Salvar a la infancia de Siria
“En Siria, UNICEF se enfrenta a la mayor emergencia humanitaria del siglo XXI. Ningún parche, ninguna ayuda por buena que sea resolverá la crisis. La solución solo puede ser política y pacífica”.
ENTREVISTA con Juliette Touma por L.V.
Amedida que millones de niños dentro de Siria y en toda la región ven cómo su pasado y su futuro desaparecen en medio de los escombros y la destrucción provocados por este prolongado conflicto, el riesgo de que se conviertan en una generación perdida aumenta cada día”. Con estas contundentes palabras se expresaba el director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, para sensibilizar al mundo sobre el drama humanitario que está padeciendo Siria. Con la entrada en el tercer año de conflicto, la atención internacional se centra en los enfrentamientos militares y en las maniobras políticas, y a veces olvida que hay una población cuya supervivencia está en juego.
En una acción sin precedentes, los responsables de las agencias de Naciones Unidas han hecho un llamamiento para que se ponga fin a la violencia. Las dimensiones del drama humanitario son descomunales y sus capacidades de acción se ven limitadas por los recursos disponibles, la dificultad de acceso y unas necesidades de la población que crecen exponencialmente cada día que pasa. De todos los civiles afectados, los más vulnerables son los niños. Para analizar la situación y saber cómo se está abordando la crisis sobre el terreno, AFKAR/IDEAS ha hablado con Juliette Touma, responsable de comunicación de UNICEF. Más allá del compromiso profesional, sus palabras transmiten emoción, sensibilidad y, sobre todo, urgencia.
AFKAR/IDEAS: ¿Cuáles son las principales necesidades de los niños que se han visto afectados por la crisis en Siria?
JULIETTE TOUMA: En Siria hay más de 3,6 millones de niños que necesitan asistencia humanitaria urgente. En los más de dos años que llevamos de conflicto son los que han pagado un precio más alto. Hay niños que han sido víctimas de torturas, han presenciado la muerte de sus familiares y seres queridos, han tenido que andar durante días y días para llegar a un lugar seguro… La situación es dramática. En Siria, UNICEF se enfrenta a la mayor emergencia humanitaria del siglo XXI. Nuestra preocupación principal es proporcionar asistencia para salvar las vidas de estos niños y llegar a todos aquellos que necesitan ayuda, tanto en Siria como en los países vecinos. Es una operación enorme y en lo que va de siglo no habíamos asistido a una catástrofe humanitaria de esta magnitud: trabajamos en Siria, Líbano, Turquía, Irak y Egipto.
Se requiere asistencia sanitaria, incluyendo campañas masivas de vacunación que ya estamos llevando a cabo, agua y material de saneamiento, servicios educativos, que proporcionamos sea matriculando a los niños en las escuelas de las comunidades de acogida o que nosotros mismos construimos en los campos de refugiados, como en Zaatari, Jordania. Sin embargo, hay que tener en cuenta que esta ayuda humanitaria es solo una tirita, un parche, y las heridas que debemos tratar son mucho mayores. Además, ningún parche, por bueno que sea, traerá una solución a la crisis. Esta solo puede ser política y pacífica. De lo contrario nos arriesgamos a perder a una generación entera.
A/I: ¿Cómo se desarrolla el trabajo sobre el terreno en medio de tanta violencia?
J.T.:Contamos con una oficina en Damasco de más de 70 personas, tanto nacionales como oficiales internacionales que trabajan con UNICEF. Tenemos otra oficina en Tartous y otra en Homs, una de las zonas en las que se están produciendo los peores combates. Colaboramos con una amplia red de socios, incluyendo a unas 40 ONG que trabajan sobre el terreno, y cooperamos con los ministerios relevantes a nivel técnico para poder suministrar ayuda, así como con la Media Luna Roja Árabe Siria y el resto de agencias de la ONU. Fuera del país, trabajamos con ONG, con la Media Luna Roja Árabe y múltiples socios comprometidos con la ayuda humanitaria. También cruzamos la línea del frente para ir de Damasco a las zonas cuyo acceso es más complicado, como por ejemplo Telbiseh, a unos 10 kilómetros al norte de Homs.
En Telbiseh llevamos nueve camiones articulados repletos de suministros médicos de emergencia, alimentos, 1.000 lotes de higiene familiar y 500 lotes de higiene para bebés, además de 160 lotes de “escuelas en una maleta” y 900 botes de champú, destinados a más de 55.000 personas. Recientemente, fuimos en una misión transversal de Naciones Unidas a Idlib, y hace poco nuestro equipo regresó de Alepo donde llevamos cuatro camiones llenos de suministros vitales, como material médico, 2.000 lotes de higiene familiar y dos lotes de reanimación, además de 1.000 toallas, 48 cajas de jabón, ropa de verano y material escolar. Nuestra misión es llegar a cada niño necesitado dentro y fuera del país, independientemente de su situación, religión, filiación. Si no lo hemos logrado hasta ahora es debido a las limitaciones de acceso por la violencia continua.
A pesar de las restricciones, con las campañas de vacunación que emprendimos a finales del año pasado, conseguimos vacunar contra la poliomielitis a 1,5 millones de niños y contra el sarampión a 1,3 millones en todo el territorio. Gracias al suministro de material para potabilizar agua, hemos proporcionado agua potable a más de cuatro millones de personas. Hemos hecho mucho, pero queda muchísimo por hacer porque con la violencia en aumento día tras día, las necesidades no hacen más que crecer, sobre todo en el caso de poblaciones en la línea de fuego donde tienen lugar los combates más violentos.
La educación y el apoyo psicosocial son esenciales para evitar perder toda una generación de niños
A/I: UNICEF insiste en la necesidad de proporcionar atención psicosocial a los niños que han experimentado violencia y habla del riego de perder a toda una generación de niños. ¿Estamos aun a tiempo de evitar esta terrible pérdida o ya es irreversible?
J.T.: Podemos recuperar a la infancia de Siria si se detiene la violencia ahora mismo mediante una solución política pacífica. Hace varias semanas los responsables de las agencias humanitarias de Naciones Unidas lanzaron un llamamiento a la comunidad internacional, a los gobiernos y a los ciudadanos para que actúen para poner fin al conflicto. Por otra parte, está la cuestión de los fondos para financiar la ayuda que proporcionamos. Solicitamos 195 millones de dólares para suministrar ayuda vital en muchos ámbitos, como sanidad y nutrición, saneamiento de agua, educación, apoyo psicosocial, y aun nos faltan 52 millones de dólares.
De hecho, se podría plantear si la educación y el apoyo psicosocial son esenciales para salvar vidas. Desde nuestro punto de vista lo son. Proporcionar a los niños un espacio adaptado a la infancia, donde puedan jugar y desarrollar actividades deportivas, o artísticas, como teatro, música, les permite reconectar con su niñez, y esto es crucial para garantizar que no se convierten en una generación perdida. Evaluando las necesidades educativas en Siria, nos hemos dado cuenta de que una de cada cinco escuelas no puede utilizarse, sea porque ha sufrido daños, ha sido destruida o se ha convertido en centro de acogida para familias que tuvieron que huir de la violencia. Los niveles de asistencia a la escuela son también preocupantes, sobre todo en áreas donde los combates son intensos, como Alepo, donde es solo de un 6%. Por eso, es clave proporcionar clases de recuperación y educación alternativa a los niños.
En abril estuve en Homs y visité un centro de acogida en el que se habían refugiado familias que escapaban de la violencia. Algunas de ellas habían sido desplazadas cinco veces consecutivas. En el sótano del centro se llevaban a cabo clases para que los niños puedan recuperar los meses o incluso los dos años perdidos en educación. En otro centro donde se proporciona apoyo psicológico a los pequeños, pude presenciar cómo, coincidiendo con el día de la madre en Siria, los niños cantaban y bailaban, vestían ropa de colores y se les podía ver contentos. Estos momentos son importantes porque sirven para que la gente desconecte de los horrores cotidianos.
A./I: ¿Cuáles son las expectativas para las organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno y qué pueden hacer los ciudadanos para implicarse?
J.T.: Nos preocupa que de cara al verano puedan aumentar algunas enfermedades, por eso ya hemos llevado a cabo campañas masivas de inmunización tras detectar numerosos casos de algunas enfermedades, como el sarampión, en toda la región. Proporcionar asistencia en salud, saneamiento, nutrición, protección infantil, educación y apoyo psicosocial es vital para no perder a la infancia de Siria, y para seguir haciéndolo necesitamos recibir los 52 millones de dólares que nos faltan de aquí a junio. Los particulares y el sector privado también pueden contribuir, porque las necesidades son acuciantes y no cesan de crecer. A través de la web de UNICEF se puede hacer una contribución, y cada dólar, cada euro cuenta. Con ellos podemos comprar calzado, ropa, vacunas, toallas, material de higiene, libros, construir una tienda en la que los niños puedan jugar… Cada pequeño grano de arena cuenta en esta inmensa tragedia.