¿Qué relación existe entre el aceite de argán (típico del sur de Marruecos y famoso por sus propiedades nutritivas y cosméticas), una película llamada Una criada en Líbano (que cuenta una historia sobre abusos a mujeres dedicadas al servicio doméstico) y los intentos de una mujer siria por abrir un modesto comercio? La respuesta es que todas las mujeres involucradas participaron activamente en programas financiados por la Comisión Europea cuya finalidad era reforzar el papel de la mujer en el Mediterráneo. La Comisión apoya una gran variedad de programas que favorecen a las mujeres que viven en dicha zona.
El presente artículo ha seleccionado tres ejemplos diferentes que ilustran los diversos enfoques de esos programas. Los casos presentados reproducen tres «historias», cuyo denominador común son sus exitosos resultados paras las mujeres mediterráneas. Para miles de familias de Souss-Massa, región situada en el sudoeste de Marruecos, la producción de aceite de argán proporciona sustanciosos ingresos en una zona cuya situación socioeconómica es muy precaria. Las cooperativistas que producen dicho aceite se benefician de programas destinados a modernizar y mejorar sus condiciones de trabajo. Dichos programas incluyen el aprendizaje de la lectura y la escritura, además de nociones básicas de gestión de una empresa y una mejora de las infraestructuras y los equipos. Son programas que aspiran a reducir, a través de la asistencia técnica, las dificultades inherentes al proceso de extracción del aceite, a obtener una mayor cantidad y calidad de él, y a facilitar las instrucciones pertinentes sobre su comercialización y otros aspectos relacionados. Este programa contempla, asimismo, la creación de una estructura reguladora que proteja y preserve este valioso recurso natural. El proyecto ha contribuido también a mejorar las condiciones de trabajo de la mujer rural y a consolidar la gestión a largo plazo de los bosques de argán; ha ayudado a mantener la explotación de aceite de argán local y regional y se ha ocupado de que el valor añadido repercuta en sus beneficiarios tradicionales.
Gracias a todo esto las mujeres han conseguido mayor independencia y se han convertido en participantes activas de la vida económica de la región donde viven. Una criada en Líbano es una película dedicada a los muchos millares de muchachas procedentes del sudeste asiático que, empujadas por la extrema pobreza que reina en sus países, emigran al Líbano para trabajar como sirvientas, y de manera especial a aquellas que trabajan en condiciones de vida degradantes, en algunos casos como virtuales «esclavas con contrato». La conciencia de la situación desgraciada que viven fue el origen del proyecto «Una criada en Líbano», cuya finalidad era proteger los derechos de las trabajadoras emigrantes. Gracias a él, más de tres mil emigrantes pudieron beneficiarse de asistencia y asesoría legal.
El proyecto patrocinó también la coproducción de una película titulada Una criada en Líbano La película empieza con una nota de esperanza cuando Sureika, una muchacha de Sri Lanka de 16 años, se dispone a viajar al Líbano, donde su paga mensual de 100 euros servirá para mantener a su familia, que se ha quedado en su país, pagará su dote e incluso permitirá que su hermana pueda ir a la escuela. Sureika ha pasado previamente por un curso de 12 días para aprender inglés, árabe y cocina local y ha trabado conocimiento con aparatos eléctricos tales como un aspirador y una batidora. No los había utilizado en su vida, ya que en su pueblo no hay electricidad. La historia de Sureika y de miles de muchachas como ella no tarda en convertirse en una historia de horror en la que se combinan el exilio, los abusos ocasionales e incluso la muerte. El narrador explica que, en ciertos casos, después de firmar contratos, las trabajadoras pasan a convertirse en propiedad efectiva de sus amos, quienes se quedan con su pasaporte y las obligan a trabajar durante años sin un solo día de asueto. Otras mujeres refieren graves malos tratos e incluso violaciones.
Un resultado significativo de la película fue la decisión tomada por el Ministerio de Trabajo del Líbano de redactar un contrato tipo para las trabajadoras domésticas, promulgar una nueva legislación laboral y publicar un folleto sobre los derechos y responsabilidades de las emigrantes dedicadas al servicio doméstico. El programa Village Business Incubator de Siria brinda consejo, formación y asistencia técnica a las mujeres y las alienta a abrir pequeñas empresas. Son muchas las mujeres sirias en situación desesperada a causa de la pobreza, el analfabetismo, la desnutrición, las deficientes condiciones sanitarias y la ausencia de oportunidades económicas.
Su situación económica todavía es más precaria en aquellas zonas donde, para evitar la fragmentación de las tierras, es costumbre que las mujeres cedan su derecho a la herencia a sus hermanos varones, a cambio de lo cual son compensadas con dinero o animales. Esta situación hace que esas mujeres se encuentren con un problema irresoluble cuando solicitan un préstamo a un banco, ya que les es negado si no pueden responder con unos bienes en tierras como garantía. Un proyecto en curso con mujeres rurales demostró recientemente que el 97% de las mujeres implicadas no disponía de servicios cooperativos ni de asistencia técnica. El objetivo central del programa es reforzar el papel social y económico de las mujeres a través de la actividad empresarial a pequeña escala.
Operando en zonas rurales del gobierno regional de Latakia, este proyecto intenta promocionar la participación de las mujeres en el mercado laboral ayudándolas a abrir pequeñas y micro empresas. Apunta a desarrollar las redes institucionales necesarias para establecer un centro de servicios capaz de aportar la asistencia formativa y técnica para crear dichas empresas y, finalmente, colabora al lanzamiento de estas sociedades de mujeres, ya sean individuales o cooperativas. En un futuro cercano, la Comisión Europea incrementará sus esfuerzos para fortalecer el papel de las mujeres en la región del Mediterráneo. La estrategia futura quedará perfilada en un Plan de Acción que cubra los años 2007-2011, que será adoptado en la primera Conferencia Ministerial Euromediterránea sobre la igualdad de género, que se celebrará en Estambul el 14-15 de noviembre de 2006.
El Plan de Acción aportará el marco indispensable para un esfuerzo común contra la discriminación de la mujer y reforzará su función en las esferas política, social, económica, educativa y cultural. Basándose en el Plan de Acción, la Comisión Europea elaborará un programa regional sobre la igualdad de derechos para las mujeres. Sin embargo, es preciso aunar esfuerzos para hacer de los derechos de las mujeres una realidad en la región, por lo que el Plan de Acción movilizará también y comprometerá sobre todo a los gobiernos y a las organizaciones de la sociedad civil de los 35 estados miembros del Proceso de Barcelona o Partenariado Euromediterráneo con el fin de movilizar recursos financieros y apoyar su aplicación. La gran novelista británica Virginia Woolf escribió: «Tal vez la historia de la oposición de los hombres a la emancipación de las mujeres sea más interesante que la emancipación en sí». Es responsabilidad de todos, mujeres y hombres de Europa y del Mediterráneo por igual, pasar página y hacer realidad un verdadero cambio en pro de un futuro mejor.