Puente de energía sobre aguas turbulentas

Problemas técnicos, económicos y geopolíticos –las estrategias rusa y americana– limitan las posibilidades de que Turquía se convierta en un ‘hub’ energético.

Necdet Pamir

Turquía es un mercado dinámico y de rápido crecimiento y un puente natural energético situado entre los ricos países productores de hidrocarburos de Oriente Próximo, el norte de África, el Caspio y Rusia, y los sedientos mercados energéticos del Oeste y el Sur. La propia Turquía es un destacado importador de energía y un país de tránsito que ofrece una excelente puerta de entrada, principalmente para una Europa que trata de diversificar sus crecientes necesidades de importación de energía y su dependencia de un número limitado de países (como Rusia). Sin embargo, a pesar de sus posibilidades “naturales”, hay importantes obstáculos que deben identificarse y, a ser posible, salvarse antes de que Turquía pueda realmente servir de “puente de energía” o de “hub energético”, como los representantes turcos suelen proclamar.

Entre estos obstáculos se encuentran: la excesiva dependencia turca del gas ruso (63%); los artículos vinculantes de los actuales acuerdos conocidos como “take or pay”; los problemas de oferta de recursos alternativos de gas y los problemas relacionados con los países demandantes (Bulgaria, Rumania, Hungría y Austria…). La dimensión geopolítica también es un importante elemento a tener en cuenta dado que tanto las políticas rusas como las americanas ejercen una gran influencia (más bien negativa) en los proyectos destinados a reducir la excesiva dependencia de Turquía y de la Unión Europea (UE) de un número limitado de proveedores. Sin embargo, a pesar de estos problemas, la riqueza de los recursos de Turquía es un activo importante si puede utilizarse de forma racional a medio y largo plazo. Dos tercios de su capacidad hidráulica y sus reservas de lignito están todavía por explotar, a la vez que sus oficialmente reconocidos 48.000 megavatios de energía eólica y solar están casi intactos y al menos dan esperanzas.

Situación general

Entre 2003 y 2007, Turquía registró una tasa de crecimiento anual media del 7%, lo que se reflejó en un crecimiento significativo de la demanda energética. El sector energético estuvo sujeto a reformas y el Parlamento aprobó nuevas regulaciones sobre el mercado (electricidad, gas natural, petróleo) y relacionadas con las energías renovables, eficiencia energética, energía geotérmica y gas licuado de petróleo. Estas normas fueron acogidas como avances positivos para la inversión. De forma paralela a la recuperación económica, la demanda energética también creció hasta 2008. Pero la crisis mundial ha asestado un duro golpe a la economía turca, a pesar de que la retórica oficial afirme lo contrario. Los primeros datos de 2009 muestran unas significativas tasas de crecimiento negativo. En cuanto a 2007, el consumo energético primario total alcanzó el equivalente a 106 millones de toneladas de petróleo. El Ministerio de Energía y Recursos Naturales prevé que, con un aumento medio anual del 6%, la demanda energética alcanzará los 220 millones de toneladas en 2020. Si pensar en una recuperación a corto plazo es hacerse muchas ilusiones, un 6% de aumento en 11 años es un cálculo exagerado, lo que siempre ha sido un problema de la burocracia energética turca y supone un riesgo a largo plazo para las finanzas.

Gasoductos de tránsito turcos: seguridad energética y diversificación

La creciente dependencia europea de la importación y sus intentos de diversificar las rutas y las fuentes de suministro han hecho aumentar la importancia estratégica de Turquía. Éste es el motivo de que Estados Unidos, los nuevos Estados independientes del Caspio, Turquía y la UE hayan propuesto y defendido casi de forma paralela un sistema integrado de oleoductos y gasoductos conocido como el “Corredor Este-Oeste”. Se trata de transportar hasta los mercados occidentales el petróleo y el gas procedentes de Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán a través de rutas que no crucen territorio ruso ni iraní. Para ese objetivo, Turquía era la mejor solución gracias a su ubicación geográfica y a su cumplimiento de las leyes y las normativas internacionales. Esta estrategia ha tenido un éxito parcial con el oleoducto Baku-Tbilisi-Ceyhan (BTC) que transporta el crudo de Azerbaiyán y con el gasoducto paralelo del sur del Cáucaso que transporta el gas de Azerbaiyán; ambos están terminados y en funcionamiento. Varios factores limitan el éxito, entre otros la política e influencia rusas, que se contraponen a las incoherentes políticas americanas y turcas.

De forma paralela al esfuerzo por desarrollar el corredor Este-Oeste, el gasoducto Blue Stream, que procede de Rusia y suministra gas a Turquía directamente mediante un conducto submarino que atraviesa el mar Negro, ha garantizado la expansión de un corredor Norte-Sur a expensas del corredor Este- Oeste que era el objetivo inicial. El puerto turco de Ceyhan, en el Mediterráneo, es una vía de salida vital tanto para las actuales exportaciones de petróleo de Irak y Azerbaiyán como para las posibles exportaciones de petróleo del Caspio. El oleoducto entre Irak y Turquía y el oleoducto BTC terminan en Ceyhan, donde hay capacidad para cargar petroleros de 300.000 toneladas de peso total. Cada día, más de tres millones de barriles de petróleo pasan por los peligrosos canales de los estrechos de Turquía.

Mientras que el oleoducto BTC produce un millón de barriles al día que se cargan a través de los estrechos, unas cantidades cada vez mayores se transportan desde Rusia, Kazajstán y Azerbaiyán, lo que supone una amenaza aún mayor para el medio ambiente. Se espera que en 2010 los petroleros transporten unos cuatro millones de barriles al día a través de los estrechos. Como consecuencia, Rusia, Turquía y algunas empresas petroleras han presentado varios proyectos de oleoductos para su circunvalación (straits by pass).

Turquía, los gasoductos de tránsito y su dimensión geopolítica

Turquía ofrece excelentes posibilidades como puente energético, pero se ven limitadas no sólo por los problemas técnicos y económicos, sino también por los aspectos geopolíticos. Las políticas rusas parecen restringir el acceso completo al gas de Azerbaiyán, mientras que las americanas ponen obstáculos al desarrollo de los yacimientos de gas iraníes e iraquíes. En 2007, Rusia aumentó el precio del gas exportado a Azerbaiyán y Georgia, lo que hizo que ambos países consumiesen mayores cantidades de gas de Azerbaiyán para sustituir el ruso. Esto, a su vez, redujo la cantidad de gas de Azerbaiyán disponible para exportar. Shah Deniz Fase I puede producir 8,5 bcma (miles de millones de metros cúbicos anuales) mientras que Georgia importa 2 bcma, Turquía ha contratado 6,6 bcma, Grecia ha contratado 4,3 bcma e Italia está intentando conseguir 8 bcma; al mismo tiempo, se dice que Shah Deniz Fase II produce 15 bcma adicionales. Turquía, para garantizar su propia seguridad en el suministro de energía, quiere 8 bcma adicionales de gas de Azerbaiyán. Por tanto, las fases I y II de Shah Deniz juntas no son suficientes para cubrir estas necesidades además de las de NABUCCO. Además, hace mucho que Turquía y Azerbaiyán se enfrentan por el precio de los suministros de gas, que puede terminar en arbitraje internacional.

La UE se opone a las peticiones turcas de volúmenes de gas de Azerbaiyán adicionales, así como a sus exigencias en cuanto al precio y el tránsito. Las recientes conversaciones entre Turquía y Armenia encaminadas a la “normalización” han aumentado la tensión entre Turquía y Azerbaiyán. Como consecuencia, éste ha insinuado la posibilidad de vender su gas a Rusia o a Irán en lugar de dar prioridad a Turquía. En un encuentro con su homólogo Dimitri Medvedev en Moscú el 17 de abril de 2009, el presidente Ilham Aliyev declaró: “Para nosotros… la diversificación del suministro y la oportunidad de entrar en nuevos mercados tiene un gran interés”. Si se produce, este acuerdo devolverá a Azerbaiyán a la época soviética, en la que dependía completamente de Rusia para sus exportaciones. Los accionistas del proyecto de Shah Deniz también parecen descontentos con las políticas y expectativas turcas. El principal accionista, Statoil, ha anunciado que “el primer gas procedente de la segunda fase de producción de la planta de Azerbaiyán de Shah Deniz, en el mar Caspio, se retrasará hasta 2016 aproximadamente”. Irán posee las segundas reservas de gas extraíble del mundo después de Rusia. En este caso son las políticas americanas más que las rusas las que limitan el desarrollo de sus reservas, lo que a su vez limita los intentos de Turquía y la UE de importar gas iraní como forma racional de diversificación.

Mientras Irán intenta abrir sus yacimientos de gas, como el de South Pars, a las inversiones extranjeras, las sanciones americanas contra Teherán son un obstáculo. A menos que la política de EE UU hacia el país o la actual política nuclear iraní cambien radicalmente, no parece haber ninguna posibilidad de que esta fuente se convierta en una opción viable a corto y medio plazo. Irak ofrece una alternativa de diversificación tanto a Turquía como a la UE. Las reservas de gas probadas son de 3.170 billones de metros cúbicos, pero se calcula que podría haber unas reservas de 8.500 billones de metros cúbicos. La producción de gas natural en Irak ha caído durante los últimos 15 años debido a una caída paralela de la producción de petróleo y al deterioro de las instalaciones para su procesamiento. Además, alrededor del 60% de la producción de gas natural asociada se ha esfumado por la falta de unas infraestructuras suficientes para utilizarlo para consumo y exportación. Sin embargo, hay grandes posibilidades para las exportaciones de gas iraquí, aunque la inestabilidad política es el principal obstáculo al que se enfrentan las inversiones destinadas a aumentar la producción de gas. Egipto es otra fuente alternativa a la que hacen referencia los informes de NABUCCO, pero los volúmenes disponibles para las exportaciones parecen limitados y algunos afirman que, a medio plazo, se convertirá en un importador de gas más que en exportador.

Todos estos factores nos llevan a que los socios de NABUCCO miren de nuevo hacia Rusia como la fuente más razonable y realista de suministro, lo que, a su vez, hará aumentar la influencia de Moscú en el juego del suministro de gas. Irónicamente, los documentos más recientes de NABUCCO definen a Rusia como una fuente de suministro que no había sido incluida en el objetivo original de este proyecto. Como dice Vladimir Socor en tono de burla: “Esto no es lo que NABUCCO era, es y debería ser. También significa que los inversores europeos se gastarán el dinero en construir el gasoducto NABUCCO para recibir gas de Rusia, lo que supondrá un servicio adicional para el Kremlin y Gazprom. En segundo lugar, si NABUCCO termina por transportar gas ruso, al menos en parte, entonces NABUCCO ya no será NABUCCO; será algo completamente diferente. Con el gas ruso, ya no importa si este proyecto se llama Nabucco o Rigoletto o Aída” . Para concluir, a pesar de los intereses convergentes de Turquía y la UE en asuntos de seguridad energética, también hay puntos de divergencia que limitan las posibilidades de cooperación. Los últimos avances en el proyecto NABUCCO son un ejemplo. Las expectativas turcas de conseguir más gas de Azerbaiyán, los discursos oficiales turcos refiriéndose a su deseo de convertirse en un hub y el asunto de las cuotas para el tránsito, son motivos de preocupación y disputa entre las partes implicadas. Pero Turquía no es un país de Europa central rodeado por vecinos estables con conflictos resueltos.

Tiene frontera con los agitados países de Oriente Próximo; tiene graves problemas con Armenia que, a su vez, afectan a sus relaciones con Azerbaiyán; es demasiado dependiente de Rusia, que tiene graves problemas sin resolver con Georgia (un país por el que pasan el petróleo y el gas del BTC y el gasoducto del sur del Cáucaso); tiene como vecino a Irán, cuyas ambiciones nucleares le han llevado a sufrir las sanciones americanas, y cerca del 20% del suministro de gas de Turquía procede de este país. La lista podría alargarse fácilmente. Entre las ricas fuentes de energía y los sedientos mercados, Turquía es un puente natural. Pero esperamos que nuestros amigos sean capaces de ver que es un “puente sobre aguas turbulentas” … La UE no parece comprender las graves y legítimas preocupaciones de Turquía por garantizar su propia seguridad energética. Al ser irracionalmente dependiente de Rusia y padecer frecuentes cortes del suministro en invierno, intenta defenderse mediante un aumento del suministro del gas de Azerbaiyán para equilibrar sus importaciones.

Al estar más cerca de este país productor, Turquía también pide un precio más bajo en comparación con el que pagan los consumidores europeos. En lugar de tratar de comprender mejor estas preocupaciones legítimas y buscar un compromiso, los representantes europeos intentan exprimir a Turquía por todos los medios. Si Turquía no puede garantizar su propia seguridad, ¿cómo puede ayudar a sus socios europeos?