La Asociación Internacional de Productores Independientes del Mediterráneo (APIMED) nació en el marco de la Conferencia Permanente del Audiovisual Mediterráneo de Marsella, en 1997, como respuesta a la necesidad de crear un organismo representativo que agrupara a profesionales independientes de la región. Muy pronto, APIMED se erigió como una agrupación capaz de reforzar las relaciones entre los asociados, facilitar las coproducciones, estimular la circulación de proyectos basados en las culturas mediterráneas, intercambiar experiencias y aprender de nuestras diferencias. A través de iniciativas como el mercado de documentales MEDIMED, los participantes pueden mostrar sus proyectos audiovisuales y promocionarlos para su distribución internacional. Así, numerosos proyectos han visto la luz y han encontrado financiación para llegar al público. Gracias al tejido asociativo y la creación de redes se puede hacer frente a aquellos que contemplan el sector audiovisual como un mero producto comercial. Debemos aprovechar la fuerza de la imagen como creadora de estereotipos y convertirla en una herramienta de diálogo y conocimiento del Otro.
Sabemos bien hasta qué punto las culturas, las costumbres, los modos de vida y de ver el mundo están interrelacionados y, a veces, irremediablemente confrontados. El Mediterráneo es más una unión que una ruptura, un espacio de comunicación e intercambio, un continente líquido. Los habitantes de sus riberas conforman una comunidad forjada por la geografía y muchos siglos de historia común.
En un contexto mundial globalizado, y en el que la industria audiovisual juega un papel predominante, parece crucial que los pueblos mediterráneos desarrollen sus propias estructuras de producción audiovisual para evitar sucumbir ante un universo mediático y cultural que podría ocultar la realidad que viven.
A finales del siglo xx, en los foros dedicados a la cooperación en el marco euromediterráneo, como el Foro Civil Euromed, que tuvo lugar en Barcelona los días 29 y 30 de noviembre de 1995, resultaba evidente la ausencia de un organismo representativo de los productores audiovisuales que agrupara a toda la profesión, que dispusiera de unos mínimos medios y desarrollara sus propias iniciativas.
Esta carencia se hizo aún más visible en la Conferencia Permanente del Audiovisual Mediterráneo (COPEAM) de Marsella, en febrero de 1997, en la que sí participaron productores independientes de diferentes países mediterráneos, aislados, débiles, con poca representatividad frente a las importantes instituciones públicas participantes.
Ante esta necesidad, la sociedad civil, y más concretamente un reducido grupo de productores allí presentes liderados por el carismático cineasta tunecino Ahmed Baha Eddine Attia, tuvieron la iniciativa de crear la Asociación Internacional de Productores Independientes del Mediterráneo (APIMED), que se constituyó en el congreso fundacional de Montpellier en noviembre de 1997.
Podemos afirmar que, en aquel momento, se creó una de las pocas asociaciones transnacionales de carácter profesional que operaban en el arco mediterráneo y que tenían como objetivo algo que a día de hoy puede parecer obvio y necesario: desarrollar la cooperación entre todos los integrantes del sector audiovisual para afianzar sus producciones, incentivar las coproducciones, promocionar sus películas, reforzar las estructuras de producción, facilitar el acceso al propio mercado y consolidarlo.
Su intención fue muy clara desde el principio. Los miembros de la asociación comprendieron la necesidad de crear una estructura permanente que contribuyera a la afirmación de las culturas compartidas en la región euromediterránea en el ámbito audiovisual, desde la diversidad y la tolerancia.
La imagen del Otro se encuentra en el fondo de cualquier proyecto mediterráneo, de toda asociación real. En efecto, la confianza se crea a través de la imagen, y no existe asociación posible sin este factor de confianza. En vista de las separaciones y los muros establecidos entre uno y otro lado del Mediterráneo, aparece claramente la necesidad de construir puentes entre ambas orillas. En este aspecto, debido al número creciente de jóvenes en las poblaciones de la orilla sur, el medio audiovisual ejerce un papel primordial.
La imagen del Otro puede ser negativa debido a un conocimiento erróneo de la historia o por un distanciamiento cultural intencionado. Pero puede resultar positiva si se educa a las futuras generaciones en un marco de objetividad y respeto hacia otras sociedades. El poder de la imagen visual es, precisamente, su capacidad para crear estereotipos que resultan muy difíciles de cambiar. Los mensajes mediáticos son esenciales para el proceso de creación de una opinión pública. En este sentido, la cooperación entre los medios de comunicación de masas plantea problemas esenciales, como la influencia que estos pueden ejercer a la hora de simplificar excesivamente la realidad hasta llegar a distorsionarla. Todos estos son aspectos especialmente sensibles en el caso de la cuenca mediterránea, que se enfrenta a problemas fácilmente manipulables de forma sensacionalista.
A su vez, los contenidos audiovisuales pueden promover un mejor entendimiento y contribuir a la formación de una identidad mediterránea, todavía en construcción. Una de las condiciones necesarias para la cooperación audiovisual de la zona es reforzar el sistema audiovisual en toda su complejidad y riqueza, para que permita consolidar un espacio mediterráneo de cooperación y tolerancia.
La Declaración de Barcelona de la Conferencia Euromediterránea de 1995 remarca que la cooperación euromediterránea no se puede desarrollar sin reservar un lugar destacado a la cultura. La Declaración señala que «resulta esencial la contribución de la sociedad civil en el proceso de desarrollo del asociacionismo mediterráneo, y también como factor esencial para un mayor conocimiento mutuo y acercamiento entre los pueblos». En aquel momento, se propuso aplicar una cooperación descentralizada y un intercambio social y humano como respuesta a unos retos que son tanto socioeconómicos y políticos como culturales.
¿Cómo imaginar el futuro del audiovisual en esta área geográfica sin contar con ese pilar fundamental que son los productores independientes? Eran ellos, por tanto, quienes debían organizarse para afrontar esta responsabilidad. Para ser útil y representativa, APIMED debía agrupar el mayor número de productores del área mediterránea. Una existencia real y sólida era la mejor herramienta para establecer la colaboración con los diferentes interlocutores. Ya fueran instituciones europeas, organismos transmediterráneos o distribuidores internacionales, todos estaban interesados en esta colaboración mutua.
Pasaron dos años hasta que, de nuevo, en la conferencia anual de la COPEAM celebrada en Valencia en marzo de 1999, la productora Isona Passola, por aquel entonces presidenta de la asociación de productores catalanes, ofreció su apoyo, tras una propuesta del Gobierno de la Generalitat de Cataluña, para que Barcelona acogiera la sede permanente de la asociación.
Gracias a la invitación del Instituto Europeo del Mediterráneo, APIMED dispuso de una infraestructura permanente provista de los medios necesarios para asegurar su funcionamiento y una existencia continuada que garantizara la consecución de sus objetivos. Después de veinte años, estos siguen inalterables: la representación de productores independientes en cualquier lugar donde su presencia sea útil, el fomento de los intercambios entre productores, la colaboración con el conjunto de nuestros interlocutores, la promoción de iniciativas de formación, el fomento de coproducciones en la región, la divulgación de información del sector y el mantenimiento de una red de profesionales en activo para contribuir al desarrollo del audiovisual mediterráneo.
APIMED es una asociación privada internacional, de carácter cultural y sin ánimo de lucro que se gestiona con las aportaciones de sus socios y que promueve la reflexión común y la representación de los productores independientes de la región mediterránea ante los organismos y las entidades públicos y privados. Asimismo, fomenta el intercambio entre productores e incentiva la coproducción y colaboración entre el conjunto de los asociados.
APIMED se ha proveído de medios que le permiten asociar a las actividades que lleva a cabo a sus miembros más jóvenes y a aquellos procedentes de países con escasa producción. La asociación pretende reforzar las competencias en materia de producción en todo el territorio mediterráneo. Para ello, hace un tiempo se propuso organizar cursos de formación que han dado muy buenos resultados en el ámbito de los distintos programas Euromed Audiovisual: MEDEA y Access to Markets in the Digital Era.
Estas actividades tienen como objetivo afianzar las relaciones profesionales entre los asociados, lo cual refuerza las posibilidades de realizar coproducciones e intercambios entre ellos. También pretende estimular la circulación de proyectos; desarrollar las sinergias en torno a la cuenca mediterránea; producir películas basadas en nuestras propias culturas; aunar los medios, conocimientos y esfuerzos disponibles; intercambiar experiencias; confrontar ideas; conocer las producciones de los compañeros y aprender de nuestras diferencias.
Es una asociación gestionada por una junta directiva escogida democráticamente por sus asociados. La junta toma las decisiones sobre todo tipo de actividades que se consideran interesantes para el sector. Pueden ser socios de APIMED los profesionales y las empresas de producción del sector audiovisual, así como las asociaciones de productores cinematográficos y audiovisuales de cualquier país del arco mediterráneo. Actualmente, la asociación representa a más de 400 productores de cine y televisión procedentes de Argelia, Egipto, Francia, Grecia, Líbano, Israel, Italia, Malta, Marruecos, Palestina, España, Siria, Túnez y Turquía.
Sabemos que las culturas, las costumbres, las maneras de vivir y de ver el mundo se interpretan de manera sesgada y, a veces, se confrontan en grado máximo. Por ello, es de suma importancia que los pueblos mediterráneos no se sientan abandonados en un universo mediático y cultural que oculte su propia realidad. En este sentido, uno de los retos más importantes de APIMED fue la creación, en 2000, de un mercado internacional de producciones euromediterráneas dedicado al género documental: MEDIMED Doc Market. Un mercado abierto al hecho diferencial, el encuentro entre culturas, la comunicación entre creadores y la convivencia.
MEDIMED constituye hoy la cita anual del documental euromediterráneo, destinado a la promoción, comercialización y distribución de documentales producidos en la región euromediterránea. El objetivo fundamental de este mercado es contribuir al desarrollo y la inversión en proyectos documentales que favorezcan la cooperación empresarial entre el sector audiovisual de la región, promovidos por productoras radicadas en la Unión Europea y los países de la cuenca sur del Mediterráneo. En este sentido, el mercado es una oportunidad única para la promoción comercial de producciones documentales para televisión y salas cinematográficas a escala internacional, puesto que su principal labor es hacer difusión de la oferta de títulos seleccionados para el catálogo del mercado y favorecer la venta de los mismos a las televisiones y los distribuidores invitados.
Asimismo, MEDIMED impulsa proyectos documentales que buscan financiación en el mercado internacional. Nuestro mayor logro es haber contribuido a la producción del 85% de los proyectos documentales que se han presentado en el Foro de Pitchings en los últimos diecinueve años, lo cual ha facilitado la colaboración entre televisiones y productores independientes de más de 50 países.
Los llamados «mercados específicos», cualquiera que sea su temática, son sin lugar a dudas un complemento necesario a los mercados mediáticos, puesto que constituyen una exitosa estrategia de marketing para la promoción de producciones audiovisuales, especialmente aquellas que surgen de la producción independiente.
Por otra parte, MEDIMED ha creado una red de profesionales entre ambas orillas del Mediterráneo, fundamental para incrementar la profesionalidad y el desarrollo económico de la industria audiovisual en la región y, con ello, ha fortalecido el papel integrador de España y su liderazgo en este contexto. No en vano Barcelona acoge la sede de la Unión por el Mediterráneo (UpM), organismo creado por la Unión Europea para salvaguardar los lazos históricos, económicos y culturales de la región euromediterránea.
Actualmente, MEDIMED es una contribución tangible al partenariado de cooperación euromediterráneo iniciado por el Proceso de Barcelona en 1995, que a lo largo de estos años ha permitido a un buen número de profesionales de ambas orillas del Mediterráneo llevar a cabo proyectos audiovisuales que, de otro modo, no habrían visto la luz. Por ejemplo, la coproducción danesa-tunecino-marroquí We Could Be Heroes, de la directora marroquí Hind Bensari, premiada en el prestigioso festival internacional de documentales de Toronto Hot Docs 2018. Este proyecto fue seleccionado para presentarse en el Foro de Pitching en 2016, donde la productora danesa Bullitt Film encontró la financiación necesaria para completar la película y, así, el canal de televisión marroquí 2M se incorporó a la coproducción junto a la productora tunecina Cinetéléfilms.
Otros casos de éxito son la producción de la barcelonesa Boogaloo Films Hayati (Mi Vida), de Sofi Escudé y Liliana Torres, que fue seleccionada como proyecto en 2016 y, gracias a su presentación en el mercado, encontró la financiación para producir la película, que trata sobre el proceso de adaptación de una familia de refugiados sirios en España, junto a France Télévision y Al Jazeera Documentary. Asimismo, el documental de origen turco Mr. Gay Syria, de Ayse Toprak, fue seleccionado por su potencial interés para el mercado internacional sin apenas contar con financiación. En MEDIMED 2016 encontró coproductores en Alemania, Francia, Noruega y Malta, así como un distribuidor internacional.
MEDIMED ofrece una serie de ventajas como mercado específico de documentales, entre las que destaca el hecho de ser una cita anual ineludible para los profesionales del sector. Ello favorece la relación profesional entre los participantes, que encuentran en Sitges (Barcelona) un espacio que impulsa el negocio real, consolida su red de contactos, fomenta la pujanza de la industria del documental y, finalmente, posibilita a los productores encontrar financiación para proyectos gracias a los numerosos compradores y ejecutivos de televisión que participan año tras año.
En las últimas ediciones, el mercado se ha posicionado en un lugar muy destacado dentro del calendario anual de mercados profesionales dedicados al documental a nivel internacional, y se ha erigido en evento clave para la internacionalización de las producciones mediterráneas, mediante agentes de venta y distribución de la región.
Aquellos que quieren reducir la producción cultural a un simple comercio actúan con una persistencia y una constancia que hacen difícil la aplicación de la frase de Sócrates «Nadie es malo voluntariamente». En efecto, la concentración vertical en curso y el gigantismo de los grupos que controlan los medios han puesto sobre aviso a las autoridades europeas para intentar evitar que el audiovisual no sea confundido y asimilado con cualquier otra tarea comercial.
La insistencia de Estados Unidos de querer integrar la cultura –y, en primera instancia, la creación audiovisual– en la mundialización del comercio internacional debe llevarnos a desconfiar de la pretendida inocencia de esta iniciativa. Si una potencia como Francia desconfía y defiende el derecho –a través de un término tan implantado hoy en día como es la «excepción cultural»– de poder subvencionar y financiar la creación artística, el peligro es aún mayor para los pequeños países del sur. Es necesario, por tanto, resistir y crear un amplio frente para defender nuestras identidades.
No es por un nacionalismo estrecho de miras o por una visión conservadora y fría por lo que queremos proteger y consolidar el derecho a la libre expresión, la diversidad y la creación independiente. Cada vez que una potencia o un poder hegemónico han querido uniformizar el pensamiento, el gusto o la estética de una civilización, hemos asistido a la degradación no solo de esta misma civilización dominante, sino también de aquella a la que ha querido dominar. Para los países y los pueblos del sur, ofrecer el sueño americano mediante hamburguesas, Coca-Cola y teleseries implica deslocalizar el sueño y crear fracturas en sociedades frágiles que no pueden sino conducir a aventuras de violencia extrema.
Lo cotidiano del ser humano se consigue gracias a una serie de esfuerzos: levantarse, transportarse, estudiar, trabajar… pero esta cotidianeidad también está hecha de sueños. Si deslocalizamos el sueño, ¿qué tejido social vamos a construir para las generaciones futuras más que el tejido desgarrado por la tentación de marchar hacia la «tierra prometida» a través de cualquier medio, como las pateras, donde al final del camino está la pesadilla de la emigración y la tentación de encerrarse en sí mismo? Este fenómeno de rechazo cultural genera, hoy en día, integrismos y otras formas de violencia.
En APIMED somos conscientes de estos retos y desconfiamos de aquellos que preconizan la confusión entre telecomunicaciones y medios de comunicación, así como de aquellos que defienden que los productos del espíritu son productos comercializables igual que el té, el café, el arroz o el cemento… Estamos a favor de la «cine-diversidad» y del derecho a la diferencia, sin por ello cerrar las fronteras a los productos audiovisuales venidos de otras partes del mundo. También estamos a favor de que el espectador tenga la posibilidad de elegir, pero teniendo acceso una verdadera elección de todo tipo de contenidos, no a la elección dictada por las grandes plataformas de distribución o por las audiencias.
Ese es el gran reto al que nos enfrentamos todos, no únicamente los profesionales, sino los espectadores. Solamente construyendo sociedades críticas y conectadas entre sí, abiertas al diálogo permanente y la confrontación útil de ideas que provienen de nuestra diversidad, podremos hacer frente al futuro. De hecho, uno de las mayores industrias que ha inventado la humanidad, después de las armas, es el cine. Coproducir películas es la manera más efectiva de hacer posible el diálogo entre culturas y únicamente si somos capaces de compartir nuestras distintas concepciones sobre el mundo, seremos capaces de resolver nuestros conflictos.
¡Larga vida al cine mediterráneo! ¡Larga vida a APIMED!