Diálogo intercultural: pedagogía de la diversidad en acción

Para lograr un verdadero equilibrio Norte-Sur, es necesario reconstruir el marco euromediterráneo y trabajar juntos sobre las cuestiones polémicas.

ENTREVISTA a Assia Bensalah Alaoui por Lurdes Vidal

Presidenta del Grupo Consultivo de Alto Nivel sobre Diálogo Intercultural en la Cuenca del Mediterráneo, Assia Bensalah Alaoui es una de las personalidades más relevantes en esa materia. Profesora de la Universidad Mohamed V y directora de Investigación en el Centro de Estudios Estratégicos de Rabat, Bensalah Alaoui es además una de las principales especialistas en Derecho y una gran conocedora de los temas relacionados con la mujer. AFKAR/IDEAS ha tenido la oportunidad de comentar con ella el informe presentado por este grupo, y preguntarle por el proyecto euromediterráneo y por las cuestiones de actualidad que afectan a los pueblos de ambas orillas del Mediterráneo.

AFKAR/IDEAS: Acabamos de vivir un período difícil debido a la situación internacional. ¿Hasta qué punto ha afectado a la labor del Grupo Consultivo de Alto Nivel sobre el Diálogo Intercultural del que usted es co-presidenta?

ASSIA BENSALAH ALAOUI: En efecto, la iniciativa del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi de crear este grupo se sitúa en el marco de la política de vecindad, como consecuencia de la ampliación de la Unión Europea (UE), pero también, a mi modo de ver, dentro del contexto más amplio de las “fracturas” internacionales tras el 11 de septiembre de 2001.

Cuando iniciamos los trabajos del “Grupo de Sabios”, a finales de enero de 2003, la situación internacional y, sobre todo, la de nuestra región, era muy sombría: una casi segura guerra contra Irak, escalada de la violencia en Oriente Próximo, Afganistán en plena inestabilidad, con el telón de fondo de la guerra contra el terrorismo, un Consejo de Seguridad dividido, fuertes divergencias en la comunidad internacional e incluso dentro de Europa… Así pues, había pocos motivos de esperanza, pero, al mismo tiempo, esto hacía nuestra reflexión más necesaria que nunca y aumentaba nuestra motivación y determinación. El grupo ha funcionado demostrando un buen entendimiento; no ha dejado nada de lado, muy al contrario.

Hacia el equilibrio euromediterráneo

A/I: En octubre pasado, este grupo presentó un informe titulado “Diálogo de los pueblos y culturas en el espacio euromediterráneo”. ¿Qué medidas concretas propone este informe y qué opina de sus conclusiones?

A.B.A.: Conforme al mandato del grupo, hemos formulado alrededor de 20 propuestas concretas, resumidas al final del informe. Me parece que abordan los tres grandes ámbitos en los que es necesario intervenir y que pueden tener un impacto sobre la forma de contemplar a los demás. Una especie de pedagogía de la diversidad en acción, alrededor de la educación, que aparece como la espina dorsal del diálogo intercultural; los intercambios de todo tipo, incluyendo, claro está, la movilidad de los jóvenes, los hermanamientos; y, en tercer lugar, sugerencias en el ámbito de los medios de comunicación para la difusión y producción de programas específicos y la formación de periodistas en la diversidad.

Entre otras propuestas, recomendamos la creación de una célula dentro de la Fundación Euromediterránea que deberá escuchar las sugerencias de todos y, a la vez, recoger las mejores prácticas para adaptarlas y trasladarlas con el tiempo a otros lugares (pienso, por ejemplo, en la “Fiesta de la diversidad” en Barcelona). Una especie de task force, fuerza operativa, permanente, para escuchar y plantear propuestas e innovaciones para un diálogo en marcha.

A/I: ¿Cómo puede la Fundación Euromediterránea contribuir a que el diálogo intercultural supere las elites para llegar a sectores más amplios dentro de la sociedad civil?

A.B.A.: Hemos elegido la cultura como base inicial igualitaria. Está claro que existe una necesidad real de nuevos paradigmas y de una cualificación reforzada en materia de cultura, como ocurre con la economía y la política. En efecto, es necesario sacar a la cultura de su aislamiento y del elitismo. Romper con un planteamiento timorato y centrado en el pasado que se limita al patrimonio. Tendremos que digerir mejor nuestros respectivos pasados para vivir juntos el futuro en nuestro espacio común. La Fundación representa el agente privilegiado del diálogo intercultural, su software, en cierto modo, para promover una cultura viva, para todos, que espolee e ilumine a los demás sectores. La cultura es una cuestión de todos. Hay que estimular la colaboración entre todos los elementos implicados: los Estados, las instituciones locales, las ONG y los individuos.

A/I: El proyecto euromediterráneo no logra hacer frente al desafío de la movilidad de las personas, mientras que otros proyectos de la UE prevén esta posibilidad a largo plazo. ¿Influye esta contradicción en la evolución del proceso? ¿Cómo se podría trasladar al terreno de lo factible la aspiración a una ciudadanía mediterránea? ¿Hasta qué punto la dimensión euromediterránea puede replantearse a nivel humano,un asunto que usted considera primordial para el éxito del diálogo?

A.B.A.: Empezando por la segunda parte de su pregunta, se puede afirmar que la ciudadanía euromediterránea seguirá siendo una aspiración utópica mientras perduren las políticas restrictivas en materia de circulación de las personas. El ideal de los pueblos y de las naciones euromediterráneas no puede limitarse al aumento de la competitividad y a la dictadura de los números. Existe una necesidad real de volver a centrar y a basar nuestro espacio común, cuna de las civilizaciones, en lo humano, en el diálogo intercultural que defendemos. La movilidad de las personas es un vector privilegiado y muchas propuestas que formulamos giran alrededor de este eje. Está claro que deberá ganar la partida a las políticas restrictivas que prevalecen en la materia. Estas políticas que vacían a la colaboración de su principal contenido…

¡A menos que se queden en lo virtual! Políticas que, a mi parecer, van en contra de los intereses demográficos y económicos de Europa, así como en contra de la amplia problemática de los derechos humanos, que la UE ha convertido en el caballo de batalla del partenariado euromediterráneo. Políticas que, además, fomentan los flujos ilegales, fuentes de numerosas tensiones. Más allá de la contradicción general entre la lógica del “cierre del Estado nacional” y la lógica dinámica de apertura de la globalización, debemos gestionar juntos esta problemática de múltiples desafíos.

Y es en beneficio tanto de un Norte que envejece y que necesita sangre nueva para su prosperidad, como de un Sur que hace frente a toda clase de transiciones, en especial la demográfica y la migratoria, y que se queda sin sus hijos mejor formados. Una fuga de cerebros que nos preocupa al más alto nivel, ya que se trata de un importante obstáculo en el camino de la “sociedad del saber” que tenemos la ambición de construir, como subraya el Informe sobre desarrollo humano en la región árabe 2003: construir la sociedad del saber del PNUD.

Choque de ignorancias pero no de civilizaciones

A/I: ¿Qué opina del proyecto de ley francés que prohíbe los símbolos religiosos en la escuela? ¿Cómo se podría fomentar una concepción más mediterránea del diálogo entre culturas frente a las teorías del “choque de civilizaciones”?

A.B.A.: Frente a la uniformización, entre otras cosas, se expresan en casi todas partes unas aspiraciones muy fuertes de diferenciación. La vuelta de la cultura y de lo sagrado y los retrocesos en cuestiones de identidad suelen producirse, por desgracia, en medio de la violencia y la fragmentación. Considero que la violencia de la polémica alrededor del velo ha falseado el debate. No estoy segura de que la ley que prohíbe los signos religiosos ostensibles zanje la cuestión. Corre el riesgo de reforzar las crispaciones entre comunidades.

Respecto al segundo aspecto de su pregunta, se trata más bien de un choque de ignorancias, mucho más devastador. Promover un mejor conocimiento del otro es algo que está en el corazón del diálogo intercultural que vamos a instaurar. El Mediterráneo, uno y plural al mismo tiempo, tan rico en su diversidad, ofrece un terreno fértil a este respecto: lo demuestran los valores comunes, dentro de esta cuna de las religiones y las civilizaciones.

Y el compartir asimismo actitudes, perfumes, sabores… forjados tanto por la proximidad geográfica como por la historia vivida, hecha, claro está, de enfrentamiento y buena convivencia. Y, por supuesto, unas especificidades muy fuertes, tanto en el interior de las naciones como entre ellas. Esto significa que existen otras tantas complementariedades a explotar y a valorar, para fortalecer aún más el tejido relacional y consolidarlo.

A/I: ¿Cómo se podría lograr un equilibrio entre libertad y seguridad y qué papel desempeña en este ámbito la superación del “desfase de prosperidad” existente en la cuenca mediterránea? ¿Qué medidas recomendaría para evitar las acusaciones de “paternalismo” que los interlocutores del Sur dirigen a menudo a los del Norte?

A.B.A.: Hay dos aspectos en su pregunta: en un plano global, tiene razón al recordar que el Mediterráneo es un lugar donde se dan todas las asimetrías. Nuestro desafío común es velar para que no se convierta en la línea de todas las fracturas. El segundo problema que plantea, ya mencionado anteriormente, pero muy importante, es la ausencia de libertad de movimientos de las personas, en un mundo en el que la globalización supera las fronteras y a menudo las despoja de sentido. Esta contradicción se ha exacerbado desde el 11-S y la guerra contra el terrorismo.

En resumen, creo que las respuestas deben desarrollarse en dos frentes: en primer lugar, una reestructuración profunda del marco euromediterráneo me parece una necesidad ineludible; el desencanto generado por la colaboración inaugurada en Barcelona está a la misma altura que las esperanzas que le hizo nacer.

Por lo tanto, entre otras cuestiones: revalorización del estatuto de los socios no europeos; debe dedicarse una atención extrema y unos presupuestos apropiados a los déficit sociales –que han sido subestimados en todas las previsiones y que se ven agravados por el choque de las liberalizaciones– así como a reducir las desigualdades y la pobreza. No hace falta decir que no lograremos ningún resultado sustancial si no ponemos nuestros recursos humanos al nivel adecuado. A este respecto, el knowledge gap (“desfase de conocimiento”) corre el riesgo de aumentar todavía más el prosperity gap [“desfase de prosperidad”] entre ambas orillas. En segundo lugar, juntos debemos gestionar mejor los aislamientos y las fuentes de tensión. La cuestión migratoria parece estar bien situada.

Lejos del planteamiento centrado en la seguridad muy reduccionista que rechazamos, tendremos que innovar, tanto para evitar las crisis a corto plazo como para imaginar las soluciones apropiadas a más largo plazo. Debemos esperar que la política de vecindad que defendemos pueda proporcionar este marco global revitalizado y eficaz y, por otro lado, que un diálogo efectivo “en todas las direcciones”, lejos del discurso compensatorio, sea el vector privilegiado. En el marco de las propuestas que realizamos, considero imperativo desarrollar programas de investigación comunes sobre los temas que provocan crispación. Por ejemplo, sería útil abordar la temible ecuación triple entre demografía, migración y fuga de cerebros, como ya he señalado.

El nuevo Código de Familia

A/I: ¿Se puede comprender la reforma de la ‘Mudawana’ (estatuto personal de la mujer) en Marruecos como una prueba de que el islam y la modernidad son compatibles, muy especialmente en un momento en que abundan las mezclas entre el islam y el conservadurismo? ¿Qué otros ámbitos exigen, en su opinión, una reforma para promover los derechos de la mujer en el mundo árabe en general?

A.B.A.: La reforma de la Mudawana es un hito fundamental, no sólo para la mujer marroquí, sino para toda nuestra sociedad. Algunas palabras sobre la orientación y el fondo: – Aunque, revolucionaria, en efecto, la orientación marroquí es también progresiva. En el plano jurídico, la enmienda de 1992 introdujo algunos avances. El proyecto presentado por el gobierno de Abderramán Yusufi, muy ambicioso en la materia, pero abortado, tuvo el mérito de llevar el debate a todos los frentes e incluso a la calle.

De forma paralela, sobre el terreno, las ONG para la defensa de los derechos de la mujer se han multiplicado y demostrado una tenacidad inhabitual. Desde el colectivo de las abogadas para la defensa de las mujeres violadas hasta los refugios para las niñas madres, pasando por la asociación contra el sida, presidida por una mujer, los tabúes empiezan a romperse. Pero es fundamental que la norma jurídica aporte una sanción solemne y proporcione una protección jurídica sobre todo a los más débiles.

Desde su subida al trono, el rey Mohamed VI marcó la pauta al expresar su apego a la democracia y a la emancipación de la mujer. Gracias a su doble legitimidad: religiosa –Comendador de los creyentes, además de ser descendiente del Profeta– y como Garante de la Constitución (art. 19), ha retomado esta cuestión con coraje y determinación. Se ha apoyado en los recursos del islam, a la vez que ha afirmado el carácter irreversible de la orientación democrática de Marruecos. En efecto, lejos de la mezcla y de la incompatibilidad denunciada, me parece que el islam proporciona las herramientas para vivir de forma armónica la modernidad, en especial gracias al ejercicio de la Ijtihad, que preconiza la interpretación del “texto” sagrado en función del “contexto”. El proyecto de ley fue aprobado por las dos cámaras del Parlamento por unanimidad. El nuevo código de familia entró en vigor a comienzos de febrero.

– En el plano del fondo, sin entrar en detalles, basta subrayar que la mujer ha sido erigida como responsable conjunta de la familia al mismo nivel que el hombre, por lo tanto, con todas las disposiciones que exigía este planteamiento, en materia de matrimonio, divorcio, la custodia de los niños… Para responder a la segunda parte de su pregunta, me parece que debemos realizar una pausa y digerir este inmenso avance e inscribirlo en la realidad.

Necesidad de armonizar todas las leyes con el nuevo código de familia, es decir, “limpiar la cara” de los demás textos para eliminar las discriminaciones; sensibilizar y formar a los jueces; acompañar los nuevos textos con acciones múltiples para garantizar su aplicación; todo un proceso para despertar a las mujeres a su nueva condición -pero también a los hombresdentro de la campaña de alfabetización en las mezquitas, por ejemplo. Sobre todo, es necesario poner al mismo nivel las mentalidades, lo que es mucho más lento y aleatorio.

Asimismo, la imagen de las mujeres ganaría considerablemente en las mentalidades colectivas si se les otorgase un mayor empowerment: nombramientos en puestos clave y de decisión, tanto en el sector público como en el privado. Tras los avances en la esfera legislativa, sin duda habrá que garantizar a las mujeres una mayor visibilidad en la “fortaleza” de los hombres: el gobierno y la política en general. Ciertamente, los partidos tienen un papel que desempeñar. Sin embargo, sobre las mujeres pesan unas obligaciones de obtener resultados mucho mayores. En nuestra región debemos liberarnos sin desestructurar las solidaridades primarias, emanciparnos sin provocar, ejercer nuestros derechos, pero ofrecer garantías.