Santos y más santos…

Detrás de sólidas religiones, se mantienen restos activos de antiguas creencias, como las tradiciones pre religiosas o los cultos a los santos.

Simon Lévy

Romería, musem, hillula: las tres religiones del Libro celebran sus santos en peregrinaciones individuales y fiestas populares, locales, nacionales y hasta internacionales: el Hayy es uno de los cinco pilares del islam. Cada año más multitudinaria, la peregrinación a la Meca marca el profundo apego a esta manifestación de fe. Roma sigue siendo también santa meta para miles de católicos. Sin hablar de Jerusalén que, con su Muro, su Santo Sepulcro y sus mezquitas de Omar y el Aqsa, sigue siendo objeto de triple peregrinación y de interminable conflicto político-religioso…

Mientras la Francia laica de hoy, a excepción de Lourdes, celebra menos romerías, su geografía mantiene más de 400 saints: Saint-Etienne, Saint-Nazaire… Saint-Denis, la comunista, conserva en su catedral las tumbas de numerosos reyes de Francia… Italia, Grecia y otros países de la orilla norte del Mediterráneo conocen también gran densidad de santos… La tradición protestante, nórdica, americana no es muy diferente: pocos santos, pero complicaciones tipo “mormones” no tan estrafalarias para nosotros, judíos y musulmanes, en cuanto a poligamia.

Peor es el caso de los evangelistas con un efectivo de 60 millones de creyentes, entre ellos Bush. Su credo tiende a reunificar a judíos, cristianos y Tierra Santa: primero, los judíos finalizarán la conquista, luego se convertirán al cristianismo y, entonces, volverá Cristo!… Se comprende así porqué el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cuida tanto y desde hace tantos años, sus lazos privilegiados con los evangelistas americanos… Desde el origen de las sociedades humanas, las religiones se han ido dividiendo y multiplicando. En la cuenca del Mediterráneo tres religiones principales, derivadas de un credo monoteísta único, se han opuesto unas a otras, centrando su atención en puntos secundarios, ya que en el central –un solo Dios– estaban todas de acuerdo.

El judaísmo es el punto de contacto, histórico, de estas tres religiones. El cristianismo puede considerarse más hijo de San Pablo que del Antiguo Testamento. El odio medieval entre estas dos ramas del monoteísmo y la herencia cultural indoeuropea han separado dos versiones del judaísmo original, que lo acerca mucho más a la tercera religión, la musulmana, con su circuncisión, sus ayunos, prohibiciones alimenticias de tipo semítico, su ausencia de clero. Tal vez por eso haya sido más natural, menos violenta, la “convivencia” entre islam y judaísmo hasta el albor del siglo XX, con la aparición del sionismo y la colonización de Palestina por rusos y polacos, judíos de origen, pero muy poco “religiosos”. Finalmente, todo el Mediterráneo, sus orillas, los continentes que lo bordean han permanecido en el monoteísmo, mientras que India sigue siendo tan politeísta como siempre. La China budista –y marxista– parece más cercana a una fe filosófica que a cualquier divinidad…

Tradiciones pre religiosas

Pero detrás o debajo de religiones sólidas, tanto en sus sistemas ideológicos como por sus prácticas y ritos –véase el poder de movilización de prácticas festivas o de penitencia como los ayunos, Kipur o Ramadán– aparecen restos activos de antiguas creencias y tradiciones que acaban integrándose en una “medio ortodoxia”. Entre éstas, y una vez eliminadas las hechicerías reconocidas como tales, en nuestras regiones de África del Norte quedan prácticas más o menos tenaces que terminan por ocupar terrenos mentales, lingüísticos, etc. Entre las tradiciones “pre” religiosas, en ligera regresión en medios sociales modernizados, cabe anotar, en primer lugar, las relativas al número cinco.

“Cinco” como los dedos de la mano es, hasta hoy, una protección contra el mal de ojo. Su origen parece ser Cartago: los cartagineses saludaban con la palma de la mano a sus dioses y diosas. Los usos relativos al “cinco”, no son judíos ni musulmanes. Son propios de África del Norte, aunque parecen extenderse hacia Oriente. Entre las viejas generaciones judías, decir “cinco” constituía todo un arte, toda una pericia: había que usar este número protector, sin que el interlocutor pudiera pensar que se le incluía entre la gente maléfica. De aquí el uso de expresiones como “tu mano” (iddek) en lugar de “cinco” (jemsa), ya que éste podía entenderse como una defensa contra el “mal de ojo” supuesto o posible, del interlocutor. Finalmente, el uso del número cinco planteaba tantos problemas relacionales que se ampliaba a cualquier operación: contar podía implicar una comparación, y toda comparación era posible envidia, es decir “mal de ojo”.

De aquí la precaución verbal de toda madre a la que se le hablaba o evocaba el número de sus hijos. Ésta alejaba el mal de ojo supuesto diciendo en voz baja: Y mot he i-hsebkom (“Que muera el que os cuente”). Y esta precaución verbal, acompañada por una mano abierta, o la expresión jemsa `elik, alargado por Rebbe i-hdek (cinco por ti, Dios te guarde) bastaba para proteger del mal ojo. Los judíos tunecinos empleaban más a menudo una expresión mágica distinta: hota “pez”, siendo el pez una referencia benéfica, equivalente a la mano o a cinco. En Marruecos, el pescado (en concreto el sábalo, hoy desaparecido) forma parte de cualquier cena de Sábado o de Pascua. En el Museo del Judaísmo de Casablanca, se puede ver un saco de tefillim de terciopelo verde con un pez bordado, que “protege” al joven bar mitsva de cualquier mal de ojo…

Otra señal benéfica, hoy casi olvidada, era el pájaro: evocación del rey Salomón, el que hablaba 70 lenguas, entre ellas el lenguaje de las aves… Pero esta creencia podría ser simple evocación del amplio y alegre uso del espacio por parte de gente que tenía que contentarse con la estrechez espacial de la judería (melah). El pajaro aparece en muchas hanukias marroquíes. Estas lámparas con nueve mechas son evocación del milagro de la multiplicación del aceite en el Templo de Jerusalén recuperado por los hebreos después de la ocupación griega. En su versión marroquí tradicional, las hanukias se adornan con dos o cuatro pájaros, como puede comprobarse en la amplia colección del Museo del Judaísmo de Casablanca. La misma señal aparece en las manos de cobre que finalizan las cadenas, los kisan-d-šcil, lámparas en forma de grandes vasos de aceite con mecha que iluminan y adornan las sinagogas tradicionales de Marruecos.

El Museo de Casablanca abriga una colección de manos de este tipo, con pulgar en forma de cabeza de pájaro. Como curiosidad, en una de ellas, el artesano ha sido más explícito: el pulgar en forma de cabeza de pájaro soporta un pajarito más pequeño, pero completo… Pero esta evocación pertenece ya al pasado. Casi nadie se acuerda del significado de tal pájaro: la libertad.

El culto a los santos

Quedan los santos cada uno con sus musem (plural muasem), su hillula (plural hillulot), fiestas musulmanas y judías que corresponden a la romería. La judía hillula, la cristiana romería admiten vino y mahia, a porfía. El musem, teóricamente, no… El culto a los santos es la mejor adaptación al monoteísmo de ciertas viejas creencias, que no exigen pruebas para seguir vivas. Ir a un lugar santo, pedir, suplicar, a veces sacrificar un ternero o un borrego es lo principal: a nadie se le antoja “reprochar al santo” la falta de resultado!… De todos modos, la peregrinación ayuda mentalmente al que pide, le conforta.

Para los que no tienen nada que pedir, y son mayoría, está la diversión, incluso en nombre del santo. El joven futbolista que cuelga sus medias de un árbol cerca de la tumba de un santo, no le hará ningún reproche a éste en caso de derrota en el estadio. Lo mismo hacen sus colegas deportistas cuando los vemos en televisión besar una reliquia o santiguarse al empezar el partido. Finalmente, el culto a los santos en las religiones monoteístas, tiene la ventaja de hacer más próxima, más humana, una práctica religiosa que a menudo implica la abstinencia y austeridad. Las autoridades religiosas, por lo menos del judaísmo y del islam, manifiestan cierto recelo frente a los santos y a su culto… pero soto voce.

Sin embargo, varios rabinos presencian las hillulot, bendicen a sus participantes, y a los que compran, caro, después de pública subasta, el derecho de encender la vela o el vaso de aceite dedicado a tal o cual santo… Verdad es que, hoy por hoy, estos beneficios van a las cajas de las comunidades judías locales y otras obras de beneficencia. Los sectores más radicales, austeros del judaísmo, y sobre todo del islam, manifiestan cierta reserva frente a esos cultos. Sin embargo, las hillulot de Rabbi Meyer y Rabbi Shameun, santos más o menos “bíblicos”, están incluidas en el culto oficial sefardí, el de los libros de oraciones. La hillula “general”, la de todos los santos, se celebra cada mes de mayo, en la fecha del aniversario de la muerte de Rabbi Shamcun (Simeón, Simón).

¿Cuántos santos y santas tiene el culto islámico en Marruecos ? Es difícil de contabilizar: Mohamed Jenbubi estima que la “población” santa musulmana asciende a 100.000 awliya y salehin, lo cual no parece exagerado para cualquiera que se pasee por barrios y campos marroquíes sembrados de mausoleos (qubba- s). Los santos judíos son un poco más de 600, entre ellos 25 mujeres. Para una población que contaba 270.000 almas en 1948, es un número importante. Hay santos mixtos, judíos o musulmanes, visitados por las dos comunidades y de los que diremos algunas palabras más abajo.

Es el caso del Santo Lahlu que, a pesar del nombre, es judío o de dos santos sin tumba ni verdadero nombre: Mul Sheyra (Santo Árbol) y Mul Tria (Santa Lámpara), todos ellos en un cementerio cercano a Errachidiya. Hoy día sólo 30 santos judíos tienen una (o dos) fiestas anuales: el día de su muerte y la hillula general de mayo. Por lo demás, las visitas individuales se multiplican a lo largo del año: mujeres que desean un hijo, enfermos de difícil curación, paralíticos, locos o medio locos… En estos casos, se visitan los santos de su propia religión, y luego los de la otra… Así se citan casos de judías de Casablanca que visitan a Sidi Belyut, el santo musulmán de la ciudad. La inversa también se da: en Midelt, el Santo Abuleafia, judío en un principio, parece recuperado, en su mausoleo, por los musulmanes. Según la historia contada por los judíos, este santo se le apareció primero en sueños a un jefe administrativo musulmán (qaid) que ayudó a los judíos a construirle un mausoleo. Hoy, es un musulmán quien guarda la llave…

La tradición de “santidad” es algo que viene de lejos, antes de la llegada del islam de cultos más o menos “naturistas”. En Sefrú, ciudad que dicen es más vieja que Fez, se encuentra una gruta, Mul Bhl, “El del monte”. Culto que parece “adaptado” por los judíos: “el que no logra encontrar a Rebbi Amram en Uazan, lo encuentra en (la cueva) Mul Bhl”… Santo de substitución! Santa comodidad! En la cueva no hay nada, ninguna tumba; tampoco en Rebbi Yahia Lajdar. Rebbi Abraham Mul Ness, en una cueva de Azemmur, no parece tener apellido, pero es “El (que hace) milagros”… Otros, más próximos en el tiempo, tienen historias más concretas. Algunos forman “dinastías” y se pueden datar, como los Abehsera, desde Rebbi Ya`qob, enterrado en El Cairo, hasta Rebbi Ishaq con sepultura en Gurrama (Tafilalet) y, finalmente, Baba Salé, muerto en Israel hace algunos años. Hace poco, ha renacido el culto a los Ulad Ben Zmerro de Safi.

En esta ciudad sin melah pero con miles de judíos, y donde éstos desempeñaron un papel político en tiempos de la ocupación portuguesa (acabada en 1533), se reanudó hace pocos años el culto a Ulad Ben Zmerro. Eran siete hermanos desaparecidos en el viejo cementerio judío. Hoy se ven siete tumbas de mármol. Hace 30 años sólo se visitaba una pequeña cueva, subterránea, sin tumba. Allí, según la leyenda, desaparecieron juntos, “negnazo”, y empezaron a hacer milagros en beneficio de judíos y musulmanes… Cuentos contados y cantados por los viejos oríundos de Safi, judíos y musulmanes. Hasta se juraba por “Ulad Mezmerro Sebca”, “por los siete Ulad Ben Zmerro”, entre judíos, pero no sólo…

Hoy, desde luego, con los cambios educativos y con tanta violencia en Oriente Próximo, ningún musulmán jura por “Ulad Mezmerro Sebaca”. En cuanto a los judíos, quedan apenas algunos en Safi. Pero una vez al año se reúnen, de nuevo, cientos de judíos venidos de Casablanca y del resto del mundo. No se preguntan por las nuevas tumbas de mármol ni por qué contienen… Una gran fiesta ha sustituido a los milagros. Pero ¿quién sabe?…