Una mirada a la vida cotidiana de los refugiados

“Las personas refugiadas deben integrarse adecuadamente o poder regresar sin riesgos a sus países. Cualquier otra solución será frágil y poco sostenible a largo plazo”.

Entrevista con Samar Muhareb por Alex Govers Pijoan

El tratamiento mediático de los campos de refugiados deja poco espacio a los testimonios de quienes viven ahí y los principales problemas a los que se enfrentan a diario. Tampoco se presta mucha atención a quienes trabajan en esos espacios y tratan de aunar los distintos intereses, tanto nacionales como internacionales, teniendo como prioridad la dignidad y el respeto a las personas refugiadas. Con el fin de dar una visión más cercana de la vida cotidiana de los refugiados, AFKAR/IDEAS se ha puesto en contacto por teléfono con Samar Muhareb, cofundadora y actual directora de Arab Renaissance for Democracy and Development (ARDD), asociación jordana que lucha por una sociedad estable, sin conflictos ni desigualdades, y por el empoderamiento de las mujeres en los campos. Samar Muhareb es abogada y experta en derechos humanos. Ha consagrado su carrera profesional a la mejora del estatuto de los refugiados. En reconocimiento a esa labor y a su impacto en la sociedad civil, ha sido galardonada con el TAKREEM Arab World Young Entrepreneur Award (2011) y el Premio del Consejo Superior de Juventud.

AFKAR/IDEAS: ¿Por qué decidió dedicarse a la asistencia jurídica en los campos de refugiados?

SAMAR MUHAREB: Cuando estalló la guerra de Irak (2003), fundamos una pequeña organización que suministra servicios jurídicos en los campos. En ese momento nos dimos cuenta de que no hay suficientes leyes ni normativas que regulen la situación de la población refugiada que viven en los campos. En 2008 decidimos prestar servicios jurídicos básicos. A ACNUR le gustaba ver a un grupo de juristas dedicado a revisar la legislación existente sobre matrimonio, divorcios y permisos de trabajo, y comprobar si ésta se aplicaba en los campos. Cuando los refugiados tienen problemas, se dirigen al tribunal, pero su estatuto les impide pasar por los procedimientos ordinarios, puesto que suponen demasiado tiempo y muchos recursos. Proseguimos esa tarea hasta 2010. Durante esos años descubrimos que la asistencia jurídica no era la única necesidad de los refugiados, sino un objetivo, puesto que precisan otros servicios de apoyo, como la orientación psicosocial, el empoderamiento de las mujeres, la participación civil y política, etc. Por consiguiente, había que crear un espacio donde pudieran solicitar asistencia y consejo para sus decisiones y planes: si quieren casarse, divorciarse, trabajar o marcharse. Se necesitan otros programas de ayuda que contribuyan a la autoestima, la concienciación y la capacidad de tomar decisiones.

A/I: ¿Cuál es la situación actual de los refugiados en los campos de Jordania?

S.M.: Por desgracia, en nuestro país no disponemos de políticas de integración; tenemos políticas de inclusión. Los refugiados se implican en determinados servicios y sectores, pero no se integran como residentes permanentes en el país. El objetivo del programa de asistencia jurídica que pusimos en marcha es responder a esa realidad. No podemos contar con que los niños refugiados completarán toda su educación en el campo, pero eso no nos impide crear un espacio que respete la dignidad y sostenibilidad de su situación en un entorno local. En este contexto, tropezamos con las distintas prioridades de los responsables políticos nacionales y las organizaciones no gubernamentales humanitarias. Ya tenemos mecanismos estructurales que responden a esas necesidades desde una perspectiva de desarrollo, pero se ven limitados por las infraestructuras del país. Trabajamos para la población jordana, y nuestra misión es integrar a unos nuevos habitantes en las estrategias nacionales actuales. Por desgracia, las organizaciones de ayuda humanitaria que suelen financiar los campos de refugiados no se adaptan a las estrategias actuales de los países de acogida. Necesitamos un cambio de paradigma de todos los actores implicados, basado también principalmente en la agenticidad de los refugiados, dándoles herramientas para mejorar el capital humano que podrían emplear al regresar a su país.

Hay que asegurarse de que los servicios de las organizaciones sobre el terreno no creen dependencia

A/I: ¿Qué estrategias de acción adoptan en los campos?

S.M.: Desde que empezó la crisis, apostamos por una estrategia a largo plazo por dos razones. En primer lugar, por la sostenibilidad de la financiación, que es limitada y dependiente de varios tipos de intereses
y prioridades. Es importante que las distintas necesidades de las personas marginadas en esta crisis sean visibles. La segunda razón es asegurarse de que los servicios prestados por las organizaciones en el terreno no creen una dependencia a los beneficiarios, sino que les permitan llegar a ser autosuficientes. Así que, desde el principio, les ayudamos a cocinar, trabajar, ir al supermercado, etc. Sé que en tiempo de crisis hay necesidades inmediatas, pero una mejor planificación de todas las partes involucradas, con decisiones y estrategias claras sobre cómo incluir a los refugiados, contribuirá a mejorar la situación.

A/I: Su trabajo también gira en torno al empoderamiento de las mujeres en los campos. ¿A qué problemas se enfrenta principalmente una mujer en un campo?

S.M.: En el contexto de los campos, las mujeres suelen recurrir a mecanismos de supervivencia, así como a comportamientos y decisiones perjudiciales. Hay problemas como los matrimonios precoces. Ya los había en Siria, pero en los campos esta práctica se vuelve más recurrente. Ellas quieren proteger a sus familias, y les parece que éste es un modo de hacerlo. Cuando estamos en los campos, tratamos de hablar con las mujeres, decirles de entrada que deben poder opinar sobre los
servicios: si quieren su propia tienda, si quieren su propio baño… Hay que darles la posibilidad de hacer lo que quieren y plantearles la pregunta: ¿Quieres que tus hijos vayan a la escuela? ¿Quieres que tus hijos se casen? Deben poder opinar sobre las decisiones que conciernen la alimentación: ¿Quieres platos cocinados? ¿O prefieres comprar tus propios ingredientes en el mercado y preparar lo que tú quieras para tu familia? Antes de hablarles de servicios jurídicos, hay que empezar por ayudarlas a empoderarse, para que sean más fuertes, confíen más en sí mismas y puedan superar el trauma. De lo contrario, caerán en mecanismos de supervivencia, como los matrimonios precoces, la violencia sexual… Deben contar con los instrumentos para empoderarse y así enfrentarse a su situación.

A/I: ¿Cómo describiría las relaciones entre las mujeres refugiadas en los campos?

Hay que ayudar a las mujeres a empoderarse para que puedan superar el trauma

S.M.: Las mujeres de los campos proceden de varias regiones de Siria. Entre ellas no se conocen ni conocen a los vecinos. En estas circunstancias, hemos querido crear un sentimiento de comunidad. Pero no es fácil: los campos son enormes, son como ciudades. Queríamos poner en marcha un proyecto con el objetivo de establecer redes, romper las barreras con los servicios de los campos, sus vecinos y quienes las rodean. ¡Y funcionó! Creamos un proyecto llamado “Voices”, destinado a ayudarlas a participar en la toma de decisiones, dar voz a sus problemas y preocupaciones, convertirse en líderes locales, facilitándoles las herramientas necesarias para ello. Por ejemplo, pidieron instrumentos de música y juegos de cartas, porque al caer el sol sus familias necesitan juntarse y generar un ambiente positivo. Así pudimos aportar a las mujeres, gracias a un programa psicosocial, regalos para las familias, para potenciar su presencia y demostrarles que ellas también pueden satisfacer las necesidades de los suyos.

A/I: ¿Qué me dice de los hombres? ¿Tienen actividades con ellos?

S.M.: Sí, tenemos un proyecto llamado “He for She”, financiado por ONU Mujeres, que trabaja con problemas como la violencia conyugal y sexual en los campos. Los resultados son increíbles, porque los hombres también necesitan que se entiendan sus frustraciones, encontrar trabajo y tratar mejor a sus familias y cónyuges. Quisimos que aceptaran el cambio de papel de sus esposas. Y salió bien, porque la mayoría de ellos están ahora orgullosos de sus mujeres, y se han dado cuenta de que el hecho de que ellas trabajen y cubran las necesidades familiares no perjudica la dignidad de sus maridos.

A/I: En general, ¿qué opina de los campos de refugiados y de su futuro? ¿Cree que son espacios temporales o hay que considerarlos permanentes?

S.M.: Yo creo que todos confiamos en que los refugiados puedan volver un día a casa. Los campos deberían ser temporales, de capacidad limitada, porque son muchos los que se están convirtiendo en ciudades y luego costará desmantelarlos. La inversión en los campos debería destinarse a ayudar a las personas a mejorar sus competencias y a regresar a su tierra o integrarse en la de acogida. Ahora bien, las limitaciones económicas, políticas y sociales complican la tarea. Por otro lado, los campos tendrían que erigirse y planificarse teniendo en mente el respeto a la dignidad de las personas refugiadas y su preparación, dotándolas de herramientas y habilidades para retornar a sus países y reconstruirlos. Cada país lo gestiona a su manera. Líbano optó por no tener campos e integrar a los recién llegados directamente en las ciudades. Jordania prefirió tener campos, para contener a parte de la población refugiada. Hay que tener en cuenta que, al fin y al cabo, los campos solo albergan a un 20% del total de la población refugiada. De todos modos, no puedo decantarme por ninguna de las dos opciones, pues la situación es negativa en ambos casos; y compleja, tanto para los desplazados como para los gobiernos locales. Los refugiados a menudo se preguntan: “¿Debemos irnos de los campos?”. A pesar de disponer de todos los servicios básicos, no gozan de su libertad, ni de un hogar adecuado. Pero fuera les cuesta hallar cobijo, trabajo, una vida mejor… En conclusión, me opongo a toda solución temporal de la crisis de los refugiados. Hay que encontrar soluciones sostenibles: esas personas deben integrarse adecuadamente o poder regresar sin riesgos a sus países. Cualquier otra solución será frágil y poco sostenible a largo plazo.