Desafíos de la educación en el Magreb

Para hacer frente a la mundialización de sus economías los países del Magreb deben renovar también sus sistemas educativos.

Francisco J.Carrillo, ex consejero de la Unesco para las ciencias sociales y humanas en la región árabe y ex representante/jefe de la misión diplomática en Túnez y Libia

Los sistemas educativos en los cinco países que forman el Magreb árabe (Argelia, Libia, Marruecos, Mauritania y Túnez) se organizaron y planificaron prácticamente a partir de 1960. Apenas han pasado 50 años desde que esos países accedieron a la independencia por voluntad propia. En aquellos momentos, la existente educación formal dependía del poder político colonial, salvo raras excepciones (como fue el colegio Sadiki de Túnez), que constituyeron el germen y el semillero de las futuras elites nacionales.

El panorama educativo era desolador (como botón de muestra, en Túnez el presidente Habib Burguiba se encontró, en 1956, inmediatamente después de la independencia, con una tasa de analfabetismo del 84,7%). La lengua de comunicación popular, que se erigió en lengua nacional –el árabe hablado y el dialectal–, traducía al imaginario colectivo, tarea facilitada por los métodos de transmisión oral y aprendizaje memorístico de las escuelas coránicas. (Reflexión aparte merecería la lengua oral de los bereberes, sobre todo en Marruecos y Argelia, así como el pular, el soninké y el wolof en Mauritania).

La arabización era una de las lógicas consecuencias de las independencias nacionales (en algunas de ellas no hubo los matices lingüísticos en relación con las otras lenguas maternas existentes). La reconstrucción de los sistemas educativos en los países del Magreb fue una tarea de movilización general. En sus primeros años contó con la presencia de algunos profesores extranjeros que no abandonaron el país, así como de algunos centros escolares que se mantuvieron abiertos. Se construyeron las nuevas escuelas, se fue formando al personal al servicio de la educación y se fue desarrollando una nueva administración del sector.

Todo ello guiado por las nuevas finalidades y objetivos educativos que iban definiendo los contenidos de manuales y libros de texto, al tiempo que perfilaban la nueva “conciencia nacional” de los escolares. En tales circunstancias, la educación no sólo era el instrumento para el desarrollo de las potencialidades de cada individuo, sino también fuente esencial para la cohesión de la nación. Aquellos sistemas educativos tenían como misión urgente (aunque las urgencias en educación no dan los frutos con la rapidez deseada) la formación de los cuadros dirigentes de la política y economía de los países recién independizados.

De esos sistemas educativos se esperaba el renacimiento de las especificidades culturales, la recuperación de las tradiciones y de las creencias. Todos los sistemas educativos del Magreb incorporaron hasta nuestros días la enseñanza coránica y se inspiraron en los valores del islam. En los momentos de las independencias, la población de los países del Magreb estaba sin escolarizar. El analfabetismo generalizado era el denominador común en el contexto de unas economías deprimidas, desorganizadas y no competitivas.

Aunque de forma desigual, los cinco países del Magreb realizaron esfuerzos muy significativos para poner en marcha sus sistemas educativos y de formación, así como para organizar sus economías con reformas estructurales y con políticas sociales progresivas. Incluso se pusieron en marcha políticas para atacar las desigualdades regionales que llegaron a generar equilibrios territoriales fundamentales, frenando o amortiguando el éxodo rural hacia la ciudad. Ello a veces se vio acompañado de activas políticas demográficas. Hubo otros casos en que se perpetuaron formas feudales de gestión de la propiedad de la tierra, pudiéndose constatar todavía un analfabetismo estructural reproductor, una desescolarización rural y una débil escolarización urbana. (Los datos que acompañan estas reflexiones ilustran por sí solas los hechos referidos).

Adaptar la educación a la mundialización

En la actualidad, esos sistemas educativos y de formación se encuentran ante desafíos de gran complejidad, debido a las inexorables incidencias de la mundialización, de la competitividad a nivel internacional, a la fractura numérica, al vertiginoso desarrollo científico-técnico y a las nuevas tecnologías, incluidas la información y la comunicación. Sin embargo, ya se ha realizado un esfuerzo considerable –teniendo en cuenta la fragilidad de las economías del Magreb– en lo que se refiere a los gastos públicos en la enseñanza.

Esfuerzo que se constata en los cinco países. Sólo el ejemplo de Túnez (6,8% del PIB) o de Marruecos (5,1% del PIB), comparándolo con España (4,4% del PIB) o Francia (5,7% del PIB), bastaría para calibrar mejor ese esfuerzo que, en suma, es una opción política a largo plazo. Las altas tasas de analfabetismo (en general) son inquietantes así como las bajas tasas de escolarización en algunos países. Ello se traduce igualmente en una alarmante situación en amplias zonas de pobreza urbana y de miseria rural, que por sí mismas desencadenan reacciones de protección fundamentalista estéril, caldo de cultivo de la desesperación, de fanatismos, incluso de comportamientos agresivos que, mediante la agitación, pueden desembocar en acciones terroristas.

La erradicación del analfabetismo, articulada con la generalización de la enseñanza primaria, es el signo inequívoco del progreso, la estabilidad y el desarrollo. El reto de la mundialización de las débiles economías del Magreb repercute, también, en la renovación de los sistemas educativos. En este sentido, dar luz verde a una cierta privatización de la enseñanza, puede ser un inestimable paliativo, incluso una necesidad en el marco de la liberalización de las economías. Pero sería deseable que esos establecimientos escolares y esos centros de enseñanza superior, privados, no se concentren solamente en la educación y formación de alumnos y estudiantes de las capas sociales más favorecidas, en detrimento del resto de la población en estado de desescolarización y analfabetismo.

Podrían, por ejemplo, abrir sus locales y ofrecer parte de su personal a las clases nocturnas de alfabetización de adultos. Una planificación de las necesidades de mano de obra cualificada (incluso universitaria) es prácticamente imposible en el contexto de una economía que no escapa a la mundialización. Esto conlleva otros desafíos de tipo curricular y de contenidos de la educación. Los sistemas de formación tienen que ser suficientemente flexibles para cubrir diversas alternativas con sus programas. En esta dirección se colocan las decisiones tomadas por los países del Magreb para incorporar la informática y su enseñanza, en todo el ciclo secundario.

Asimismo, se constata en la enseñanza superior una tendencia a la formación científica, técnica y en las nuevas tecnologías, y a la investigación aplicada al desarrollo (es el caso de Libia y Túnez, al tiempo que se observa el interés manifiesto por las actividades culturales públicas: teatro, canción, danza, literatura, poesía). La economía, los sistemas de producción industrial y agrícola (menos el sector servicios) se encuentran a veces con unos graduados universitarios cuya formación no responde a las demandas del mercado.

En todo el Magreb se están desarrollando subsistemas paralelos de formación profesional para adaptar mejor la formación a los “oficios” y a las difícilmente previsibles necesidades de la economía y del mercado de trabajo. Estas deficiencias en la inadecuación entre la formación y el empleo (también debido a la debilidad de la economía para crear empleos estables) es una de las causas, aunque no la única, de los flujos migratorios (legales o clandestinos) hacia Europa e, incluso, Canadá. La fuerte expansión de la enseñanza superior, bajo gran presión social, impide en ocasiones esa adecuación entre formación y empleo. (Tomemos el caso de Túnez, con un rendimiento interno del sistema de enseñanza superior del 67%. Los efectivos, en este nivel, pasaron de 43.797 en 1987 a 207.388 en 2000-01.

Las estimaciones para 2005 son de 300.000 estudiantes universitarios, y para 2010 de 500.000). El progreso de la ciencia y la técnica, así como el vertiginoso ritmo de circulación de la información (por ejemplo Internet), en plena presión globalizadora, obliga a los países del Magreb a hacer frente a nuevos retos, muchas veces imprevisibles, cuando aún no tuvieron tiempo, ni suficientes recursos para cubrir los pendientes. Deberán trabajar en “imaginar” nuevos contenidos educativos y poner al día a maestros y profesores; en nuevos equipos y aplicación de nuevas tecnologías en los laboratorios escolares y universitarios; en la adaptación y modernización de los centros escolares y universitarios a las nuevas exigencias de la pedagogía y del proceso de enseñanzaaprendizaje.

Deberán trabajar en la modernización de las escuelas de las zonas rurales que retienen población por razones políticas de lucha contra las desigualdades regionales. Los desafíos se pueden resumir en una sola frase: asumir y hacer frente con determinación y en el marco de la democratización de la educación que es básica para la democratización de la sociedad, a la nueva problemática mundial que plantea nuevas exigencias en la pertinencia y en la calidad de la educación. Hoy, ningún sistema educativo puede sobrevivir en un coto cerrado endogámico como fue hasta finales del siglo XIX. Aquí también el Magreb árabe tiene ante sí una tarea colectiva intramagrebí, que deberá asumir.

Un amplio campo de cooperación horizontal en materia educativa, para armonizar las políticas educativas y los contenidos (sobre todo, los científico-técnicos y de nuevas tecnologías), podría ser competencia de la Unión del Magreb Árabe (UMA), reactivado y operativo, bajo el signo de la democratización del espacio magrebí como perspectiva. Aquí también la cooperación internacional entre los países de las dos orillas del Mediterráneo, en particular los del grupo 5+5, y entre sus universidades, centros de investigación, academias y empresas formadoras que invierten en investigación y desarrollo (I+D), me parece una alternativa necesaria.