Norte y sur: opiniones sobre la vida laboral y familiar de mujeres mediterráneas

Conscientes de sus limitaciones sociales, las jóvenes están convencidas de que su libertad individual debe reconocerse.

Héctor Cebolla

El Mediterráneo es en muchas ocasiones presentado como realidad relativamente homogénea, y en cierto sentido compacta desde el punto de vista social y cultural. Esto se explica, al menos en parte, porque a lo largo de la historia ha propiciado la interacción de sus pueblos ribereños y la creación de sólidos vínculos e influencias mutuas entre realidades culturales que, por otro lado, son muy diversas. Por todas estas razones se puede decir que el Mediterráneo es un espacio de intercambio. Pero más allá de la exaltación poética de la unidad mediterránea, sus países ribereños difieren radicalmente entre sí. Si bien la sintonía cultural entre el Norte y el Sur de este espacio geográfico es algo más que una resonancia romántica, las estructuras sociales predominantes en ambas orillas poco tienen que ver entre sí.

La posición de las mujeres en la esfera pública, y la definición de sus espacios de libertad es quizás el punto en el que Norte y Sur parecen más alejados. En este artículo exploraremos hasta qué punto esto es así. ¿Tienen las mujeres mediterráneas una conciencia similar en lo que se refiere a sus derechos y a su capacidad para desarrollar estrategias de vida en el contexto de su libertad individual? Junto a ello, evaluaremos las diferencias generacionales dentro de cada país poniendo en evidencia esa visión rígida y poco realista que describe las estructuras sociales –y las culturas– como realidades inmutables.

Los sociólogos y economistas europeos que estudian la estructura social de forma comparada suelen concluir que el papel de la familia en el bienestar colectivo de los países del sur de Europa está sobredimensionado respecto a los países del norte. Así, mientras que en los países escandinavos el Estado de bienestar permite a las mujeres una inserción laboral relativamente sencilla, en los mediterráneos se sigue esperando que la familia rellene los espacios que sus más modestas estructuras de bienestar público dejan sin cubrir. Por ello, el desarrollo del sur de Europa no ha impedido que en muchos casos las mujeres sean aún quienes invierten más esfuerzos en el seno del hogar, se encargan prioritariamente del cuidado de los hijos y, de ser necesario, anteponen sus obligaciones familiares a sus ambiciones profesionales.

Para muchos esto es así porque las estructuras del bienestar del sur de Europa están profundamente influidas por los valores familiaristas propios de la cultura mediterránea. Aunque esto pueda ser cierto, la modernidad ha generado una fractura entre las generaciones más recientes y las que les han precedido. En las últimas décadas algunos hechos clave como el abaratamiento de los medios de transporte y, sobre todo, el acceso a canales de información que conectan los puntos más remotos del planeta, han modificado los gustos y preferencias de las generaciones más jóvenes, para quienes lo que ocurre más allá de sus fronteras no resulta ya tan misterioso. Dicho de otro modo, las mujeres que hoy tienen entre 20 y 30 años han crecido en un contexto muy diferente al de sus madres y abuelas, y esto ha modificado su visión del mundo y su idea del papel que deben ocupar en él.

Existen varios instrumentos analíticos que nos permiten comprobar y contrastar esta hipótesis. Uno de ellos es el estudio de Babelmed Mujeres: tener 20 años en el Mediterráneo. Sin embargo, en este artículo, vamos a incorporar una perspectiva dinámica de forma que la visión de las mujeres más jóvenes pueda ser comparada con las de generaciones anteriores. Para ello utilizaremos resultados de un estudio de encuesta con muestras representativas en distintos países mediterráneos que registra opiniones y visiones de sucesivas cohortes de mujeres.

El World Values Survey (WVS) es una serie de estudios de encuesta elaborados por una red de científicos sociales expertos en valores y creencias en más de 80 países, publicados desde 1990 con una periodicidad quinquenal (http://www.worldvaluessurvey.org). En el momento de presentación de este artículo los datos correspondientes a 2005 aún no estaban disponibles. El WVS permite explorar asuntos tan centrales como las percepciones de los encuestados sobre la igualdad sexual en el acceso al mercado de trabajo, su visión de la familia y la libertad reproductiva. En este caso vamos a explorar la percepción que mujeres de distintas edades tienen al respecto en 10 países del área mediterránea: cinco países del sur de Europa (España, Portugal, Grecia, Italia y Francia) y cinco de mayoría musulmana (Egipto, Jordania, Turquía, Marruecos y Argelia).

Maternidad y libertad reproductiva

La maternidad y la libertad reproductiva son quizás alguno de los hechos que más condicionan las perspectivas vitales de las mujeres en cualquier país. Existen notables diferencias internacionales en el grado en que éstas priorizan la maternidad frente a otros aspectos de la vida, y en gran medida sus decisiones vitales están fuertemente constreñidas por la libertad reproductiva que su entorno social les reconoce. Veamos qué nos sugiere el WVS en este aspecto. Analicemos en primer lugar (gráfico 1) un indicador de la importancia que las mujeres dan a la maternidad como requisito imprescindible para su propia realización.

Existen notables diferencias entre el norte y el sur del Mediterráneo. Independientemente de su tramo de edad, las mujeres de los países de mayoría musulmana son muy parecidas entre sí y piensan de forma mayoritaria que una mujer no podría sentirse realizada sin tener hijos. La única excepción relativa es Turquía, donde a pesar de que entre las mujeres más jóvenes sigue habiendo más de un 63% de opiniones favorables, ha habido una reducción gradual de las partidarias de esta visión en las sucesivas generaciones. Turquía es el país que cuenta con mujeres mayores de 65 años más conservadores mientras que sus menores de 24 años son las más flexibles. Esta reducción del número de mujeres que perciben la maternidad como un requisito para su realización es también muy visible en todos los países europeos de influencia mediterránea, aunque en algunos (como en España, Italia y Portugal) más que en otros (Grecia y Francia).

En todos ellos, las mujeres de menos de 25 años que consideran que es posible realizarse sin tener hijos no son mayoría, o si lo son, es sólo por un escaso margen. Diferencias similares entre estos dos bloques de países son perceptibles cuando se trata de examinar el porcentaje de mujeres que son favorables a un reconocimiento amplio de la libertad reproductiva de las mujeres. Fijémonos en el gráfico 2, que recoge el porcentaje de encuestadas que rechazan el derecho de las mujeres que lo deseen a ser madre soltera divido en los mismos tramos de edad. Aquí, el consenso en los países de mayoría musulmana es muy elevado. En prácticamente todos los casos y para todos los grupos de edad, las mujeres que rechazan esta opción son más del 80%.

Es más, no hay apenas diferencias entre lo que piensan las mujeres egipcias, jordanas o marroquíes de 15 a 24 años y las de más de 65. En cambio, la imagen es radicalmente diferente en las nacionales de los demás países del sur de Europa. Sólo las mujeres mayores de 45 años en Grecia y Portugal y las mayores de 65 en Italia desaprueban la maternidad de madres solteras. En todos los demás casos, esta opción de respuesta es minoritaria. Otra de las grandes diferencias entre las dos partes del gráfico 2 es que, como se puede ver en la parte derecha, la idea de que la maternidad en soltería es una opción aceptable ha ganado peso en las cohortes más recientes. En este caso, como en el anterior, las españolas son las más flexibles en su rango de edad.

La inserción laboral de las mujeres

Junto con la maternidad, uno de los condicionantes más importantes de las perspectivas vitales de las mujeres es su capacidad para participar en el mercado laboral a través del empleo pagado, y no sólo en tanto que encargadas de las tareas domésticas en la economía informal. Resulta interesante en primer lugar comprobar las diferencias que puedan existir en la aceptación del derecho al trabajo en igualdad de condiciones para hombres y mujeres. En el gráfico 4 podemos aproximarnos a estas diferencias a través del porcentaje de mujeres que considera que ante la escasez de puestos de trabajo, los hombres deberían tener prioridad de acceso a los mismos.

Aunque de nuevo en este indicador podemos ver una clara fractura entre el norte y el sur del Mediterráneo, existe una similitud llamativa. En todos los casos, las mujeres de menos 35 años son más reacias a este planteamiento que las mayores, un síntoma claro de que la visión más tradicional y discriminatoria está cambiando. Con todo, en la mayoría de países del sur (Egipto, Jordania y Marruecos), incluso las mujeres de menos de 24 años darían prioridad a los hombres en el acceso al mercado trabajo. Las únicas excepciones se encuentran entre las argelinas y las turcas. En el norte del Mediterráneo, las mujeres que piensan de esta manera están en franca minoría. Es más, salvo las griegas de más de 65 años, lo han estado ya desde hace décadas. Hoy en día las españolas, francesas, griegas, italianas y portuguesas que piensan de este modo son una especie en peligro de extinción.

Esto es fruto de una tendencia de largo recorrido, ya que sus mayores han estado en cada cohorte más alejadas de la idea de que los hombres deban tener prioridad en el acceso al mercado de trabajo formal. Fijémonos por último en un indicador de la percepción que las mujeres tienen en lo que se refiere a su capacidad para conciliar la vida laboral y familiar. Llegados a este punto, los patrones descritos con anterioridad parecen invertirse. Puede resultar sorprendente que sean las mujeres del sur del Mediterráneo las que menos piensan que conciliar la vida laboral y familiar supone un obstáculo para desarrollar una relación materno-filial de calidad. Incluso puede sorprender que en casi todos estos casos, las menores de 24 años sean las que más lo piensen.

Sin embargo a la inmensa mayoría de las encuestadas europeas le parecía difícil ser mujer trabajadora y establecer una relación de calidad con los hijos. También aquí las mujeres más jóvenes lideran la clasificación de las más inquietas ante la dificultad que tiene conciliar la vida laboral y familiar, aunque el problema es reconocido de forma mayoritaria por todas las mayores de 65 años (con la única excepción de las griegas). Todo ello hace pensar que las mujeres más jóvenes en los países del sur de Europa, es decir, las sociedades en las que el acceso de la mujer al mercado laboral está más extendido de entre las seleccionadas, son las más conscientes de la dificultad que tienen muchas para hacer compatibles sus preferencias familiares y sus ambiciones profesionales.

En resumen, el Mediterráneo representa dos escenarios en los que las mujeres tienen percepciones diferentes respecto a sus libertades y a sus derechos. Sin embargo, las cohortes más jóvenes de mujeres mediterráneas tienden a parecerse cada vez más en muchos aspectos. Esto se debe en parte a la extensión del área de influencia de valores universales como la igualdad entre los sexos y el derecho de todos los individuos a desarrollar su vida en plena libertad. Sin embargo, persisten diferencias muy notables entre los países ribereños del Mediterráneo. Mientras que la revolución igualitaria parece haber arraigado entre las europeas del norte, no lo ha hecho tanto entre las del sur, especialmente en lo que se refiere a la visión que sobre la maternidad y la libertad reproductiva tienen las mujeres más o menos jóvenes.

Con todo, parece que claro que las mujeres mediterráneas son muy conscientes de las limitaciones sociales que les impone su condición, y lo que es peor, son las más jóvenes las que creen tenerlo más difícil incluso aunque sean el grupo más convencido de que su libertad individual debe ser reconocida.