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Coedició amb Estudios de Política Exterior
Retos educativos de niños inmigrantes o refugiados
La educación, uno de los pilares de la ayuda humanitaria, se enfrenta a desafíos como el volumen de desplazados, el idioma y los múltiples actores implicados.
Patrick Charland, Olivier Arvisais, Stéphane Cyr, Tegwen Gadais
Afinales de 2016, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calculaba que había 65,6 millones de personas desplazadas en todo el mundo a causa de las persecuciones, los conflictos, la violencia o la violación de los derechos humanos, una cifra nunca alcanzada hasta ahora. De esta cifra, variable, 40 millones están desplazadas en el interior de su país y 22,5 millones han tenido que refugiarse más allá de sus fronteras. En 2016, 20 nuevas personas se vieron obligadas a huir de su hogar cada minuto. A esta cifra hay que sumarle los más de 10 millones de apátridas a los que les han privado de nacionalidad y de acceso a los derechos elementales como la atención sanitaria, el empleo, la libertad de circulación y la educación.
Varias regiones y poblaciones se ven especialmente afectadas. Es el caso de Siria, donde aproximadamente 12 millones de personas han huido, pero también de Colombia, Afganistán, Irak, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, Somalia, Nigeria, Ucrania, Yemen, la República Centroafricana y Eritrea.
Los desplazados alrededor del Mediterráneo
Actualmente, ACNUR identifica dos crisis diferentes que provocan que haya migrantes y refugiados alrededor del Mediterráneo: la “situación del Mediterráneo” y la “respuesta regional a los refugiados sirios”. La primera está sobre todo relacionada con la llegada de poblaciones migrantes que tratan, por diversas razones, de entrar en el espacio Schengen. Los datos actuales muestran que el número de migrantes está disminuyendo en ese espacio: cerca de 200.000 en 2014, más de un millón en 2015, 300.000 en 2016 y 125.000 hasta septiembre de 2017. Los países de procedencia de los inmigrantes que llegan a Europa son, en orden de importancia: Nigeria, Guinea, Costa de Marfil, Bangladesh, Gambia, Mali, Eritrea, Senegal y Marruecos. Llegan por dos rutas: en barco a través del Mediterráneo o por el Oeste de los Balcanes. Hay que señalar que una ínfima proporción de estas personas está oficialmente registrada como refugiada. Por tanto, va a integrarse, pocas veces de manera oficial, en diversas regiones urbanas, periurbanas o rurales de Europa.
La otra crisis, mucho más importante, está relacionada con el conflicto sirio que dura desde 2011. En septiembre de 2017, afectaba a más de 5,1 millones de personas. Aunque desde 2013 se ha observado un aumento casi exponencial del número de refugiados, parece que la situación tiende a estabilizarse desde junio de 2017. La mayoría, más de tres millones, se ha refugiado en Turquía, mientras que Egipto, Jordania y Líbano han acogido a dos millones. La proporción de refugiados alojados en campos es muy baja, solo el 9% (464.000), lo que, evidentemente, complica la organización y la coordinación de la respuesta humanitaria.
La situación de los niños desplazados y refugiados en Europa
De los 22,5 millones de refugiados en el mundo, el 51% tiene menos de 18 años. Por tanto, los niños, que representan el 31% de la población mundial, se ven especialmente afectados por las crisis y los diversos conflictos desde hace numerosos años. Desde 1999, se observa un incremento de la población de niños no escolarizados que viven en una zona afectada por un conflicto armado. En 2012, la proporción de esos niños era especialmente alarmante en los Estados árabes.
Es difícil dar datos precisos sobre el número de niños desplazados en Europa. Las prácticas furtivas de los traficantes de personas y la imprecisión de lo que recopilan los países de acogida hacen que las estimaciones sean complicadas. Lo que es seguro es que solo el conflicto sirio afecta a 13,5 millones de personas y a seis millones de niños, pero, en 2015, ACNUR solo se había hecho cargo de 2,2 millones de niños. Por tanto, es difícil determinar cuál es la proporción de niños que todavía se encuentran en Siria y los que están en tránsito. Eurostat calculaba que había cerca de 400.000 en 2016, y el 80% de ellos menos de 15 años. Más de 65.000 niños demandantes de asilo eran niños no acompañados. Estos son acogidos principalmente en Grecia, Italia, Bulgaria y España. Los niveles de aceptación de las solicitudes de asilo varían según el país donde se haya recibido la solicitud, según la procedencia de los niños y según la naturaleza de los expedientes individuales. Eurostat informa de que, de media, se aceptan el 69% de las solicitudes de asilo de niños (el 100% de los sirios, iraquíes y eritreos; el 66% de los afganos y gambianos; y por debajo del 40% de los nigerianos, paquistaníes y egipcios).
Sin que existan por el momento datos claros, todo parece indicar a priori que los sistemas de enseñanza del lugar donde se hayan presentado las solicitudes se harán cargo de los niños a los que se les ha concedido la condición de refugiados. No obstante, además de los traumas físicos y psicológicos asociados a los desplazamientos y a las diversas causas que los provocan, la trayectoria escolar de los niños desplazados, evidentemente, también se ve muy afectada. En un estudio sobre niños refugiados, Mundy y Dryden-Peterson señalan, asimismo, que cuanto más larga sea la interrupción de la trayectoria escolar, mayor es el riesgo de que el niño no vuelva a incorporarse a la educación formal.
A ese respecto, ACNUR calcula que los niños refugiados e inmigrantes que han transitado por el Mediterráneo han perdido una media de 2,5 años de colegio. Dicho esto, incluso con las medidas adoptadas para acoger e integrar a estos niños en los sistemas escolares, parece que aún hay que superar varios desafíos. En cuanto a los niños que han llegado a Grecia, ACNUR informa de que, en 2017, solo el 29% de los refugiados recibidos han sido inscritos en un sector educativo formal y de que el 35% asiste de manera informal a actividades educativas, pero que el 40% no están escolarizados. Aunque todavía no existen datos para Alemania o Italia, que han recibido centenares de miles de niños, se observan más o menos las mismas tendencias en Serbia (el 23% de los niños están escolarizados) o en Bulgaria (el 10% va al colegio). Se informa de que las razones que aducen las familias o los niños para no acudir al colegio son el idioma, pero también el nivel de dificultad de las clases en el aula debido al retraso acumulado.
Los planes de actuación específicos a implantar en estos sistemas educativos son complejos: los perfiles y trayectorias de los niños refugiados son a menudo muy diferentes. La acogida de un niño nigeriano que ha llegado a Italia por mar no implica las mismas acciones educativas que para un joven sirio integrado en la escuela búlgara. Uno y otro quizás necesitarán unos servicios especializados, dependiendo de las situaciones y los traumas. Y, sin duda, los dos tendrán que aprender un idioma, pero habrá que tener en cuenta que sus sistemas educativos de procedencia son diferentes y que sus trayectorias migratorias también. Los sistemas de acogida deberán crear una infraestructura de evaluación que permita circunscribir sus necesidades educativas para luego adoptar medidas bien enfocadas. Con frecuencia, ACNUR debe ayudar a niños refugiados que, antes de su desplazamiento, tenían poco o ningún acceso a la educación o cuya trayectoria escolar ha sufrido numerosas interrupciones. Este contexto influye considerablemente en la permanencia escolar y en la tasa de escolarización de los niños refugiados.
La educación en los campos de refugiados
Hasta aquí hemos hablado sobre todo de los flujos de migrantes que llegan a Europa y de los desafíos educativos que eso supone cuando se integran en diversos sistemas educativos. Resulta pertinente recordar que la proporción de personas y de niños que han vivido o que están actualmente en campos de refugiados es muy baja en comparación con el número total de desplazados.
En primer lugar, las bases legales de la educación de los refugiados están recogidas en el artículo 22 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (1951). Como las actividades de ACNUR se centran principalmente en operaciones humanitarias, desempeña un papel fundamental para que los refugiados ejerzan su derecho a la educación. Oficialmente, la UNESCO es quien tiene el mandato en materia de educación, incluida la de los refugiados. Sin embargo, vista la escasa capacidad de acción de esta organización en un contexto de crisis humanitaria, ACNUR se ha convertido, desde la década de los sesenta, en el órgano de la ONU responsable de la educación de los refugiados, en colaboración con la UNESCO que ofrece sus conocimientos educativos. Además, de acuerdo con la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, ACNUR considera que la educación es un derecho fundamental. Asimismo, la educación fue reconocida oficialmente por la ONU en 2007 como un ámbito más de la ayuda humanitaria de emergencia. A partir de entonces se convirtió en el cuarto pilar de la intervención humanitaria al igual que la alimentación, el alojamiento seguro y la salud.
Los organismos de la ONU que se encargan de los niños desplazados y refugiados consideran que la educación no solo es un derecho fundamental y una estrategia de desarrollo importante, sino también una herramienta de protección. Esta perspectiva transmite la idea de que los niños refugiados deberían recibir una educación de mayor alcance, que vaya más allá de la de los programas tradicionales y que aborde así los problemas psicosociales, la prevención de las enfermedades, la educación para la protección (como la sensibilización sobre las minas terrestres) y la educación para la paz y para la ciudadanía, así como diversas competencias técnicas y profesionales.
La gestión de las iniciativas educativas en los campos de refugiados
Desde 2005, los organismos de la ONU han adoptado el enfoque de responsabilidad sectorial, también llamado enfoque de grupo (cluster), que agrupa por sector geográfico a las diferentes organizaciones que podrían prestar ayuda en una situación de emergencia: las organizaciones internacionales, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y otras organizaciones de la sociedad civil, así como, en algunos casos, representantes de los gobiernos como el Ministerio de Educación. Así pues, los actores de un grupo sectorial deben responder conjuntamente a las necesidades de los refugiados, desarrollar planes estratégicos adecuados con objetivos compartidos y coordinar sus respuestas. Por tanto, eso significa que varios actores de un mismo cluster comparten la responsabilidad de prestar servicios en materia de educación.
Así, la respuesta a la situación de emergencia que se vive en Siria se organiza geográficamente en cinco polos: Turquía, Jordania, Líbano, Egipto e Irak. En cada uno de estos lugares, se ha creado una respuesta educativa concertada, un cluster de educación, con los actores locales. Por ejemplo, el campo de Zaatari en Jordania cuenta actualmente con aproximadamente 80.000 refugiados que están escolarizados en 29 escuelas. El clusterde educación está formado por nueve organizaciones (ACNUR, UNICEF, el Ministerio de Educación jordano, Save the Children, Niños sin fronteras, MercyCorps, Finn Church Aid, International Relief and Development y Relief International) que colaboran para facilitar la escolarización de los niños y responder a los desafíos educativos que surgen en esta región.
E incluso en los campos, donde la logística está organizada y donde se facilita la acción educativa, existen numerosos retos educativos. En la mayoría de los campos en Jordania o en Turquía se observan unas tasas de absentismo escolar del orden del 50%. Hay múltiples obstáculos para esta escolarización: el idioma de enseñanza diferente del materno, la falta de información a los padres, la falta de formación de los docentes que influye en la calidad del sistema, la falta de clases para los alumnos de más de 13 años y de oportunidades en la formación profesional, los problemas de seguridad provocados por las agresiones y los robos a los alumnos y a los docentes, la falta de mantenimiento de los entornos escolares, las dificultades de transporte en unos campos que tienen varios kilómetros cuadrados de superficie, las dificultades económicas de las familias, los matrimonios precoces de las chicas jóvenes, etcétera.
Frente a los desafíos que plantea la escolarización de los niños migrantes o refugiados, ACNUR creó programas de educación acelerada en 2013. Estos programas se ofrecen a los niños, adolescentes y adultos que han superado la edad de su nivel escolar debido a una interrupción prolongada de su trayectoria escolar. El objetivo de la educación acelerada es garantizar que sus alumnos vuelvan rápidamente a la educación formal. La organización Human Right’s Watch señalaba en 2015 que era urgente que el sistema educativo turco implantase un programa acelerado de aprendizaje del idioma para que los niños sirios y sus familias pudiesen aprender mínimamente este idioma. La organización observa que cuatro años después de su desplazamiento a Turquía, la gran mayoría de los niños sirios todavía desconocen el turco, lo que provoca un retraso escolar considerable.
Conclusión
A partir de los datos fragmentados de que se dispone y de los informes publicados por los diversos cluster de educación, observamos que el diseño de una respuesta educativa eficaz constituye un enorme desafío. El volumen ingente de las poblaciones desplazadas, los múltiples actores implicados y los retos relacionados con el idioma de enseñanza hacen que la situación sea todavía más compleja.
Por último, como investigadores universitarios, queremos subrayar que casi no existe investigación en ciencias de la educación sobre algunos de los problemas que inciden en esta situación. Por otra parte, los datos son difíciles de agregar o de obtener. Los informes disponibles se limitan la mayoría de las veces a describir los movimientos de población y los coeficientes de escolarización. Aunque algunos campos de refugiados existen desde hace más de 10 o incluso 30 años, actualmente resulta imposible tener una idea clara sobre numerosas cuestiones educativas. ¿Quiénes son los docentes? ¿Qué formación tienen? ¿Cuáles son sus prácticas de enseñanza? ¿Qué se enseña en las clases? ¿Cuál es el índice de aprobados de los niños que asisten a ellas? ¿Cuál es el perfil de los niños que aprueban? ¿Cuál es la proporción de niños que logran integrarse en las clases de los países de acogida?
No hay duda de que un mejor acceso a los datos, así como a los lugares donde se pueden recabar, permitiría a los investigadores en ciencias de la educación obtener conocimientos para mejorar la situación. Ahora bien, teniendo en cuenta esta realidad, resulta necesario que la colaboración entre los actores humanitarios, como los organismos de la ONU, y también las grandes ONG internacionales y la comunidad universitaria, sea más estrecha.