Introducción
El discurso sobre los derechos de las mujeres ha marcado el inicio del siglo XXI en el mundo en general y en Turquía en particular. Al mismo tiempo, la religión ha adoptado un papel más enérgico en la política. ¿Cómo interactúan la religión, la política, el género y la clase social, y cómo configuran la participación política de la mujer en Turquía? El objetivo de este artículo es responder a esta amplia cuestión analizando las tendencias de la participación de las mujeres islámicas/islamistas en la política de partidos, y en las cuestiones de género y clase social en Turquía. La participación política de las mujeres islámicas está aumentando no sólo en los partidos proislámicos, sino también en otros partidos políticos turcos. Las dos preguntas concretas que aborda este artículo son las siguientes: ¿qué variaciones existen en las formas de participación política de las mujeres islámicas e islamistas?, y ¿qué variables sociales y políticas explican dichas variaciones?
El artículo se basa en gran medida en el trabajo de campo sobre las actividades políticas de las mujeres y el islam realizado en 1998, 2002 y 2003. Mediante el uso de diversos métodos de investigación, incluyendo entrevistas, observación participativa y un examen de documentos pertinentes, el trabajo describe los tipos de actividades realizados por las mujeres islámicas miembros de los partidos políticos. Analizando los datos de la investigación, el artículo establece una relación entre las variaciones en las formas de participación política de las mujeres islámicas, su entorno socioeconómico y la política de género de sus partidos. Conceptualmente, el estudio se estructura por categorías analíticas adaptadas de Vicky Randall, que definen las principales formas de participación política: formas «convencionales» y «menos convencionales».
Entre las formas institucionalizadas oficiales y convencionales de participación y acción política se incluyen las siguientes actividades políticas constitucionales: votar; la actividad en las campañas electorales; ser miembro de un partido político o un grupo de intereses; realizar una acción política institucionalizada trabajando en órganos de partido y convirtiéndose en diputado; participar en la «actividad comunitaria», lo que implica el contacto ciudadano con funcionarios del gobierno en relación con cuestiones de interés general, y «contactos particularizados», o contactos ciudadanos con funcionarios del gobierno en relación con cuestiones que afectan a un individuo o grupo concreto.
No todos los sistemas políticos y grupos sociales proporcionan las vías de participación política en el contexto de la política oficial institucionalizada, y, en consecuencia, crean la necesidad de formas de participación menos convencionales, entre las que se incluye la participación ad hoc, o aquellas formas de «participación en campañas políticas que resultan efímeras, crean organizaciones improvisadas y tienden a basarse en tácticas directas como piquetes, okupas y proyectos de ayuda mutua».
Las formas de participación política menos convencionales incluyen también las acciones políticas en el contexto de un movimiento político clandestino: movimientos de guerrilla urbana, movimientos revolucionarios y toda clase de actividades antirrégimen. No siempre son necesariamente constitucionales; muchas de sus actividades se organizan fuera del marco constitucional y pueden llegar a incluir una política «terrorista».
Cambios en las formas de las actividades femeninas en los partidos políticos
En Turquía, los partidos republicanos e izquierdistas han alentado a las mujeres a unirse a sus filas desde la fundación de la República en 1923. Situándonos en el período unipartidista (1923-1946), en 1934, por ejemplo, la representación parlamentaria femenina era del 4%. Había 18 mujeres miembros de la Gran Asamblea Nacional. La mayoría de ellas (16 de las 18) «eran urbanas, tres con diplomas de enseñanza media y una de secundaria, mientras que el resto tenían una educación superior, salvo en el caso de la esposa campesina de un soldado discapacitado, que previamente había sido elegida alcaldesa de su pueblo.
Atatürk la escogió personalmente para ser una de las nuevas parlamentarias».7 Con la transición a la competencia entre partidos políticos, la proporción de la representación femenina descendió al 3% en la década de 1940 y al 1,8% en la de 1950, dado que los partidos conservadores de centro-derecha evitaban incluir a candidatas femeninas en sus listas.8 En las décadas de 1960 y 1970, los partidos de centro-derecha y el ultranacionalista Partido de Acción Nacional no proporcionaron medios ni canales para la participación femenina en la política de partidos. Del mismo modo, el Partido de Salvación Nacional, de carácter proislámico y fundado en 1973, no tiene visión ni espacio para el activismo femenino en su seno. Esta situación iba a cambiar a comienzos de la década de 1980.
Primero, el Partido de la Madre Patria, fundado en 1983, invitó a las mujeres a participar activamente en el nivel de base y a unirse a sus filas como participantes activas en sus órganos gestores. Muchas profesionales de clase media-alta se incorporaron a dichos órganos y obtuvieron escaños en la asamblea parlamentaria y en el ejecutivo cuando el Partido de la Madre Patria ganó las elecciones en 1983. Por otra parte, numerosas mujeres de la clase media-baja, que representaban la primera o la segunda generación en la ciudad, emprendieron diversas actividades en la política de base del partido. El final de la década de 1980 presenció la movilización política de un gran número de mujeres islamistas de las clases media y media-baja, así como de los partidos políticos de centro-derecha y prokurdos.
Desde entonces su número ha ido aumentando, como lo ha hecho el número de mujeres recién incorporadas al ámbito urbano que se han afiliado a partidos políticos y asociaciones de la sociedad civil. Sin embargo, el nivel de participación de las mujeres en los diversos grupos de intereses y en la política de partido institucionalizada, así como su representación en sus órganos gestores, con frecuencia es menor que el de los hombres. Asimismo, constituyen una proporción menor del total de afiliados que la de los hombres. Esto se aplica especialmente a los partidos islamistas y ultranacionalistas, que se resistieron a la representación femenina en puestos elevados y en el Parlamento hasta las elecciones de 1999. No sólo la política de género de los partidos varía en función de las diferencias en su tipología y su ideología.
Diversos estudios muestran asimismo que los miembros femeninos de los partidos islamistas/ultranacionalistas, los partidos izquierdistas/socialdemócratas y los partidos de centro-derecha difieren de manera significativa en la socialización política y los canales de reclutamiento, en las cosmovisiones que adoptan y en las funciones políticas que desempeñan.
Participación política femenina y mujeres islamistas/islámicas
Existe una tradición de participación femenina tanto en la política convencional como en la menos convencional, que incluye el hecho de formar parte de movimientos de guerrilla urbana, manifestaciones estudiantiles, y las actividades de la izquierda clandestina en la Turquía de la década de 1970. La actividad política ad hoc, introducida por los grupos izquierdistas en la década de 1970 y luego propugnada por los partidos islámicos a mediados de la de 1980, incluía acciones comunitarias, proyectos de ayuda mutua dirigidos al bienestar de los habitantes de los barrios bajos, así como a la movilización en favor de la causa.
Las protagonistas femeninas de las acciones proizquierda y las políticas ad hoc eran frecuentemente estudiantes universitarias urbanas y modernas de clase media, que se identificaban como progresistas. Entre ellas no había mujeres con tendencias islámicas. La mitad de la década de 1980 marcó el comienzo del activismo de las mujeres islámicas/islamistas en las actividades políticas islamistas «menos convencionales», así como en las de la política oficial. Hasta mediados de la década de 1980, las mujeres islamistas no participaron oficialmente en asociaciones o partidos políticos.
Tampoco trabajaron en las campañas electorales tan activamente como en la actualidad. Desde finales de dicha década, la participación de las mujeres en el movimiento islamista ha aumentado y ha adoptado muchas formas, con una creciente participación en la vida pública y en la política de partido convencional, dado que muchas de ellas se afiliaron al hoy extinto Partido del Bienestar. Sus eficaces campañas propagandísticas y de recogida de fondos movilizan a la gente; y asimismo dirigen proyectos de ayuda mutua con el propósito de llegar a las personas más desfavorecidas y a los «oprimidos». Sus actividades han ido más allá de la política de partido institucionalizada, dado que muchas han tomado parte activamente en manifestaciones y protestas callejeras para luchar contra todo lo que han percibido como injusticias.
Uno de los ejemplos más llamativos de su activismo en la calle fue la organización de manifestaciones en todo el país, que incluyó diversas sentadas, así como la campaña nacional para oponerse a la prohibición del pañuelo en la cabeza, primero a finales de la década de 1980 y, más tarde, desde 1997 hasta la actualidad. Desde comienzos de la década de 1990, la participación femenina en la acción política ad hoc (por ejemplo, proyectos de ayuda mutua y acciones comunitarias de breve duración, etc.) y en la política de partido convencional se incrementó con el auge del movimiento islamista y la creciente participación de las mujeres en los partidos, asociaciones y fundaciones islamistas y proislamistas. La sociedad civil islámica se expandió rápidamente con el creciente número de asociaciones de voluntarios, fundaciones y agrupaciones extraoficiales desde finales de la década de 1980.
Un gran número de las organizaciones de la sociedad civil están dirigidas por islamistas o por grupos que se organizan sobre la base de identidades, sentimientos y vínculos primarios, como son las identidades y sentimientos étnicos, sectarios, regionales y religiosos El creciente interés de las mujeres islámicas en las actividades de las ONG motivó a muchos partidos islamistas, ultranacionalistas y de centro-derecha, incluyendo al Partido de la Madre Patria y al Partido de la Recta Vía, a acoger favorablemente el activismo político de las mujeres islámicas, especialmente en la política de base. Los datos del trabajo de campo realizado en 1998 y en 2002 revelaban una serie de pautas en las preferencias políticas de las mujeres islámicas. Una mujer piadosa con un bajo nivel de tendencias islamistas es propensa a afiliarse a un partido de centro-derecha. Una mujer suní religiosamente conservadora que tenga firmes ideas nacionalistas tenderá a respaldar al Partido de la Gran Unidad (BBP) si el componente islámico de su ideología es muy elevado.
Por otra parte, una mujer islámica nacionalista kurda, o una mujer religiosamente conservadora de las provincias orientales y surorientales, es más probable que prefiera al prokurdo HADEP.
Pese a la iniciación de la participación femenina en la política de base con un creciente número de mujeres afiliadas al Partido del Bienestar (1983-1998), éste excluyó a las mujeres de sus órganos gestores y de su representación parlamentaria, confinándolas a su comisión femenina. Sin embargo, la participación de las mujeres aumentó en la política de base, en las acciones ad hoc (constitucionales e inconstitucionales) y en las actividades islamistas «menos convencionales» (como, por ejemplo, unirse a los movimientos estudiantiles islamistas). El Partido de la Virtud (1997-2001), que moderaba la ideología islamista más radical del Partido del Bienestar, comportó un cambio en el perfil de sus miembros femeninos. Muchas mujeres no islamistas, que se distinguían por su atuendo, su retórica o sus objetivos políticos no islámicos, se afiliaron al partido y tomaron parte en sus órganos gestores. Tras las elecciones de 1999 obtuvieron asimismo representación parlamentaria.
Las mujeres que ocuparon altos cargos en el partido no surgieron de entre las filas de aquellas mujeres islamistas que habían iniciado su carrera política en la —extraoficialmente organizada— comisión femenina y desempeñaban un papel vital en la política de base. Con la fundación en 2001 del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) —que moderó aún más la tendencia islámica y adoptó un programa liberal—, la participación de las mujeres islámicas en la política de base se acompañó de un incremento del número de mujeres no islámicas en los órganos gestores del partido. Pese a la contribución de las mujeres islámicas a la política de base en la campaña electoral de 2002, sólo mujeres modernas, profesionales y con un elevado nivel de educación obtuvieron representación parlamentaria. Paralelamente, en el Partido Saadet (SP), que también se fundó tras la desaparición del Partido de la Virtud, el nivel de activismo y participación femeninos en la política de base disminuyó. Hubo asimismo un descenso del número de mujeres en los órganos gestores del partido. Posteriormente, en 2004, el SP empezó a dar importancia a la movilización política femenina pese a su mayor conservadurismo religioso en comparación con el AKP.
Variaciones en las formas de actividad política de las mujeres islámicas, el género y la clase social
La forma más frecuente de participación política entre las mujeres islámicas e islamistas consiste en afiliarse a la comisión femenina de un partido político, donde llevan a cabo numerosas actividades que van desde hacer campaña hasta tomar parte en actividades clandestinas, pasando por educar al electorado y participar en mítines y sentadas de protesta. Con menor frecuencia se presentan a las elecciones. La clase de participación política y los tipos de papeles políticos asumidos por las mujeres islamistas entrevistadas variaban de un partido a otro. En el contexto de la política de partido institucionalizada convencional, no había mucha diferencia en las actividades políticas que realizaban las mujeres islamistas. Casi todas las mujeres islamistas miembros de los partidos políticos estudiados realizaban las siguientes actividades políticas institucionalizadas: organizar mítines de barrio y de distrito, colaborar en actividades educativas y de propaganda, y organizar seminarios, foros, conferencias y campañas puerta a puerta.
Las mujeres islamistas miembros del Partido de la Virtud, que a menudo procedían de la clase media-baja recién incorporada a las ciudades, realizaron las siguientes actividades políticas de base: trabajar en las campañas electorales visitando miles de hogares con cestas de comida y explicar a la gente lo que planeaba hacer el partido con el fin de restaurar la justicia y reestructurar los valores islámicos en Turquía. Ésta no era muy distinta de la función política de los miembros femeninos del Partido del Bienestar, que a menudo procedían de las familias de renta baja y frecuentemente representaban la primera o la segunda generación en la ciudad.
Sin embargo, a diferencia de las mujeres miembros del Partido de la Virtud, que tenían un limitado acceso al proceso de toma de decisiones, las mujeres del Partido del Bienestar habían sido excluidas de los órganos gestores del partido. En contraste con el reducido nivel de activismo femenino en la política de partido institucionalizada presente en el Partido Saadet en 2002, el activismo de las mujeres islámicas y no islámicas miembros del AKP era elevado y diverso. Durante la campaña electoral del verano de 2002, las mujeres islamistas e islámicas procedentes de las clases sociales bajas recién incorporadas a las ciudades organizaron mítines de barrio y de distrito en las zonas más desfavorecidas de las ciudades para explicar las promesas del partido y llevar a cabo diversas actividades logísticas. Las mujeres no islamistas, profesionales y de elevado nivel de educación procedentes de la clase media urbana eran más visibles en el medio público y de clase alta.
Surgió entonces en el AKP una nueva división de tareas y posiciones: las mujeres religiosamente conservadoras, que a menudo procedían de la clase media-baja, se encargaban de la política de base, mientras que las mujeres profesionales no islamistas de la clase media-alta se mostraban más activas en los altos cargos. En comparación con el nivel de participación de los miembros femeninos islámicos e islamistas en la política de partido institucionalizada, que en gran medida se limitaba a las actividades de la comisión de mujeres, el nivel de activismo de las mujeres islamistas en la política menos convencional era elevado y diverso.
Los datos del trabajo de campo sugieren tres tipos de actividades políticas. El primero incluía actividades políticas ad hoc y campañas políticas de breve duración (como, por ejemplo, protestas contra la prohibición de llevar la cabeza cubierta en las instituciones públicas en 1998-2005; sentadas; mítines en apoyo a Irak en 2002-2006, y las campañas «Ayudad al Líbano» en 2006). El segundo tipo de actividad era la realización de proyectos de ayuda mutua. En sintonía con la política del partido de atender a las necesidades de los menos privilegiados, el Partido de la Virtud y el AKP realizaron varios proyectos de ayuda mutua (como, por ejemplo, ayuda alimentaria, atención a los niños y a los ancianos, formación para mujeres y niños necesitados). Para realizar tales proyectos, se movilizó a las asociaciones municipales y vecinales y a los consejos de acción comunitaria de los distritos económicamente más desfavorecidos en las grandes ciudades, así como en muchas poblaciones de Anatolia.
El tercer tipo fue la totalidad de las diversas actividades políticas clandestinas semilegales. Supuestamente muchas mujeres islamistas no vacilaron en emprender acciones inconstitucionales en la medida en que sirvieran a una determinada causa religiosa o nacionalista.
Conclusión
Los datos de la investigación revelan que el nivel de educación oficial y el entorno socioeconómico son factores importantes a la hora de configurar el comportamiento político de la mujer, especialmente su actitud, su percepción y sus expectativas políticas, y su preferencia por un tipo de papel concreto en un partido político. Asimismo, los datos muestran que la filosofía política de un partido y la clase social de las mujeres que participan en política son factores que afectan al tipo de papel político adoptado por los miembros femeninos tanto en la política convencional como en la menos convencional.
Al movilizar a las mujeres en favor de la política menos convencional, se encontró que los partidos ideológicamente orientados hacia la extrema derecha e islamistas adoptaban una división del trabajo y de los procesos de toma de decisiones basada en el género. Asignaban papeles más secundarios y auxiliares a las mujeres miembros cuando éstas eran islamistas, que a menudo internalizaban su ideología de partido genéricamente sesgada, y que, en consecuencia, no se oponían a ser excluidas de las posiciones clave en la toma de decisiones. El nivel de internalización de la ideología genéricamente sesgada variaba de una persona a otra en función del nivel de educación oficial y el entorno de clase social. Las mujeres de clase media urbana suelen valorar la igualdad de género en las políticas de participación.
Las discrepancias en el nivel macro socioeconómico parecen conducir a la discriminación contra las mujeres islamistas privadas de sus derechos en el nivel de toma de decisiones, y crear una división de estatus basada en la clase social. Los miembros masculinos de los partidos han formulado demandas contradictorias a las mujeres, que han creado conflictos internos en muchas de las mujeres islamistas entrevistadas. En la década de 2000, éstas se sentían felices de servir a la causa islámica, pero deseaban que se las incluyera en el mecanismo oficial de toma de decisiones.
En 2006 existen indicios de potentes y nuevas demandas planteadas por mujeres islámicas que, si se estructuran bien, y se unen a las demandas feministas de diversos círculos, podrían socavar la política de partido predominantemente masculina. Sin embargo, dichas demandas siguen siendo demasiado frágiles para imponer nuevos imperativos morales y valores que los partidos políticos ya no serán capaces de satisfacer a menos que cambien su actitud con respecto a las mujeres. Este probable avance es clave para que las bases femeninas cuestionen el predominio masculino en el liderazgo del partido y la discriminación de las mujeres desfavorecidas No obstante, la demanda de participación política de las mujeres, tanto islámicas como seculares, se está incrementando.
Éstas están ansiosas por afiliarse a los partidos y asociaciones políticas en aras de una mayor representación política femenina. Hay demandas en favor de la aplicación de cuotas de cara a las candidatas femeninas en las listas electorales para las elecciones locales y generales, algo a lo que en 2006 se ha opuesto el partido gobernante, el AKP. Los partidos de centro-derecha y de izquierda, así como el AKP, han respondido sólo hasta cierto punto a las demandas en favor de una mayor participación política femenina y a la necesidad de una igualdad de género. Tras distanciarse de los planteamientos islamistas y liberalizar sus políticas, el AKP ha adoptado una retórica y una política de género más liberales, aunque sin propiciar un cambio significativo en la participación de las mujeres en los poderes legislativo y ejecutivo.
Esto muestra que las políticas de género cambian con las transformaciones y alteraciones de los programas de partido, tal como pone de manifiesto el cambio del programa de partido del AKP en el sentido de moderar la política islámica y adoptar cierta sensibilidad sobre las cuestiones de género. Sin embargo, el peso de sus bases religiosamente conservadoras ocasionalmente obliga al AKP a propugnar valores de la «moral consuetudinaria y patriarcal», con el fin de satisfacer a quienes se resisten a un cambio en el estatus de las mujeres. En respuesta a ello, las mujeres adoptarán una combinación de conceptos islámicos y universales a la hora de estructurar y justificar sus demandas. Esto genera creatividad, además de contradicción, en los valores de las mujeres islámicas e islamistas, así como en las filas del AKP, en un momento en el que la política turca está experimentando reformas fundamentales de cara a su armonización con la Unión Europea.