Espíritus del Mediterráneo

El conocimiento de las prácticas religiosas favorece el respeto y la libertad.

Robert Lanquar

Las prioridades de la política europea de vecindad evidencian la necesidad de un desarrollo del espacio mediterráneo integrado y con múltiples centros para frenar la concentración de las actividades y de la riqueza en el litoral. Las zonas del interior deben estructurarse para permitir actuaciones innovadoras que afirmen sus características específicas y su cohesión de cara al exterior. El turismo es la primera actividad económica del Mediterráneo. Tiene un fuerte impacto en el desarrollo sostenible de las ciudades y del campo.

Las nuevas formas de turismo en el medio rural, en particular el religioso y el espiritual, podrían servir para estructurar mejor el espacio. Además, más allá del desarrollo de un turismo sostenible, el conocimiento adecuado de las prácticas religiosas y culturales favorece la libertad religiosa y el respeto entre las culturas. El proyecto “Espíritus de Europa: estructuración del espacio rural y turismo religioso y espiritual” responde a esta problemática. Las fiestas populares y religiosas son tanto elementos de la identidad cultural como factores que impulsan la economía local.

Se celebran tanto en el mundo cristiano (perdones, fiestas votivas o romerías) como en el judío y en el musulmán (mussems), para honrar a los santos patronos, los rabinos venerados o los morabitos respetados. Estos santos constituyen un referente de las estaciones para los habitantes del campo y se les invoca en caso de necesidad, enfermedad, luto o mal de amores. La Santa Sede apostólica ha reconocido en un acto las fiestas más oficiales, especialmente las relacionadas con las prácticas marianas, ceremonias y procesiones de la Virgen María; la tradición oral, las corporaciones y los gremios las invocan en circunstancias determinadas.

El turismo no es sólo un momento de ocio o de aprendizaje cultural, sino también de recogimiento (espiritualidad y religión) y una oportunidad para adquirir bienes de consumo (gastronomía local) y recuerdos. Las fiestas, convertidas en importantes atracciones turísticas de los espacios rurales, tienen un impacto en la necesidad de infraestructuras y equipamientos para todas las redes económicas locales. De esta manera, estos sectores crean agrupaciones locales, polos de atracción de actividades que van más allá del turismo, en torno a un recurso local competitivo, incluyendo la creación de ecomuseos o de exposiciones permanentes sobre las fiestas, las prácticas tradicionales locales y los caminos de peregrinación que atraviesan esas zonas.

Podemos citar varios ejemplos. La provincia de Córdoba, en Andalucía, podría desarrollar sus romerías para evitar los atascos de Semana Santa. Otras fiestas locales, como la de la Virgen de la Sierra de Cabra, que reúne a gitanos de Andalucía y de otros lugares, españoles, franceses y rumanos, tienen un carácter único. Durante la Fiesta de los Reyes Magos de El Viso los habitantes participan en un auto sacramental, una obra hagiográfica que relata sus vidas. En Linares, Lucena, Santo Domingo, Pozoblanco o Villanueva, las procesiones se llevan a cabo en torno a unos santos patrones vinculados con las raíces lugareñas de las familias y peñas. Los ayuntamientos pretenden que estas celebraciones sean una oportunidad para que el turismo cree empresas y empleo.

En Cerdeña, los ayuntamientos de Nuoro, Bitti, Olieni y Galtelli quieren crear, a través del proyecto “Espíritus del Mediterráneo”, una red de empresas en el sector hotelero, el transporte local sostenible y la cultura a través del desarrollo de exposiciones y de festivales de música sacra, aparte de las actividades de Semana Santa y de las grandes fiestas religiosas. En la isla de Yerba, Túnez, donde las comunidades judía y musulmana tienen tradiciones comunes, “Espíritus del Mediterráneo” podría hacer que el turismo de playa evolucionara mediante la generación de productos y de servicios en torno al arte y la música sacra de estas dos comunidades.

“Espíritus del Mediterráneo” incluye una parte de análisis de la que se derivan unas guías de buenas prácticas. Estas guías constituyen la formación básica adecuada para los empresarios y la sociedad civil. Las experiencias piloto permitirán llevar a cabo la tramitación de ayudas, el establecimiento de una normativa y la creación de redes de profesionales y de formadores especializados, así como escaparates de destinos, sistemas de información mediante bornes electrónicos y GPS.