El gran potencial del cómic marroquí
El panorama del cómic presenta oportunidades. El talento y los lectores están ahí, falta encontrar los medios para acercarlos y reconciliarlos.
Jaouad Diouri
Las primeras producciones del cómic en Marruecos, cuya historia es reciente, se remontan a principios de los años sesenta; en aquel entonces eran ilustraciones en algunas láminas de los periódicos (La fin, Saleté de santé, Jil Al Hazikine, Tekchab de Hamid Buhali y Satirix con Mohamed Filali) y cuentos episódicos. En 1979 aparece el álbum Il était une fois … Hassan II que alababa al régimen, obra de Serge Saint-Michel, Bernard Duffosé y Philippe Sternis, en ediciones Fayolle. Pero los que seducen a la juventud marroquí y alimentan su imaginación son los clásicos que proceden de Francia, de carácter educativo o recreativo (Zambla, Bleck, Tintín, Asterix, Popeye, Los pitufos, Titeuf, Mickey, Pif y El tío Gilito). Por otra parte, van a desempeñar un papel importante en la consolidación del nivel de la lengua heredada del colonialismo y a constituir una herramienta pedagógica nada despreciable en la formación de la nueva élite del Marruecos independiente. Pero con la instauración de la política de arabización en 1984, el cómic árabe (procedente en gran parte de los países del Golfo y de Líbano) va a enriquecer el mercado para competir con el cómic francófono e incluso sustituirlo.
Esto no impedirá el regreso del cómic francófono como herramienta de enseñanza del francés en los libros escolares (la serie A grands pas lanzada por el Ministerio de Educación Nacional sólo dura algunos años). El noveno arte no entra en escena en Marruecos hasta principios de los años noventa con la publicación en 1993 de la enciclopedia en tres volúmenes Histoire du Maroc, (ilustrada por Ahmed Nuaiti y escrita por Wajdi y Mohamed Maazuzi). En la misma línea, 11 años más tarde, Meryem Demnati, una investigadora universitaria, publica bajo los auspicios del Instituto Real de la Cultura Amazigh (IRCAM) Tagellit nayt ufella [La reina de las alturas], un álbum en lengua bereber de una veintena de páginas que narra las aventuras de una joven reina que lucha contra las fuerzas del mal.
A principios de este siglo, la publicación de cómics en Marruecos experimenta una clara progresión y adquiere diversidad. Mohamed Benmesaud, profesor de Artes Plásticas en Tánger, publica bajo los auspicios de la Unesco unos álbumes de carácter pedagógico, École de qualité en 2004 y Notre vie, notre environnement en 2006. También copublicó con A Chbabu, una serie de 16 fascículos sobre la historia del islam en lengua árabe. Animado por un sentimiento de regreso a los orígenes y de exaltación de la cultura marroquí, Larbi Babahadi dedica la jubilación a su vocación reencontrada como autor de cómics y copublica con Mahfud Babahadi dos álbumes: L’haj Belaïd en 2007 (ediciones Sapress) y Les racines d’Argania en 2008 (ediciones Babahadi) en los que da vida a los personajes (divinidades) de la mitología del norte de África. Para el autor es una manera de “reconciliar a los marroquíes que ya no leen, tanto con su cultura como con su memoria”.
En cuanto al cómic sociopolítico, podemos nombrar las publicaciones de Abdelaziz Muride, ex prisionero político, On affame bien les rats (ediciones Tarik, 2000), seguido de Le coiffeur (ediciones Nouiga, 2004) en las que cuenta las violaciones de los derechos humanos y la lucha de los prisioneros políticos por las libertades democráticas. Dentro del mismo repertorio, Mohamed Nadrani muestra a sus personajes en la celda de detención secreta del complejo de Rabat (1976/84) y publica su autobiografía Les Sarcophages du complexe, ediciones Al Ayam (2005), y la epopeya del príncipe del Rif, L’émir Abdelkader, en 2008. Este renovado interés por el cómic se concreta mediante la participación de escritores franceses radicados en Marruecos en la figura de Jean-François Chanson, editado por Nouiga, que desde hace algunos años realiza un esfuerzo nada desdeñable por mantener el ritmo. Publica Maroc Fatal en 2007 (prostitución, inmigración, corrupción) seguido de Nouvelles maures en 2008.
Acaba de dar los últimos retoques a un álbum colectivo, presentado oficialmente en el festival de Tetuán en mayo de 2010, La traversée, l’enfer du Hrig, escrito e ilustrado por un conjunto de autores y dibujantes de Marruecos (algunos de ellos titulados por el Instituto Nacional de Bellas Artes de Tetuán-INBA) y de Francia, que cuentan testimonios auténticos de aventuras de inmigrantes clandestinos. Trabaja actualmente en Le trésor des Oudayas, con dibujos del belga Dominique Meuniet. Del mismo editor, se publicó en 2008 el álbum Tempête sur le Bouregreg, con dibujos de Hasan Maanani, titulado por el INBA, y con guión de Miludi Nuiga. A ello hay que añadir los cuentos ilustrados para jóvenes en los que se asocian generalmente los licenciados por el INBA (2009,
La forêt raconte, en árabe de Yussef Raihani, dramaturgo, ilustrado por Ismail Ulhay Alla, promoción de cómic de 2008) así como las decenas de álbumes de proyectos de fin de carrera de licenciados por el INBA desde la creación de la rama de cómic en 2003 y que dormitan en los estantes de la biblioteca del Instituto. La contribución de los escritores de cómics marroquíes no se limita a su país. Un buen número de ellos empieza a hacerse un hueco en las grandes casas editoriales en Francia y Bélgica. Citemos a Yusef Daudi (ediciones Casterman, tres álbumes), Afif Jaled (ediciones Soleil, cuatro álbumes) y Mehdi Bualam (Bruselas, con participación en salones en Francia y Bélgica, primer premio del cómic de la UE en 2009). Muchos otros dibujantes de distintas nacionalidades han mostrado a Marruecos en cómic. Mencionemos a Daphné Collignon, residente en Marruecos (Coelacanthes, Le rêve des pierres, ediciones Vents d’Ouest) y a Denis Larue (La maison d’éther, ediciones Futuropolis, 2009, en el que cuenta los dos años que pasó en Tetuán cuando vino a lanzar la sección de cómic en el INBA).
En efecto, fue en octubre de 2003 cuando, a raíz de una colaboración con la delegación de Valonia-Bruselas en Rabat, se creó la rama de cómic en el INBA y, desde entonces, ha dado nada menos que 20 jóvenes profesionales del cómic. Es la única carrera de este tipo en África. El dibujo, la anatomía, el guión técnico, el guión, la sinopsis y los proyectos de fin de carrera son las bases sobre las que se articula la formación que permite abastecer al mercado de profesionales de alto nivel del noveno arte. Por otra parte, un gran número de ellos son contratados cada año por la empresa de videojuegos Ubisoft en Casablanca. Curiosidades de la historia, en Tetuán es donde hemos hallado el cómic marroquí más antiguo que nos ha llegado editado en árabe, Sakr Assahra [El halcón del desierto], de unas 20 páginas y que data de 1950 (sin mención del autor).
Actividades de promoción
En resumen, tras este recorrido poco exhaustivo, parece que se dibujan buenas perspectivas para el cómic marroquí. En efecto, la fase de gestación actual viene acompañada de unos esfuerzos de promoción del noveno arte en Marruecos nada despreciables. Se le dedican tres acontecimientos importantes. En primer lugar, el Festival Internacional del Cómic de Tetuán, que este mes de mayo celebró la sexta edición, va camino de convertirse en una cita internacional de alto nivel al aunar formación, difusión e intercambio de competencias.
De hecho, desde la edición de mayo de 2008, un gran número de talleres (guiones, frescos, animación) precede al festival, un concurso de jóvenes talentos de menos de 30 años reúne a una veintena de escritores de cómics del Mediterráneo y los encuentros entre profesionales del oficio permiten calibrar el estado del arte en el país, además de las exposiciones que este año saldrán de los muros del INBA para ir al encuentro del gran público. Se rendirá un homenaje especial al cómic y a las películas de animación en África. A continuación está el Festival Universitario del Cómic (que la Universidad Ibn Tofail organiza en Kenitra cada mes de julio), que cuenta en su haber con tres ediciones y cuyo objetivo es “promover el cómic como herramienta didáctica, dar a conocer las obras de los jóvenes autores y facilitar los intercambios con los profesionales del noveno arte y los editores”.
El último festival estuvo dedicado al cómic y a las ciencias. Y, finalmente, el Festival de Fez, “Bulles en ville”, organizado por el Instituto Francés de Fez que pretende “potenciar este género artístico y crear un espacio de animación, de debate e intercambio en torno al cómic”. Otra herramienta para promocionar el cómic en Marruecos, no menos importante, sigue su curso: la revista especializada. Primero, con la revista Chouf, editada por la asociación que lleva el mismo nombre (ver blog chouflaBD), creada en el primer Festival de Tetuán por profesores y estudiantes del INBA y que ya va por su cuarto número. Pone en viñetas las plumas y los pinceles de los jóvenes creadores del INBA.
La asociación que inició esta experiencia innovadora pretende promover el cómic en Marruecos, especialmente en la región de Tánger-Tetuán. Cuenta con varios talleres para estudiantes y diversas asociaciones del lugar. Se espera además que se encargue de la organización del Festival de Tetuán a partir de la siguiente edición. Otra experiencia muy interesante, pero por desgracia de corta duración, fue la de la revista BédoMag cuyo primer número se publicó en Casablanca en abril de 2009. Con sus 48 páginas ilustradas, y distribuida y descargable en Internet gratuitamente, aunaba “humor, desfase y diversión” en términos de Mehdi Laabudi, su director. Financiada totalmente por la publicidad, que apenas cubría los gastos de impresión, tuvo que dejar de publicarse tras su tercera edición el 27 de mayo de 2009.
Un hermoso y prometedor intento que, esperamos, logre superar los obstáculos y, por qué no, regresar con fuerza. El panorama, por tanto, no es oscuro; el talento y los lectores están ahí. Falta encontrar los medios para acercarlos y reconciliarlos, especialmente mediante el fomento de una producción asequible y al alcance del público en general. En efecto, el verdadero mal es el de la lectura, víctima de los costes desorbitados de la edición y de la distribución. El álbum, que se vende a 100 dirhams, sigue estando fuera del alcance de la mayoría y, según parece, no genera beneficios para el editor. En mi opinión, para conquistar al lector, son necesarias dos condiciones: por una parte, hay que hallar un equilibrio entre la calidad de la edición y el bolsillo del posible lector y, por otra, crear unos personajes típicos marroquíes extraídos de la imaginación colectiva que sean capaces al mismo tiempo de seducir y construir un vínculo con la nueva sociedad marroquí moderna y emergente. Algunos intentos se encuentran en curso pero, ¿tendrán éxito? Para eso hará falta mucha paciencia y perseverancia.