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Tendencias económicas

La integración del mercado energético Mediterráneo al rescate de la descarbonización

Silvia Pariente-David
Consultora sobre energía y clima
Central de energía solar de Ouarzazate, Marruecos – 14 de octubre de 2017. (DigitalGlobe via Getty Images via Getty Images)

 Las múltiples crisis que golpean al mundo de la energía desde hace tres años corren el riesgo de agravar aún más la crisis existencial a largo plazo del ca­lentamiento global, al ralentizar el pro­ceso de descarbonización. Estas crisis son especialmente graves en Europa, con importantes efectos en el Medite­rráneo, bisagra entre los continentes eu­ropeo y africano. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por su siglas en inglés) avisa de que el tiempo se agota si se quieren cumplir los objetivos del Acuerdo de París (AP), pero tam­bién propone soluciones concretas para evitar lo peor. En concreto, el informe recomienda acabar con los combustibles fósiles, dejar de extraer hidrocarburos del subsuelo, desmantelar las centrales térmicas de carbón, eliminar todas las subvenciones a los combustibles fósiles, apostar por las energías renovables cuyo precio no deja de bajar, transformar nuestra forma de consumir energía en el transporte, la industria y la construcción y cambiar nuestro estilo de vida.

La epidemia de Covid-19 produjo un descenso histórico de las emisiones de CO2, como consecuencia de la con­tracción de la demanda por los sucesi­vos confinamientos, acompañada de un mayor uso de las energías renovables, lo que supuso un atisbo de esperanza de poder evitar la vuelta a los niveles an­teriores a la epidemia. Pero la posterior recuperación económica provocó un re­punte del 6% de las emisiones hasta un nivel sin precedentes.

La fuerte recuperación económica tras la epidemia de Covid, combinada con una disminución estructural de los suministros de hidrocarburos, provocó un repunte de los precios de la energía a mediados de 2021, incluso antes de que el conflicto entre Ucrania y Rusia ejer­ciera una presión adicional sobre los pre­cios. Muchos países respondieron esta­bleciendo aranceles y otras medidas para compensar los efectos sobre los consu­midores más vulnerables. Sin embargo, en sí mismo, esta subida de precios es beneficiosa para la transición energética, ya que supone un incentivo para ahorrar energía y hace que las renovables sean más competitivas. En cierto modo, equi­vale a la aplicación de un impuesto sobre el carbono, una medida prevista en mu­chos países, pero aún pendientes de apli­carse, para acelerar la descarbonización necesaria para alcanzar los objetivos de París. Este encarecimiento de los precios puede ser una oportunidad para realizar una revisión completa del sistema impo­sitivo de la energía. Además, el coste de la energía no debe ocultarse a los consumi­dores si queremos que cambien su com­portamiento para ser más frugales y que sus elecciones energéticas favorezcan la energía descarbonizada.

A principios de 2022, el conflicto armado entre Rusia y Ucrania agravó una situación ya crítica en los mercados energéticos mundiales y socavó la segu­ridad energética de Europa. La Unión Europea (UE) depende en gran medida de Rusia para su abastecimiento ener­gético, especialmente de gas natural. La UE importa de Rusia el 40% de sus necesidades de gas natural, y la infraes­tructura y los acuerdos contractuales son especialmente rígidos en este mer­cado. La UE, al igual que muchos otros países, reaccionó en un primer mo­mento anunciando el aplazamiento del desmantelamiento de las centrales de carbón y del cierre de algunas centrales nucleares y diversificando sus fuentes de suministro de gas natural, en particular a través del gas natural licuado (GNL), flexibles. Se han firmado nuevos contra­tos con Estados Unidos, Catar y Argelia, y se han alcanzado acuerdos para acele­rar el almacenamiento de gas natural, como en el Mediterráneo oriental. Esto puede representar, además, una oportu­nidad para la región mediterránea.

Sin embargo, pronto quedó claro que estas reacciones, al frenar la transi­ción energética, podrían poner definiti­vamente en peligro las posibilidades de frenar el calentamiento global. Euro­pa fue la primera en demostrar que la gestión de la crisis ruso-ucraniana no era necesariamente incompatible con el Pacto Verde y el programa Fitfor55 , al publicar el 18 de mayo de 2022 la co­municación “REPowerEU” que propo­ne un plan para reducir rápidamente la dependencia de los combustibles fósiles rusos y acelerar la transición energética, reforzando al mismo tiempo la resilien­cia del sistema energético. El plan pro­pone una serie de medidas centradas en los siguientes elementos: reforzar los programas de ahorro energético, diver­sificar los suministros, acelerar el des­pliegue de las energías renovables y del hidrógeno verde.

La dimensión exterior del plan repowereu para una energía asequible, segura y sostenible frente a la crisis ucraniana

El plan REPowerEU reconoce la im­portancia de establecer asociaciones internacionales para que su aplicación tenga éxito, en concreto en lo que res­pecta a la necesidad de celebrar nuevos contratos para diversificar los suminis­tros, especialmente de gas natural, y hace especial hincapié en la dimensión exterior del plan de acción. Junto con la comunicación sobre REPowerEU y tras la invitación del Consejo de Di­plomacia Energética y Climática de 21 de enero de 2021, la Comisión Europea (CE) propuso la comunicación “Estra­tegia energética exterior de la UE en un mundo cambiante” (JOIN(2022) 23 final) para apoyar la transición energé­tica en los países socios, en particular los de la vecindad, facilitar la diversifi­cación del suministro energético de la UE y los promover asociaciones con proveedores de energía e hidrógeno verdes, así como de tecnologías lim­pias. Los aspectos más importantes en relación con la integración de los mer­cados energéticos euromediterráneos son: acelerar la transición energética, especialmente a través del instrumen­to “Global Gateway”, estimular el des­pliegue de las energías renovables en los Balcanes y el Mediterráneo y cerrar acuerdos en el sector del hidrógeno verde. Además, a más corto plazo, los países de los Balcanes occidentales se integrarán en la plataforma de compra de gas natural creada por la UE para hacer frente a las interrupciones del su­ministro de gas ruso.

El plan REPowerEU propone medidas centradas en el refuerzo de los programas de ahorro energético, la diversificación del suministro, acelerar el despliegue de las energías renovables y del hidrógeno verde

Esta nueva estrategia, en la que los socios mediterráneos ocupan un lu­gar destacado, complementa el marco político propuesto en febrero de 2021 “Asociación renovada con la vecindad del Sur – Una nueva agenda para el Me­diterráneo”, que identificaba las siguien­tes prioridades en el ámbito del clima y de la energía: (i) despliegue masivo de energías renovables y producción limpia de hidrógeno; (ii) mayor interconexión de los sistemas eléctricos; (iii) medidas de eficiencia energética, centradas en la construcción y los aparatos electrodo­mésticos; y (iv) políticas para luchar con­tra las emisiones “fugitivas” de metano procedentes de la producción, el trans­porte y el uso de combustibles fósiles.

La mayoría de estas iniciativas van acompañadas de importantes progra­mas de financiación para los socios, es­pecialmente los de la vecindad sur y este. Por ejemplo, la “Nueva Agenda para el Mediterráneo” se acompaña de un plan de inversiones, cuyo objetivo es aumen­tar el atractivo de la región para los in­versores. En este marco se financian actividades de cooperación como la ace­leración de la producción de hidrógeno verde en Marruecos y la diversificación del mix energético argelino para reducir el peso de los hidrocarburos. La iniciati­va “Global Gateway”, puesta en marcha por “Equipo Europa”, que reúne a ins­tituciones de financiación y desarrollo junto con la Comisión Europea y los Estados miembros, contempla destinar 1.080 millones de euros para el Norte de África con el fin de apoyar las energías renovables, la eficiencia energética, la transición ecológica justa y la ecologiza­ción de las cadenas de valor locales. El Mecanismo Europeo de Interconexión ayuda a financiar las interconexiones con los países vecinos, así como otros proyectos de interés común que apoyan la transición energética. En general, el 30% de la dotación de ayuda al desarro­llo de la UE (Europa Global) se destina a la lucha contra el cambio climático, en especial en el sector energético.

La integración euromediterránea como facilitadora de la descarbonización

El plan REPowerEU debería permitir a Europa salir de las crisis energéticas reforzando su seguridad energética y acelerando su progreso hacia la neutra­lidad del carbono. Para tener éxito en esta ambiciosa trayectoria se requiere un despliegue masivo de energías reno­vables. Los países de la orilla sur tienen todas las bazas necesarias para apoyar a Europa en su búsqueda de una ener­gía asequible, segura y sostenible frente a la crisis ucraniana: un vasto potencial de energía solar en gran medida aun sin explotar, la proximidad al mercado euro­peo y las condiciones demográficas, cli­máticas y geográficas necesarias para el desarrollo competitivo de este potencial.

Además, para hacer frente a una alta penetración de energías renovables intermitentes y variables, los sistemas eléctricos requieren flexibilidad, ya que la electricidad no se almacena fácil­mente y, por tanto, el sistema eléctrico debe equilibrarse en tiempo real. Según la Agencia Internacional de la Ener­gía, la flexibilidad es la capacidad de un sistema eléctrico para hacer frente de forma fiable y eficiente a la variabi­lidad e incertidumbre de la demanda y la oferta en todas las escalas temporales pertinentes, desde la estabilidad ins­tantánea del sistema eléctrico hasta la seguridad del suministro a largo plazo. La flexibilidad puede ser proporciona­da por centrales eléctricas escalables, la gestión de la demanda, el almacena­miento y la integración regional a través de interconectores. El almacenamiento aborda la dimensión temporal de la fle­xibilidad, mientras que la integración regional aborda la dimensión espacial. Un gran sistema eléctrico es más fácil de equilibrar en tiempo real si existe una alta penetración de energías renovables intermitentes, ya que el viento siempre sopla en alguna parte y el sol casi siem­pre brilla en alguna parte.

Los países de la orilla sur del Mediterráneo tienen todas las bazas necesarias para apoyar a Europa en su búsqueda de energía asequible, segura y sostenible frente a la crisis ucraniana

La integración euromediterránea de los mercados energéticos propor­cionaría la flexibilidad necesaria para intensificar el despliegue de las ener­gías renovables con el fin de acelerar la descarbonización de los países del Mediterráneo, y más allá, al tiempo que mejoraría la seguridad energética y con­tribuiría al bienestar socioeconómico de los países del Sur en particular.

El hidrógeno verde como vehículo de descarbonización e integración

La neutralidad en carbono no puede al­canzarse únicamente con las energías renovables. El uso de estas requiere una mayor penetración de la electricidad en el consumo final, ya que son pocas las instalaciones que pueden utilizar directamente las energías renovables. Sin embargo, algunos sectores son di­fíciles de electrificar, como las fábricas de cemento y algunos segmentos del sector del transporte (transporte marí­timo y aéreo, transporte de mercancías por carretera de larga distancia, etc.). El hidrógeno puede utilizarse como vector energético para descarbonizar estos sectores, lo que se denomina “electrifi­cación indirecta”. El hidrógeno “verde” puede producirse por electrólisis del agua, utilizando electricidad proceden­te de fuentes renovables, sin emisiones de carbono. Así, el hidrógeno sustituye a los combustibles fósiles en los secto­res de uso final, ya sea directamente o a través de pilas de combustible, sin emi­siones de CO2. Además, el hidrógeno es una opción de almacenamiento para aumentar la flexibilidad de los sistemas eléctricos. El excedente de energía re­novable puede utilizarse para producir hidrógeno –evitando así la interrupción del suministro–, que luego puede alma­cenarse y transportarse para así trans­formarse en electricidad donde y cuan­do se necesite.

El Plan REPowerEU considera que, de aquí a 2030, unos 27.000 millones de metros cúbicos de gas ruso importado podrían ser sustituido por hidrógeno que, en parte, se importaría (unos 10 millones de toneladas). Para garantizar estas importaciones, la Comisión Euro­pea prevé establecer acuerdos con fuen­tes fiables y competitivas, en concreto con los países de la orilla sur del Medite­rráneo que están en buena posición para suministrar a Europa a precios competi­tivos. Ya se han mantenido conversacio­nes con Marruecos y Egipto, de acuerdo con la Nueva Agenda Mediterránea y su plan de inversiones. Un Fondo Me­diterráneo del Hidrógeno podría sentar las bases de un mercado mediterráneo del hidrógeno y establecer las normas y las mejores prácticas para facilitar el comercio transmediterráneo del hidró­geno, que podría utilizar inicialmente las infraestructuras de gas existentes, que en algunos casos están infrautiliza­das. Como el Mediterráneo es la bisagra entre Europa y África, entre Oriente y Occidente, en una segunda fase esta cooperación euromediterránea podría ampliarse a África y Oriente Medio, otras regiones ricas en energías renova­bles y bien posicionadas para suminis­trar hidrógeno a Europa.

Fuente: Agencia Internacional de Energías renovables (IRENA). Gráfico: Adriana ExeniEuropaA

Retos de la cop27: reconciliación y cooperación mediterránea para frenar el calentamiento global

La COP27 de Sharm el Sheij (Egipto) que se celebrará en noviembre de 2022, se enfrenta al gran reto de conciliar los objetivos, a priori opuestos, de la segu­ridad energética y la descarbonización, manteniendo unos costes energéticos razonables y preservando el bienestar de los más vulnerables. Esta última di­mensión ocupará un lugar destacado en Sharm el Sheij, dado que la COP27 se presenta a menudo como la COP de África, el continente más pobre y don­de el acceso a la energía es más bajo. El Mediterráneo, como bisagra entre los continentes africano y europeo, desem­peña un papel clave para atraer a África a la espiral de la descarbonización que lidera Europa, el primer continente en adoptar el objetivo de la neutralidad del carbono.

La creación de un espacio euro­mediterráneo de energía verde para la descarbonización de los continentes europeo y africano, y más allá, requiere una estrecha colaboración de todos los actores, en una región más acostum­brada al conflicto que a la cooperación. Para lograr la movilización necesaria, conviene fijar objetivos realistas y una planificación integrada electricidad/gas para esta región, que está llamada a des­empeñar un papel clave en la transición energética mundial.

Sobre la base de la declaración mi­nisterial de la Unión por el Mediterrá­neo (UpM), adoptada en junio de 2021, se ha elaborado una hoja de ruta que de­bería servir para desarrollar una política energética común en el Mediterráneo. La diplomacia climática y energética de la UE desempeña un papel fundamental en este proceso y proporciona un marco para la formulación de un Pacto Verde Mediterráneo, inspirado en el Pacto Verde de la UE, ya que la UpM, y las ins­tituciones adscritas a ella, están todas fi­nanciadas por la Comisión Europea. Sin embargo, este enfoque podría calificarse de eurocéntrico, al estar impulsado por las instituciones europeas, lo que podría impedir que los Estados mediterráneos no pertenecientes a la UE lo asumieran.

A pesar de varios intentos de reac­tivar el proceso de la Unión Medite­rránea de la Energía, una organización intergubernamental para la región me­diterránea sigue estando en el aire. La cooperación regional en el Mediterrá­neo se desarrolla en el marco de la UpM, una asociación multilateral creada en París en 2008 por 43 jefes de Estado y de gobierno euromediterráneos. Sin embargo, está lejos de ser una Comuni­dad Mediterránea de la Energía; como su nombre indica, es una Unión para el Mediterráneo, no una Unión del Me­diterráneo. No obstante, se han creado instituciones que permiten la coordina­ción y la cooperación de los actores me­diterráneos del sector de la energía, en concreto la Asociación de operadores de sistemas de transmisión mediterrá­neos para la electricidad (Med-TSO) y el Foro de Reguladores del Mediterrá­neo (MEDREG), que siguen el modelo de ENTSO-E y ACER en Europa. Se han creado tres plataformas (una para el gas, otra para la electricidad y otra para las energías renovables y la eficien­cia energética) bajo el paraguas de la secretaría de la UpM, que proporcionan un foro permanente de debate sobre la política energética mediterránea y las acciones de cooperación para su puesta en marcha.

Para que pueda tener éxito, la coo­peración multilateral en la región debe ser flexible y pragmática, centrándose en un primer momento en cuestiones concretas y ampliando después su cam­po de acción (de forma parecida a la Co­munidad Europea del Carbón y del Ace­ro que dio lugar a la Unión Europea). Las energías renovables y el hidrógeno verde podrían ser la base de una Unión Mediterránea, como lo fueron el carbón y el acero en los primeros tiempos de la Comunidad Europea./

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