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Coedició amb Estudios de Política Exterior
- El incentivo a la cooperación, el comercio y el intercambio de personas, éxitos del Proceso de Barcelona Pasqual Maragall
- Vivimos en un sistema de esclavitud posmoderno,dominado por el poder Nawal al Saadawi
- Frustraciones y esperanzas de la cooperación euromediterránea Sébastien Abis
Editorial
Cuando este número de AFKAR/IDEAS llegue a los quioscos estará a punto de celebrarse la Cumbre Euromediterránea en Barcelona del 28 de noviembre. Pero no habrá concluido la presión migratoria sobre Ceuta y Melilla, dos de las puertas de entrada en Europa por el Sur. Esa presión, que se prolongará quizá más allá de 2010, no es favorable a la Unión Europea. Un flujo de subsaharianos, además de magrebíes, difícil de evaluar pero muy significativo, tratará de instalarse ¿definitivamente? en la ordenada Europa. Es una realidad imparable a no ser que la UE adopte verdaderas políticas:
- En el orden económico: invertir en África con urgencia, en el norte de África, los países del Sahel y el África subsahariana. Con apoyos fiscales de los Estados y de la UE.
- En el frente financiero: favorecer las inversiones en sanidad, enseñanza y tecnologías básicas. q Inmediatamente después, favorecer las infraestructuras: agua, carreteras, transporte aéreo, aeropuertos y puertos.
- Sistemas judiciales, mecanismos internacionales que protejan la independencia de los jueces, registros de la propiedad, registros civiles y catastros.
- Libertad de tráfico comercial en ambas direcciones e inversión de capitales en África. La pedagogía de los dos valores defendidos en primer lugar por la UE –paz y democracia– deben concretarse en programas y reformas precisos, financiados y fechados por la UE y los gobiernos receptores. Si los europeos no se adelantan con buen orden, la realidad impondrá un nuevo orden, quizá brutal. Las migraciones del África subsahariana no van a parar: van a crecer. Urge poner en marcha en el Mediterráneo, y será el gran objetivo de la Cumbre de Barcelona, un ente que garantice, con los 10 gobiernos y las 10 sociedades del Sur, el programa de los próximos años.
El desarrollo económico es imposible sin el desarrollo político e institucional: se lo come la corrupción. Debe incluir una fórmula concreta por la que la primera potencia, Estados Unidos, participe en el programa. En octubre, el embajador de Marruecos en España, Omar Azziman, describía la oferta marroquí: hacer del norte de África un espacio de paz y estabilidad, basado en el respeto a los derechos humanos, la construcción de la democracia y el Estado de Derecho. Dicho por un responsable político de la orilla sur, ¿no está claro?
Esa ambición genérica no podrá llevarse adelante sin el apoyo activo, diario, cifrado y fechado de la UE. Por lo demás, ¿habremos de recordar que los inmigrantes son seres humanos, que buscan una vida mejor cuando las tierras del Sahel han sido devastadas por dos años de sequía y plagas de langosta? ¿Deberemos recordarnos a nosotros mismos que las democracias se han basado invariablemente en las convicciones, que exigen en último término una disposición al sacrificio? ¿A qué grado de egoísmo llegan unas sociedades que tratan de eliminar a quienes piden pan y trabajo? Hay otras preguntas. Es incuestionable que las migraciones han de cuadrar sus cifras con las de los mercados de trabajo de los países de acogida.
Es cierto que los estados tienen el deber de defender sus fronteras ante asaltos pacíficos, pero asaltos al fin, como los sufridos por Ceuta y Melilla. Una cifra incierta de candidatos a la inmigración –¿centenares, millares?– han dejado sus vidas en aguas del Estrecho o en su desesperado viaje a Canarias. Las imágenes de su llegada a las costas españolas hablan a menudo de protección, de ambulancias, mantas: un guardia civil abraza a un mauritano en estado de congelación tras una noche navegando en medio del terror.
Es la gestión del drama humano, necesaria, pero no suficiente. Sin la gestión de los flujos, compartida, la tragedia seguirá y sus imágenes pueden hacerse insoportables. La Cumbre de Barcelona apunta en la buena dirección con la iniciativa presentada conjuntamente por Francia, España y Marruecos, destinada a gestionar de mutuo acuerdo los retos migratorios. Una iniciativa que podría desembocar en la convocatoria de una cumbre euro-africana como la solicitada por el gobierno español y necesaria para abordar en el largo plazo un reto que rebasa y mucho el territorio del Magreb.
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