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Co-edition with Estudios de Política Exterior

Estrategia de Estados Unidos ante el Estado Islámico
“Vamos a presenciar una mayor implicación americana en las tierras movedizas de Irak y Siria. No me sorprendería que en un año acabara enviando unidades de operaciones especiales.”
ENTREVISTA con Fawaz Gerges por Jordi Bertran
Las bombas no acabarán con el Estado Islámico (EI) en el Levante. Hace falta mucho más, incluso más que formar y armar a opositores sobre el terreno. Así lo cree Fawaz A. Gerges, profesor de Relaciones Internacionales en la London School of Economics and Political Science, quien defiende una aproximación política complementaria a la acción armada para poder extirpar la implantación que el Estado Islámico ha conseguido entre comunidades suníes que se sienten marginadas. Tras la primera semana de bombardeos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos sobre posiciones del EI en Siria, Gerges no descarta que EE UU envíe soldados de operaciones especiales en un año y que su implicación en la región vaya ampliándose.
AFKAR/IDEAS: ¿Qué posibilidades de éxito ve en la estrategia norteamericana en Irak y Siria para contrarrestar la amenaza que supone el Estado Islámico?
FAWAZ GERGES: Las perspectivas de éxito son muy pequeñas. Quizá la campaña consiga debilitar al EI pero no podrá sacarle de algunos de sus principales feudos, en ciudades y pueblos como Mosul, Faluya, Tigrit… Si el EI ha crecido no es solamente por el número de sus efectivos sino porque se ha mezclado con comunidades suníes locales en Irak y Siria, donde se erige como su defensor ante los gobiernos sectarios de ambos países. Ha sido capaz de establecer una base social que le ha permitido expandirse. Ni una campaña militar incluso más grande sería capaz de derrotarle. La estrategia americana está concebida de arriba hacia abajo para degradar y debilitar al EI pero debería incluir también una aproximación complementaria más efectiva (de abajo hacia arriba) para arrancarle de las comunidades locales. Sería necesario trabajar con estas comunidades para convencerlas en Irak y Siria de que el EI no es su aliado, ni su defensor ni su punta de lanza para luchar contra los regímenes locales. Lógicamente esto es más fácil de decir que de hacer, ya que requiere mucho trabajo y mucha inversión ideológica y material para empezar a reducir la tensión sectaria que hace mella en la región.
A/I: Estados Unidos busca el apoyo del gobierno iraquí y la oposición siria.
F.G.: Los americanos son conscientes de que los ataques aéreos no van a acabar con el EI. Por eso complementan la intervención armada con la alianza con el gobierno iraquí y con los rebeldes moderados en Siria. Pero el nuevo gobierno en Bagdad no es suficientemente fuerte, ni tiene suficiente legitimidad ante las comunidades suníes. Y por esa razón, dos o tres meses después de la toma de Mosul por el EI, el gobierno iraquí no consigue avances sobre el terreno ni atraerse a las comunidades suníes. En Siria, la estrategia americana es a largo plazo y está anclada en inciertas y arriesgadas premisas. La principal es la certeza de dotar de nuevo de fortaleza a la oposición moderada. Pero eso no ocurrirá antes de dos o tres años. Sin embargo, no cabe duda que ni Siria ni Oriente Medio entraban en los planes del presidente Obama, que había fijado la región de Asia-Pacífico como su principal prioridad en política exterior. Pero los hechos, y la lógica propia de una región que continúa sorprendiendo a los líderes occidentales, ha obligado a Obama a cambiar de parecer. No solamente eso, sino que EE UU se enfrenta de nuevo a una intervención a largo plazo. No me sorprendería que América se viera inmiscuida más profundamente en el terreno y que en un año acabara enviando unidades de operaciones especiales. Aunque hasta ahora Obama haya dicho que no tiene intención de hacerlo, el general jefe del Estado mayor norteamericano, Mark Dempsey, ya se ha referido a ello. Además en dos años y con un nuevo presidente, vamos a presenciar una mayor implicación americana en las tierras movedizas de Irak y Siria.
A/I: Con la oposición rebelde moderada bajo mínimos, ¿sale reforzado Bashar al Assad de los bombardeos sobre el Estado Islámico en Siria?
Estamos ante una nueva guerra fría que ha permitido prosperar a grupos terroristas y sectarios
F.G.: Los americanos son conscientes de las contradicciones de su estrategia en Siria y de la posibilidad que Al Assad salga beneficiado a corto plazo. Pero en mi opinión, Al Assad debería estar preocupado. Si bien ahora esta coalición internacional ataca a sus enemigos, puede resultar que acabe dirigiendo sus armas hacia Damasco. Por otra parte, los ataques aéreos se están dando en regiones lejanas (como Raqqa) a las que no tiene acceso el régimen de Damasco. Además, los americanos están formando a unidades de entre 3.000 y 5.000 soldados del Ejército Libre de Siria al año lo que muestra claramente su intención de que sean estos los que suplan el vacío que pueda dejar el EI.
A/I: ¿Cómo puede reducirse la tensión sectaria entre suníes y chiíes en la región?
F.G.: Debe quedar claro que estamos ante una nueva guerra fría, ante una falla, que ha permitido prosperar a grupos terroristas y sectarios. En esta nueva guerra fría, entre suníes bajo el influjo de Arabia Saudí y chiíes bajo el de Irán, se han inflamado las tensiones sectarias, lo que ha procurado el nacimiento y el fortalecimiento de grupos surgidos a la sombra de Al Qaeda. El EI es un ejército sectario y genocida que odia a los chiíes y desea eliminarlos y esa es su prioridad. En contraste con Al Qaeda, su enemigo principal es el cercano, no Occidente. Creo, sin embargo, que las dos potencias regionales, Irán y Arabia Saudí, reconocen ahora el peligro; sus ministros de Exteriores admitían tras su encuentro en Nueva York a finales de septiembre que el levantamiento y los avances del EI amenazan la seguridad regional y la de su propia seguridad nacional y prometieron trabajar juntos para reducir los campos minados de tensión de la región. De nuevo, es más fácil decirlo que hacerlo. Quizá puedan hacerlo en Irak, pero compiten directamente en Siria, Líbano o Yemen. Hace falta mucha negociación política para terminar esta guerra por intermediarios en Siria, que es el principal foco de tensiones sectarias.
A/I: El Estado Islámico ha amenazado con atentar contra ciudadanos e intereses de los países de la coalición liderada por EE UU. ¿Qué alcance pueden tener estas represalias?
F.G.: En contraste con Al Qaeda, el principal objetivo del EI eran los gobernantes locales, los chiíes y las minorías. Ahora que EE UU y sus aliados occidentales han puesto al EI en su punto de mira, tenemos un escenario de guerra total. Dicho esto, temo que el EI ejecute a todos los cautivos occidentales, que son sus activos más valiosos. Además, no me sorprendería que a partir de ahora el EI atacara la parte más vulnerable de los intereses occidentales en la región, como por ejemplo, las misiones diplomáticas en Yemen, Líbano, Jordania, etc. Y si bien no tienen la capacidad de preparar atentados espectaculares como los que vimos en Londres, Madrid y Nueva York, eso no significa que los gobiernos deban relajarse, especialmente cuando hay entre 2.500 y 3.000 hombres que se han unido a las filas del EI desde países occidentales.