El factor kurdo en el conflicto de Siria
La minoría kurda vive un momento histórico al administrar su territorio tras la retirada del régimen. La relación con la oposición y el proceso de paz en Turquía marcan el futuro.
David Meseguer
En su afán de perpetuarse en el poder y acallar las voces que pedían su renuncia, en marzo de 2011 Bashar al Assad prometió una serie de reformas. Una de ellas era la concesión de la ciudadanía siria a 360.000 kurdos a los que el Partido Baaz nunca había reconocido durante sus 50 años de mandato. La alianza entre Damasco y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) durante la década de los ochenta y noventa con Hafez al Assad en la presidencia, se truncó en el año 2000 con la llegada de Bashar al poder y su acercamiento a Ankara.
Desde aquel momento la represión del régimen sirio contra el pueblo kurdo –el 10% de la población siria– aumentó de forma notable con miles de presos políticos y sangrientos episodios como la muerte de 30 manifestantes en Al Qamishli en 2004. En julio de 2012, el Partido de la Unión Democrática (PYD) –brazo político del PKK en Siria– y su milicia armada, las Unidades de Protección Popular (YPG), se hicieron con el control de determinadas regiones de mayoría kurda del norte del país y de los barrios kurdos de Alepo tras la retirada de las tropas del régimen. El repliegue táctico del gobierno de Bashar al Assad tenía un doble objetivo: concentrar dichos efectivos militares en la batalla de Alepo y presionar a Turquía, que ofrece apoyo activo a la oposición siria y está enfrentada con el PKK desde 1984, en un conflicto que ya ha dejado cerca de 40.000 muertos.
Algunos analistas apuntan que la cesión de los territorios al PYD se debía a un pacto entre el régimen y la formación kurda, extremo que el presidente del PYD, Salih Muslim, siempre ha negado categóricamente: “No somos aliados del régimen. Somos partidarios de la revolución pero rechazamos unirnos a la Coalición Nacional Siria porque la histórica utilización de los kurdos para la consecución de causas nacionales en Turquía o Irán nos ha conllevado malas experiencias. No queremos ser utilizados y que después se niegue el reconocimiento de los kurdos como pueblo de Siria”. Ante la disyuntiva de unirse a una Coalición Nacional Siria –con una marcada agenda árabe e islamista y respaldada por Turquía– o seguir siendo fieles a Damasco con sus antecedentes represivos, los kurdos sirios han optado por declarar una autonomía de facto y gestionar su propia revolución. La puesta en marcha del autogobierno por parte del PYD no ha sido excesivamente compleja puesto que la formación cuenta con un engranaje organizativo y la experiencia adquiridos durante la época de Hafez al Assad.
Además, el Partido de la Unión Democrática ha mantenido las estructuras administrativas y los funcionarios estatales que han pasado de trabajar para Damasco a hacerlo para la administración kurda de facto. A pesar de contar aproximadamente con un respaldo del 50% de la sociedad kurda y disponer de la principal milicia armada, las YPG, el PYD es consciente de que para gestionar la revolución en las regiones de mayoría kurda, fortalecer la lucha por el reconocimiento nacional del pueblo kurdo y garantizar sus derechos en una futura Constitución siria, es necesario el consenso con el resto de formaciones políticas kurdas y por este motivo en julio de 2012 se firmó el Pacto de Erbil.
Consejo Supremo Kurdo (CSK)
A pesar de las fuertes discrepancias desde el inicio de la revuelta, el presidente del Gobierno Regional del Kurdistán Iraquí, Masud Barzani, logró que las dos principales facciones kurdas de Siria, el Consejo Nacional Kurdo (CNK) –formado por 16 partidos en su mayoría próximos a Barzani y Yalal Talabani– y el PYD, sellaran un acuerdo histórico en Erbil y crearan el Consejo Supremo Kurdo. Este órgano, que en la práctica es un gobierno de unidad nacional, está gestionando la autonomía de facto y está supliendo la ausencia de un ejecutivo dotando a la región de determinadas estructuras de Estado.
El CSK está, a su vez, compuesto por los comités de Asuntos Nacionales, Exteriores, Servicios Públicos y Seguridad, formados por cinco miembros de cada una de las dos organizaciones, y cuenta con sucursales en todos los distritos y aldeas de la región. Hasta la fecha, el despliegue del autogobierno se ha producido en las regiones de Afrin, Kobani, Girke Legue, Dirbesiye y Derik, mientras que en Al Qamishli, capital histórica del Kurdistán sirio, hay una cohabitación muy tensa con el gobierno de Damasco.
La puesta en marcha del CSK está repleta de escollos debido a las fuertes divisiones que existen entre el PYD, que pertenece al opositor Comité Nacional de Coordinación de las Fuerzas de Cambio Democrático, y algunos de los partidos del CNK, miembros de la Coalición Nacional Siria. El Partido Democrático de Siria, liderado por el doctor Abdul Hakim Bashar, y el Partido Azadi, al frente del cual está Mustafa Jumaa, denuncian que el PYD acapara todo el poder de gobierno y afirman que el cuerpo policial y las Unidades de Protección Popular únicamente están formadas por sus miembros. Por su parte, el PYD acusa a estas formaciones de estar apoyadas por Turquía y estar detrás de los altercados en Ashrafiyeh y Sheij Maqsud, barrios de mayoría kurda de Alepo, así como de los combates en Ras al Ain entre milicias islamistas y las YPG.
Sobre el terreno esta desunión se observa, por ejemplo, en la enseñanza, que está muy politizada. Determinados partidos políticos gestionan sus propios centros educativos donde el grado de adoctrinamiento es muy elevado. La enseñanza del kurdo en las escuelas y la rotulación de la señalización de lugares públicos y carreteras en la lengua autóctona han sido algunas de las primeras medidas tomadas por el CSK. A pesar de la desunión y los ajustes de cuentas que se han producido principalmente entre Azadi y el PYD, el miedo a un conflicto civil entre kurdos hace que todas las facciones rebajen sus pretensiones y traten de remar en la misma dirección. Desde julio de 2012, Masud Barzani ha auspiciado diferentes encuentros en Erbil con el objetivo de salvaguardar el CSK y tratar de resolver el punto que genera mayor discordia: la seguridad. Las YPG, que cuentan con aproximadamente 30.000 efectivos –muchos de ellos mujeres– y la Asayis (la policía), están bajo control del Partido de la Unión Democrática, lo que genera un gran rechazo por el resto de partidos políticos kurdos.
Barzani ha intentado en varias ocasiones crear unas fuerzas de seguridad leales a los partidos del Consejo Nacional Kurdo, pero el PYD lo ha impedido. La formación de Salih Muslim defiende que las puertas de las YPG están abiertas a todos los kurdos y apuesta por que todos los partidos cierren filas en torno a esta milicia. En abril, el partido Yekiti, fue la primera fuerza del CNK que integró a sus miembros en las filas de las YPG. El objetivo prioritario del autogobierno kurdo en materia de seguridad es evitar que los combates entre el ejército del régimen y los rebeldes se extiendan a su territorio.
La influencia del proceso de paz en Turquía
Desde el inicio del conflicto sirio, el PYD ha apostado por una teórica neutralidad y se ha enfrentado indistintamente contra el Ejercito Sirio Libre (ESL), grupos islamistas y el régimen sirio en función de sus intereses. El primer gran enfrentamiento con el ESL se produjo en octubre de 2012 en Qestel Cendo, población cercana al paso fronterizo de Bab al Salam en Azaz, y en los barrios de mayoría kurda de Alepo. En Qestel Cendo, las YPG repelieron un ataque de la brigada Asefat al Shamal (Tormenta del Norte), liderada por Ammar Dadikhi, que controla el paso de Azaz.
En el caso de Alepo, la brigada Selahaddin del ESL trató de penetrar en Ashrafiyeh y Sheij Maqsud para castigar al régimen desde allí y encontró resistencia por parte de las YPG. Finalmente, un pacto de no agresión firmado por el PYD y el bando rebelde puso fin al hostigamiento. El PYD siempre ha acusado al partido Azadi y a Ankara de dar apoyo económico y logístico a estos grupos que actúan bajo el paraguas del ESL. La marca siria del PKK también se ha enfrentado en dos ocasiones con grupos islamistas en la localidad fronteriza de Ras al Ain. En noviembre de 2012 y febrero de 2013, Jabhat al Nusra –grupo vinculado a Al Qaeda– y la brigada Ghuraba al Sham se enfrentaron a las YPG por el control de la ciudad.
Finalmente, un comité mixto de sabios formado por miembros de la comunidad árabe y kurda ha restablecido la calma en la ciudad y la está gobernando. Desde que el líder del PKK, Abdullah Öcalan, anunciara el 21 de marzo, coincidiendo con el Newroz –el Año Nuevo kurdo– un alto el fuego y la retirada de los guerrilleros kurdos hacia territorio iraquí, se ha producido un acercamiento gradual de posiciones entre el PYD y la oposición siria. En la esfera militar, las YPG y el ESL están combatiendo conjuntamente al régimen en la ciudad de Alepo desde abril, justo después del anuncio de Öcalan. Aunque el PYD niega una alianza táctica con los rebeldes, lo cierto es que tras la declaración del alto el fuego en Turquía, la relación entre la formación kurda y los grupos del ESL bajo control de Salim Idris ha mejorado ostensiblemente.
Con la tregua, se prevé que una gran cantidad de milicianos del PKK se desplace a Siria para engrosar las filas de las YPG y aumentar de esta forma su capacidad militar. En la provincia de Al Hasakah, las Unidades de Protección Popular han expulsado al régimen sirio de diferentes localidades, obteniendo el control de la planta petrolífera de Rumelán. Según estimaciones del PYD, ahora el 60% del crudo que se produce en Siria estaría bajo su control. En el plano político, el proceso de paz en Turquía también está teniendo su impacto en las relaciones en el seno de la oposición siria. Mientras ciertos partidos del CNK son miembros de la Coalición Nacional Siria, hasta la fecha el PYD siempre se ha mostrado contrario a integrarse en ella porque según su postura la principal organización política opositora mantiene una agenda árabe e islámica y es reacia a reconocer los derechos de los kurdos en una futura Constitución de Siria.
Pero, lo cierto es que en fechas recientes se han producido reuniones entre el PYD y la Coalición Nacional Siria para debatir la cuestión y ver cómo encajar las demandas descentralizadoras que exige la formación kurda. El ministro de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, ha instado al PYD a buscar un consenso con la oposición siria en relación con el futuro modelo democrático, que podría comprender cierta cuota de autogobierno para los kurdos de Siria. Detrás de este acercamiento entre Ankara y la formación kurda, estaría el interés turco de crear una buffer zone en el norte de mayoría kurda como sucede con la Región Autónoma del Kurdistán iraquí. Aunque la guerra abierta termine en Siria, los analistas prevén un escenario con fuertes tensiones sectarias como sucede en Irak tras la guerra de 2003. Una autonomía kurda en el norte de Siria podría ejercer de zona de seguridad entre el territorio turco y la zona árabe del país.
La república turca y el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí de Masud Barzani mantienen excelentes relaciones comerciales y un modelo semejante para los kurdos de Siria podría suponer una gran oportunidad para Ankara. Hace años que el PKK y todas las organizaciones afines abandonaron la idea de un Kurdistán independiente, y ahora la estrategia política y militar está encaminada a la consecución de autogobiernos y de un sistema confederal que permita estrechar vínculos y relaciones comerciales entre las diferentes regiones kurdas. Sin duda, la carta kurda tendrá un papel importante en el devenir del conflicto sirio y en el panorama geopolítico resultante en Oriente Próximo.