Sueños y realidades: la caricatura egipcia
El caricaturista utiliza su inteligencia, su cultura y su saber como herramientas para transmitir sus ideas y engañar al censor a través del simbolismo.
Sahar M. Talaat
Me siento volar como un ave migratoria cuando paseo por las calles de El Cairo en este tráfico tan intenso”. Con estas palabras, Amr Selim empieza su conversación, dibujando su estado intelectual y emocional cuando traduce sus pensamientos en una caricatura que refleja y representa una parte de sus intereses y experiencias humanas. “El egipcio ha nacido con un talento excepcional para convertir la dura realidad en bromas y chistes. Es una característica que se encuentra en su sangre y refleja su pasión por superar las dificultades y aceptar sus complicaciones con la esperanza de que el mañana sea mejor.”
El arte de la caricatura determina el estado mental, cultural y anímico que visualiza el dibujante y que traduce en imágenes humorísticas. Amr Selim, caricaturista egipcio de 40 años, es jefe de su departamento en el periódico Al Masri Al Yaum(privado, independiente, fundado hace cinco años), el más vendido actualmente junto a Al Ahram(estatal, más antiguo y con más prestigio de Egipto). Empezó su carrera en la revista Ros al Yussef, representante de la escuela crítica, a nivel periodístico y artístico, desde sus inicios en marzo de 1935. Selim describe la situación actual de los medios de comunicación en Egipto y presenta su visión sobre la prensa en particular, donde destaca el nivel de libertad que permite introducir las caricaturas. La proliferación de la prensa privada ha mejorado la situación del arte humorístico en Egipto.
En numerosos periódicos privados encontramos páginas enteras dedicadas a la caricatura y a las viñetas, algo raro durante décadas. “Es evidente, no podemos separar la prensa o los medios en general de la política…. Si jugamos bien en nuestro campo no podemos eliminar la política de nuestros dibujos”, dice Selim. Por ejemplo, el caricaturista o periodista pertenece a un mundo de aventuras mezclado con las realidades que nos envuelve. Vivimos en un universo herido e inédito. Por suerte, es un mundo en el que los mecanismos de visualización e interacción humana se desarrollan a través de los medios electrónicos. Nos vemos obligados a mirar hacia nuestro entorno con nuevos ojos.
Los periódicos estatales y progubernamentales tienen sus límites, igual que tienen sus líneas editoriales. La prensa de los partidos políticos también impone sus limitaciones. Todos, en su opinión, están fundados sobre el sistema y el entorno laboral del Estado. Lo que significa que están muertos clínicamente porque dependen de las subvenciones estatales y de la publicidad. Un ejemplo claro son los líderes de los partidos políticos que permanecen en sus cargos durante años sin querer dejar sus puestos. Las mismas enfermedades que existen en el gobierno están presentes también en todos los partidos egipcios y las mismas críticas que ellos exponen contra el gobierno se pueden aplicar a sus partidos.
Por su parte, el periódico privado no tiene una agenda política específica, está más abierto a todas las ideologías y tendencias porque vivimos una época de industrialización de los medios con nuevas perspectivas orientadas hacia unas oportunidades profesionales. No hay una objetividad absoluta en los medios, cada uno tiene su agenda. En la situación actual, en Al Wafd, periódico de un partido liberal de oposición, nunca encontraremos una caricatura que elogie el rol de Gamal Abdel Nasser. En otro periódico, relacionado con los Hermanos Musulmanes, nunca trataran un tema ideológico naserista. Selim, que ha trabajado en el combativo periódico Al Dustur, conocido por su crítica continua al gobierno y por cierta cercanía a los Hermanos Musulmanes, asegura: “he dibujado muchas críticas contra los propios Hermanos Musulmanes y Al Dustur las publicaba todas.
En cuanto a los periódicos nacionales y semi -estatales, es cierto que hay un control impresionante sobre las caricaturas. El entorno más libre de todas las publicaciones se encuentra en los periódicos privados”. Si repasamos la historia de la prensa y, sobre todo, la trayectoria de las caricaturas en los medios impresos en Egipto, vemos que la censura en los años sesenta hasta principios de los noventa, estableció una larga lista de temas políticos prohibidos.
Pero el caricaturista siempre ha sido sensible y buen conocedor de la situación ya que utilizaba su inteligencia, su cultura y su saber como herramientas para transmitir sus ideas engañando al censor , a través del simbolismo. Selim explica, sin chovinismo, ni sentimiento patriarcal hacia la caricatura egipcia, que los artistas durante ese periodo vivieron tiempos gloriosos porque tenían la habilidad de transmitir al lector sus sensaciones y sus contradicciones con el sistema político y social, sus penas y preocupaciones, aunque las limitaciones del censor eran más regresivas y los acontecimientos históricos eran rápidos y agresivos. Salah Yahin, uno de los maestros de aquellos tiempos, presentaba imágenes de síntesis que traspasaban todas las fronteras. Demostraba sus pasiones en dibujos con dimensiones culturales.
El panarabismo estaba en su apogeo, el conflicto palestino y las guerras contra Israel tenían efectos directos sobre las caricaturas de esos tiempos. Su intelectualidad profunda se fundía con su gracia personal y creó su estilo especial a la hora de transmitir sus mensajes sobre los acontecimientos sociales, políticos y económicos, generando un estado de alerta permanente al lector mezclado con un humor aparentemente infantil, inocente pero con una lucidez que llegaba a todos. Actualmente, hay numerosos caricaturistas jóvenes egipcios, y árabes en general, de destacado talento, pero que necesitan experiencia y conocimiento cultural variado para elaborar sus propios estilos y dibujar sus personajes.
La diferencia entre estas generaciones y las anteriores se centra en el uso excesivo de las nuevas tecnologías informáticas, algo que debilita sus toques artísticos cuando dibujan sobre papel y pierden una parte manual de este arte. Esta nueva generación requiere cierta continuidad y coherencia con los tiempos en que vivimos porque, durante las décadas de monopolio estatal sobre la prensa, surgieron caricaturistas de poco talento que crearon una desconexión, o mejor dicho una falta de continuidad, entre los grandes maestros que establecieron sus escuelas con sus personajes famosos y los artistas que se plegaron a las políticas editoriales de sus periódicos coartándoles su profesionalidad.
La apertura de periódicos y revistas privadas ha revitalizado la participación de los especialistas en caricaturas sobre todo en la prensa independiente digital o impresa con tendencia liberal como los periódicos Al Dustur (La Constitución), Al Masri Al Yaum(El Egipcio hoy), Nahdat Masr (Renacimiento de Egipto), Al Masriyún (Los egipcios), Al Yaum Al Sabee (El séptimo día)… Los jóvenes caricaturistas actúan sin miedo y buscan objetos y temas fascinantes para reanimar esta línea artística. Doaa el Adl pertenece a esta nueva generación. Busca tener visibilidad a través de sus dibujos en un campo dominado por el hombre, donde pocas mujeres se mantienen en primera línea. Su intención es reforzar sus herramientas artísticas para mejorar la calidad de su trabajo y enfocar, desde el punto de vista femenino, su visión de la sociedad sin sentirse condicionada por normas o mantener una línea unidireccional en sus dibujos que puede impedirle explorar otros experimentos artísticos y profundizar su talento.
El artista no se limita a transmitir una idea humorística, sino que es el creador de sus ideas que interpretan en imágenes la realidad y reflejan la sociedad. Doaa el Adl prefiere que el caricaturista no dependa de tendencias políticas para no caer en un formato cerrado que congele su tarea y le dirija hacia una creatividad unidireccional que delimite su horizonte imaginario: “Debemos tener una libertad inmensa para inventar, expresar y pensar”.
Visión histórica
Reflejar los acontecimientos a través del arte del humor es un don presente desde tiempos inmemoriales en la sangre de los egipcios. Históricamente, en la época de los faraones se explicaba sobre manuscritos de papiros cómo eran sus vidas cotidianas y sus líderes. Traducían sus sentimientos y realidades en dibujos, bromeando sobre sus penas. Por ejemplo, en el libro de Ahmed Abdel Naim Cuentos humorísticos y caricaturas publicado en 2009, se explica que durante el final de la época de los Ramses, la debilidad del rey se representaba como un león sentado jugando con una gacelaa un juego parecido al ajedrez.
También se han encontrado muchos papiros donde utilizaban dibujos simbólicos satíricos. En 1906, las imágenes y dibujos humorísticos empezaron a publicarse en las revistas y periódicos franceses, italianos y turcos por los armenios, turcos, italianos y franceses que vivían en Egipto y trabajaban en las publicaciones de la época. Sus imágenes estaban inspiradas por sus culturas y marcadas por unos cánones artísticos europeos. En 1927, el pintor egipcio Mohamed Abdel Monein, Raja, introdujo personajes caricaturizados y humorísticos locales como la señora Rafiaa Hanem (señora delgada) o Ibn al Balad (hijo del pueblo), entre otros muy famosos. Raja fue el pionero de una corriente artística que ilustraba los caracteres locales y tradicionales egipcios, lo que animó a compañeros suyos a seguir este camino para buscar raíces sobre personajes auténticos que representaban la cultura egipcia.
Sus dibujos se acercaron más al pueblo donde crearon un espacio de humor, con una filosofía de simbolismo que capta la realidad y se interpreta en dibujos muy representativos. Los caricaturistas que surgieron después de Raja, como Abdel Samie, Zohdy al Adawi, Ahmad Togan, exploraron la sociedad egipcia y abrieron un espacio libre para sus innovaciones. Durante esta época, se lanzaron varias revistas y periódicos especializados en arte, como por ejemplo la primera revista de humor Abu Nadara (El que lleva gafas), cuyo dueño era Yacub Sanua, libanés emigrado a Egipto. Además había una lista de publicaciones muy representativa como Al Fanan (El artista), Al Lataef al Masria (Bromas egipcias), Kashkul (Cuaderno) o Al Fukaha (Broma)…
Esta época se considera “la época dorada” para el arte de la caricatura en Egipto. Tras la revolución apareció la revista Sabah el Jeir el 13 de enero de 1956, donde Salah Yahin y Georges Bahguri (jóvenes y recién incorporados a la revista) formaron un equipo interesante con Hassan Fuad, Ragueb Ayad y Hamed Abalá que plasmaron la autenticidad de la sociedad egipcia. Crearon unas imágenes de situaciones que nunca antes habían sido publicadas. En sus dibujos, reflejaron el dinamismo de la vida cotidiana, el abarrotamiento de algunas zonas en El Cairo, el carácter de los pueblos. Se caracterizaban por su fluidez a la hora de mezclar el arte popular con lo faraónico, lo copto y lo islámico en sus personajes y viñetas. A esta generación, se incorporaron artistas como Hegazy, Bahgat, Al Lecy, Al Labad, Ragaai o Mustafa Husein, que publicaron sus obras en diferentes medios como Ajbar al Yaum, Al Yumhuriya, Al Mesaa…
Las obras de aquellos famosos caricaturistas se caracterizaban por mezclar la risa a través de la ironía, por la espontaneidad y gracia de interpretar situaciones dramáticas convirtiéndolas en cuestiones inteligentes mezcladas con una broma abierta sobre la realidad sociopolítica egipcia. Pocos de esos artistas siguen vivos, pero crearon varias escuelas de caricaturas que aun perduran. Existen dos escuelas de caricaturas en Egipto: la de Mustafa Husein & Ahmed Ragab, caricaturista y periodista, que forman un dúo que representa el pensamiento del periodista y la realización del artista; y la de Ros al Yusef, Sabah el Jeir y otras publicaciones que dependen de la visión artística del dibujante y su interpretación sobre la realidad, según su nivel humorístico y sus bromas.
Amr Selim pertenece a esta escuela que exige la creación personal, una estructura con un amplio horizonte de imaginación y basada sobre la mente crítica desde su inicio. Aprendió allí, por eso asegura que dibuja para compartir parte de su imaginación con la gente. Siente que sus lectores son los que le transmiten la energía para inventar sus caricaturas y esperan mucho de él. Son la razón de su inspiración. Hay un acuerdo entre él y su público donde sólo la credibilidad y el respeto son los puntos de enlace. Siente que sus dibujos caracterizan las voces de esa gente. Amr Selim concluye que la confianza mutua entre los lectores y el caricaturista le anima a mejorar para mantener su compromiso con el ciudadano. Definir su estilo como caricaturista como un pájaro con corazón de león.