De la construcción a la consolidación de los sistemas educativos en el Magreb

A pesar de los progresos para generalizar la educación, la calidad varía según regiones y categorías sociales.

Abdeljalil Akkari

Garantizar la escolarización básica de todos los niños en los países en desarrollo sigue siendo una de las prioridades de las políticas públicas y de organizaciones internacionales como la Unesco, Unicef o el Banco Mundial. De alcanzarse ese objetivo, las futuras generaciones tendrán las cualificaciones requeridas para abandonar el analfabetismo, el subdesarrollo y la pobreza. En cambio, el fracaso en la expansión de la escolarización alimentaría numerosas tensiones educativas y sociales. En el Magreb, desde la independencia, se han hecho progresos considerables para generalizar la enseñanza básica, aunque la calidad de la educación se caracteriza por variaciones notables según regiones y categorías sociales.

El objetivo de la educación básica para todos está al alcance de la mano

La conquista colonial del Magreb corrió pareja a un discurso sobre la necesidad de introducir la formación. Sin embargo, a la hora de la verdad, las cifras referentes a la escolarización a finales de la época colonial son cualitativa y cuantitativamente insignificantes en el caso de los magrebíes. Fue una vez independizados cuando los países del Magreb empezaron en la práctica a forjar sus sistemas educativos a partir del embrión heredado de la colonización, que afectaba a aproximadamente entre el 10% y el 15% de los niños. Así pues, perdieron como mínimo medio siglo en la carrera mundial hacia la escolarización.

El sistema de educación coránico predominante antes de la llegada de la colonización no podía ser la clave para recuperar el tiempo perdido, en la medida en que constituía un tipo de educación religiosa básica, más que una preparación necesaria para el desarrollo económico y social. Tal como observa Sraïeb (1997), los bajos índices de escolarización adquiridos tras el periodo colonial permite apreciar con claridad la inmensa labor que Túnez, Argelia y Marruecos debían desempeñar para formar a los cargos necesarios para gestionar los asuntos públicos. Si en el momento de la independencia Túnez era el más atrasado en educación, ahora es el que más ha progresado. El país cuenta con un balance bueno, y un índice de escolarización elevado en todos los niveles del sistema educativo; casi todos los niños están matriculados en primer curso de primaria y se ha alcanzado la paridad de sexos en enseñanza primaria y secundaria.

Hoy hay más chicas en los estudios terciarios (Unicef, 2005). El impulso a favor de la educación ha permitido construir escuelas en las zonas más retrasadas del país. Esta política se ha traducido en un índice de escolarización que ha alcanzado más del 99% en el caso de los niños de seis años, para el curso escolar 2002/2003. El índice neto de escolarización en las escuelas primarias, de niños entre seis y 12 años, ha llegado al 91,3% durante el curso 2002/2003. En Argelia, el empeño escolarizador fue también considerable, pues el índice pasó del 47,20% en 1966 al 83,05% en 1998. Tras la independencia en 1962, la marcha de muchos docentes a Francia, sumada a la política arabizadora de la Argelia independiente, desestabilizó el incipiente sistema educativo al menos durante una década. No obstante, los ingresos del petróleo permitieron un desarrollo sin precedentes de la escolarización básica.

Más recientemente, las zonas azotadas por el terrorismo en los años noventa vieron cómo se degradaban las condiciones de escolarización: escuelas destruidas, docentes asesinados, poblaciones aisladas desplazadas. La reciente recuperación de la seguridad ha traído consigo la reactivación de la máquina escolar. Los esfuerzos encabezados por el Estado argelino para garantizar una educación obligatoria y gratuita han desembocado en la escolarización de prácticamente todos los niños de entre seis y 12 años (OCDE, 2006). En Marruecos, la enseñanza escolar (primaria y secundaria) vio cómo se incrementaban considerablemente las cifras de alumnos, pasando de 365.712 en 1955-56 a más de 5,8 millones en 2003-04.

Así, el total de alumnos se ha multiplicado casi por 16, mientras la población solo se triplicó (Lamrini, 2006). Esta diferencia muestra a todas luces el progreso del mundo escolar, independientemente del crecimiento demográfico. Según Unicef (2005), en los últimos 25 años, la región de Medio Oriente y norte de África ha progresado notablemente en el ámbito de la educación primaria. Es donde más ha aumentado el índice de matriculación/asistencia escolar, con un incremento medio anual del 1,4%. De mantenerse los ritmos medios de crecimiento, la región tendrá muchas posibilidades de lograr el objetivo de educación primaria para todos de aquí al 2015. En el Magreb, tras 40-50 años de independencia, la masificación de la escolarización básica, salvo en algunas regiones, es una realidad.

Teniendo en cuenta la transición demográfica, esta masificación debería consolidarse en los próximos años. Los tres países han seguido la misma pauta de descenso claro de la tasa de fecundidad. Según Ouadah- Bedidi & Vallin (2000), por lo que respecta al declive de la fecundidad, al Magreb le han bastado 25 años para recorrer el mismo trecho para el que Francia necesitó dos siglos. Tras 35 años de continua caída, la fertilidad tunecina ha alcanzado el umbral fatídico: 2,2 hijos por mujer en 1998, probablemente 2,1 en 1999, lo justo para que, en la siguiente generación, una madre sea reemplazada por una hija, y solo una. Argelia y Marruecos le van casi a la zaga: su fecundidad ya se había reducido a 3,1 hijos por mujer en 1996 y 1997, respectivamente. Suponiendo que se hubiera mantenido el ritmo de descenso, en 2000 solo habría 2,5 hijos por mujer en Marruecos, 2,3 en Argelia y en 2 en Túnez.

Ya hay varias wilayas tunecinas y ciertas provincias marroquíes que están muy por debajo de los dos hijos por mujer. A pesar del descenso de la fecundidad y de los esfuerzos en el ámbito de la escolarización masiva, el Magreb no ha logrado vencer el analfabetismo que sufre una parte nada desdeñable de su población. En Marruecos, el índice de analfabetismo es más elevado que en Túnez y Argelia. Además, en el Magreb existe un nivel considerable de desigualdades regionales desde el punto de vista de la escolarización. Así, cuanto más lejos de las costas y las ciudades, más descienden los indicadores de escolarización y la calidad de la educación (Lamrini, 2006; Vidal, 2006; Sultana, 2004). En el conjunto, el abandono escolar es frecuente entre los 10 y los 14 años.

Ese sector de la población joven corresponde a la necesidad de las familias desfavorecidas de recurrir al trabajo de los niños. Ello se traduce en una constante pérdida, pasando de primaria a secundaria, en las capas sociales más humildes. Como muestra el estudio de Gastineau (2002), en Túnez, la categoría social menos beneficiada por el empeño escolarizador es la de las niñas en las comunidades rurales. Partiendo de la pobre herencia escolar de la colonización, los países del Magreb han sido capaces de recuperar el retraso acumulado en la escolarización básica en la primera mitad del siglo XX, forjando sistemas educativos estructurados. No obstante, se requiere aún más perseverancia y esfuerzo para lograr la escolarización de todos los niños y la alfabetización de la mayoría de la población adulta.

El Magreb frente a otros países

Para situar los sistemas educativos magrebíes en el contexto internacional, hemos optado por comparar los tres países con otros tres del Sur, de renta per cápita PPA (paridad poder adquisitivo) similar: Namibia, Colombia y Jordania. En lo referente a la enseñanza primaria, destacamos que los tres países del Magreb arrojan resultados equivalentes a los de los tres del grupo de comparación. Túnez destaca por un excelente porcentaje de niños que acaban los estudios de primaria, mientras que Marruecos se encuentra rezagado. En cuanto a la paridad entre mujeres y hombres en la enseñanza primaria y secundaria, entre 1991 y 2004 el Magreb reabsorbió el retraso que acusaba en ese sentido. Marruecos es el único que aún debe redoblar sus esfuerzos para la escolarización femenina.

Por lo que respecta a la pobreza de la población, el Magreb se distingue claramente de Colombia y Namibia, con un porcentaje relativamente bajo de la población que vive con menos de dos dólares al día. Es en la alfabetización de la población adulta donde el Magreb está más retrasado frente a los países con un nivel de desarrollo económico comparable. Entre un 25% (en Túnez) y un 48% (en Marruecos) de la población de más de 15 años es analfabeta. Se trata del reto educativo más importante al que se enfrentan los tres países.

A fin de evaluar los progresos de la educación básica, la Unesco elaboró el Índice de Desarrollo de la Educación para Todos (IDE), que corresponde a la media aritmética de cuatro elementos: educación primaria universal, alfabetización de la población adulta, calidad de la educación calculada según el índice de supervivencia en el quinto año de escolaridad y paridad entre sexos. Marruecos es el que mejor variación del IDE entre 1998 y 2002 ha realizado. Si los países del Magreb mejoraran su nivel de alfabetización de la población adulta y la paridad entre los sexos, su IDE sería uno de los más elevados en comparación con los países de nivel económico similar. El doble desafío de la mejora en la calidad de la escolarización y una extensión equitativa del acceso a la escuela exige una inversión financiera sostenible por parte del Estado.

Comparados con países de un nivel similar de de-sarrollo económico, los magrebíes destacan por la importancia por otorgar una parte importante de los recursos públicos a la enseñanza. Ello atestigua que la educación es una prioridad para los gobiernos de la región, pero también que el sector público es predominante en cuanto a empleo e investigación. No obstante, gran parte del presupuesto lo absorben los gastos salariales (Lamrini, 2006). Comparado con las tendencias vigentes en los países del Sur con un nivel de desarrollo similar, en el Magreb el progreso de la enseñanza privada es limitado. En el caso de Argelia no hay estadísticas oficiales, mientras que Túnez y Marruecos presentan una participación media del sector privado de tipo comercial que hoy no supera el 5%, muy alejada de la que encontramos en América Latina o Asia.

Se trataría de una particularidad interesante a preservar en los sistemas educativos del Magreb. Esta especificidad se explica a la vez por el control estricto o el abandono de las instituciones escolares de inspiración religiosa en el Magreb, pero también por el hecho de que, durante las décadas posteriores a la independencia, la enseñanza privada comercial no ha sido capaz de posicionarse como polo de calidad en el mundo de la enseñanza. Sin embargo, cabe mencionar que la enseñanza privada vinculada a las misiones diplomáticas extranjeras (principalmente Francia) escolariza a los hijos de las elites. Aunque se trate de cifras modestas, este tipo de enseñanza desempeña un importante papel en la reproducción social de las elites. Un desarrollo rápido de la enseñanza privada agravará la fractura actual de la intelligentsia magrebí, que enfrenta a dos mundos que se ignoran y desprecian: la intelligentsia de formación arabófona y la intelligentsia de formación moderna, es decir, básicamente francesa.

La intelligentsia de formación arabófona y, tras ella, el conjunto de los marginados, persigue una autenticidad que cree poder restaurar en respuesta a las dificultades del proyecto modernizador que sirvió como trama a la hora de construir el Estado nacional postcolonial (Vermeren, 2002). El objetivo de este artículo era elaborar un cuadro actual y comparativo de la escolarización de masas en el Magreb. Nuestra conclusión no es ni mucho menos alarmante, pero sí contrastada. Por un lado, los tres países del Magreb han conseguido, a partir del sistema educativo embrionario heredado de la colonización, erigir sistemas educativos actuales bien estructurados. Los tres cuentan con sistemas educativos bastante comparables, aunque Túnez y, en menor medida, Argelia, salgan mejor parados que Marruecos desde el punto de vista cuantitativo (índice de escolarización).

Por otro lado, el analfabetismo persistente y el difícil acceso de los titulados de secundaria y educación superior al mercado laboral son cuestiones prioritarias que lastran considerablemente el desarrollo socioeconómico de la región y avivan las tensiones sociales. En el plano internacional, los sistemas educativos magrebíes salen airosos de la comparación con los países del Sur cuyo nivel de desarrollo económico es similar. También es importante subrayar que el impulso del sector de la enseñanza pública en el Magreb constituye una excepción en los países del Sur. Aunque parte de la enseñanza privada francófona goce de prestigio entre las elites, el conjunto del sector privado no cuenta con el monopolio de reproducción de las elites presente en muchos países de América Latina y Asia.

En los próximos años, los sistemas educativos magrebíes deben ser objeto de investigaciones destinadas a evaluar los progresos cuantitativos y cualitativos de la educación. El bilingüismo dual, las dificultades de acceso de los jóvenes titulados, las reformas curriculares y la formación inicial y continua de los docentes constituyen temas igual de prioritarios de la investigación en esta región.