Desafíos de la transición yemení

“Es necesario que gobierno y oposición trabajen juntos para construir la nueva sociedad yemení de acuerdo con los objetivos y los principios por los cuales los jóvenes iniciaron su revolución”.

ENTREVISTA con Nadia al Kawkabani por Giulia Galluccio

Nadia al Kawkabani es una de las voces más interesantes de la literatura femenina en Yemen. Escritora, novelista e intelectual, nació en Taiz y estudió arquitectura en la Universidad de Saná –donde enseña actualmente– y luego en la Universidad de El Cairo (2008), donde acabó su doctorado sobre la relación entre la arquitectura y la globalización. Ha publicado muchos relatos, de los que recordaremos la colección Zafrat al Yasmin (Jasmine Sigh, 2011) y tres novelas entre las queHubb laisa illa [Solo es amor], de 2006, constituye su primera novela autobiográfica. Ha recibido numerosos premios literarios, tanto en Yemen como en Egipto, entre ellos, el de los Jóvenes Escritores (2001), otorgado por el presidente de la República de Yemen, y el más reciente Premio Árabe de las Artes y de la Cultura (2010). En este difícil y delicado momento de transición en su país, Nadia al-Kawkabani ofrece su punto de vista, así como su testimonio, a AFKAR/IDEAS, sobre los levantamientos revolucionarios, la sociedad civil yemení, las últimas elecciones y las perspectivas de su pueblo.

AFKAR/IDEAS: Transcurrido más de un año desde que se iniciaron las protestas populares que estallaron en las calles de Saná y en otras partes del país, ¿cuál es su valoración de los acontecimientos?

NADIA AL KAWKABANI: Un año después del comienzo de la revolución en las plazas de la Libertad y del Cambio en Yemen, creo que el país acaba de emprender la senda correcta para el cambio y la construcción de un nuevo Estado. En el transcurso del periodo anterior, todos los sectores de la sociedad (jóvenes, mujeres, hombres) adquirieron conciencia de la importancia de sus derechos y de la necesidad de conseguirlos, para poder vivir en su país y beneficiarse de sus riquezas. Al mismo tiempo, eso contribuirá a construir un Yemen moderno y un Estado civil, por el cual los yemeníes hicieron su revolución, al condenar al régimen y la corrupción que afectaron a toda la población y que paralizaron cualquier movimiento durante un largo periodo de más de 33 años.

A/I: ¿Piensa que la retirada del presidente Saleh traerá cambios significativos para la política interior?

N.K.: La retirada de Saleh no constituirá ningún peligro para la sociedad local yemení, sino todo lo contrario: su abandono de la escena política va a poner fin a su régimen corrupto, que ha saqueado y explotado sus riquezas para sus intereses personales. Todo el mundo va a volver a disfrutar de derechos, de acuerdo con las leyes y la democracia de verdad, que construirá la senda del nuevo Yemen. El pueblo ya vivió la injusticia y sufrió la corrupción durante el gobierno de Saleh. Ahora quiere practicar la democracia de la mejor forma posible. Es lo que sucedió durante el año pasado, es decir, una revolución popular y pacífica de jóvenes creará un pueblo que ya no volverá a aceptar la injusticia, la esclavitud o la opresión.

A/I: ¿Qué opina de las elecciones presidenciales del pasado 21 de febrero, para las que solo había un candidato previsto? ¿Piensa que el gobierno de Abd Rabu Mansur Hadi será capaz de restablecer la seguridad y de garantizar un proceso de transición política preparando al país para unas elecciones competitivas?

N.K.: Soy optimista en cuanto a las elecciones presidenciales que se celebraron el 21 de febrero, dado que constituyen el único medio para poner fin al antiguo régimen y volver a enderezar el camino de Yemen hacia el futuro y la construcción de un Estado civil moderno. El presidente actual, Mansur Hadi, y su gobierno de transición, se enfrentarán a grandes dificultades sociales, económicas y de seguridad debido al deterioro de la situación actual del país. Pero es un hecho normal. Ahora bien, todos los sectores de la sociedad son conscientes de que es necesaria su participación activa para que Yemen salga de esta situación negativa y supere algunos de los errores que el gobierno actual pudiera cometer, pero también las perturbaciones, e incluso las sorpresas, que puedan derivarse del antiguo régimen y de otras fuerzas que han aparecido en la escena yemení, como algunas corrientes religiosas y políticas. Es verdad que el gobierno de Hadi tratará de garantizar la seguridad y la paz, pero nada está asegurado en esta situación oscilante y de inseguridad que reina en el país desde de los dos últimos años.

La única amenaza para Yemen es el deterioro de los servicios sanitarios y de la economía

A/I: Algunos miembros del Parlamento piensan que unas elecciones competitivas, en este momento especialmente tenso, podrían provocar un conflicto similar al de 1994. ¿Está de acuerdo con ellos?

N.K.: En absoluto. La guerra de 1994 fue un acto del antiguo régimen del presidente Saleh que acaparaba el poder. Pero el pueblo solo lo comprendió más tarde. Por eso los yemeníes, representados por el gobierno de transición y el Parlamento, hallarán respuestas a todos los problemas a través del diálogo y recurriendo a soluciones civiles y democráticas, sin apelar a las armas, entre los hijos de un solo pueblo.

A/I: ¿Existe una oposición capaz de representar la voz de la sociedad yemení y una alternativa viable al gobierno?

N.K.: No es un momento propicio para posturas unilaterales. Eso quiere decir que la oposición no debe ser la alternativa al gobierno, ni el gobierno la alternativa a la oposición. Es absolutamente necesario que ambos trabajen juntos y se relacionen entre ellos para construir de nuevo la sociedad yemení de acuerdo con los objetivos y los principios por los cuales los jóvenes iniciaron su revolución. También es importante sacar provecho de los errores del pasado para no repetirlos, así como corregir sus efectos negativos o eliminar las antiguas estructuras y dinámicas purificando la sociedad, tanto en lo que refiere a las personas como a las instituciones.

A/I: Teniendo en cuenta las diferentes divisiones tribales, ideológicas, religiosas y territoriales de la sociedad civil yemení, ¿piensa que existe una verdadera amenaza de guerra civil?

N.K.: El pueblo yemení ya ha superado esa fase y ha demostrado al mundo que es una sociedad civil y que no ha utilizado armas, aunque las haya en cada casa. Los revolucionarios, y las tribus que los han apoyado, no han recurrido a las armas, ni siquiera después de un año de actos violentos perpetrados contra ellos por el gobierno. La única amenaza de Yemen es el deterioro de los servicios sanitarios y de la economía, especialmente si no hay otros medios para salvarles y ayudarles a escala internacional.

A/I: En lo que concierne a la sociedad civil, ¿cuál ha sido el papel de las mujeres y de los jóvenes durante las protestas? ¿Se involucraron y están representados en la escena política actual? ¿Piensa que su situación puede mejorar a medio plazo?

N.K.: En lo que concierne a las mujeres y a los jóvenes, en el transcurso del periodo revolucionario se han establecido normas para que participen en la construcción de un nuevo Yemen y en la revolución civil actual. También se han recogido los objetivos de la revolución llevada a cabo por los jóvenes y se han concretado sus ideas respecto al futuro. Pero requiere tiempo para que el gobierno pueda aplicar estos objetivos y para que los jóvenes puedan seguirlos y cumplirlos. En lo que concierne a las mujeres, ya han tratado de elaborar normas y principios para contribuir a la construcción de la sociedad, a través de un documento de peticiones que establece su participación en las decisiones políticas, constitucionales, económicas y sociales, con una cuota no inferior al 30%. Pero las fuerzas políticas las han decepcionado al reducir su papel a menos del 2%. Eso quiere decir que han perdido muchos de los derechos adquiridos anteriormente y que tienen que persistir en su lucha para recuperarlos.

Las fuerzas políticas han decepcionado a las mujeres al reducir su papel a menos del 2%

A/I: Ha escrito muchos libros, algunos de los cuales se centran en los papeles y en las normas que se derivan tanto de la tradición como de la sociedad yemení. ¿Resulta difícil ser escritor y, especialmente escritora, en Yemen?

N.K.: Sí, resulta difícil ser escritor en Yemen, pero todavía resulta más difícil ser mujer. La sociedad no acepta la presencia de la mujer escritora y considera que lo que escribe es contrario a los usos, a las tradiciones e incluso a ella misma, a su personalidad. Por lo tanto, se la trata con respecto a todo lo que escribe, que constituye una experiencia personal o de su entorno y eso se considera un escándalo en la sociedad. Esa es la razón por la que utilizamos palabras ambiguas y poco claras e, incluso, la razón por la que dejamos de escribir. Y también es por eso por lo que las mujeres no eligen la escritura como profesión y ya no escriben. Tenemos pocos ejemplos de mujeres escritoras, debido a los impedimentos de una parte de la sociedad, pero también por culpa de las condiciones de vida que no les permiten dedicarse a la escritura, un campo que requiere tiempo y esfuerzo.

A/I: ¿Piensa que los intelectuales desempeñan un papel concreto actualmente?

N.K.: Desgraciadamente, los intelectuales dieron muestras de una gran confusión, rayana en la contradicción, durante la revolución. En ese momento, escribían sobre la corrupción, la injusticia, el deterioro del sistema económico, social y político en Yemen y buscaban las condiciones para encontrar soluciones. Pero cuando surgió la ocasión, resulta que se dividieron entre los que estaban a favor del cambio y los que se oponían a él. Por eso no han sido capaces de unir sus palabras, ni de formular una visión civilizada con el fin de construir el Estado civil moderno que han estado reclamando tanto tiempo. Dejaron su lugar en la revolución por la política, prolongando así el proceso de reformas estructurales de una economía hundida y de una política que se enfrenta a muchos problemas.