Autoritarismos y sociedad civil en la región MENA

n.75

Editorial

Israel-Irán: retos del nuevo frente
El orden regional en Oriente Medio sigue en constante reconfiguración. La reciente “guerra de los 12 días” entre Israel e Irán ha sacudido el tablero de forma contundente, pero lo que muchos auguraban, una escalada regional, de momento no se ha producido. Con un rápido ataque a tres instalaciones nucleares de Irán, Estados Unidos respaldó a su tradicional aliado regional para enseguida imponer un alto el fuego que ahuyenta el fantasma de un nuevo conflicto prolongado en la región. Sin embargo, frente a un Irán que se ha limitado a unas débiles respuestas, Israel –con el apoyo de Washington– ha podido demostrar su poderío y presentarse como potencia militar regional, aunque no haya alcanzado los objetivos que se había propuesto al principio: desmantelar el programa nuclear iraní, eliminar sus capacidades de desarrollar misiles balísticos y provocar la caída del régimen chií. Este último –acabar con el ayatolá Alí Jamenei– muy poco compartido por la comunidad internacional, preocupada ante la perspectiva de que Irán se convirtiese en un Estado fallido mucho peor que el régimen mismo. Antes de la “guerra de los 12 días”, Irán ya estaba muy debilitado, pero del 13 al 24 de junio, ha visto cómo sus cúpulas militares eran decapitadas y cómo morían bajo las bombas israelíes algunos de sus científicos nucleares más destacados. Pese a esto, ni Irán parece que vaya a detener su programa nuclear, más bien al contrario, ni Israel, que ha jugado su carta más valiosa, el ataque directo en territorio iraní con la ayuda de Estados Unidos, ha logrado sus objetivos. Con un Israel potencia militar dominante en la región, Donald Trump ha dejado claro su deseo de cerrar otros Acuerdos de Abraham entre Israel y los países árabes, cuyo pacto estrella sería con Arabia Saudí. Sin embargo, este es un paso complicado para el reino, tanto a nivel interno, como a nivel regional, donde teme por su reputación. Y tampoco parece tener ya mucho interés: Israel ha debilitado a su archienemigo, Irán, que Riad ya no ve como elemento desestabilizador en la región. Con un Irán débil, Riad ya no necesita al aliado israelí como garante de seguridad y puede seguir con su plan de convertirse en el actor principal en la reconfiguración de Oriente Medio,  sin que se ponga en duda su “lealtad” a la causa palestina. Así, queda claro que Israel como potencia militar afronta muchas dificultades a la hora de desplegar diplomacia, proyectos políticos y alianzas en la región, lo que lo condena al aislamiento político y mina su anhelado derecho a la seguridad. En este contexto, a pocas semanas del levantamiento de las sanciones económicas de Estados Unidos y la Unión Europea a Siria, el gobierno del islamista Ahmed al Sharaa recibe en Damasco al enviado especial de EEUU para la región y anuncia estar dispuesto a recuperar el Acuerdo de Separación sirio-israelí de 1974. Aún es pronto para saber si esto podría convertirse en otro Acuerdo de Abraham. Sin duda, para Israel es clave normalizar las relaciones con sus vecinos, allí donde es posible. Un acuerdo con Siria sería deseable también para contener a su otro competidor regional, Turquía. Como en el caso de Arabia Saudí, ambos países son aliados de Estados Unidos y ambos aspiran a la hegemonía regional. Demasiadas similitudes para no competir. En el frente palestino, el conflicto Israel-Irán ha dejado la matanza y destrucción de Gaza temporalmente fuera de las agendas de los medios de comunicación internacionales, pero el sufrimiento de la población gazatí, así como los anuncios de algunos líderes israelíes de querer anexionar también Cisjordania, ya no dejan indiferentes a nadie. Ni siquiera a los países europeos, la mayoría de los cuales han sido muy fríos a lo largo de estos casi dos años de guerra desigual. Europa sigue profundamente fragmentada sobre cómo actuar frente a las graves violaciones de los derechos humanos por parte de Israel. Lejos de estabilizar la región, la guerra Israel-Irán ha agravado la incertidumbre: el cierre en falso del conflicto, sin haber solucionado el problema fundamental, a saber, el encaje de los dos países archienemigos, sin duda obstaculizará los esfuerzos por poner fin a las operaciones de Israel en Gaza y Cisjordania. Solo la presión de Estados Unidos podría frenar a Israel, algo que por el momento bajo el mandato de Trump parece poco plausible./

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