En los últimos meses Turquía se ha situado en la cabecera de las novedades internacionales: la presencia del primer ministro Recep Tayyip Erdogan en el Foro de Davos, el II Foro de la Alianza de Civilizaciones, la Reunión de Alto Nivel España-Turquía, el nombramiento de Estambul como capital de la cultura europea en 2010 y la visita de Barack Obama a Estambul y Ankara, última etapa de su gira europea, dan un mensaje claro del papel que Turquía quiere desempeñar en el mundo. De Davos se deduce que se está produciendo una reinserción de la Turquía republicana en Oriente Próximo y un nuevo compromiso hacia los vecinos árabes y los conflictos de la región, una muestra más de la reorientación neootomanista de la política exterior formulada por el AKP.
La Alianza de Civilizaciones recuerda que Turquía es un puente ineludible entre culturas, continentes, entre identidades y sensibilidades que conviven en el país y en su entorno. La Reunión de Alto-Nivel España-Turquía, precedida por la Conferencia España-Turquía convertida ya en foro cívico permanente, demuestra la calidad de las relaciones bilaterales. Refleja una confluencia de intereses y prioridades más allá del apoyo sin fisuras español a la candidatura turca a la UE. Los turcos y españoles quieren fomentar la retroalimentación entre las iniciativas políticas y de la sociedad civil: ése es el objetivo del foro cívico. Los potenciales beneficios mutuos son hoy estratégicos: Turquía necesita a Europa tanto como Europa a Turquía. Es deseable que el éxito del proceso de adhesión de España a la UE se repita con Turquía y que Europa encuentre en el socio turco una baza para incrementar y mejorar su papel en la región, gracias a las componentes europeas, asiáticas, balcánicas, caucásicas, mediterráneas del país….
Los europeos deben, además, tener en cuenta el mensaje simbólico que mandarán al mundo musulmán con su actitud hacia la candidatura turca. ¿Integración o rechazo? Cada mensaje tiene la virtud o el defecto de crear solidaridades o fomentar fundamentalismos. Con su visita a Estambul, Obama reafirmaba su compromiso con el proyecto de la Alianza de Civilizaciones, confirmaba un cambio de actitud hacia el mundo musulmán e insistía en la identidad y voluntad europea de Turquía. En definitiva, su paso por Estambul evidenciaba un futuro de complementariedades entre las aspiraciones turcas, las complicidades mediterráneas, las exigencias europeas y los retos del mundo global.
Desde el comienzo de las negociaciones de adhesión en 2004, la sociedad turca ha experimentado un proceso de transformación trepidante que, a pesar de los bloqueos, de las decepciones y del contexto de crisis, está destinado a seguir avanzando. Sin embargo, Turquía debe superar algunos retos internos: desde la polarización entre la base kemalista tradicional y los nuevos sectores sociales y políticos de inspiración religiosa, a la búsqueda de fórmulas que le permitan construir un amplio consenso respecto al reconocimiento de su multiplicidad étnica, lingüística y religiosa. Además, el reto de cohabitación entre un partido político de signo islámico y un contexto institucional republicano y laico es un posible banco de pruebas del islamismo político y su compatibilidad democrática más allá de las fronteras turcas.
Turquía redefine su posición en el mundo a partir de una figura geométrica en la que cada vértice refleja una prioridad: de la cúspide europea al vértice americano, pasando por los puentes con Rusia, Asia Central, los Balcanes y Oriente Próximo. Para Turquía, Europa es la oportunidad de superar sus dilemas internos y avanzar en un proyecto de cambio en el que ya ha invertido medio siglo de ilusiones. Para España y Europa los potenciales beneficios son incuestionables. La complementariedad con este nuevo mediador regional y la orientación actual de la política americana permiten prever un mayor margen de acción de la política europea para influir positivamente en Oriente Próximo y en el Mediterráneo en general.