El Plan Solar Mediterráneo y España

El Plan Solar Mediterráneo pretende instalar 20 GW de nueva capacidad de generación renovable en la ribera sur del Mediterráneo para 2020.

José María Marín Quemada, Gonzalo Escribano

El Plan Solar Mediterráneo (PSM) pretende desplegar 20 GW de capacidad instalada en energías renovables en la ribera sur del Mediterráneo para 2020, y su integración en el sistema energético europeo. Se trata del proyecto que más expectativas ha levantado entre los incluidos en la Unión por el Mediterráneo (UpM) y permitiría facilitar la consecución de los objetivos de la Unión Europea (UE) en materia de renovables, promover el desarrollo de los vecinos mediterráneos de la UE y profundizar en la integración euromediterránea extendiéndola del ámbito comercial al de las energías renovables.

Este artículo argumenta que el PSM brinda oportunidades importantes al sector eléctrico español que, en caso de no ser aprovechadas, pueden mantenerlo en la periferia de un eventual espacio energético paneuromediterráneo para las energías renovables. Por su doble condición de puente natural entre Europa y el norte de África y uno de los países líderes en energías renovables a nivel mundial, el PSM supone una oportunidad para España y su sector eléctrico. Éste, entendido de forma amplia para incluir a empresas eléctricas, ingenierías, productores de equipos, el operador de red e incluso el regulador, cuenta con la experiencia y el posicionamiento geoeconómico para constituirse en un actor clave de la iniciativa. Además, el PSM implica el potencial de una mayor integración física y normativa del sector eléctrico a nivel paneuromediterráneo.

Aunque se limita a las energías renovables, en la medida en que supone la construcción de infraestructuras y la creación de nuevos mecanismos regulatorios conjuntos, a largo plazo puede despejar la senda para la emergencia de un espacio eléctrico euromediterráneo, con las consiguientes implicaciones para la configuración del futuro mapa eléctrico de la zona. La evolución del PSM (y de otras iniciativas como Desertec o Transgreen), afecta en varios sentidos al sector eléctrico español. El propio sector privado se ha mostrado bastante activo, tanto por parte de las empresas productoras de equipos, como de las ingenierías o las empresas de servicios energéticos y, por supuesto, las utilities y Red Eléctrica de España (REE). El sector eléctrico español, y el energético en general, está habituado a trabajar en los países de su vecindad mediterránea, lo que unido a la posición geográfica de España, le sitúa en una situación privilegiada para aprovechar las oportunidades del PSM, pero también le obliga a afrontar sus retos con una mayor responsabilidad y con un calendario oportuno que no debería dilatarse más.

Las oportunidades más inmediatas son las que brinda a las empresas españolas. El PSM pretende instalar 20 GW de nueva capacidad de generación renovable en la ribera sur del Mediterráneo para 2020, cuando en 2005 solo existía 1 GW en toda la región. A diferencia de Desertec, exclusivamente centrada en la energía termosolar, el PSM también incluye la energía eólica y la fotovoltaica. Desde la perspectiva industrial, España cuenta con productores locales de ambas tecnologías, por lo que la provisión de buena parte de esos equipos podría realizarse por esas empresas, lo que supondría un mercado importante en una coyuntura especialmente difícil en lo que respecta a la demanda interna española de estos equipos.

Las mismas reflexiones pueden extenderse a la industria auxiliar. Debe considerarse que la competencia supuestamente desleal de las placas fotovoltaicas chinas no solo afecta a los mercados comunitarios, sino también a terceros mercados de la industria europea. Lo mismo ocurre con las ingenierías presentes en el mercado de la construcción de instalaciones renovables y redes de transporte, así como las empresas que ofrecen los servicios energéticos relacionados con su operación y mantenimiento, que además ya operan en los mercados internacionales, incluidos los del sur del Mediterráneo. El sector financiero español también tiene experiencia en la financiación de instalaciones renovables y de proyectos en el norte de África, y podría participar en la financiación de determinados proyectos del PSM.

Las principales utilities españolas también están presentes en la región, y cuentan además con una gran experiencia en materia de renovables. El PSM les brinda la oportunidad de ampliar su penetración y posicionarse a largo plazo ante una eventual integración energética euromediterránea más profunda. La tendencia de los mercados eléctricos en el Mediterráneo sur es avanzar en una liberalización gradual y controlada, y desde una perspectiva de economía política, probablemente el sector de las energías renovables es el que menos problemas de competencia plantea a los actuales actores locales. Respecto a la gestión de las redes, REE es uno de los actores más activos en la región.

No solo gestiona la única interconexión operativa entre la UE y la ribera sur del Mediterráneo, sino que participa en el cierre del Anillo Eléctrico Mediterráneo y en la mejora de la gestión de redes en varios países. Además, es uno de los operadores de red con más experiencia a nivel internacional en la gestión de las energías renovables y participa de iniciativas como el propio PSM y su proyecto de redes asociado Transgreen, así como en Desertec. No obstante, las oportunidades del PSM para el sector eléctrico español trascienden los intereses empresariales particulares. El elemento más inmediato es la necesidad de abastecer una demanda eléctrica a largo plazo bajo restricciones medioambientales crecientes por parte de la UE. En España la demanda de electricidad ha crecido históricamente a ritmos muy superiores a los del PIB, lo que proyecta crecimientos futuros importantes una vez superadas las actuales dificultades económicas. Ello plantea a largo plazo la cuestión de cómo aprovechar las energías renovables disponibles en terceros países e integrarlas en el mix energético español.

La integración de las energías renovables en un espacio energético paneuromediterráneo supone la interconexión física y normativa de los mercados eléctricos de la UE con los de la ribera sur mediante corredores eléctricos, cuyo trazado tiene implicaciones directas para el sector eléctrico español y, por extensión, en la definición del mix energético nacional. Su propio trazado influye en la localización geográfica de las capacidades de generación de energía verde, en el tipo de tecnologías renovables aplicadas, en la potencia instalada y en el coste marginal de generación futuro. Así, el plan de inversión del Clean Technology Fund para la energía termosolar concentrada en Oriente Medio y el norte de África incluye dos propuestas de interconexión, una en Jordania para reforzar la conexión con Europa y otra Túnez-Italia. Algo semejante ocurre con la propuesta realizada por MEDEMIP (2010).

Las instalaciones de generación se realizan allí donde hay acceso a la red, lo que a su vez determina la tecnología óptima y la capacidad y, por tanto, el coste. Con una interconexión Túnez-Italia, las instalaciones tenderían a situarse en el Magreb oriental y la tecnología primada sería la termosolar, puesto que el potencial eólico en la zona es relativamente reducido. En cambio, si el corredor transcurriese desde el norte de África, a través del estrecho de Gibraltar, reforzando las líneas existentes y construyendo otras nuevas de mayor capacidad, o se tendiese una nueva línea (como estaba proyectado) en paralelo al Medgaz desde Orán hasta Almería, las instalaciones tenderían a situarse en Marruecos y Argelia, y a adoptar una combinación más equilibrada de energía solar y eólica.

El tendido de líneas desde el Mashrek, o incluso desde el golfo Pérsico como prevé Desertec, tendría un impacto geoeconómico centrado en el Mediterráneo oriental: los corredores discurrirían a través de Turquía o bajo el Mediterráneo oriental para llegar a la Europa meridional por el Este. Evidentemente, el grueso de la generación se produciría con energía termosolar y estaría destinada a los mercados de Europa central.

Alternativas a corto plazo

Pero las implicaciones del PSM van más allá de las que ofrece al propio sector, pues debe ser también un programa de desarrollo energético cooperativo y contribuir al desarrollo de los países de la ribera sur del Mediterráneo. Es decir, un instrumento de política exterior comunitaria que apunte a objetivos políticos en una región en transformación necesitada de apoyos económicos. Los retos que plantea el PSM son ingentes, pues requiere de grandes inversiones en infraestructuras, un marco institucional adecuado y mecanismos de apoyo transparentes.

Al mismo tiempo, se ha destacado que en ausencia de mecanismos visibles y concretos a corto plazo, se corre el riesgo de que el PSM pierda buena parte de su credibilidad. La grave crisis financiera que atraviesa Europa y las dificultades para movilizar los recursos financieros necesarios se unen a la convulsa situación de la ribera sur del Mediterráneo. Por ello, una alternativa factible a corto plazo sería explorar y ampliar la cooperación ya existente entre Marruecos y España. Ambos países constituyen el corredor eléctrico natural entre la UE y el norte de África, tienen la única interconexión eléctrica operativa entre la UE y el Mediterráneo sur y las complementariedades en tecnología, recursos renovables y humanos son importantes, y se dan entre países con una extensa experiencia en materia de cooperación eléctrica a todos los niveles.

Ese proyecto común hispano-marroquí debería poder ampliarse después a Portugal, Francia y Argelia, como una fase intermedia antes de su extensión al resto de la UE y del norte de África, y podría constituir la primera etapa de una puesta en práctica más ambiciosa. Es de desear que tras los cambios y dificultades experimentados por la Secretaría de la UpM desde su constitución, ésta pueda asumir el liderazgo del proyecto y revitalizarlo. Sus implicaciones estratégicas de largo plazo siguen siendo importantes.