e involucrarlas en hazañas políticas decisivas como el proceso electoral. Las activistas poseen un valioso capital político y social puesto que constituyen casi la mitad de la población del mundo árabe. Su implicación en diversas funciones políticas, desde las movilizaciones hasta las campañas, pasando por la supervisión del proceso electoral, ha permitido a las mujeres participar en el actual debate sobre el significado de ser políticamente activa. Dicho esfuerzo subraya el hecho de que, políticamente, las mujeres no pueden ser ignoradas por más tiempo.
De este modo, sostienen que algunas de las injusticias hacia la mujer están más relacionadas con las prácticas culturales y las realidades sociales que con la religión en sí. Las mujeres son seres distintos, afirman. Sin embargo, para las mujeres de Hezbolá, ser distinto no significa ser inferior. Lo que encontramos a veces es una extraña mezcla de discurso pre moderno y moderno. Es obvio que las mujeres de los movimientos islamistas no son inmunes a la retórica sobre sus derechos que impregna cualquier discusión sobre mujer. También está claro que, al sentirse presionados –sobre todo desde dentro–, algunos de estos movimientos han introducido cambios mínimos que garantizan una representación más amplia de la mujer.
Se insiste en resaltar los derechos de la mujer según dicta el Islam, y se citan pruebas a lo largo de la historia islámica que respaldan el parecer de que las mujeres siempre han tenido un papel activo en el ámbito político. Una frase del imam Jomeini, que muchos activistas repiten hasta la saciedad como símbolo del apreciado papel asignado a las mujeres, es la de que “las mujeres representan la mitad de la sociedad y son las responsables de educar a la otra mitad”. Ellas no creen que estén rezagadas respecto a las mujeres occidentales porque el baremo por el que miden su progreso y sus logros es diferente.
“Nosotras no tenemos el eterno complejo de tener que ser iguales a los hombres”, afirma Um Mahdi, jefa de la división para la mujer de Hayaat Da’am Al Muqawama, Organización para el Apoyo a la Resistencia, el brazo financiero de Hezbolá. “Nosotras perseguimos la justicia, no la igualdad”. En Hezbolá, la división para la mujer se creó al mismo tiempo que el propio partido. Pero al principio, era más un trabajo de caridad que un proyecto bien estructurado. Con la evolución de Hezbolá, que ha dejado de ser un movimiento de resistencia y se ha transformado en un partido político de pleno derecho con un ala armada, la división de mujeres fue consecuentemente transformada.
Dentro del partido se estableció una estructura para organizar las actividades de las mujeres, denominada Al Hayaat Al-Nisaayia (Organizaciones de las Mujeres). Son cuatro divisiones principales que abarcan todo Líbano: Beirut, Bekaa, sur y norte del país y se reúnen para estar al tanto de sus respectivas actividades. Cada división tiene una dirección local, que toma iniciativas y decisiones relacionadas con acontecimientos y cursos para mujeres, e informa sobre ellos al organismo central. Otra división de la mujer es Hayaat Da’am Al Muqawama, el brazo financiero de Hezbolá. Actualmente hay tres mujeres en los tres organismos más importantes de toma de decisiones: Afaf Al- Hakim, en Maylis Shura Al-Tanfizi; Reema Fakhry, en la ejecutiva de Hezbolá; y Haya Um Mahdi, miembro del organismo central de Hayaat Da’am Al-Muqawama, que supervisa las actividades de recaudación de fondos.
Las activistas afirman categóricamente que, en lo que respecta a evolución estructural, se encuentran en unas condiciones mucho mejores que sus homólogas en otros partidos no islamistas y laicos. La orientación política es un proceso continuo para las mujeres de Hezbolá. Se realiza a través de reuniones periódicas con un político (miembro del máximo órgano ejecutivo). Cada mes se celebra un seminario para la asociación de mujeres con el objetivo de mantenerlas informadas sobre la postura del partido en relación con acontecimientos políticos clave. Quizá una de las características más destacadas sobre la realidad de las mujeres en los movimientos islamistas es hasta qué punto la movilización política las ha arrastrado a la política de masas.
En otras palabras, ha permitido a las mujeres tomar parte en el debate en curso sobre qué significa participar activamente en la política. Sus compromisos en servicios sociales han puesto a las mujeres en contacto con las “masas”, lo cual les permite establecer redes en el plano local. Su sorprendente participación durante los días de manifestaciones pacíficas fue la prueba de que las mujeres no estaban aisladas del ámbito político.