Marruecos ha sido un socio comprometido con el Proceso de Barcelona. El acuerdo de asociación, en vigor desde marzo de 2000, se ha desarrollado de forma satisfactoria. Participa, además, en la nueva política europea de vecindad (PEV) desde su comienzo y cuenta con un Plan de Acción vigente desde 2005. Marruecos quiere más. Quiere pasar de país asociado a tener un estatuto avanzado con la Unión Europea. La idea, recogida por los gobiernos español, francés y portugués, con la implicación de la Comisión Europea, pretende avanzar hacia una progresiva integración de Marruecos en el área comunitaria, a la que por tradición y vocación ha estado vinculado. El reto consiste en colmar las aspiraciones de Marruecos y permitir el acercamiento a Europa al ritmo que cada país mediterráneo sea capaz de asumir.
¿Es la respuesta el planteamiento de un Euromed a distintas velocidades? La cuestión esencial es no reducir las expectativas, las ambiciones y la voluntad de cambio, de inserción de las sociedades del Sur, porque sus necesidades y prioridades difieren considerablemente, como también ocurre con sus niveles de desarrollo político y económico. Sería un error no rentabilizar las oportunidades que nos brindan los compromisos recíprocos de los Planes de Acción de la PEV, con sus nuevos ámbitos e instrumentos de cooperación, junto al nuevo impulso del Proceso de Barcelona. Marruecos puede convertirse en punta de lanza del proceso de reformas democráticas en el Magreb, que inspire y estimule a sus vecinos. Necesita apoyo político y financiero. En interés propio: quizá también de los europeos y de sus vecinos.
Hay muchos motivos que obligan a europeos y magrebíes a trabajar en estrecha cooperación, a ofrecer respuestas pactadas a problemas compartidos, a amenazas recurrentes que nos afectan a todos, Norte y Sur. Los últimos atentados en Marruecos y en Argelia evidencian que la amenaza terrorista se cierne sobre todos, globalmente, por encima de nuestro origen o nacionalidad, y se ceba en especial sobre las sociedades musulmanas. Es imprescindible contrarrestar las fuentes que alimentan los procesos de radicalización, promover un desarrollo económico y social que proporcione oportunidades de futuro, que mejore las condiciones de vida, trabajo, libertad y participación de nuestros vecinos del Sur. Las desigualdades económicas, las deficiencias de los servicios sociales, de la alfabetización y el acceso a la educación, así como el desempleo entre los jóvenes son factores que alimentan las filas de reclutamiento del terror. Combatir estos déficit contribuirá a vaciar de sentido los mensajes de los terroristas. La modernización institucional y de las mentalidades que debe implicar ese proceso contribuirá a que los ciudadanos magrebíes se sientan integrados en un proyecto de convivencia en sus propios países y en su relación con Europa.
La responsabilidad de la UE se halla pues en una cooperación reforzada que contribuya a evitar las tendencias involucionistas. Por el momento la aplicación de la PEV no goza del predicamento de los argelinos, a pesar de que valoran positivamente la asociación euromediterránea. El Plan de Acción de Túnez, a pesar de sus logros económicos y sociales, se ve ensombrecido por las dudas respecto a su capacidad de responder a las condiciones propuestas por el Plan para el avance del proceso de democratización. Con todo, la evolución del proyecto marroquí será importante como acicate del interés de sus vecinos magrebíes. El grado de implicación de la UE, y de todos sus Estados miembros, será también crucial para mostrar cómo Europa apuesta por el Magreb. El desarrollo del Mediterráneo es un compromiso y una necesidad de toda la UE, no solo negocio de unos.
La Comisión Europea anunció en marzo ayudas para Marruecos por valor de 657 millones de euros para el periodo 2007-2010. Este paquete financiero contribuye a visualizar el proyecto del estatuto avanzado como modelo para promover los procesos de reforma social y económica que requieren los socios mediterráneos. Veremos cómo evoluciona con la presidencia portuguesa de la UE, aunque su compromiso de priorizar las aspiraciones de Marruecos respecto al estatuto avanzado son motivo de optimismo. Se trata de profundizar en el proceso de construcción euromediterránea partiendo de mayores aspiraciones, de un elevado grado de compromiso de las partes y de una voluntad que sirva para enraizar el proceso democrático en las sociedades magrebíes.