afkar/ideas
Co-edition with Estudios de Política Exterior
Argelia, crónica de una reelección anunciada
Ante la falta de oposición, Buteflika logra su tercer mandato. Sorprende la reacción de Occidente: antepone estabilidad e intereses económicos a cuestiones democráticas.
Rafael Bustos, Daniel Marx
Las elecciones del 9 de abril de 2009 se celebraron después de una reforma constitucional, sin la cual el presidente Abdelaziz Buteflika nunca hubiera podido presentarse. En efecto, la Constitución de 1996 limitaba a dos los mandatos presidenciales para favorecer la alternancia, algo que “no convenía” a Buteflika, como no dejó de repetir desde su llegada al poder en 1999. Desde el comienzo de su segundo mandato en 2004, la reforma se convirtió en una prioridad de los sucesivos gobiernos, aunque los persistentes rumores sobre el estado de salud de Buteflika y la falta de una declaración inequívoca de intenciones hasta marzo de 2008, hacía que la decisión se postergara tantas veces como se anunciaba. Al final, se adoptó la reforma constitucional para suprimir la limitación de mandatos, el 12 de noviembre de 2008 por vía parlamentaria, en una sesión conjunta de las dos cámaras del Parlamento.
A los ojos de algunos, suponía un grave salto atrás en términos democráticos; para otros, la reforma fue un fortalecimiento de la democracia, ya que, según ellos, la limitación de mandatos era una forma de exclusión y existía una demanda popular para que se suprimiera. De esta forma Buteflika se unió a la lista de jefes de Estado africanos que han suprimido los límites constitucionales para permitir su reelección, entre los cuales figuran el camerunés Paul Biya, el chadiano Idriss Déby, el tunecino Zin El Abidin Ben Alí y el ugandés Yoweri Museveni. La reforma constitucional también tuvo una importancia simbólica. Desde este momento, para una gran parte de la clase política argelina la suerte ya estaba echada, algo que se reflejó en la presentación de candidaturas. En los meses posteriores, una tras otra de las personalidades políticas de relevancia (tanto del gobierno, oposición como retirados de la escena política) declinaron participar.
En el campo presidencial, nadie de los tres partidos que forman el gobierno (Frente de Liberación Nacional-FLN, Agrupación Nacional Democrática-RND, siglas en francés, Movimiento para la Sociedad de la Paz-MSP), se presentó, prefiriendo todos apoyar a Buteflika. En el heterogéneo campo llamado oposición, formado principalmente por partidos de implantación bereber y otros islamistas (algunos no reconocidos), cabe destacar la negativa de todas sus figuras conocidas: Said Sadi, Ait Ahmed, Karim Tabu, Taleb Ibrahimi, Abdalá Yebalá. También personalidades retiradas de la política, como Ahmed Benbitur, Ali Benflis, Mulud Hamruch o incluso Liamin Zerual, se negaron a presentarse. Considerados por separado, todos pudieron tener motivos personales, pero en conjunto, su negativa estuvo cargada de significado.
Al final, cinco candidatos, aparte de Buteflika, reunieron los requisitos legales establecidos para participar (75.000 firmas populares o 2.500 avales de cargos electos locales en al menos 38 wilayas). Aunque descritos por algunos argelinos como “pitufos” o “liebres”, no es cierto que Luiza Hanun (Partido de los Trabajadores- PT), Alí Fawzi Rebain (Ahd 54), Mohamed Said (independiente), Musa Tuati (Frente Nacional Argelino-FNA) y Yahid Yunsi (El Islah) figurasen, como dicen las malas lenguas, simplemente para hacer de comparsas. No obstante, es verdad que si sus motivos para participar incluyeron realzar su imagen y dar a conocer su plataforma a nivel nacional, nunca pensaron en competir realmente. La única incógnita por revelar el 9 de abril era la participación.
Dos elementos opuestos contribuían a aumentar el suspense: por un lado, el resultado sorprendente de la operación de limpieza del censo electoral (el número de electores creció en más de dos millones, algo que no correspondía con los cambios demográficos argelinos); por otro, en los meses anteriores al escrutinio, una turbulenta campaña del Frente de Fuerzas Socialistas (FFS) y la Agrupación por la Cultura y la Democracia (RCD, siglas en francés) en favor del boicot hacía planear la amenaza de una abstención masiva como la de 2007, al menos en Cabilia, feudo de estos dos partidos.
Campaña y votación
La campaña de 19 días transcurrió con tranquilidad y sin despertar excesivo interés en una apática ciudadanía. El candidato-presidente, Buteflika, se desplazó a un gran número de wilayas del país donde organizó numerosos mítines. En este sentido, la desigualdad de recursos resultó patente ya que los candidatos rivales sólo alcanzaron a organizar menos del 10% de los mítines totales. Aunque la ley electoral y la Comisión Política Nacional de Supervisión Electoral garantizaban en principio la igualdad de los candidatos en el reparto de las franjas horarias de televisión y radio, un estudio de la LADDH (Liga Argelina para la Defensa de los Derechos Humanos) reveló que tanto la prensa escrita (pública y privada) como la radio y televisión nacionales realizaron una cobertura mucho más extensa del candidato- presidente que del resto de rivales o de la abstención.
En cuanto a la pegada de carteles en la calle, la publicidad de Buteflika resultó abrumadora, en Argel capital y en otras cuidades del país, como en Constantina. Desde el punto de vista de las comunicaciones, éstas fueron las primeras elecciones argelinas en las que todos los candidatos dispusieron de sitios web en Internet para la campaña. Sin embargo, su calidad y los recursos e información volcados no fueron ni mucho menos equiparables, destacando el portal oficial del candidato-presidente que contaba con todo lujo de herramientas de comunicación (vídeos, foros, discursos, agenda de la campaña, etcétera). La jornada electoral transcurrió con normalidad, pese a las amenazas de Al Qaeda del Magreb Islámico vertidas unos días antes.
El despliegue de cuerpos de seguridad por todo el país fue notable, con más de 160.000 policías a los que se añadieron efectivos del ejército y de la protección civil. Sólo perturbaron la calma una operación de desactivación de explosivos en Cabilia y el lanzamiento de un cóctel molotov en un colegio electoral en Beyaia, también en Cabilia. En esta región el llamamiento al boicot del RCD y el FFS tuvo lógicamente más eco que en el resto del país por ser el principal feudo de estos partidos. Los partidos argelinos y los periodistas españoles desplazados a Cabilia informaron de una mínima participación electoral, algo que contrasta con los resultados oficiales del 30% para esta parte del país. El FFS y el RCD no fueron los únicos actores que pidieron la abstención. Algunos ex jefes del Frente Islámico de Salvación (FIS) y del Ejército Islámico de Salvación (AIS, brazo armado y disuelto del FIS) rompieron su inicial compromiso con la reconciliación y propugnaron también el boicot.
Fue el caso de Abbasi Madani (FIS), Abdelkader Bujamjam (FIS) o Madani Mezrag (AIS). Tampoco Abdalá Yabalá (ex El Islah) dio su apoyo a los comicios. Sin embargo, otras figuras islamistas que se acogieron a las iniciativas presidenciales de perdón como Hassan Hattab condenaron las amenazas de Al Qaeda y respaldaron el proceso electoral. Las fuerzas islamistas participantes en las elecciones como MSP, El Islah o el partido no reconocido de Mohamed Said (Partido por la Libertad y la Justicia), se mostraron además favorables a la amnistía general prometida por Buteflika. El porcentaje oficial de participación, 74,56%, fue contestado no sólo por los partidos políticos abstencionistas sino también por los propios rivales que entraron en liza, según los cuales esta cifra no habría superado el 30% o el 40%.
Nadie cuestiona, por otra parte, la victoria de Buteflika, pero sí la manera en que esta victoria fue presentada. Los escasos recursos interpuestos, casi todos de la misma fuerza política, fueron desestimados por el Tribunal Constitucional, que proclamó los resultados el 13 de abril. Buteflika fue reelegido con el 90,23% de los votos. En cuanto a los observadores internacionales, unos 200, pertenecientes sobre todo a la Unión Africana y a la Liga Árabe, aunque también a la OCI y a Naciones Unidas, confirmaron, dentro de la limitación de sus poderes, la limpieza formal de los comicios.
Reacciones y consecuencias
Uno de los objetivos de las elecciones era legitimar el régimen, especialmente con respecto a la comunidad internacional. Así no es sorprendente que gobiernos europeos como España o Francia reaccionaran de forma positiva, aunque limitándose a felicitar a Buteflika por su éxito y haciendo caso omiso de las condiciones del escrutinio. La enhorabuena de la presidencia checa de la Unión Europea (UE) fue reveladora de las prioridades europeas, refiriéndose a Argelia como “un socio político y económico importante y de confianza de la UE en la región mediterránea” y destacando su papel en la lucha “significativa e implacable” contra el terrorismo y la inmigración ilegal. De hecho, sólo el Departamento de Estado de la administración Obama expresó su preocupación por las informaciones sobre un posible fraude electoral, si bien expresó también el deseo de Washington de “trabajar con el presidente Buteflika”.
Aunque es comprensible que las cancillerías occidentales vean de buen grado un nuevo mandato de cinco años de quien ha abierto el país al extranjero, apostado por la reconciliación y emprendido reformas económicas, es desconcertante que la estabilidad y los intereses económicos sean más importantes que las cuestiones democráticas en lo que a Argelia se refiere. Todo apunta a que Buteflika ha entendido bien esta actitud: el mensaje clave de su campaña –continuidad absoluta y ausencia de cambio– iba dirigido a una audiencia tanto nacional como internacional. En conclusión, estas elecciones sólo confirmaron una reelección anunciada y la única sorpresa digna de mención fue la elevada participación. Una participación que de todos modos ha sido cuestionada por las fuerzas políticas. Con todo, el resultado de naturaleza plebiscitaria (90,23%) obtenido por Buteflika tampoco puede chocar demasiado si consideramos que el 90% es la lógica progresión de los resultados anteriores: 74% en las presidenciales de 1999 y 85% en las de 2004.