El rap, el ruido que piensa

“A través de la cultura conseguimos transmitir unos mensajes que difícilmente conseguiríamos transmitir en un panfleto. Podemos cambiar a toda una generación con un puñado de artistas”.

Entrevista con Médine Zaouiche por Bernat Aragó Navarro

Médine, Médine Zaouiche, es un rapero y escritor francés de origen argelino de 33 años que vive en Le Havre. AFKAR/IDEAS le ha entrevistado por teléfono para hablar de su música, su compromiso político, de la relación de los jóvenes con la música y de la islamofobia, entre otras cuestiones. Describe su identidad múltiple de rapero, musulmán, argelino, francés y enamorado de la literatura francesa y a la vez de la música amazigh. Unas palabras directas, claras y politizadas que no dejan a nadie indiferente. Médine dirige también el sello discográfico Din Records y desarrolla un proyecto de rap iniciado en solitario en 2002.

AFKAR/IDEAS:Define el rap como el ruido que piensa. ¿Podría cantar con tanta fuerza sobre la política utilizando otro género musical?

MEDINE ZAOUICHE: No creo, primero porque no conozco los otros géneros. No he tenido la suerte de recibir una formación como músico, ni la posibilidad de tocar un instrumento. Lo que mejor conocía era el rap, y me tomé la libertad de coger la pluma. El rap es el arma de los pobres: basta con una hoja de papel, un lápiz, y a veces incluso no hace falta ni esa hoja, ni ese lápiz. Me dediqué al rap porque ya era mi cultura y porque era el género más fácil de practicar cuando se vive en un barrio. “La música es el ruido que piensa” es una frase de Víctor Hugo. Quería provocar a los que toman como referencia a un gran personaje de la cultura francesa como Víctor Hugo, y he usado esas palabras para mis propios fines para recordar que el rap es una música que piensa y que cuenta algo. Además, quería que se considerase al rap una buena música, porque todavía no todo el mundo lo considera música. Y es por diferentes razones: se practica de una manera un poco marginal, se practica el sampleo, recuperando fragmentos de canciones que ya existen, y además existe una actitud de cierta violencia.

A/I: ¿Qué piensa del gran número de raperos que hay hoy en día en Francia, pero también en Inglaterra y en los países árabes?

M.Z.: El rap es una cultura que se dirige a toda la juventud, no solo a la juventud de los barrios populares, y se dirige a todos los estratos sociales. Vemos el rap en todos los ámbitos de la sociedad, ya sea en la publicidad o en los grandes acontecimientos deportivos. Hoy en día la influencia del rap está en todas partes. El rap es una actitud, un lenguaje que habla al alma, que habla al corazón y que también habla al intelecto. Lo que hace que sea tan particular y tan interesante es que nos dan ganas de parecernos a esta cultura, nos dan ganas de pertenecer a ella, nos parece que hay algo fresco, que reivindica sus orígenes sociales, humildes y populares, que hay una provocación, pero que, al mismo tiempo, hace que cambien las cosas en la buena dirección. El rap ha conseguido salir de los barrios para dirigirse al máximo número de personas posible sin renegar nunca de sus orígenes. En mi próximo álbum, hay una frase que dice lo que pienso del rap: “La periferia influye en París, y París influye en el mundo”. El rap influye en la moda, el lenguaje, la literatura, el cine, y el cine, la literatura y la moda influyen en el mundo.

El rap es una música de inmigrantes, atrapada en los barrios, una música de mezcla

A/I: ¿Quiénes son esos raperos?

M.Z.: Creo que la música del rap es una música de inmigrantes que ha acabado por compartirse con el conjunto de la población. Es una música atrapada en los barrios, en los guetos, una música de mezcla. Ser un inmigrante en esta música significa ser políticamente correcto, significa corresponder al ADN y a la propia esencia de esta música.

A/I: ¿Qué quiere transmitir con la canción ‘Alger pleure’ ?

M.Z.: Se trata de una vieja herida que es difícil de curar, es decir, las relaciones entre Francia y Argelia, una vieja herida que vuelve a aparecer cada vez que hay un acontecimiento que reúne a los dos países, cada vez que hay un debate, por ejemplo, para solucionar el tema de la radicalización en Francia. La manera en que se habla de las relaciones franco-argelinas siempre es conflictiva. He crecido en ese conflicto. Por un lado, algunos idealizan a Argelia y, por otro, algunos la demonizan.

A/I: Ha llamado ‘Arabian Panther’ a una canción y un álbum. ¿Quiénes son?

M.Z.: Se inspira directamente en el movimiento de los panteras negras, un movimiento que aportó mucho a las clases populares ideológicamente. En cualquier caso, el concepto de la autodeterminación me ha seducido mucho: actuar más que reclamar algo. Más allá de la imagen violenta que algunos les han querido atribuir a lo largo de la historia, sin duda tenían muchas ambiciones para su comunidad y para sus barrios. Pienso en los programas de alimentación, de alfabetización, de formación y en todos esos programas que crearon y cuyo objetivo era mejorar las condiciones de vida de la gente de su comunidad, para al final unirse y converger con otras luchas, como el movimiento de la izquierda estadounidense o las minorías latinoamericanas.

A/I: ¿Cómo se definiría políticamente?

M.Z.: Por herencia, me defino como de izquierdas y, de hecho, le voy a dar una frase de mi próximo álbum que describe, más o menos, mi estado de ánimo político: “Mi conciencia política no está muy a la izquierda, pero tiene dificultades con la derecha”. Me falta bagaje para tener una verdadera ambición política en el sentido que se entiende actualmente. Considero que la política es algo que utiliza la cultura para romper los estereotipos y la legislación comunitaria que son perjudiciales para la gente hoy en día, por ejemplo. Cuando hablo de política, no hablo de aparato político, ni de partidos políticos, sino en el sentido noble del término. Espero una política por el despertar ciudadano, por la educación popular.

A/I: ¿A quién considera un referente? ¿Una persona a la que admira?

M.Z.: Mohamed Ali, que nos ha dejado este año. Creo que fue un modelo durante mucho tiempo, sigue siéndolo y lo seguirá siendo durante mucho tiempo. Alguien que puso su fama al servicio de las grandes causas.

A/I: ¿Cree usted que la música puede convertirse en un medio político?

Francia no ha perdido sus valores, simplemente se está perdiendo en sus valores

M.Z.: La música es un agente de cambio porque se dirige al alma, al corazón, pero también se dirige al intelecto. Lo que es interesante es que mediante la cultura conseguimos transmitir mensajes que difícilmente conseguiríamos transmitir en un panfleto. Podemos cambiar a toda una generación con un puñado de artistas. Recordemos, por ejemplo, que probablemente no habríamos podido enterarnos de las condiciones de vida de los sudafricanos en la década de los ochenta, durante el apartheid, si no llega a ser por algunos músicos.

A/I: En sus letras habla de los ‘terroristas del pensamiento’ de yihad social.

M.Z.: Después de los atentados de Charlie Hebdo en Francia, hubo un gran debate sobre la libertad de expresión. ¿Qué significaba? Ese debate era muy interesante, pero era en una sola dirección. Solo era posible expresarse, solo se podía ser crítico y solo se podía caricaturizar en un sentido. Solo era posible hablar para criticar a la religión. En cambio, cuando me puse a debatir sobre otros temas de la política francesa, como los valores franceses, o la laicidad, eso me granjeó muchas críticas. Si procedes de una determinada clase social, puedes criticar mucho, pero cuando procedes de los barrios populares, cuando eres musulmán o francoargelino como yo, no se te permite la misma libertad de expresión que algunos reivindican. Lo que soy, lo que represento o lo que encarno, como joven, musulmán, de barrio, rapero y descendiente de inmigrantes, habla tan alto que se olvida precisamente lo que tengo que decir.

A/I: En sus letras critica los estereotipos, el racismo y la islamofobia de la sociedad europea. ¿Por qué es un tema tan recurrente en sus canciones?

M.Z.: Porque afectan a la vida cotidiana y deforman la realidad. Lo que denuncio en mis temas es el racismo de Estado. Hoy en día, el hecho de ser musulmán, negro, descendiente de inmigrantes o magrebí es perjudicial con respecto al resto de la población, en lo que se refiere al empleo, a la vivienda y a la educación.

A/I: ¿Cree que el mundo necesita una revolución? ¿De qué tipo de revuelta habla?

M.Z.: Retomaré una expresión de Gil Scott-Heron que decía que “la revolución no se televisará”. Creo que si debe haber una revolución, será por la demografía. Hoy, la población es mestiza y está mezclada socialmente. Europa ha cambiado porque el mundo está cambiando. Soy optimista: una revolución que quizás no se haga con las armas, sino, sobre todo, con la cultura y la educación.

A/I: En su canción ‘Speaker corner’ habla de Francia y de la sociedad francesa. ¿Cree que Francia ha perdido sus valores?

M.Z.: Francia no ha perdido sus valores, simplemente se está perdiendo en sus valores. Hoy en día los debates políticos son exclusivamente sobre sus propios valores. Ahora bien, no se debería hacer campaña sobre unos valores, la identidad, la laicidad o el conflicto comunitario, sino sobre unos programas, sobre una situación económica o una voluntad de reformar, de cambiar las cosas.

A/I: ‘Gaza Soccer Beach’ habla de uno de los peores episodios de los bombardeos de Gaza hace dos años. La cuestión palestina se menciona a menudo en sus canciones. ¿Por qué? ¿Cuál es su opinión?

M.Z.: La cuestión palestina siempre me ha llamado la atención. Hoy en día, cualquier persona que quiera hacer justicia no puede mostrarse insensible ante las condiciones de vida de los palestinos y, más aún, ante las condiciones de vida de los niños palestinos. Hace dos años, me conmovió mucho la operación “Margen Protector”, en la que 500 niños perdieron la vida a causa de los bombardeos. Soy padre de tres hijos y vivo en una ciudad portuaria, de modo que había muchos paralelismos entre mis hijos y los que jugaban al fútbol en la playa. “¿Cómo viviría en esta situación?”. Hoy, evitar cuidadosamente este tema, precisamente por temor a represalias políticas, significa evitar uno de los dramas de nuestro siglo, uno de tantos por desgracia.