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Co-edition with Estudios de Política Exterior
Ramon Llull, ‘christianus arabicus’
Amin Zaoui, director general de la Biblioteca Nacional de Argelia
Un día de invierno de 1307 Ramon Llull llegó a Bugía. Y llega hoy también a la Biblioteca Nacional de Argelia gracias a esta excepcional exposición, que coincide con la proclamación de la ciudad de Argel como Capital de la Cultura Árabe. Han transcurrido siete siglos, pero la memoria sigue conservando los buenos recuerdos. Los libros no traicionan. Llegó a Bugía un Ramon Llull apasionado por los barcos, los viajes, las ideas y los debates. Recorrió el Mediterráneo, Marsella, Chipre, Armenia, Túnez y la protegida Bugía. Llegó a Bugía hafsy bajo el mandato de Abu Al-Baqaa Khaled. Esta circunstancia hizo que su estancia no fuese pasajera a la hora de rastrear y documentar su pensamiento. Pues sus debates con el muftde Bugía –teológicos en ocasiones e históricos en otras– reafirman las fuentes mediterráneas, fértiles en el pensamiento luliano.
La curiosidad de Ramon Llull era la de los filósofos, poetas y viajeros. La prosperidad de Bugía, reflejada en sus numerosos científicos, intelectuales, gramáticos y teólogos, la hacían merecedora de ser llamada, por algunos historiadores, el Bagdad del Oeste, Garb y también la segunda Al- Nasira. Bugía…Esta ciudad tiene su historia, y un perfume y un encanto mágicos. Una ciudad que atrae y sorprende. Los amantes descendientes del pájaro Ramon Llull no se confunden de amada, ni se equivocan al escoger el camino hacia la belleza, el conocimiento y el saber. Los amantes como Llull no confunden el camino a Bugía. Han transcurrido siete siglos, pero los intelectuales, hechos de la misma arcilla que Llull, no olvidan. Sus escritos son el resultado acumulado de múltiples idearios procedentes de los países del Mediterráneo.
Idearios que provienen sorprendentemente, de las entrañas del África negra y de las culturas bereberes, faraónicas, árabes, griegas, turco-otomanas, italianas y sicilianas, entre otras. Ramon Llull era todo esto. Y en él mismo hay elementos procedentes del cristianismo, del Islam y del judaísmo, con los que forjó sus textos y esculpió sus ideas y su rico pensamiento. El Mediterráneo no era un obstáculo para los intelectuales defensores del acercamiento entre los pueblos, las lenguas y las religiones. Muy al contrario, el Mediterráneo era un lago a cuyo alrededor todos se reunían: una ceremonia consagrada al amor, a la paz, al conocimiento, a la diversidad y al diálogo respetuoso y constructivo. Ramon Llull nos brinda la oportunidad de redescubrir con él la ciudad de Bugía, sus sabios, sus intelectuales, y también cómo vivían los musulmanes hace siete siglos.
Todo lo que escribió Llull sobre Argelia en aquella época sigue siendo una fotografía de un Argel enclavado en el Mediterráneo, de sus culturas y ambiciones. Argelia fue una parada obligatoria para todos los que iban en dirección a África o al Oriente árabe, en busca de aventuras o en peregrinación a los Santos Lugares. Argelia fue una parada para Ibn Jubayr, León el Africano (Hassan Al-Wazzan), Ibn Batuta o Al-Edrisí. Una exposición como ésta invita a la lectura de otras páginas de una Argelia grande en su historia, en su hospitalidad y en su geografía. El mundo árabe se parece a un pavo real, y el Magreb, a su cola.
Así es como ejemplificaba las sorprendentes relaciones existentes entre los diversos núcleos del mundo árabe. Y puede que este mítico pájaro, sorprendente en su ambigüedad y romanticismo, fuese lo que cautivó a Ramon Llull y le llevó a emprender el viaje a Bugía para enriquecer su cultura y profundizar los sentimientos del christianus arabicus. Esta exposición confirma una vez más una idea primordial: seremos capaces de transformar el Mediterráneo en un lago de sosiego, amor y paz si defendemos las culturas, un pensamiento libre y tolerante, y la multiculturalidad, así como los símbolos que forjaron los cimientos de la amistad y la buena convivencia entre las lenguas y las practicas religiosas. Nuestro objetivo es formular una invitación para volver a leer una parte de nuestra historia, compartida con unos pueblos con los que convivimos tanto en el presente como en el pasado, tanto en lo imaginario como en el futuro.
La vida de Ramon Llull tiene una dinámica excepcional, evidente en esta exposición. Él es el poeta, el prosista, el arquitecto, el historiador del arte y el amante del patrimonio africano. Su vida se considera una imagen plástica de la vida cultural e histórica del Mediterráneo en los siglos XIII y XIV.