Comunicación y acción social

“Es necesario explicar nuestra religión, crear espacios de diálogo para que se llegue a su conocimiento y que no se convierta en algo folclórico, sino en un elemento con fundamento”.

Entrevista con Mohamed el Amrani por Adrià Casademont

Nacido en Chefchauen, Mohamed el Amrani se trasladó con tres años junto a su familia a la ciudad de Roses, en Cataluña. Fue allí donde creció y despertó su interés por los ámbitos que hoy definen su labor: la comunicación y la acción social. Empezó a publicar escritos y a trabajar en medios de comunicación locales a una temprana edad. Con 17 años creó la Asociación Xarxa de Convivència en Roses, con el objetivo de mediar en los problemas locales, proyecto por el que recibió el Premio Fundación Príncipe de Girona en la categoría social en 2014. Su trabajo social ha continuado a través de la ampliación de esta entidad y la puesta en marcha de distintos proyectos de cooperación y desarrollo a nivel internacional. Su vitalidad y su labor se ven reflejadas en cada una de sus palabras e invitan a toda persona a implicarse en el ámbito del activismo social para contribuir a la mejora de este mundo.

AFKAR/IDEAS: ¿Qué es lo que le llevó a dedicarse al ámbito social?

MOHAMED EL AMRANI: Para responder a esta pregunta hay que analizar mi trayectoria personal. Esto parte primero de mi origen. Nací en Marruecos y con tres años vine a vivir a Roses. Nací en la región de Chefchauen y siempre me ha gustado decir que de alguna forma dejé –por un tiempo, porque siempre he vuelto–, el azul de la ciudad de Chefchauen por el azul de la bahía de Roses. Estas dos puertas que se abren ante ti, la vida desde la perspectiva marroquí y desde la perspectiva catalana, provocan que en un momento u otro se produzca una crisis de identidad. Esto me sucedió con 15 años. Me pregunté quién era y cuál era mi relación con el mundo. En la escuela siempre había un rasgo diferencial que me marcaba: haber nacido en un lugar distinto. Sin embargo, fue en el instituto cuando los choques fueron más evidentes. En esa época me refugié en la escritura, elemento que ha marcado mi trayectoria y razón por la que me he dedicado al ámbito social y a la comunicación. Había vivido siempre al lado de una biblioteca pública donde me encontraba con otros niños y donde buscaba respuestas a todas mis dudas. De esa forma empecé a escribir y quedé finalista en un concurso de escritura. A partir de entonces tuve la oportunidad de participar en distintos medios de comunicación. Escribía sobre temas cotidianos o problemas de la ciudad y vi que esto despertaba el interés de la gente, que a menudo me paraba por la calle para debatir los problemas que abordaba en mis escritos.

A/I: ¿Cuáles han sido los referentes que le han inspirado o le inspiran?

M.A.: Prefiero siempre inspirarme en las personas normales que destacan por cualidades extraordinarias, y una de ellas es mi abuelo. Creo que es un gran relatador, siempre me cuenta su experiencia de cómo llegó aquí. Lo veo como un referente en mi día a día. Probablemente mucha gente tiene sus referentes en personajes que salen por la televisión. En mi caso siempre me han llamado la atención las personas normales que son capaces de enseñar o transmitir valores: el profesor que me animó a participar en el concurso, mi abuelo, las bibliotecarias… Personas del día a día que por su sensibilidad social o sus cualidades consiguen transmitirte ciertos valores que te acompañan a lo largo de la vida. El principal problema es que muchos jóvenes no tienen un referente que les permita desarrollar su identidad. Hoy hay mucha artificialidad y, sobre todo, una carencia de liderazgo en muchos ámbitos. En la televisión, los temas relacionados con la convivencia o la integración social siempre son tratados y analizados por los mismos y no veo una persona que inspire confianza o que sea realmente un líder que pueda transmitir valores.

Los jóvenes que nacerán aquí, heredarán la condición de inmigrante aunque yan o lo sean

A/I: ¿Continúa vinculado con Marruecos a través de proyectos sociales y de cooperación o solo en el ámbito familiar?

M.A.: Sigo vinculado y, cuando voy de vacaciones a Marruecos, intento siempre ir con algún proyecto. Interesarte por el mundo que te rodea, buscar el bien común sencillamente de forma innata, sin querer nada a cambio, esto me motiva. El sentido de comunidad, que seguramente aquí se está perdiendo. Son elementos que tengo desde pequeño y seguramente he aprendido de Marruecos. Hay valores muy importantes de Marruecos que siempre he intentado mantener, aunque hay muchas personas que no regresan y, por tanto, no recuperan esa conexión con el país de donde provienen. Recientemente hemos firmado un convenio entre la ciudad de Frigiliana (Málaga), la ciudad de Chefchauen, la Fundación Euroquia y yo mismo, que prevé la cooperación entre dos ciudades mediterráneas que comparten mucha historia y mucha cultura. Lo que hemos firmado estas cuatro partes es un compromiso que en los próximos años permitirá desarrollar un plan de acción y cooperación al desarrollo que busca fomentar iniciativas en Marruecos y en la ciudad andaluza de Frigiliana. Yo entiendo la cooperación como bidireccional, nosotros no vamos a Marruecos a desarrollar nada, sino que vamos a aprender y a ayudar a desarrollar.

A/I: ¿Cuáles son los principales problemas con los que se encuentran los jóvenes musulmanes hoy en día?

M.A.: En el entorno actual es inevitable que en un musulmán destaque más la religión que la cultura, puesto que muchas veces los dos elementos se confunden. En mi opinión, para evitar esta estigmatización tenemos que tener en cuenta cinco retos. El primero es la normalización. Es decir, ser capaces de normalizar las prácticas religiosas de forma sana y que no sea algo folclórico. Yo creo que la religión es una de las condiciones que forman parte de una persona. Mi religión es la musulmana, otra persona tendrá otra religión o puede que no la tenga. Este hecho no tiene que marcar nuestra carta de presentación. Lo vimos de forma muy clara con la elección del alcalde de Londres. Los medios destacan que es el primer musulmán que se ha convertido en alcalde de una ciudad occidental. Para normalizar hay que aceptar que vivimos en un mundo globalizado, que el mundo es diverso y que Europa es diversa.

Cuando aceptemos esa realidad, cuando deje de sorprendernos lo que es normal, habremos aceptado y normalizado una cosa tan básica como es la condición religiosa. El segundo reto es la aceptación. Los jóvenes que nacerán aquí, heredarán la condición de inmigrante aunque ya no lo sean. La necesidad de acompañar a estos jóvenes a lo largo de su desarrollo es clara, y creo que las administraciones no tienen herramientas para hacerlo. De hecho, están formulando políticas enfocadas al arraigo, a la acogida, a recibir a nuevas personas cuando la realidad es otra. Se olvidan de prestar este acompañamiento a los chavales nacidos aquí. El tercero es que los jóvenes tengan voz e implicación en los espacios de culto, que ahora mismo están gestionados por nuestros padres y los jóvenes ven desde la lejanía. Los centros de culto tienen que adecuarse a esta nueva realidad permitiendo que los jóvenes puedan integrarse dentro de sus estructuras.

El cuarto es explicar nuestra religión. No acabamos de trasmitir a la sociedad cuáles son los pilares clave de nuestra religión y eso tiene mucho que ver con la falta de liderazgo en todos los ámbitos. Debemos ser capaces de crear espacios de diálogo: que mi vecino no tenga miedo a preguntarme por qué hago el ramadán, o por qué mi madre lleva velo y mi hermana no. Es necesario explicar, transmitir el conocimiento, crear espacios de diálogo para que se llegue a este conocimiento de la religión y que no se convierta en algo folclórico, sino en un elemento con fundamento, y este conocimiento fundamentado es lo que nos permitirá obtener respuestas. Por último, he hablado de muchas cosas que nosotros debemos hacer, pero hay una cosa importante: que la sociedad sea capaz de aceptar la diversidad, es decir, que un joven vaya a solicitar un alquiler y no se le cierren las puertas por tener un nombre u otro o por venir de un lugar concreto.

Sin valores, estamos construyendo el futuro europeo a través de la hipocresía

A/I: ¿Cree que los jóvenes europeos viven una verdadera identidad europea o es una identidad más apegada a la de los padres?

M.A.: Aún no lo sabemos. Podría decir cómo lo veo yo, pero un joven procedente del entorno que acabamos de describir no se considera “europeo”, visto que su sentimiento europeísta no se ha reforzado. Seguramente, hechos como la elección de un alcalde musulmán en Londres ayudarán a normalizar este proceso. Europa es muy contradictoria. Defendemos unos valores, unos derechos concretos, pero vemos que ante la crisis de refugiados más importante de la última década se cierran las puertas poniendo en duda todos estos valores que se defienden. Europa tiene una crisis de valores y cuando sea capaz de refundarse será capaz de tener credibilidad ante estos jóvenes. Creo que es importante sentirnos europeos y ser capaces de entender los beneficios de una comunidad europea potente, pero sin valores estamos construyendo el futuro europeo a través de la hipocresía.

A/I: ¿Cree que hay una implicación social activa de los jóvenes musulmanes tanto en el entorno local como en el ámbito europeo?

M.A.: La cuestión más importante es qué herramientas tienen estos jóvenes para realizar acciones sociales. En mi caso he podido desarrollar proyectos sociales porque he entendido muchas cosas y he utilizado una herramienta tan potente como es la comunicación. Pero un joven que se encuentre en un ámbito de exclusión social no dispone de un entorno sano que favorezca su desarrollo en el mundo que le rodea. Tenemos que detectar a los jóvenes con ganas de hacer cosas, darles las herramientas y darles visibilidad en todos los entornos que podamos. Cuando quiero llevar a cabo un proyecto, no tengo problemas en encontrar voluntarios, porque me muevo en un ámbito que me permite tener una relación directa con la juventud y porque ven que no busco nada más que darles un papel activo en estos proyectos. Necesitamos herramientas, necesitamos dar más importancia y protagonismo a los jóvenes que tienen que interesarse por el mundo, pero también el mundo debe interesarse por ellos.

A/I: ¿Cómo vive y cómo cree que se puede combatir el auge de los discursos islamófobos tanto en el ámbito político como social?

M.A.: Cuando veo a una persona que tiene una actitud racista siempre me planteo si es posible que pueda abandonar tal actitud. Una persona racista no me crea rechazo, sino que me crea la necesidad de invitarle a tomar un café y que me cuente el porqué de su actitud y cómo puedo ayudarle para que deje de verme como a un enemigo. Esta es mi reacción frente a este tipo de actitudes. En Facebook suelo colgar cosas que reciben comentarios racistas. En estos casos propongo tomar un café a esa persona para que hablemos con tranquilidad y me explique por qué tiene tanto odio. ¡Y en varias ocasiones ha funcionado! Muchas personas con discursos cargados de odio después de tener una conversación han terminado siendo socios de la entidad que creé. Esta es la mentalidad que creo que deberíamos tener, no vencer el odio con más odio. El odio se trabaja con diálogo. Si con ese euro que me cuesta el café consigo que esa persona deje de ser racista, será el euro mejor invertido.

Hay que luchar contra la islamofobia y la xenofobia a través de la educación y los medios de comunicación

A/I: ¿Qué cree que se debería hacer para generar resiliencia entre esta juventud, para que sea capaz de afrontar estos ataques y a la vez los de los sectores más radicalizados que intentan atraerlos?

M.A.: Las personas que somos de un origen diferente, a lo largo de nuestra vida vivimos muchos microracismos. En la escuela y en la calle hay muchos prejuicios. Creo que tenemos que luchar contra la islamofobia y la xenofobia a través de dos ámbitos. El primero es el sistema educativo, es un tópico porque siempre se habla de la educación como herramienta de transformación social, pero es verdad. Los islamófobos, más que rabia o preocupación, me transmiten pena por ser personas que no son capaces de ver a los otros individuos como personas que comparten el mismo objetivo de desarrollo. Hace falta educación en todos los ámbitos. En el ámbito escolar, los maestros evidentemente educan en la igualdad, el respeto y la convivencia. Debemos dar herramientas a los maestros para poder gestionar esta diversidad y esta nueva realidad. Muchas veces haría falta educar a los padres para que aprendan lo mismo que sus hijos, visto que en muchos casos los alumnos aprenden lo contrario en casa. Eduquemos a los hijos, pero también a los padres a través de los medios de comunicación y los ámbitos que tenemos cercanos para acceder a ellos. Que los medios de comunicación se conviertan en este segundo ámbito de lucha contra la islamofobia. Éstos tienen que saber de lo que hablan, utilizar un lenguaje honesto y lo más cercano posible a la realidad.

A/I: ¿Cuáles cree que son los principales errores de los medios de comunicación en cuando hablan de diversidad?

M.A.: El problema principal que tienen los medios de comunicación es una falta de conocimiento real en el momento de tratar los temas. Hace falta entender los conceptos para poder hablar de ellos. No es lo mismo integrar que asimilar o inmigrante que emigrante. Parece que los periodistas escriben sin pararse a pensar en el mensaje que transmiten sus palabras. Eso no significa que todos los periodistas hagan lo mismo porque, por suerte, hay muy buenos periodistas que hacen un gran trabajo.

A/I: ¿Cuáles son sus proyectos en el futuro?

M.A.: Seguiremos impulsando este convenio que hemos firmado entre el Ayuntamiento de Frigiliana, el Ayuntamiento de Chefchauen, la Fundación Euroquia y yo mismo, una alianza que hemos creado para poder desarrollar proyectos sociales. Nos separa un mar, pero nos unen ideas. Vivimos en un mundo más interconectado que nunca y debemos aprovecharlo para construir.