Una asociación que respeta las diferencias

La UpM tiene para Túnez la ventaja de volver a centrar el Partenariado en proyectos de infraestructuras y de soslayar temas como las reformas políticas o los derechos humanos.

Ridha Kéfi

Para subrayar su firme compromiso con el proceso euromediterráneo, a los dirigentes tunecinos les gusta recordar que su país fue el primero del sur del Mediterráneo en firmar –en julio de 1995, es decir cuatro meses antes de la Cumbre Euromediterránea de Barcelona–, un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE) para la creación de una zona de libre comercio en 2010. Igualmente, les gusta recordar que su país fue también el primero de la región en suprimir, a partir de enero de 2008, todos los aranceles para los productos industriales procedentes del Viejo Continente.

Este país de 10,2 millones de habitantes, presentado a menudo como el más estable y próspero de África del Norte (con un 5% de crecimiento anual medio durante los últimos 20 años), está muy vinculado a la UE, hasta el punto de que ésta representa actualmente el 78% de sus intercambios exteriores. Las cerca de 2.800 empresas offshore establecidas en su suelo, la mayoría europeas, garantizan también las dos terceras partes de sus exportaciones, mientras que el volumen de sus intercambios exteriores con Europa se ha duplicado en 10 años, pasando a ser de cerca de 15.000 millones de euros. Túnez es el primer destino de la inversión europea en el sur del Mediterráneo (por habitante) y es también el país de la región que aprovecha más (y mejor, por habitante) las ayudas europeas en el marco del Proceso Euromediterráneo; quizás esto último explique lo primero.

Por estas razones, el país del presidente Zin el Abidin Ben Alí –reelegido, el 25 de octubre, para un quinto mandato de cinco años– no escatima esfuerzos a la hora de desarrollar sus relaciones con la UE y por eso, en febrero de 2009, inició unas complejas negociaciones sobre la liberalización de la inversión, servicios y agricultura, con este espacio económico de 27 países.

Por una ‘asociación avanzada’

Túnez, frecuentemente alabado por sus auténticos esfuerzos de modernización social y sus sólidos fundamentos económicos, acumula buenas clasificaciones de los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Foro Mundial de Davos) en cuanto a competitividad y gobernanza. Y para mantenerse en esta dinámica de reformas y desarrollo, el país exige un mayor apoyo por parte de la UE a sus iniciativas de liberalización.

En noviembre de 2008 manifestó oficialmente su voluntad de acceder a una “asociación privilegiada”, similar al estatuto avanzado que la UE ha concedido a Marruecos, sabiendo que sus socios europeos estarán más predispuestos a ello si logra avanzar en cuestiones tan delicadas (para el país) como la democracia y los derechos humanos, en las que sus “resultados” se consideran a menudo muy pobres. Desde el verano de 2007 y con este espíritu de compromiso firme con la construcción del espacio euromediterráneo, Túnez fue el primer país de la región que anunció oficialmente su apoyo al proyecto de Unión Mediterránea, propuesto unos meses antes por Nicolas Sarkozy durante su campaña por la presidencia francesa.

Por otra parte, el presidente del país reafirmó este apoyo durante la visita oficial del jefe del Estado francés a Túnez, a finales de abril de 2008. Entonces, Ben Alí instó a “una participación más amplia de los países de la orilla meridional en la elaboración de planes y en la toma de las decisiones”, destacando así las exigencias de “atribución” y de “cogestión” que más adelante se delimitarán en la arquitectura institucional de esta Unión en gestación. Por otra parte, el 13 de julio de 2008, el presidente tunecino, que no es especialmente aficionado a los encuentros internacionales, participó en la Cumbre fundacional de la Unión por el Mediterráneo (UpM), que reunió en París a los jefes de Estado de los países ribereños del Mediterráneo (excepto Libia) con los de la UE, bajo la presidencia conjunta de Francia y Egipto. Posteriormente, su país ha participado en todas las reuniones de la UpM celebradas entre expertos, funcionarios y ministros.

Y el presidente Sarkozy, para recompensar a Túnez por su apoyo sin reservas a este proyecto tan importante para él, a pesar de las reticencias que suscita en el Norte (Alemania) y en el Sur (Libia), prometió defender la candidatura de Túnez para acoger el secretariado general de la nueva institución, frente a las de Barcelona (España), cuna del Proceso Euromediterráneo, La Valeta (Malta) y Bruselas (sede de la Comisión Europea). Por otra parte, Alain Joyandet, secretario de Estado francés responsable de Cooperación y Francofonía, confirmó esta promesa durante su visita a Túnez el 7 y 8 de octubre de 2008: “Le he dicho al primer ministro (tunecino) que Francia cree que Túnez cuenta con muchas bazas para acoger el secretariado de la UpM (…). En cualquier caso, Francia considera la candidatura de Túnez especialmente interesante y con muchas posibilidades”.

Divergencias árabes

Sin embargo, esta promesa francesa no se ha podido mantener, no por falta de voluntad por parte de Francia u otros socios europeos, sino debido a la fuerte oposición de dos países árabes, Siria y Líbano, que se negaban a que el secretariado de la UpM tuviera su sede en un país árabe, por temor a que la Unión se transforme en un vehículo de normalización de las relaciones con Israel, sin que haya una contrapartida. Para manifestar su malestar, el 30 de octubre de 2008, Túnez reaccionó anunciando, a través del diario gubernamental francófono La Presse, y citando “una fuente fidedigna”, que no solicitaría ni la sede de la UpM ni el cargo de secretario general de esta institución.

Y lo que es peor, no envió a su ministro de Asuntos Exteriores, sino a un secretario de Estado, a la reunión ministerial del Proceso de Barcelona-UpM celebrada días después en Marsella (3 y 4 de noviembre de 2008), y en la que se asignaría “por consenso” la sede de la nueva institución a Barcelona. Aunque no fue una sorpresa, en vista de las divergencias surgidas entre los países árabes durante el verano de 2008 respecto a esta institución, esta renuncia de última hora se percibió como el inicio de un cambio en la postura de Túnez hacia la UpM. La declaración dos semanas más tarde del primer ministro, Mohamed Ghanuchi, según la cual la UpM no puede “tener grandes ambiciones y lanzar grandes proyectos de infraestructuras si no hay voluntad de encontrar la financiación adecuada”, empeoró los temores a que uno de los países del sur del Mediterráneo más vinculados al proyecto se uniera al grupo de los recalcitrantes, encabezado por Libia.

El dirigente tunecino, durante una rueda de prensa conjunta con el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, al término de la VII Reunión de Alto Nivel Hispano-Tunecina, celebrada el 20 de noviembre de 2008 en Madrid, explicaba que para evitar que “la ilusión se transforme en decepción, son necesarios programas y medidas concretos”. ¿Fue entonces para atenuar las reservas de su huésped, por lo que Zapatero declaró que España “nunca agradecería lo bastante” a Túnez su actitud ante la candidatura de Barcelona como sede de la UpM, cuando Túnez era candidata también, y que España “desea y apoya” el nombramiento de un tunecino para el cargo de secretario general? En cualquier caso, el gobierno tunecino que, sin embargo, se guardó de adelantar el nombre de su posible candidato, acogió favorablemente esta postura.

Por otra parte, Jordania ya había avanzado el nombre de Ahmad Massadeh, su embajador en Bruselas, apoyado por algunos países árabes y también se alentaba la idea de un candidato palestino, especialmente por parte de Egipto. El proyecto de la UpM empezaba a atascarse peligrosamente, a causa sobre todo de los desacuerdos árabes sobre la conveniencia de tener que sentarse al lado del Estado de Israel, cuando la intervención militar israelí en Gaza (de diciembre de 2008 a enero de 2009) lo frenó en seco. En efecto, por primera vez desde el lanzamiento del Proceso Euromediterráneo, todos los países árabes, incluido Túnez, decidieron de común acuerdo boicotear sus reuniones, exigiendo incluso su suspensión, al considerar que era inimaginable, después de tantas muertes y destrucción, sentarse a la misma mesa que los representantes del Estado judío, sobre todo en ausencia de un proceso de paz.

El jefe de Estado libio, Muamar el Gadafi, detractor acérrimo de un proyecto en el que veía un intento de dividir a los países árabes, no tardó en salir a la palestra para presionar más a sus homólogos árabes: “Lamentamos este golpe propinado a la UpM cuando estaba en sus comienzos […] ¿Acaso la destrucción de Gaza y el asesinato de niños están entre los proyectos concretos prometidos por la UpM? […] Creo que los socios del sur van a revisar su adhesión a la UpM”, declaraba el líder libio el 23 de enero de 2009.

Moratinos en Túnez

Sin embargo, para sacar a la UpM de su letargo, los dirigentes franceses y españoles multiplicaron los contactos y tomaron iniciativas diplomáticas. La visita del ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, a Túnez, el 17 de mayo de 2009, forma parte de este intento de reactivar el Proceso Euromediterráneo acelerando el establecimiento del secretariado de la UpM en su nueva sede del Palau de Pedralbes de Barcelona. Para conseguir que Túnez respaldase el planteamiento de España, el responsable de la diplomacia española, cuyo país debe asumir a partir de enero de 2010 la presidencia rotatoria de la UE, comunicó la voluntad de Madrid de llevar a buen término el deseo de Túnez de conseguir un “estatuto avanzado” con la UE.

También anunció una visita de los reyes de España antes de finales de 2009 a Túnez, un viaje destinado, según sus palabras, “a establecer una nueva dinámica de cooperación y de entendimiento” en las relaciones entre los dos países. Al término de sus conversaciones con el presidente Ben Alí y con su homólogo tunecino, Abdelwaheb Abdalá, el ministro español indicó que “se están examinando algunos medios diplomáticos para llevar a la práctica la declaración de la Cumbre de París”, y destacó el deseo de Túnez de ver que la UpM “empieza a trabajar en los proyectos acordados”. Túnez, cuyo compromiso con este proyecto nunca se ha debilitado a pesar de que las contingencias en Oriente Próximo lo han retrasado, ha seguido participando en las reuniones de la UpM, en principio informales y luego oficiales, en especial en las dos reuniones ministeriales –el 25 de junio en París y el 7 de julio en Bruselas– dedicadas al desarrollo sostenible y a las cuestiones financieras.

Su diplomacia ha seguido trabajando también para que el secretariado general de la institución tome forma a finales de 2009 y esté operativo a principios de 2010, es decir un año después del objetivo inicialmente anunciado en la cumbre de París. Desgraciadamente, esta nueva cita está en vías de aplazarse, ya que la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de los Estados miembros de la UpM, prevista para noviembre en Estambul, en Turquía, se ha cancelado a causa de la negativa de Egipto y de otros países árabes a sentarse junto al jefe de la diplomacia israelí, el controvertido ultranacionalista Avigdor Lieberman. A pesar de todos estos contratiempos y citas fallidas, Túnez sigue estando vinculado a la continuidad del Proceso Euromediterráneo, considerado, en palabras de su presidente, “una de las llaves maestras”.

Preguntado sobre la posición de su país respecto a la UpM en una entrevista en la revista mensual parisina Afrique Magazine (octubre de 2009), Ben Alí reafirmaba las esperanzas de su país en esta asociación, aunque reconocía que “no podrá regularlo todo, en vista de la magnitud de los desafíos que hay que superar”. A pesar de los muchos obstáculos, la UpM sigue siendo, según él, “una oportunidad que hay que aprovechar para hacer de nuestra región mediterránea un modelo de cooperación y de solidaridad, de inversiones mutuamente beneficiosas, de intercambios humanos y de diálogo intercultural”.

Pero, en su opinión, para garantizar las condiciones del arranque efectivo de este prometedor proyecto, los socios deben “comprometerse en la vía de la realización de proyectos concretos en los ámbitos de las infraestructuras, el medio ambiente, la educación y las ciencias, en resumen, en todos los sectores que tienen un impacto visible en la vida de la población”. En cuanto a las reformas políticas, a la democracia y a los derechos humanos, registrados en el artículo 2 del acuerdo de asociación Túnez-UE, pueden esperar…