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Co-edition with Estudios de Política Exterior
Impacto de la crisis internacional en el empleo en los países del Magreb
Los efectos de la crisis dependerán del grado de diversificación económica, de apertura al exterior y de dependencia financiera del extranjero
Abdeljelil Bedoui
El análisis del impacto de la crisis internacional en el empleo en los países del Magreb es delicado por dos razones. La primera se relaciona con el hecho de que la actividad económica en los diferentes países evoluciona actualmente en un contexto lleno de incertidumbres que afectan tanto a la duración de la crisis y a la magnitud de sus repercusiones como a la persistencia de la bajada del precio de las materias primas observada hasta el momento. La segunda atañe al análisis de la coyuntura que, en los distintos países del Magreb y en diferentes grados, sufre la ausencia o la falta de fiabilidad de los datos disponibles, la división de la información y una periodicidad irregular. Una vez puestas de manifiesto estas dificultades, es necesario destacar que, globalmente, el impacto de la crisis dependerá en lo esencial del grado de diversificación económica, de apertura y de dependencia financiera del país respecto al extranjero, de la estructura de los intercambios comerciales y del funcionamiento del mercado de trabajo.
Economías heterogéneas pero vulnerables en distintos grados
Los cinco países del Magreb son heterogéneos en cuanto a superficie, densidad, población, riqueza, renta per cápita y modelo de inserción internacional. Junto a estas disparidades, hay que tener en cuenta que todos han registrado durante los últimos 20 años una tendencia a la apertura a la economía mundial. Esta tendencia resulta de la dinámica de transición hacia una economía cada vez más abierta, controlada por el mercado, con la que se comprometieron en los años ochenta Marruecos, Túnez y Mauritania, seguidos por Argelia en los años noventa y por Libia a comienzos de 2000. Así, la tasa de apertura que indica la participación de las importaciones más las exportaciones en el PIB pasó, entre 1990 y 2005, del 71% al 84% en Libia; del 95% al 99% en Túnez; del 48% al 71% en Argelia; del 58% al 79% en Marruecos y del 107% al 131% en Mauritania.
Por otro lado, el peso de las exportaciones en el PIB pasó, en las mismas fechas, del 40% al 48% en Libia; del 44% al 48% en Túnez; del 23% al 48% en Argelia; y del 26% al 36% en Marruecos (Informe mundial sobre desarrollo humano 2007-08, PNUD). Más allá de estas evidencias, los países magrebíes pueden dividirse en dos bloques. El primero está formado por Argelia y Libia, países petroleros rentistas con extensos territorios. Los dos se caracterizan por una escasa diversificación de sus recursos y una fuerte dependencia de los hidrocarburos (petróleo y gas natural). Estos últimos representan más del 70% del PIB en Libia y alrededor del 50% en Argelia, contribuyen en un 95% a los ingresos de exportación en Libia y alrededor del 98% en Argelia, y proporcionan el 90% de los ingresos presupuestarios en Libia y el 75 % en Argelia.
Durante los últimos años, estos dos países han podido disponer de colchones financieros cómodos, pero su modelo de inserción internacional y la ausencia de diversificación de sus estructuras productivas contribuyen a aumentar su vulnerabilidad y los exponen considerablemente a los choques externos. El segundo bloque está constituido principalmente por Túnez y Marruecos, y de forma secundaria por Mauritania, con economías relativamente diversificadas. De este modo, en 2005, la parte que representan las principales exportaciones en el total de la exportación de mercancías sólo es de un 22% en Túnez, un 35% en Marruecos y un 50% en Mauritania, frente a un 95% en Libia y un 98% en Argelia.
Por otro lado, el porcentaje de las exportaciones de productos manufacturados en la exportación de mercancías alcanza un 78% en Túnez y un 65 % en Marruecos frente a sólo un 2% en Argelia y un 5% en Libia. Las exportaciones de productos manufacturados tunecinos y marroquíes implican principalmente productos de la industria textil y de confección, cuero y calzados, industrias mecánicas y eléctricas y productos químicos agroalimentarios. Reflejan una diversificación relativa de sus aparatos de producción que los sitúa en condiciones de contribuir en cierta medida a atenuar los choques externos y a reducir la vulnerabilidad de sus economías. Sin embargo, a pesar de las diferencias entre los dos grupos, hay que destacar que el conjunto de los países magrebíes se enfrenta al mismo reto, el de un desempleo masivo.
El informe anual (2006) de la Organización Internacional del Trabajo, al comparar las tasas de desempleo de las distintas regiones en el mundo, destaca que el Magreb y Oriente Próximo ocupan el primer lugar con una tasa de desempleo medio del 13,2%, seguidos de Europa del Este y el África sahariana (9,7%), América Latina y el Caribe (7,7%), los países de la OCDE (6,7%), el sur de Asia (4,7%) y el este de Asia (3,8%). Las estadísticas relativas al desempleo en los distintos países del Magreb son con frecuencia objeto de debate en cuanto a su fiabilidad. En todos los casos, es necesario destacar que las cifras oficiales disponibles indican una tendencia a la baja de la tasa de desempleo durante los últimos años, tanto en Marruecos (13,8% en 1999 y 9,6% en 2008), en Argelia (29% en 1999 y 10% en 2008) y en Túnez (16 % en 1999 y 14% en 2007), como en Libia (17,3% en 1999 y 14,8% en 2006). Sólo Mauritania indica un recrudecimiento del desempleo, cuya tasa habría pasado del 28,9% en 2000 al 32,5% en 2007.
Aunque todos los países del Magreb subrayan la gravedad del fenómeno, lo consideran como un desafío fundamental y adoptan políticas activas de empleo para frenarlo, sólo Marruecos admite un cambio de la tendencia iniciada con la crisis de finales de 2008 que generó una tasa de desempleo del 10,2%. Este cambio de tendencia está destinado a afianzarse aún más y a afectar seriamente y en distintos grados a la totalidad de los países del Magreb.
El impacto de la crisis en el empleo en el Magreb
La crisis financiera a la que ha seguido la recesión económica ha provocado un deterioro rápido del entorno internacional de los países magrebíes, que vivieron una inserción internacional creciente de sus economías durante los últimos 20 años. Este deterioro, que concierne principalmente al crecimiento y al comercio mundiales, a los precios de las materias primas y a las condiciones de financiación, va a afectar de lleno a todas las economías magrebíes y especialmente a los sectores que trabajan para la exportación, responsables de una parte importante del empleo y de las rentas en estas economías.
La magnitud y la duración del deterioro van a determinar en gran medida la amplitud del impacto de la crisis en el empleo en el Magreb. Ahora bien, hay que señalar que, desde octubre de 2008, las instituciones internacionales no dejan de revisar a la baja sus previsiones relativas a la evolución del PIB y el comercio mundiales. Las últimas previsiones para 2009 mantienen una reducción de la producción de alrededor de un -1% en la zona euro, un -1,8% en Japón y un -2,1% en Estados Unidos (BNPParibas: Dirección de estudios económicos, página de Internet). La evolución del PIB en los principales socios de los países del Magreb, es decir, Francia, España, Italia y Alemania es incluso más desfavorable que la media de la zona euro.
Además, la recesión de las grandes economías afecta a sectores fuertemente integrados en el mercado mundial como el automóvil, la electrónica profesional y de consumo. Esta contracción de la producción mundial ha implicado, por una parte, una desaceleración del volumen de crecimiento del comercio mundial, cuya tasa ha pasado de un 7,2% en 2007 a un 4,5% en 2008 y se situará probablemente en torno a un 2% en 2009 y, por otra parte, una fuerte reducción de los precios de las materias primas energéticas y agrícolas. Los primeros en verse afectados por esta fuerte bajada de los precios serán Argelia y Libia, que dependen mucho del sector de los hidrocarburos. En estos dos países el gasto público alimentado principalmente por las rentas del petróleo supone el principal motor de creación de empleo: directamente en Libia, cuyo sector público emplea a un 70% de los asalariados, e indirectamente, a través de los distintos programas de lucha contra el desempleo, en Argelia, cuyo empleo en el sector público sólo representa el 18% (Oficina Nacional de Estadística: Encuesta Nacional, Argel 2006).
Dada la situación preocupante del empleo y el elevado nivel de la tasa de desempleo y de precariedad en estos dos países, y considerando la importancia de las reservas de cambio acumuladas durante el último periodo (en Argelia, alcanzaron 138.000 millones de dólares en 2008), a corto plazo es poco probable que la situación del empleo vaya a deteriorarse más. Argelia cuenta incluso con llevar la tasa de desempleo al 8,8% en 2009, frente al 10% de 2008. A corto plazo, Libia, enfrentada a una reducción de las rentas petroleras y a un elevado nivel de desempleo, se expone a reforzar las medidas de expulsión acordadas en 2008 contra los dos millones de inmigrantes ilegales en tránsito. A medio plazo, la continuidad de la caída de las cotizaciones del petróleo, junto con la fuerte dependencia de la importación de estos dos países, corre el riesgo de desembocar en un mayor deterioro de la situación del empleo, principalmente en Argelia, que debe hacer frente a los 120.000 nuevos titulados que salen de la universidad cada año.
El reto principal de estos dos países sigue siendo la necesidad de diversificar las actividades económicas para poder absorber los flujos crecientes de la demanda adicional de empleo. Con respecto al segundo grupo de países, en particular Marruecos y Túnez, la situación es más compleja y más difusa, debido precisamente a la relativa diversificación de sus actividades. En estos dos casos, el impacto de la crisis mundial se ha traducido, en un número creciente de empresas, en la desaceleración de las actividades por la imposibilidad de algunos inversores extranjeros para cumplir sus compromisos, por la anulación de algunos pedidos… Los sectores más afectados son el textil y la industria del automóvil, dos sectores importantes en Marruecos y Túnez en lo relativo a exportación, empleo y rentas.
Los datos de que se dispone en el caso de Marruecos calculan la pérdida de empleo en 50.000, contabilizados en 2008, sólo en 715 de las cerca de 1.032 empresas del sector textil. En porcentaje, la masa salarial de estas unidades en los 10 primeros meses de 2008 bajó un 15,5%. Para el conjunto del sector las previsiones hablan de la desaparición de 70.000 empleos en 2009 y la reducción del 10% de las exportaciones. Otro sector afectado es el de los componentes para automóviles, electrónicos y mecánicos. Casi todos los fabricantes de equipos trabajan con fabricantes de automóviles internacionales duramente tocados por la crisis.
En este sector, todas las miradas se vuelven hacia los planes de apoyo que los gobiernos occidentales están poniendo en marcha en favor del sector de la automoción. Por otro lado, las ventas de fosfatos y derivados, después de una fuerte subida en 2007 y en el primer semestre de 2008, cayeron durante los últimos meses del ejercicio y seguirán su tendencia bajista en 2009. Incluso las ventas de aceite de oliva, que representan el 43% de las exportaciones de productos agroalimentarios y el 5% de la totalidad de las exportaciones tunecinas, están afectadas por la reducción del consumo en Europa. Por último, el turismo, importante para Marruecos y Túnez y que depende de la demanda extranjera, está abocado a sufrir los efectos de la crisis. Además, algunas actividades dependientes de la demanda interior como la construcción y las obras públicas, creadoras de empleo en gran medida, ya estaban afectadas desde finales de 2007 por la subida de los precios de las materias primas industriales y energéticas, y siguen sufriendo con la aceleración de la recesión.
Todas las actividades no agrícolas en general se resienten de la crisis en relación con el crecimiento, debido especialmente a la contracción de la demanda extranjera, consecuencia del descenso de la actividad en los principales países occidentales asociados. Por esta razón, la tasa de desempleo en Túnez y Marruecos, después de un descenso en los últimos años, repuntó ligeramente a finales de 2008, como certifican los datos proporcionados por el Alto Comisariado del Plan de Marruecos (Nota de coyuntura 2007, 2008 y 2009). Sin duda, el sector agrícola, que recientemente se ha beneficiado de magníficas condiciones climáticas en los dos países, difícilmente conseguirá invertir la tendencia. El segundo grupo de países podría también resultar afectado por el fuerte deterioro de las condiciones de financiación exterior (niveles diferenciales altos, caída de los créditos sindicados y flujos netos de emisiones obligacionistas negativas).
El Instituto Internacional de Finanzas (IIF) prevé que los préstamos netos de los bancos internacionales a países emergentes pasen de 401.000 millones de dólares en 2007 a 245.000 en 2008 y a 135.000 en 2009 (previsiones del 12 de octubre de 2008). Además, las condiciones de financiación internas pueden deteriorarse, principalmente, por una parte, bajo el efecto del aumento de los créditos dudosos en los bancos (debido a las dificultades encontradas por las empresas) y, por otra, por una fuerte apreciación del riesgo del crédito tanto a los hogares como a las empresas. En cambio, las inversiones extranjeras directas (IED), que han resistido bien hasta el tercer trimestre de 2008, sólo deberían bajar de forma moderada.
Pero esta reducción puede afectar a países como Marruecos y Túnez en los que las IED representan una parte importante de la financiación, en especial de los grandes proyectos. En resumen, el segundo grupo constituido por Marruecos y Túnez se verá aun más afectado en cuanto al empleo a corto plazo en comparación con Argelia y Libia, y se arriesga a encontrar a medio plazo dificultades financieras para reactivar el crecimiento. Pero en este grupo, la existencia de una base productiva relativamente diversificada supone una ventaja fundamental para lograr una reactivación rápida del crecimiento y del empleo una vez termine la crisis. Mauritania dispone de un tejido productivo poco diversificado y sufre desde hace 10 años la decadencia de la contribución de la pesca a las rentas de la exportación y, recientemente, la bajada del precio de los minerales de hierro.
Pero el último descubrimiento de campos petrolíferos off shore y su explotación desde febrero de 2006 proporcionan al país nuevos recursos que impiden, en principio, un mayor deterioro de la situación ya alarmante del empleo. De modo que la situación del empleo en el conjunto del Magreb va a experimentar un deterioro importante a corto plazo, en particular en Túnez y Marruecos. Si la crisis dura más allá de 2009, este deterioro se ampliará también y con mayor magnitud al resto de países de la región.