El sector textil al sur del Mediterráneo a la deriva

Según el Banco Mundial China controlará dentro de cinco años el 50% del mercado mundial textil, lo que supondrá la pérdida de 30 millones de empleos.

Carla Fibla, corresponsal de La Vanguardia y la Cadena Ser en el Magreb

Mientras unos se lamentan cabizbajos otros se arremangan la camisa y buscan soluciones. No hay un enfoque general que marque la reacción de los países del Magreb ante la entrada en vigor del Acuerdo Multifibras (AMF) el 1 de enero de 2005. Medio año después, las cifras no engañan y los peores pronósticos empiezan a cumplirse. Durante los últimos meses las miradas de economías como la tunecina o la marroquí, cuya dependencia del sector textil es importante, se concentraban en China e India. Dos países que poseen materia prima y cuyos costes de producción son muy bajos.

En los últimos 20 años, China ha triplicado sus exportaciones al mercado europeo. Entró en la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001, seis años después de que la institución acordase que en un periodo de 10 años se levantarían las cuotas de restricción de exportación entre los miembros para potenciar el desarrollo de países del Tercer Mundo con escasos recursos. Según el Banco Mundial dentro de un lustro, China controlará el 50% del comercio mundial textil, lo que, como apuntan diversos estudios, hará que se pierdan 30 millones de empleos en el sector. Por el momento, los últimos datos apuntan a que China ya ocupa el 18% del textil en Europa y el 32% en Estados Unidos.

Con el mismo interés que se planteó y acordó la liberalización del mercado textil y la confección, al anular las cuotas para beneficiar a países en vías de desarrollo, se está comprobando cómo en países del norte de África el efecto es el contrario. En Marruecos, Argelia y, sobre todo, Túnez, el sector textil y confección es uno de los pilares del que depende un porcentaje elevado de la población activa. La guerra común de países del Magreb, Europa y EE UU contra el “efecto chino” hace que gobiernos y expertos del sector se planteen medidas que lo modernicen, sin dejar de estar tentados de acudir a la OMC para aplicar medidas de salvaguardia –algo que según el reglamento de la organización es ilegal–, que limite el crecimiento anual de las exportaciones del textil chino en un 7,6%.

El gobierno chino, consciente de la desconfianza y el rechazo político que está cultivando su política económica de expansión, ha visitado durante los primeros meses de este año Túnez y Marruecos, además de Bruselas. Consolidar los intercambios comerciales y reducir el déficit de la balanza de pagos de China con los tres principales países del Magreb, fue el principal objetivo de este acercamiento con el que también se tanteó una futura colaboración gracias a los acuerdos firmados, o ya en vigor, de los países magrebíes con EE UU y terceros países.

La actitud magrebí ante el sorprendente desarrollo chino, donde se trabaja las 24 horas del día a un precio tres veces inferior al marroquí, es similar a la europea o americana. Unirse para combatir la competencia china es lo que ha llevado a economistas de ambos lados del estrecho de Gibraltar a plantear un espacio paneuromediterráneo y a confiar en que al mismo tiempo que se acelera la modernización del sector, y se mejora la productividad, hay que evolucionar desde la “subcontratación” hacia la “co-contratación”.

El marco de trabajo se abre, y a pesar de los diferentes niveles del sector en el Magreb en comparación con Europa, es posible crear una situación en la que a la vez que se salva la empresa desarrollada, evoluciona la magrebí. Según el trabajo que durante los últimos 10 años haya realizado cada empresa, cada empresario se enfrenta con una actitud muy diferente a la actual crisis. El pesimismo se desató en el norte de África a finales de 2004, y ha aumentado con las primeras cifras que confirman el potencial chino. En la actualidad, tras los lamentos por no haberse renovado a tiempo, Marruecos, Túnez y Argelia, buscan el apoyo de sus gobiernos, mientras se reorganizan para aguantar los cinco años en los que el sector se habrá adaptado al cambio.

Marruecos en estado de alerta

Rabat digiere las “promesas” de los responsables del gobierno chino, que se desplazaron a Marruecos a mediados de mayo, mientras intenta combatir el dumping, la subfacturación y las prácticas ilegales que denuncian los patronos del sector. En 2004, el intercambio comercial con China aumentó un 35% (en total 105 millones de dólares). Se ha pasado de un déficit de la balanza comercial de Marruecos de 738 millones de dirhams en 1990 a 6.700 millones de dirhams en 2004. Más de 200.000 personas trabajan en el sector textil y confección en Marruecos, con una cifra anual de 3,150 millones de euros.

El textil representa el 55% de las exportaciones del país magrebí y el 37% de las exportaciones industriales. En una encuesta hecha pública a principios de junio por el Alto Comisionado de Planificación, y cuestionada por el primer ministro, Driss Yettu, 95.000 personas han perdido su trabajo en el sector. Sobre una muestra de 45.000 casas, el Alto Comisionado de Planificación, explica que se ha tenido en cuenta a los sectores formal e informal, en el que están empleados el 20% de los trabajadores marroquíes del textil. La previsión de crecimiento que también apunta la institución gubernamental será a finales de 2005 del 2,6% (en lugar del 3% anunciado por el gobierno).

En una reciente entrevista, Salah Eddine Mezuar, ministro de Industria y Comercio, reconoció que el sector podría perder en los próximos cinco años el 30% de sus empleados, y que sus exportaciones podrían reducirse hasta un 20%. Anunció una “nueva estrategia”, centrada en la “modernización acelerada, mejora de la productividad, evolución hacia la co-contratación y al producto acabado”, un plan que ocho años después del desmantelamiento del sector podría crear entre 70.000 y 100.000 nuevos puestos de trabajo. En cambio esta reacción llega muy tarde para los empresarios y expertos del sector.

En un editorial de 12 de mayo, la periodista Nadia Salah, directora de L´Economiste se preguntaba “¿Para qué sirve un gobierno?” Tras sentenciar que Marruecos pasa por “un momento muy complicado, quizás el más difícil que ha conocido el país desde hace una década, da la impresión de que el gobierno ha abandonado el timón del barco”. El pesimismo marroquí se consolidó a finales de mayo con los resultados del Informe McKinsey, un gabinete de consejeros estratégicos consultado por el régimen marroquí, que concluyó con una idea clara: “El textil está muerto, viva el turismo”.

La hoja de ruta que Marruecos debería aplicar en un plazo de tres meses, exige una reestructuración de los sectores así como una estricta negociación del contrato social en el que se replanteen los costes del trabajo. En el primer trimestre de 2005 las exportaciones del textil marroquí han bajado un 30% y las importaciones europeas provenientes de Asia han crecido un 33%. China ha comenzado una negociación con Marruecos –cuya principal exportación al país asiático se centra en pescado, sardinas, harina de pescado, abono (44%), desperdicios y restos de cuero (19%)– para que sea su socio y le ayude como plataforma de exportación.

Los acuerdos firmados por el país magrebí, que deberían entrar en vigor a lo largo de este año, interesan a China. Sobre todo el Acuerdo de Librecambio con EE UU (ALE) en el que no existirán restricciones hacia Marruecos para que, entre otros sectores, exporte productos textiles a la primera potencia del mundo. Las amenazas del gobierno de EE UU, que sólo en marzo de 2005 ya había perdido 14.000 empleos, hacia China se centran en el déficit comercial registrado en 2004, que alcanzó 162.000 millones de dólares. De hecho, EE UU ha coaccionado a Pekín asegurando que denunciará su sorprendente expansión en el mercado, y pedirá que se incluya a China en “una lista negra de piratería”.

China está dispuesta a importar de Marruecos hasta 800.000 toneladas de fosfatos y abono desde hoy hasta 2007, si se cierra un compromiso que asocie a ambos países. Además, Rabat espera la aplicación de otro acuerdo de librecambio con Turquía (que depende de la adopción del cuarto protocolo de la Unión Europea, UE) y del Acuerdo de Agadir, firmado por Jordania, Túnez, Egipto y Marruecos. El cierre de empresas y las negativas perspectivas a corto y medio plazo han hecho que muchos empresarios apostasen por los “técnicos polivalentes”, mientras reducían sus plantillas. Las mujeres (según el Alto Comisionado de Planificación, un 30% ha perdido su empleo) aseguran que ya no les importa el salario o sus condiciones laborales, sino el hecho de conservar su empleo.

En dos reuniones con el sector, una a mediados de enero y otra a finales de abril, Yettu examinó un Plan de relanzamiento que aún no se ha aplicado. Los aspectos en los que se pretende actuar son el coste del transporte (el remolque de 92 metros cúbicos, y 16 metros de largo, cuesta 6.500 euros un trayecto de ida y vuelta, frente a los 5.600 euros de Túnez), cargas sociales (revisión del salario mínimo establecido en 164,09 euros), coste de la energía (0,092 dólares el kilovatio, frente a 0,047 en Túnez). Además la cotización a la Seguridad Social es alta y la fiscalidad alcanza los 42,65 euros, frente a los 34,11 de Túnez, o 18,8 en Egipto.

Desde la Asociación Marroquí de la Industria del Textil y el Confección (AMITH) se apuesta por la utilización de fondos de reestructuración financiera para financiar el endeudamiento de la empresa y que se aumenten los fondos de promoción (que en la actualidad apenas alcanzan los 10 millones de dirhams). Potenciar el “producto acabado”, la creatividad y el aprendizaje de la última tecnología, es lo que permitirá a los marroquíes ver luz al final del túnel. El problema es que para llevar a cabo estas profundas reformas el país necesita ayuda externa y un mayor grado de confianza.

Túnez se aprieta el cinturón

El sector representa el 50% de las exportaciones del país (3.000 millones de euros al año). Hay 250.000 personas trabajando en 2.000 empresas. Túnez, que ha liderado una defensa férrea del espacio que ocupa en el mercado los productores de MEDA (Marruecos, Túnez, Egipto) frente a la UE, ha apoyado a sus empresas del sector a través de los Fondos de Desarrollo de la Competitividad, instando a que, como en el caso de Marruecos, se pase de la subcontratación a la coproducción para seguir siendo competitivos.

Con subvenciones financieras reembolsables o participación de capital en empresas concernientes, desde el Ministerio de Comercio se instó a “concentrar los esfuerzos en la calidad y mejorar los precios para preservar la posición del producto tunecino en el mercado nacional”. Tercer país que firmó un acuerdo de Asociación y Librecambio con la UE (en 1995) del Mediterráneo, ha liderado el planteamiento de que las empresas del Norte abran filiales en el Sur para que hacerlo más competitivo. “Pedimos a nuestros amigos europeos que reaccionen para una mayor integración industrial entre ambas costas del Mediterráneo”, declaró recientemente Afif Chelbi, ministro de Industria tunecino. El gobierno ha expresado con claridad que la solución no es la recuperación de las cuotas sino “medidas de apoyo logístico y técnico” para rehacer el tejido industrial en la zona mediterránea.

Desde una postura mucho menos victimista que la marroquí, los empresarios tunecinos del sector están convencidos de que la solución pasa más que por un incremento de las ayudas económicas, por la “asistencia de expertos europeos” que aprovechen las capacidades de la industria en el Magreb. “Tenemos que alcanzar una división internacional del trabajo que permita a China seguir desarrollándose a la vez que lo hacen nuestras economías del Sur”, declaró en Bruselas, Chelbi, en una apuesta clara por la “fabricación de productos de alta gama”.

Para proteger el textil, pilar de la economía tunecina, el gobierno solicitó a principios de año a la OMC que se estabilizaran los precios de estos productos frente al flujo de mercancía de procedencia asiática. La propuesta fue secundada por Marruecos, México, Turquía y Colombia. El sector genera más de la mitad del valor añadido de la industria manufacturera y de los ingresos de exportaciones industriales, lo que ha provocado que no sólo las autoridades, sino que profesionales y federaciones tomen conciencia desde hace años de la situación a la que hoy se enfrentan. Redinamizar el sector y reforzarlo para que no pierda capacidades competitivas es el objetivo que se han marcado muchas empresas que están pasando por una reforma para afrontar la crisis anunciada.

Argelia, ¿para qué aguantar?

La angustia que vive el sector en Túnez y Marruecos, donde el textil es la primera fuente de empleo (sobre todo por el enorme sector informal que incluye talleres clandestinos), no es comparable a la desestabilización con la que se enfrentan los empresarios del gremio en Argelia. La falta de estabilidad política y la tradición mucho más mermada del sector textil y confección en Argelia se puede observar incluso en el escaso interés en la escena internacional por defender un sector, que sus vecinos magrebíes consideran podría desaparecer.

En enero de este año, como en el resto del Magreb, comenzaron los análisis negativos y desmoralizadores. En el caso argelino el desfase tecnológico a causa de la reciente guerra civil, y el fuerte potencial de materias primas energéticas, han aislado a un sector que, en apenas medio año, ha entrado en una crisis severa. Según datos oficiales, más de 100 empresas están en una situación difícil, porque no sólo no se ha invertido en potenciar la formación de dirigentes y en modernizar las herramientas de trabajo para lograr una mayor producción y ser más competitivos, sino que se ha optado por la “privatización” y la “asociación” como única alternativa a la desaparición del sector.

Durante los últimos 40 años, la canalización de importaciones del textil en los países industrializados a través de cuotas, hizo que en países como Argelia, se adormilara el sector y adoptara una postura conformista que este año está confirmándose. En la reestructuración económica y social de Argelia, el sector textil no es una prioridad. Apenas se han planteado las exigencias de los empresarios que sufren la crisis actual, ni existe una implicación activa del gobierno de Abdelaziz Buteflika para que, aliándose con sus vecinos magrebíes o con Europa, se alcance una salida satisfactoria.

Comparaciones con sentido

Los países del Magreb son caros. En apenas unos años se ha pasado del boom de la deslocalización de las grandes firmas del textil europeas al cercano (geográficamente) Magreb, a trasladar los encargos a la lejana Asia, desde donde, a pesar de la distancia, son capaces de hacer el producto más rápido y barato. El elevado coste de la energía (en Marruecos es dos veces más cara que en Túnez o Egipto, y 10 veces que en Turquía), la tediosa fiscalidad y la posible negociación de un nuevo pacto social, hacen que China aparezca mucho más competitiva que el Magreb.

El salario mínimo establecido en Marruecos asciende a 164,09 euros, en Túnez a 129,95, mientras que en Rumania es de 78,64 y en Egipto no supera los 47. La industria textil china, con una mentalidad de trabajo y una capacidad de sacrificio mayor que la europea y la magrebí, ha copado la producción de jerséis, pantalones y ropa interior. En el proceso de reconversión del sector que la incursión libre en el mercado del producto chino ha obligado a acelerar, se contempla como una de las pocas ventajas que el Magreb mantiene los plazos de entrega.

Mientras las economías magrebíes potencian otros productos como el calzado, o se abren a industrias como la del juguete y el mueble, según analistas españoles en Rabat, se debe mejorar tecnológicamente la entrega de la mercancía, con una colaboración centrada en esa situación geográfica de fronteras comunes. Además, los análisis pesimistas aseguran desde las capitales magrebíes que el mayor esfuerzo debe centrarse en la “inversión permanente”.

Según un informe de la Oficina Comercial española en Marruecos, “el 25% de las realizaciones del sector son los resultados de empresas con capital o participación extranjera y el volumen de las inversiones extranjeras se ha multiplicado por cinco a lo largo de los últimos 10 años”. Ese interés debe concentrarse en la inversión de la pequeña y mediana empresa europea en el Magreb, que aprovecha la proximidad geográfica y cultural de los mercados europeos, mano de obra competitiva y cualificada y procedimientos aduaneros renovados.

Magreb y Europa, el mismo peligro

En Europa, más de 2,5 millones de personas trabajan en 17.000 empresas del sector textil. El 95% es pequeña y mediana empresa que acumula un volumen de negocios de 214.000 millones de euros. Europa se ha convertido en el segundo gran exportador de textil y confección tras la desorbitada irrupción de China en el sector. De hecho, Europa tiene los derechos aduaneros más bajos del mundo (7,5%) y aboga por un mercado “equilibrado, sano y leal”.

Con este planteamiento, a finales de abril, Peter Mandelson, comisario responsable de Comercio de la UE, propuso investigar la evolución de nueve categorías de productos textiles incluidas en Euratex (Federación europea de productores del textil) tras la entrada en vigor del Acuerdo Multifibras. La reacción del gobierno chino fue tajante. No permitiría que se limitasen sus exportaciones ni aceptaría medidas “ilegales” de salvaguardia no contempladas en el reglamento de la OMC. Europa, que pasó del 49,8% (en 1980) de las exportaciones mundiales al 34,2% (en 2002), mientras China triplicaba su potencial (del 4,6% al 13,5%), es consciente de que en 2010, el país asiático cubrirá entre el 40% y 50% de las importaciones de ropa a la UE. De hecho, en los últimos tres años, China ha aumentado un 70% sus exportaciones y ha reducido un 50% sus precios.

La reforma general del sector, forzada y acelerada por China, Europa (en especial España, porque Francia y Alemania no quieren interferir en el crecimiento de China al considerarlo un país en vías de desarrollo) debe centrarse en la integración progresiva del sector en un espacio común que una ambos lados del Estrecho. “Debemos apoyar la asociación, a través de filiales, redes o mecanismos como la estrategia de consumo, la investigación, formación, producción y servicios”, explicó un diplomático europeo en un reciente foro de inversión celebrado en Tánger.

Por el momento, el textil, como ocurre con muchos otros sectores, se incluirá en el sistema paneuromediterráneo (que se pretende entre en vigor a finales de este año) para que se comparta materia prima, y la producción se mezcle entre los países del Mediterráneo que lo suscriban permitiendo protegerse de la cada vez más feroz competencia china. Para que este espacio común sea efectivo, desde países como Francia se aboga por la innovación, los incentivos fiscales y la lucha contra la falsificación o la imitación fraudulenta que en el sector textil han encontrado un amplio mercado de consumo, sobre todo en los países en vías de desarrollo, como los del Magreb, en los que el nivel adquisitivo es bajo.