Visión israelí de la situación en Oriente Medio

“Trump se ha dado cuenta de que la alianza entre Rusia e Irán es una amenaza no solo para la seguridad regional, sino también para la de EE UU, que es el pilar fundamental de la seguridad de Israel”.

Entrevista con Amos Gilad por Julio de la Guardia

Desde principios de este año Amos Gilad ejerce como director del Instituto de Política y Estrategia (IPS) del Centro Interdisciplinario (IDC) de Herzliya que anualmente organiza la prestigiosa Conferencia de Política y Estrategia de Herzliya, un referente mundial para cuestiones relativas a Oriente Medio. Gilad tiene el rango de teniente general en la reserva del Tsahal (Fuerzas Armadas de Israel) y sirvió hasta finales de 2016 como director del Departamento de Asuntos Político-Militares del Ministerio de Defensa. Previamente ejerció también como Coordinador de Asuntos Gubernamentales en los Territorios Ocupados (COGAT), como portavoz del ejército, como director del área de investigación del servicio de inteligencia militar (AMAN) y como secretario militar del entonces primer ministro, Isaac Rabin, durante los años 1993 y 1994, además de como miembro de la delegación israelí en las conversaciones con la Organización para la Liberación de Palestina que tuvieron lugar en Washington a raíz de la Conferencia de Paz de Madrid de 1991. Su extensísimo curriculum, tanto en el seno del gobierno como en el del ejército, hacen que Gilad sea quizás una de las personas que mejor conoce los entresijos de Oriente Medio. La entrevista se celebra en el marco de la última edición de la también anual Conferencia de contra el Terrorismo organizada por el Instituto de lucha contra el Terrorismo (ICT) a principios de septiembre.

AFKAR/IDEAS: Cuando acabamos de cumplir el decimosexto aniversario de los atentados del 11 de septiembre que desencadenaron la llamada “guerra global contra el terrorismo”, ¿podríamos decir que la estamos ganando o que la estamos perdiendo?

AMOS GILAD: La respuesta a esta pregunta no es sencilla, dado que se trata de una ecuación compleja en la que intervienen muchos factores. Por eso no me gusta debatir sobre si estamos ganando o estamos perdiendo. Si bien podríamos decir que hemos tenido éxito a la hora de prevenir otro atentado de grandes dimensiones como el que tuvo lugar el 11 de septiembre de 2001, sin embargo durante los últimos años hemos visto cómo el número de atentados –aunque de un calibre menor– se ha ido multiplicando. La buena noticia es que en breve vamos a acabar con Daesh, la mala que los atentados van a continuar, especialmente en Europa. Por eso es importante que además de combatir el terrorismo, combatamos también la incitación y la legitimación del terrorismo. La lógica de los terroristas es muy diferente a la que tenemos en las democracias, por lo que tenemos que derrotarles también ahí, en el campo de los valores. Tolerancia cero hacia el terrorismo y tolerancia cero hacia la incitación.

A/I: ¿Qué nos puede contar de otro proceso más reciente, el de las “primaveras árabes”? ¿Cree usted que han alcanzado ya un momento de estabilización? ¿Y de democratización?

A.G.: Las llamadas primaveras árabes han seguido caminos totalmente heterogéneos. Cada país de Oriente Medio, del Norte de África y del Golfo constituye un caso diferente, que tenemos que analizar de forma individualizada. Ha habido países que evolucionaron hacia un “invierno islamista”, como ocurrió en Egipto con los Hermanos Musulmanes, hasta que luego se produjo la reacción por parte del ejército. Otros como Siria, en donde la revuelta contra el régimen de Bashar al Assad y la represión desencadenaron una guerra civil. Y otros como Libia, que quedó sumida en el caos. En cambio, las monarquías –Jordania, Marruecos, Arabia Saudí–, no han atravesado tantas turbulencias y se han mantenido estables. En cuanto a los procesos de democratización en estos países es un bonito ideal, pero que quizás no resulte tan viable como en su momento pensó la Administración Bush tras invadir Irak en 2003 y derrocar a Saddam Hussein, y luego pensó la Administración Obama con aquel discurso idealista pronunciado por el presidente en la Universidad de El Cairo en junio de 2009. Yo particularmente pienso que en Oriente Medio es más importante la estabilidad que la democratización.

En Oriente Medio es más importante la estabilidad que la democratización

A/I: Dentro de este contexto de turbulencias geopolíticas, parece que la posición de Israel en el tablero estratégico de Oriente Medio ha mejorado mucho…

A.G.:Mire, nosotros sufrimos una terrible oleada de terrorismo suicida durante la Segunda Intifada, a partir de la cual tomamos muchas medidas para acabar con el terrorismo practicado por los palestinos. Desde entonces, nos encontramos en una situación en la que tenemos el terrorismo bajo control –a partir de una combinación de labores de inteligencia, cooperación internacional y lucha contra la incitación– que nos permite ayudar a otros en este ámbito que nos concierne a todos. De hecho, nosotros hemos sentido los atentados de Barcelona como si fueran nuestros, pues al final es una guerra común que la civilización occidental está librando contra la barbarie yihadista. Podemos decir que nunca antes todas nuestras fronteras han estado tan tranquilas como ahora, pero eso no debe llevarnos a una excesiva confianza, que resultaría contraproducente. Hay que seguir luchando, desde una posición de humildad, hasta que erradiquemos tanto el terrorismo como la incitación. También tenemos que tener en cuenta que hay otro actor regional, Irán, que se ha aprovechado del contexto estratégico para avanzar posiciones, y que ahora pretende incluso establecer posiciones en el lado sirio de los Altos del Golán para poder abrir un segundo frente contra Israel en el caso de que mantuviéramos un enfrentamiento directo o bien a través de uno de sus testaferros, como es Hezbolá. Irán ha ido tejiendo cuidadosa y sigilosamente un eje chií que va desde Yemen hasta Líbano, pasando por Irak y Siria. Esto es algo que podría provocar complicaciones en un futuro próximo, por lo que Israel está profundizando sus relaciones con el eje suní moderado que forman países con los que mantenemos acuerdos de paz como Jordania y Egipto, y otros con los que no mantenemos relaciones bilaterales como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, pero con los que cada vez tenemos más contactos discretos dado que cada vez compartimos más intereses comunes.

A/I: El que fuera primer ministro de Israel y ministro de Defensa mientras usted ocupaba altos cargos en el ministerio, Ehud Barak, pronosticó en 2012 que la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria era inexorable e inminente. Sin embargo, ahí continúa y da la impresión de que está más fuerte que entonces. ¿Cuál sería su pronóstico?

A.G.: En 2012 había muchos otros analistas en Israel que no compartíamos la visión excesivamente optimista de Barak. Sin duda, Al Assad se encontraba aislado y todo apuntaba a que su régimen iba a colapsar, tal como había ocurrido con [Zine el Abidine] Ben Ali en Túnez y con [Hosni] Mubarak en Egipto. Pero la situación evolucionó hacia una guerra civil abierta en la que entraron en juego dos poderes extranjeros que llevaron a la salvación del régimen. Al Assad supo ganarse el apoyo primero de Irán –que utilizó a su brazo armado en Líbano, Hezbolá, y luego creó milicias chiíes según el mismo modelo que había aplicado en Irak– y luego de Rusia. La intervención de Rusia –que ha permitido a Putin prevenir que tuvieran atentados en su territorio mientras lucha contra el terrorismo fuera del mismo– se ha convertido en un factor fundamental de la ecuación que explica porque Al Assad ha sido capaz de sobrevivir políticamente. Y a esto se suma recientemente el cambio de alianzas que ha tenido lugar en la región. El patrocinio de las negociaciones de Astaná por parte de Moscú, Teherán y Ankara ha redefinido la ecuación estratégica, dejando a Estados Unidos en una posición secundaria, lo cual resulta preocupante desde mi punto de vista.

Nuestras relaciones con Egipto son las mejores que hemos tenido nunca, mejor que con Mubarak

A/I:De la misma forma que Siria evoluciona en una dirección contraria a los intereses de Israel, da la impresión, sin embargo, de que Egipto ha evolucionado de forma claramente favorable a Israel desde que el ejército diera el golpe y Abdelfatah al Sisi se hiciera con el poder.

A.G.: Sobre esta cuestión hay múltiples opiniones. Desde mi punto de vista, la llegada del general Al Sisi ha sido como una especie de milagro, no solo para Egipto sino para el conjunto del mundo libre. Tenga en cuenta que Al Sisi fue nombrado ministro de Defensa por el presidente Mohamed Morsi. Desde su posición como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas –la institución más importante del país– pudo maniobrar para derrocar a los Hermanos Musulmanes y para traer estabilidad y prosperidad a Egipto. Pienso que la mayoría de los ciudadanos egipcios aprecian su liderazgo y que los Hermanos Musulmanes se encuentran en la fase de mayor debilidad de su historia. Permítame recordarle que los Acuerdos de Camp David no solo regulan las relaciones bilaterales entre Egipto e Israel, sino que constituyen la piedra angular de la paz y la estabilidad en Oriente Medio. También tenemos intereses comunes, especialmente en la Península del Sinaí, que van desde la lucha contra las organizaciones yihadistas como Wilayat Sinai [antigua Ansar Beit al Maqdis, que se asoció a Daesh tras jurar obediencia a Abu Bakr al Bagdadi en 2014], hasta la explotación de los hidrocarburos y el funcionamiento de las áreas industriales conjuntas. A partir de ahí, le puedo decir que las relaciones con el gobierno egipcio son las mejores que hemos tenido nunca, incluso mejores que en la época de Mubarak.

A/I: Las relaciones con Jordania también atraviesan un buen momento, pero, sin embargo, durante la reciente crisis de la Explanada de las Mezquitas parece que empeoraron coyunturalmente. ¿Cree que la gestión del incidente ocurrido dentro de la embajada de Israel en Amán podría pasar factura al rey Abdalá II?

A.G.: Jordania está haciendo un trabajo magnífico a la hora de contener y combatir el terrorismo. También en la lucha contra la incitación yihadista, así que debo decirle que estoy gratamente impresionado. Nuestras relaciones bilaterales con Jordania son también fundamentales, no solo para hacer frente a las posibles situaciones de crisis con los palestinos –tal como pudimos ver durante la crisis del Monte del Templo el pasado julio– sino también para frenar la expansión del yihadismo en la región. Por tanto, Jordania es un factor de estabilidad, no solo a nivel regional sino que yo diría también a nivel global. En cuanto al incidente ocurrido en la embajada en Amán, no creo que vaya a hacer mella en unas relaciones que ya le dije antes son magníficas.

A/I: ¿Cree usted que la crisis de la Explanada de las Mezquitas que tuvo lugar en julio ha tenido alguna implicación estratégica o que se ha tratado de algo efímero y superficial?

Trump parece haber conectado con el eje suní y querer invertir capital político en el proceso de paz

A.G.:Tal como dice el Acuerdo de Paz entre Jordania e Israel de 1994, el Reino Hachemí disfruta de una posición de privilegio a la hora de gestionar lo que llaman Al Haram al Sharif. Nosotros respetamos profundamente el papel que desempeña Jordania en este sentido y desde el primer momento de la crisis tuvimos en cuenta sus posiciones y sus preocupaciones. Sin duda, la cuestión de la Explanada de las Mezquitas constituye un problema cerrado en falso al que tendremos que encontrar solución. Para ello tendremos que trabajar estrechamente con el Waqf [institución jordana que gestiona los lugares sagrados del Islam en Jerusalén], con el gobierno de Jordania y con la Autoridad Palestina.

A/I: Algo que parece haber quedado estancado es el proceso de negociaciones con los palestinos, que desde que descarriló en 2014 no se ha movido un centímetro. Y además ahora vemos cómo el diputado del HaBayit HaYehudi (Hogar Judío), Betzalel Smotrich, se permite el lujo de presentar un plan de anexión de la práctica totalidad de Cisjordania y Jerusalén Oriental, que va más allá de la Iniciativa de Estabilidad que en su momento presentó el líder del partido, Naftali Bennett, que proponía la anexión de las Áreas C.

A.G.: En primer lugar tiene que diferenciar entre una cosa y la otra. Smotrich pertenece a una facción del grupo parlamentario diferente a la de Bennett y además no representa al ejecutivo, mientras que Bennett es ministro de Educación y miembro de la coalición gubernamental, así que hacen propuestas desde niveles diferentes. Además, se trata solo de propuestas que no de planes del gobierno, que está en manos del primer ministro Netanyahu. Mire, nosotros somos una democracia y, por tanto, los partidos y los políticos son libres de presentar todas las propuestas que quieran. Pero al final el primer ministro es el único con potestad para llevarlos a cabo. Así que no dé importancia a las propuestas de Smotrich y de Bennett y concéntrese en lo que emana del gobierno.

A/I:De acuerdo. Vamos a analizar entonces la evolución de las posiciones mantenidas por el primer ministro Netanyahu. Después de que el entonces presidente de Estados Unidos, Barak Obama pronunciara su famoso discurso de El Cairo en junio de 2009, Netanyahu se vio obligado a aceptar públicamente el modelo de los dos Estados en su declaración de Bar Ilán que tuvo lugar apenas un mes después. Pero desde que Obama dejó la presidencia, Netanyahu ya no ha vuelto a mencionar el modelo de los dos Estados, por lo que muchos piensan que ha abandonado la idea y empieza a contemplar la hipótesis del Estado binacional. ¿Qué opina usted?

A.G.: Creo que no hay que precipitarse en el juicio. En estos momentos lo que tenemos que hacer es esperar a la próxima Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York [19-25 de septiembre de 2017], y entonces podremos hacer alguna valoración al respecto. Tenemos que tener en cuenta que la nueva Administración Trump ha dicho que quiere hacer todo lo posible por reactivar el proceso de paz con los palestinos, y yo pienso que podemos encontrar denominadores comunes para hacerlo. Mientras se establecen los contactos o un proceso negociador como tal, me parece muy importante que nosotros apliquemos una batería de medidas de confianza hacia los palestinos, y que en contraprestación la Autoridad Palestina siga luchando contra el terrorismo y lo haga también contra la incitación.

A/I: ¿Cómo ve el papel de Estados Unidos en Oriente Próximo? ¿Piensa que ha dejado un vacío de poder al reorientarse estratégicamente hacia la región Asia-Pacífico que ha sido utilizado por Putin para avanzar los intereses de Rusia, como por ejemplo ha hecho en Siria? ¿Qué debería hacer la Administración Trump?

A.G.: La buena noticia en este frente es que el presidente Trump parece haber conectado muy bien con los dirigentes de los países suníes moderados –tal como quedó demostrado durante la visita a Arabia Saudí en el marco de su gira regional, que también le trajo aquí el pasado mes de mayo– y que tiene voluntad de invertir capital político en el proceso de paz. Bueno, vamos a concederle al menos el beneficio de la duda y a ver qué hace. Además pienso que se ha dado cuenta de que la nueva alianza entre Rusia e Irán que se está formando en Siria constituye una amenaza no solo para la seguridad regional, sino también para la seguridad nacional de Estados Unidos, que es el pilar fundamental sobre el que se cimenta la seguridad de Israel.