Auge de la ciudad de Bugía (Argelia)

“Gracias a su universidad, sus empresas y su puerto, Bugía se convertirá en polo de atracción para el mundo de la ciencia y el comercio” opina su rector.

ENTREVISTA con Djoudi Merabet por Maria-Àngels Roque

Bugía es una ciudad con un pasado glorioso. Conserva sus antiguos fuertes otomano y español del siglo XVI, su barrio francés que domina una magnífica bahía y unas espléndidas vistas sobre la cordillera de Yuryura y la montaña de la Guraya (La santa), que domina la vieja ciudad. Su universidad está abierta, más que ninguna otra en Argelia, a la empresa pública y privada, a las poblaciones territoriales cercanas y, cada vez más, al mundo. A las facultades de Ciencias de la Ingeniería, de Ciencias de la Vida y de Letras, acaban de sumarse una facultad de Derecho, una de Ciencias Exactas y de Tecnología, y otra de Ciencias Médicas, además de un Instituto de Estudios del Amazigh, lengua que constituye el soporte antropológico de la cultura norteafricana. La universidad cuenta actualmente con 26.700 alumnos, tres veces más que en 2000. AFKAR/IDEAS ha hablado con su rector, el profesor Djoudi Merabet, especialista en el sector minero de Argelia.

AFKAR/IDEAS: Al final de los siglos XII y XIV, a pesar de las diferencias confesionales en las orillas norte y sur del Mediterráneo, había un importante flujo de comercio y de pensamiento científico más equilibrado. Actualmente, aunque disfrutamos de algún intercambio, el flujo comercial hacia el Norte es muy escaso, excepto en lo referente a la energía y a los movimientos migratorios. ¿Cree usted que Bugía podría llegar a ser un polo de atracción para algunos de estos intercambios, como lo era en la época medieval?

DJOUDI MERABET: La posición privilegiada que ocupaba Bugía en el comercio y la ciencia medievales tuvo su origen en varios factores geopolíticos y socioeconómicos. En particular, la inteligencia y la tolerancia de los príncipes Hammadites desempeñaron un papel esencial en la construcción de escuelas, la compra de libros para las bibliotecas, el apoyo financiero a la copia de manuscritos y, sobre todo, a la hora de atraer a eruditos, sobre todo de España. Para que Bugía vuelva a ser un polo de atracción para algunos intercambios, especialmente del Sur hacia el Norte, quizá sea necesario que las condiciones favorables que prevalecían en la época medieval se reúnan de nuevo. En el caso del comercio, tendría que existir una producción agrícola e industrial abundante en el interior del país y en el valle de Sumam, habría que desarrollar las vías de comunicación…

A/I: Beit El Hikma o la Casa de la Sabiduría fue un tipo de universidad muy importante para Bugía, por la que pasaron científicos y pensadores de Oriente y de Europa. ¿Piensa usted que la universidad de Bugía puede convertirse en un punto de encuentro donde la convergencia de la ciencia y el comercio pueda dar frutos?

D.M.:Hoy, la ciudad de Bugía ocupa un lugar privilegiado en Argelia en algunos campos: el universitario, el deportivo y el de desarrollo de la pequeña y mediana empresa. Por otro lado, su puerto es el segundo de Argelia. Por tanto, puede realmente llegar a ser un polo de atracción. Además ya se ha iniciado un proyecto gubernamental de creación de un polo tecnológico para el sector agroalimentario.

A/I: En su opinión, ¿cuáles son las Facultades y departamentos de la Universidad de Bugía que pueden convertirse en un centro destacado en el Mediterráneo? D.M.: La creación de cualquier departamento pedagógico obedece a un objetivo concreto. Pero, efectivamente, deseamos que se favorezca a las ramas que tratan asuntos mediterráneos. Es el caso de la historia, el medio ambiente y las lenguas, por ejemplo, que requieren la cooperación de todos los países mediterráneos. La creación de una base de datos estadísticos del Mediterráneo, MEDSTAT, es un ejemplo claro de esto. A/I: Ramon Llull fue el primer pensador de la época medieval que utiliza su lengua vernácula, es decir, el catalán, para escribir filosofía y ciencia. Al mismo tiempo, escribía en árabe y en latín. Fue también el fundador de una escuela de traductores en Mallorca que, como en el caso de la de Alfonso X el Sabio de Castilla y de Federico II de Sicilia, estaba dedicada a la traducción al árabe y al latín del pensamiento griego, persa y europeo. En lo que concierne a las culturas específicas como la amazigh o la catalana, entre otras, ¿cree que si gozaran de un espíritu de apertura y de la coyuntura económica, científica y artística necesaria, podrían contribuir a estimular la cultura universal de un modo creativo junto con las lenguas más extendidas? De hecho, Ramon Llull se encargó él mismo de traducir sus obras o de hacerlas traducir al latín o al árabe.

D.M.: Las lenguas vernáculas, como el catalán o el tamazigh representan un ámbito rico e importante para las ciencias humanas. Para utilizarlas en la investigación “científica”, en el sentido estricto del término (ciencias exactas, tecnología, informática), será necesario un trabajo preparatorio importante, sin el cual sería imposible. Creo que este trabajo es factible teóricamente para cualquier lengua. En Bugía existe un proyecto de transformación en instituto del departamento de lengua y cultura amazigh. Para avanzar será necesaria la implicación de otras facultades de la Universidad.

A/I: Se habla mucho del choque de civilizaciones y, para contrarrestarlo, de la Alianza de Civilizaciones, pero en realidad lo que entra en contacto son las distintas culturas, a veces con problemas dentro de su propia civilización. ¿Cómo cree usted que debe impulsarse el diálogo entre culturas para que por fin se respete y considere la diversidad de las personas?

D.M.: En la época medieval, la diversidad de las culturas no impidió los contactos y el diálogo. La estancia de Ramon Llull en Bugía, en 1307, es un ejemplo muy significativo de ello. En efecto, a pesar de que sus objetivos eran aceptados, sus debates solo fueron posibles gracias a la buena voluntad de los sabios de la ciudad. Luego, la tolerancia era lo apropiado. Para poder relanzar el diálogo entre culturas es necesario basarse en los elementos históricos disponibles. Por ejemplo, el trabajo que realiza la asociación Géhimab de Bugía desde hace 15 años se sitúa en esta dinámica.