Guerra en Siria

“Si realmente Rusia o EE UU quisieran acabar con Daesh y con la guerra por el bien de los sirios, lo harían en menos de un mes” opina el máximo responsable de la rama militar del Partido Nacional Socialista Sirio.

Entrevista con el ‘Captain’ por Natalia Sancha

El Captain, así es como se refieren sus hombres al líder de la única milicia laica que lucha en Siria. Acaba de regresar a Líbano, esta vez del frente de Alepo. Alto, de complexión fuerte a los 62 años, el máximo responsable de la rama militar del Partido Nacional Socialista Sirio (SSNP, por sus siglas en inglés) se mueve en Beirut en transporte público, puesto que son pocos los que conocen su rostro. Fundado en 1932, el SSNP, o el Qaume Suri en árabe, es un partido laico, cuyo objetivo es establecer una gran Siria que abarca desde el sur de Turquía hasta Arabia Saudí y desde Chipre a Irán. En sus filas se cruzan intelectuales con fervientes idealistas. Se trata del único partido y milicia libanés en el que participan combatientes de todas las religiones bajo una misma insignia. Sus hombres han combatido contra todo ocupante, desde los franceses a los israelíes. Hoy, luchan junto al ejército libanés contra Al Qaeda y el grupo Estado Islámico en Líbano, así como en Siria junto a las tropas de Bashar al Assad. Dispone de seis escaños en el Parlamento sirio. Al igual que los yihadistas, creen en una nación árabe que rebasa las fronteras establecidas por dos diplomáticos europeos en el tratado de Sykes- Picot de 1916. Sin embargo, ambos están a las antípodas ideológicas que oponen dos proyectos sociales entre el secularismo del SSNP y el radicalismo islamista del EI. Tras 15 años de guerra civil en Líbano, el Captain asegura que su partido hará todo lo que esté en sus manos para que Siria no se convierta en el país confesional y fragmentado que es hoy Líbano. Tras 47 años en el Qaume, tiene a su cargo más de 20.000 combatientes en Siria, entre hombres y mujeres. El Captainmonitorea las operaciones, coordina con otras facciones y ejércitos las batallas y aporta la directivas militares necesarias. En el bolsillo trasero del pantalón aun guarda las notas de su último discurso, que datan de un par de días antes de la entrevista. Se dirigía a las familias de tres de sus hombres, caídos como “mártires” en Siria en atentados suicidas.

AFKAR/IDEAS: ¿En qué países de la región está presente el SSNP en la actualidad?

CAPTAIN: Estamos en Jordania, Palestina, Irak, Siria y Líbano. En Jordania e Irak somos ilegales. Incluso aquí [Líbano] si pudieran, nos ilegalizarían.

A/I: ¿ Cuál es su objetivo?

C.:Queremos crear una umma donde la religión no sea la prioridad sino que reine la mente y la razón. No somos los únicos que pensamos así, pero tampoco podemos imponernos sobre el resto, o encarcelar a todo aquel que no piense como nosotros. Anular las fronteras no sería suficiente, queremos que la gente esté convencida de los ideales que nos mueven.

A/I: ¿Y el de su brazo armado?

C.: No somos un ejército con casernas porque no tenemos capacidad material para serlo. Pero estamos en muchas casas y combatimos en toda Siria desde Sueida, al Sur, hasta Alepo, al Norte. Tenemos 20.000 milicianos en todo el país luchando en sus regiones, defendiendo sus casas, sus tierras y sus gentes. También estamos luchando al este de Líbano, en Ras Baalbek y la Bekaa. Pero no pretendemos ser una alternativa a los gobiernos ni de Líbano, ni de Siria. Estamos a su lado y les apoyamos.

A/I:Han pasado de combatir a Israel para combatir ahora al EI. ¿Cómo se opera ese cambio?

Daesh es un cáncer que sirve también el interés de Israel en la región; son un enemigo común

C.: Son un enemigo común. Lo primero que Daesh intentó tomar en Siria fueron las fronteras. Siria apoya a la resistencia contra Israel [en referencia a la milicia libanesa Hezbolá], y las armas llegan parte de Irán y parte de Siria. Ahora los libaneses son conscientes de que sin el apoyo de Irán y de Siria, Israel se haría con Líbano. En la guerra siria, como en los años ochenta en relación a los israelíes, algunos libaneses no pensaban que el EI pudiera entrar y ocupar parte del país. Algo que han intentado en Líbano. El EI es como un cáncer, empieza por la pierna para luego extenderse por todo el cuerpo. Y es un cáncer que sirve también el interés de Israel en la región siguiendo el lema de “divide y vencerás”. A Israel le interesa que reine la mentalidad confesional y sectaria para justificar que haya un Estado judío basado en la religión. Es más fácil usar la retórica religiosa para crear fricciones que molestarse en crear un partido afín. Además, si logran dividir Siria, habrá más guerras por ver quién controla cada frontera. Dentro, los terroristas están destrozando el país y sus mentes. Creen que si matas por la religión vas directo al paraíso repleto de sirenas que nunca envejecen…pero ¿cómo quiere nadie hablar o dialogar con semejante cerrazón de cerebro? Son totalmente anacrónicos. Y ahora se ha convertido en una ideología exportable fuera de Siria. Rusia tardó en intervenir en Siria y darse cuenta del peligro que representaba el EI, pero Europa lo hizo tarde y después de que le golpeara en su propio territorio.

A/I:Y, sin embargo, a pesar de rechazar la religión luchan junto a la milicia del Partido de Dios en Líbano y Siria. ¿Hay lugar para un partido laico en una región cuyas guerras se empeñan en pintar con tintes sectarios?

C.:Compartimos un mismo enemigo, algo que no ha sido así siempre. En los ochenta yo no podía cruzar el territorio de Hezbolá. Tenía que ir de Beirut a Damasco, y entrar por Siria a mi pueblo en la Bekaa [franja oriental fronteriza con Siria] porque me buscaban. Entonces Hezbolá tenía un líder sanguinario, Subhi Al Tufali. Para él, todo el que no fuera o pensara como Hebzolá tenía que ser eliminado. Varios de nuestros hombres cayeron mártires en enfrentamientos contra Hezbolá. En aquella época, los seguidores de Tufali vertían ácido sobre las parejas que coqueteaban en el río o sobre las mujeres que no llevaban velo. Luego Sayeb Abbas Musawi ocupó el puesto de secretario general del Partido de Dios. Fue un líder respetable como lo es hoy Sayed Hasan Nasralá. Entendieron que ese no era el camino a seguir para llegar a la gente. Ya durante la guerra civil nos enfrentamos ambos también a las Fuerzas Libanesas (partido-milicia cristiano). Eran muy sectarios y tenían entonces la misma mentalidad que tiene hoy Daesh. Mataban, decapitaban, lanzaban a gente desde las azoteas de los edificios, o los colgaban de las farolas. La bestialidad de Daesh no es nueva, todo eso ya lo hicieron los combatientes de Samir Geagea [actual líder de las Fuerzas Libanesas y miembro del gobierno interino].

A/I: En Siria no solo está EI, también hay rebeldes, es una guerra civil en la que ustedes luchan al lado de Al Assad…

C.: En Siria, hay un gobierno donde los cristianos, los suníes, los drusos, los alauíes y todos tienen sus derechos. Durante años, el presidente ha sido alauí y durante los años anteriores a los Assad fue suní. Y nada cambió. El partido Baaz constituye la mayor parte del apoyo al gobierno y se trata de un partido suní, aunque ha perdido a mucha gente. En Siria, a pesar de todo lo que ha pasado, no hay sustituto ahora para el gobierno. La alternativa sería la división del país a manos del EI y gente como ellos que si difieres de sus ideas te ejecutan.

En Siria,no hays ustituto para el gobierno. La alternativa sería la división del país a manos del EI

A/I: ¿Por qué es tan decisiva la figura de Al Assad?

C.: La estructura del gobierno, de los poderes y del ejército sirio siguen en pie. Y la lealtad de esa gente es hacia Al Assad. La gran mayoría de los oficiales respetan a Bashar, por lo que si se va, sería un símbolo de debilidad y división.

A/I: ¿Cómo está afectando la guerra al partido Baaz?

C.: Se están dando cuenta de que hay que ser más inclusivos con las ideas de los demás. En los años cincuenta hasta los setenta tuvimos problemas con el Baaz en Siria. Pensaban que el Qaume había matado al ministro sirio de Defensa en 1955, y muchos de nuestros compañeros acabaron entre rejas. El problema en esta región es que no se aceptan las ideas diferentes. Es la forma de funcionar aquí. Durante los años sesenta y setenta tuvimos que trabajar muy duro en Siria, incluso de incógnito porque estábamos perseguidos. Nos encarcelaron y nadie se levantó para luchar por nosotros. Pero eso no significa que porque mi grupo no esté en el gobierno tengo que cargarme al partido entero y destrozar el país. Abrimos vías de diálogo, hablamos con el Baaz, hubo muchas idas y venidas y poco a poco nos pusimos a trabajar en Siria. Pero no puede llegar alguien y decirle a Bashar al Assad :“muévete que nos queremos poner en tu lugar”.

A/I: Respecto a esa tolerancia, es sabido que antes de 2011 eran muy pocos los que osaban hablar de política en público o criticar al presidente por temor a acabar entre rejas…

C.:Hay algo de verdad en eso. Hay parte del gobierno que acepta que trabajes y otra que no. Depende mucho de la personalidad de quien esté a cargo en cada sitio. Algunos te abren las puertas, otros te eliminan y piensan que pueden tener a Siria anclada en el pasado. Pero en general ya se ha entendido que hay que aceptar otras ideas y ser más flexibles en la era actual.

A/I: ¿Por qué ha intervenido Rusia del lado de Al Assad en esta guerra?

C.:Todos los actores que intervienen en Siria lo hacen siguiendo su propio interés. Los rusos no se están quitando de la boca millones de dólares para dárselos a Al Assad solo por sus ojos bonitos. Para Rusia, el interés en Siria son los recursos, como el petróleo, el gas o el hierro. Y, por supuesto, una salida al Mediterráneo con la base marítima que mantienen en Tartus. Tampoco creo que nadie sea tan ingenuo como para pensar que los norteamericanos se levantan cada mañana sufriendo por los sirios y se toman el café pensando en los pobres niños sirios. A todos les da igual que Siria se quede mañana sin un solo sirio. Pero la diferencia es que el pueblo sirio prefiere al gobierno ruso porque no tiene esa relación incondicional que tiene Estados Unidos con Israel.

Para Rusia, el interés enSiria sonlos recursos. Y, por supuesto, una salida al Mediterráneo

A/I: Y, sin embargo, han sido decisivos en el campo de batalla …

C.: Han supuesto un cambio drástico sin lugar a dudas. Yo he luchado y sigo luchando con ellos. Y su forma de luchar es muy diferente. Ya le gustaría al resto de facciones tener las capacidades que tienen los rusos. Y, sin embargo, las armas que dan a Siria son antiguas. Es como si se deshicieran de la ropa vieja del armario. Cuando los rusos quieren acabar una operación con rapidez, lo hacen. Les hemos visto llegar a lo alto de una colina en plena batalla, descargar a una veintena de hombres encapuchados en el terreno como apoyo a los bombardeos y en media hora cerrar el frente. Pero todo depende de las prioridades que tengan en el terreno. Si realmente Rusia o Estados Unidos quisieran acabar con Daesh y con la guerra por el bien de los sirios, lo harían en menos de un mes. La mejor ayuda no es la de armar a los sirios, sino todo lo contrario, convencerles de que terminen con la guerra y frenen la destrucción del país. La victoria real es la paz. Pero cada país quiere su parte del pastel.

A/I:Ustedes lucharon contra el EI junto a diversas milicias, como Hezbolá y la Defensa Nacional Siria, codo con codo con los ejércitos ruso y sirio en la localidad de Qaryatain. ¿Cómo se produce la coordinación entre las diferentes facciones en esos frentes tan concurridos?

C.:Hay una sala de operaciones donde se juntan los jefes de cada facción y de los ejércitos. Cada grupo se ocupa de un flanco de entrada en la ciudad. La batalla de Qaryatain, como la de Mehin, fue muy dura y muy larga. Con numerosas ofensivas y contraofensivas. El EI tiene más misiles y morteros que el ejército sirio. Si un soldado sirio quiere disparar un misil contra los yihadistas se enfrenta a un interminable camino de papeleo y permisos. Al final se calcula el coste y deciden que es mejor infiltrar a alguien que disparar el misil. Mientras que al EI le da igual disparar cinco que 20 misiles y además las armas de las que disponen son americanas con misiles Tow de tercera generación. Una noche recurrimos a las fuerzas aéreas rusas. En el terreno dábamos las coordenadas al responsable del ejército sirio que a su vez comunicaba las coordenadas a los rusos y éstos empezaron a bombardear desde el aeropuerto de Hmeimim [en la costa siria de Latakia], desde el de Shairat que está a 20 kilómetros de Qaryatain y desde el de Damasco. Bombardearon desde las 19 horas hasta las 7h30 sin descanso. Era una operación clave para cerrar el acceso de Daesh a Líbano y Turquía. Los yihadistas pretendían combinar dos frentes desde Turquía, donde podían avituallarse con más armas, para avanzar abriendo un corredor en el norte de Líbano hasta el mar Mediterráneo con la ciudad de Trípoli. Fue una operación exitosa coordinada entre nosotros, el ejército sirio y la aviación rusa. Y las relaciones fueron bien. De hecho, me acuerdo que cuando contacté con el responsable del aeropuerto de madrugada, éste me preguntó: – ¿Eres libanés? – Sí, le respondí – Y ¿por qué luchas aquí? ¿Tienes tierras? – No, pero es mi tierra, y lucho aquí porque si no tendré que hacerlo mañana en mi pueblo de Líbano para frenar a Daesh.

A/I: Sin embargo, habiendo tenido la oportunidad de cubrir varios de esos frentes, incluido el de Qaryatain, pudimos apreciar también problemas y choques entre las diferentes facciones. En ocasiones debido al contraste entre la formación y experiencia militar de algunos miembros de las defensas civiles o del ejército regular frente a la recibida por las fuerzas especiales o de los milicianos. En otras, simplemente por ética ante aquellos que se dedicaron a saquear una ciudad recién liberada y aquellos que la acababan de liberar a costa de su vida.

C.: En la guerra hay unos que dan su vida por defender a los demás y otros que secuestran los logros y empañan las victorias. Unos van a luchar y otros a robar. No los excuso, pero algunos tienen hambre y necesidades. Otros quieren llevarle algo a su familia o ni siquiera tienen dinero para hacer el camino de vuelta a sus casas cuando tienen permiso. Los salarios son insignificantes, alrededor de los 40 dólares mensuales. En ocasiones, los propios jefes miran a otro lado. Es una guerra. En el ejército no está permitido, y los que roban son más bien milicias o defensas nacionales. En nuestro partido se echa a quien ponga una mano sobre la propiedad de otra persona. Pero eso no significa que podamos controlar a todos. No somos dioses, no somos perfectos. Nadie lo es.

A/I: ¿Tras cinco años de guerra, cuántos de sus hombres han muerto luchando en Siria?

C.: Tenemos más de 200 mártires, pero menos de los 500 de los que habla la gente. Es muy duro. Lleva mucho tiempo entrar en el Qaume entre formaciones y entrenamientos. Requiere mucha energía. Somos delicados con ellos, no los entregamos para morir ni los enviamos al campo de batalla con descuido. Durante la resistencia frente a Israel, yo era responsable de un grupo de jóvenes. Eran voluntarios para operaciones suicidas contra retenes del ejército israelí. Entonces, no disponíamos de armas pesadas como morteros o misiles. Norma era una de las jóvenes voluntaria para una operación suicida. Estuvimos en la misma casa seis meses con el resto de compañeros. Era como mi hermana y le cogí mucho cariño. Intenté disuadirla durante esos seis meses. Le aconsejé que se casara y que hiciera su vida. Pero estaba decidida a luchar y entregar su vida antes de ver a los israelíes conquistar su tierra y la de sus posibles hijos. El día de la operación tampoco flaqueó y tan solo pidió unas judías blancas con carne como último “favor”, como lo llamó. Una de mis hijas se llama Norma en su honor…

A/I: ¿Cree que hay esperanza para que la guerra en Siria termine?

C.:Un día la gente tendrá que volver a sus casas. Y ese día llegará. Pero algo se ha roto en Siria. No volverá a ser lo de antes, no hay confianza. Es como un plato roto. Puedes pegar las piezas, pero las fisuras siempre quedarán visibles. En Líbano pasó lo mismo. Se necesitan varias generaciones para superar una guerra civil. Es mucho más fácil reconstruir las piedras que un pueblo.