¿Es el turismo una oportunidad para la igualdad?

El turismo se concibe como una actividad capaz de reducir la pobreza mediante la creación de puestos de trabajo y de favorecer la igualdad de género.

Carmen Expósito

El turismo tiene efectos ambivalentes sobre las sociedades y la población local: como elemento de desarrollo y de redistribución, pero también como elemento perturbador de las relaciones sociales. En el primer caso puede contribuir a la igualdad de género. El gobierno marroquí ha situado la actividad turística en el centro de la estrategia de desarrollo económico del país. Diferentes programas, “Visión 2010” y “Visión 2020”, han impulsado la creación de infraestructuras y servicios con el objetivo de favorecer la llegada de extranjeros, convertir al turismo en generador de remesas y lograr que en un futuro Marruecos se convierta en “la clave del turismo cultural en el Mediterráneo”, y se sitúe entre los 20 primeros destinos turísticos mundiales. Según datos de la Organización Mundial del Turismo, Marruecos fue en 2012 el país más visitado no solo del sur del Mediterráneo sino del continente africano.

El impacto del turismo, por un lado, y el desarrollo de la industria turística, por otro, suponen cambios demográficos, económicos, sociales, laborales, culturales y en las ciudades contribuyen a configurar un nuevo tejido urbano. Como motor de desarrollo se concibe, asimismo, como una actividad capaz de reducir la pobreza mediante la creación de puestos de trabajo y de favorecer la igualdad de género. Para los responsables de la política turística marroquí, una de las principales necesidades es disponer de recursos humanos suficientes para responder cuantitativa y cualitativamente a las demandas del sector. Para superar lo que se concibe como un obstáculo para el progreso del turismo, entre otras medidas, se han diseñado itinerarios profesionales específicos que aseguren un capital humano y de calidad.

Al mismo tiempo se estimula el mercado de trabajo, se favorece el empleo y se promueve el principio de desarrollo sostenible. Parece evidente que las mujeres, en tanto que importante fuerza de trabajo y la mitad del capital humano del país, se van a ver beneficiadas con mayores oportunidades formativas, profesionales y personales.

Las cuestiones de género en la agenda política marroquí

Para poder valorar la influencia del turismo sobre las mujeres desde una perspectiva de desarrollo es necesario remitirse a su situación en la sociedad y a la evolución de las políticas de género. La cuestión femenina se ha situado en los últimos años en sujeto de debate en la sociedad marroquí. A pesar de los avances constatables, sobre todo en el ámbito jurídico, existen desigualdades de género a nivel económico y social, más evidentes en las clases más desfavorecidas y especialmente entre el medio rural y urbano. La tasa de analfabetismo, aunque se ha reducido en las últimas décadas, es todavía alta, en torno al 15%, entre las mujeres mayores de 15 años y significativamente superior a la de los hombres. Si bien se observa una progresiva incorporación de las mujeres al mundo laboral, su participación adolece de deficiencias remarcables.

En la actualidad están presentes en todos los sectores de la economía y han mejorado su posición en espacios de responsabilidad y toma de decisión. No obstante, son la agricultura, el artesanado, el trabajo doméstico y la industria como asalariadas, las principales actividades en las que están representadas. Un porcentaje importante se sitúa en actividades concentradas en ámbitos profesionales de ayuda familiar, mientras que su presencia como emprendedoras es débil. Las mujeres, además, son mucho más vulnerables a la precariedad laboral, el paro y la pobreza. Su papel en el ámbito familiar no se ha desvinculado del principio de complementariedad, aunque la reforma del Código de Familia marroquí, la Mudawana, en 2004, reconocía por primera vez el principio de igualdad entre los cónyuges. En la agenda política del gobierno, la promoción de la igualdad de género se ha convertido en un tema relevante. Han conducido a ello varios factores:

– El activismo de las asociaciones de mujeres desde hace ya varios años. El movimiento asociativo femenino ha abanderado las reivindicaciones de género ante la opinión pública, las instituciones y el gobierno. Diferentes campañas han contribuido al cambio de las normas jurídicas y políticas para el reconocimiento pleno de la ciudadanía y para situar la igualdad como principio legal.

– El marco internacional y europeo. La revisión de la Constitución marroquí en 1996 reafirmó su vinculación a la Declaración Universal de los Derechos Humanos asumiendo los compromisos internacionales en la materia. Concretamente en relación con los derechos de las mujeres, Marruecos participó en las conferencias internacionales de México, Copenhague, Nairobi y Beijing. En 1993 ratificó, aunque con reservas, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, CEDAW. En 2005, con la Declaración de Barcelona los participantes del Partenariado euromediterráneo decidieron incluir la igualdad entre mujeres y hombres entre sus objetivos en sintonía con las prioridades de la Unión Europea. Se establecieron como finalidad afrontar la violencia de género, promocionar la igualdad entre mujeres y hombres y los derechos de las mujeres, favorecer el acceso de las mujeres al trabajo y a los derechos laborales y promover políticas adaptadas a las necesidades familiares. Para los países mediterráneos, la dimensión de género se integraba en nuevos dominios como el marco de la cooperación al desarrollo con el fin de reducir la pobreza y dimensionar el papel de las mujeres pobres del medio rural.

En este proceso hay que añadir la definición, en 2000, de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU a alcanzar en 2015. El tercer objetivo es promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, que Marruecos incorpora a través del Alto Comisionado para la Planificación Económica, creado en 2003. El gobierno marroquí ha hecho oficialmente efectivos sus compromisos, con la ayuda de partidas económicas importantes desde la UE y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, en el ámbito de la igualdad de género mediante la creación de programas y la implementación de medidas específicas. Desde el Plan de Acción Nacional para la Integración de las Mujeres al Desarrollo (PANIFD) creado en 1998, se han sucedido, paralelamente a los importantes cambios legislativos, actuaciones para promocionar a la mujer marroquí.

En 2003 se elaboró la Estrategia Nacional de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres y en 2008 el rey Mohamed VI retiró sus reservas sobre la CEDAW, y marcó como prioridad en sus políticas relativas a las mujeres la aplicación de la estrategia nacional para la igualdad de género. La elaboración e implementación de estrategias para la promoción de la condición femenina, el fortalecimiento de su estatuto jurídico y su plena participación en el desarrollo son algunos de los objetivos formales del Ministerio de Solidaridad, Mujer, Familia y Desarrollo Social, actualmente en manos de Bassima Hakkaoui, la única mujer ministra del gobierno de Abdelilá Benkiran. En 2012 le dedicó el 12,32% del presupuesto del ministerio.

La actividad turística desde la perspectiva de las mujeres

Marrakech simboliza por excelencia el turismo en Marruecos. Objetivo prioritario del gobierno a través del programa “Visión 2010”, el año pasado la ciudad fue elegida “Mejor destino africano 2012” en la 19 convocatoria de los World Travel Awards, premios que reconocen a nivel mundial la excelencia en todos los sectores relacionados con la industria turística. La marca “Marrakech” es un eje mediático en la promoción del turismo al exterior. La transformación de la ciudad como consecuencia del desarrollo turístico ha influido en las dinámicas sociales de las mujeres, generando movilidad y exigiendo presencia activa en el espacio público. Están presentes en todos los sectores relacionados con el turismo: son responsables de los riads, recepcionistas, cocineras, limpiadoras, masajistas, guías turísticas, vendedoras de artesanía, están al frente de las diferentes cooperativas y exponen sus artículos al turista, por poner solo los ejemplos más visibles.

Los perfiles y las condiciones laborales de las mujeres son diversos y dan lugar a multiplicidad de situaciones. Mediante la investigación, se ha podido acceder a tres ámbitos vinculados al turismo donde ellas participan: los riads-casa de huéspedes, las cooperativas y las actividades por cuenta propia relacionadas con la realización de talleres o guías turísticas. La conversión de los riads en alojamientos para el turista ha transformado la Medina de Marrakech. De centro histórico habitado tradicionalmente por las clases populares, y desvalorizado durante el colonialismo, ha pasado a ser centro de interés patrimonial y cultural, originando desplazamientos de la población local y nuevos usos sociales del medio urbano. La proliferación de riads ha sido rápida. Se calcula que hay cerca de 700 y se pueden localizar hasta 10 en un perímetro de 300 metros. La mayoría de sus propietarios son extranjeros que dirigen y supervisan su funcionamiento desde sus lugares de origen. Con frecuencia son las mujeres las encargadas de su mantenimiento y gestión.

Las cooperativas de mujeres constituidas para la producción de productos derivados de la agricultura y la artesanía es otra de las actividades económicas que han experimentado un notable crecimiento en Marruecos. Más frecuentes en el medio rural, han sido potenciadas, algunas dentro de programas de cooperación, por el gobierno marroquí dentro de la estrategia para hacer frente a la pobreza de las mujeres y promover la igualdad de género en los sectores más vulnerables. Muchas de ellas están constituidas por viudas o divorciadas con cargas familiares. Se encargan de la elaboración artesanal de los diferentes productos, son responsables de la organización del trabajo y de la venta, que está dirigida fundamentalmente a los turistas; pero también se benefician de cursos de alfabetización, de salud sexual y reproductiva y otros tipos de formación relacionados con las actividades de la cooperativa que pueden ayudar a mejorar su calidad de vida.

Otra serie de actividades relacionadas con el turismo han propiciado que algunas mujeres puedan crear su propio empleo. Se trata de actividades complementarias, como talleres de gastronomía o artesanía, enfocadas a un tipo de turista que busca experiencias alternativas, solidarias y prefiere conocer el país desde la proximidad y el contacto con la cultura local. Son mujeres emprendedoras que han accedido a niveles más altos de formación y tienen experiencia en la actividad turística. Sus empresas son pequeños negocios que no necesitan infraestructuras, ni fuertes inversiones de capital. Ofrecen sus servicios a las agencias, como algunas guías turísticas que trabajan en calidad de freelance, o bien directamente a través de internet.

¿Genera el turismo oportunidades para las mujeres?

El impulso del Estado a las políticas de género, en los últimos años, ha hecho visible, mediante multitud de estudios e informes, la desigualdad que afecta a las mujeres y ha ayudado a sensibilizar a la sociedad. Los compromisos internacionales han obligado a dirigir recursos destinados a mejorar su acceso al mercado de trabajo e incrementar sus niveles educativos, pero no ha afectado por igual al conjunto de mujeres. En la práctica, las políticas efectivas para promover la igualdad son limitadas y las mujeres se siguen enfrentando a serias dificultades en el ejercicio de su vida cotidiana. El hecho de que la única mujer ministra, cuando la reforma de la Constitución en 2011 preconizaba la paridad en la función pública, lo sea, además, de un ministerio dedicado a cuestiones sociales, se considera por las feministas marroquíes, no solo un paso atrás en el camino hacia la igualdad, sino un motivo de doble discriminación.

En el entorno del turismo sería necesario conocer en profundidad cuáles son las condiciones laborales de las mujeres: nivel de ingresos, cobertura social, ambiente físico y social de los entornos de trabajo, niveles profesionales y cómo influyen las normas sociales y los prejuicios. Los datos muestran que las mujeres están empleadas, en general, en oficios poco remunerados y de baja cualificación o bien trabajan en el sector informal. El analfabetismo y las responsabilidades familiares en una sociedad donde los roles de género son objeto de controversia y unos servicios públicos solo accesibles a los grupos sociales más favorecidos, frenan las oportunidades y limitan las posibilidades de desarrollo de las mujeres. Sin embargo, se debe reconocer que la industria turística promueve su participación en actividades laborales diversas y al mismo tiempo facilita los contactos, amplía conocimientos e introduce nuevos valores.

Disponer de recursos económicos comporta beneficios personales y familiares y mayores niveles de autonomía y reconocimiento. En el sector de las cooperativas, los ingresos obtenidos por mujeres sujetas a la dependencia masculina, aunque no aseguren la independencia material, hacen posible su contribución a los gastos familiares. Dentro de su comunidad las sitúa en un estatus social diferente desde el cual es posible cuestionar las relaciones entre géneros. Internet, por otro lado, multiplica el acceso de las mujeres a la información y las conecta gratuitamente a otros espacios de interés, ampliando su campo de actuación más allá de lo esencialmente relacionado con el trabajo. Las mujeres están cambiando los patrones de comportamiento en la sociedad marroquí.

Se retrasa la edad del matrimonio, hay más mujeres universitarias que hombres y el porcentaje de unidades familiares a su cargo, en torno al 20%, es significativo. En Marrakech sorprende su dinamismo y su percepción sobre sus realidades y su futuro. Todas las mujeres entrevistadas reconocieron el valor del turismo como generador de puestos de trabajo y el escaso apoyo que reciben del gobierno las que participan en la actividad turística. Las políticas, a pesar de las orientaciones de los gobiernos, tendrán que ir más allá de la declaración de intenciones si se quiere apostar por el desarrollo de la sociedad.