Presentación

Josep Ferré

Director general en funciones del Instituto Europeo del Mediterráneo

La historia del Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed), se amalgama con la de la propia política euromediterránea, que el Instituto ha impulsado en todo momento y cuyo aniversario conmemoramos en 2020. Hay tres puntos de inflexión en nuestra trayectoria que coinciden con momentos clave de la política euromediterránea. En primer lugar, el pacto entre Felipe González y Helmut Kohl, en el año 1995 durante la cumbre de Cannes, permite un acuerdo entre todos los líderes europeos que da lugar a la puesta en marcha de una ambiciosa política europea hacia el Este, a través de los programas PHARE y TACIS, y hacia el Sur, mediante la creación de la Asociación Euromediterránea y el denominado Proceso de Barcelona.

Así pues, el primer gran punto de inflexión se sitúa en 1995 con la celebración en Barcelona de la Primera Conferencia Ministerial Euromediterránea y la importantísima declaración final, que pone en marcha el Proceso de Barcelona. La aspiración básica que postulaba el Proceso de Barcelona de la Asociación Euromediterránea, y que continúa vigente hoy en día, era la progresiva construcción de un espacio de paz, estabilidad, prosperidad compartida y diálogo entre culturas y civilizaciones en el Mediterráneo. Este espacio debía incorporar a los países del Magreb y Oriente Medio, además de Turquía e Israel, en el esquema Euromed a través de la asociación de estos (y eventual integración, en el caso de Turquía) con la Europa comunitaria. Junto con dicha Conferencia Ministerial, el Instituto Catalán del Mediterráneo de Estudios y Cooperación, predecesor del actual IEMed, organizó el Primer Foro Civil Euromed, por encargo de la Comisión Europea y de la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, española en aquel semestre.

El foro, celebrado en la capital catalana, reunirá a 1.211 representantes de la sociedad civil de treinta y ocho países y marcará profundamente todo el Proceso de Barcelona. El segundo gran punto de inflexión se sitúa en 2002, en la Conferencia Ministerial de Valencia, también bajo presidencia española. Durante la misma, se pasa revista a los avances logrados hasta la fecha y se aprueba un gran plan de acción. Una vez firmados los principales tratados de asociación y con los programas MEDA en funcionamiento, se ponen en marcha la Asamblea Parlamentaria Euromediterránea, la Facilidad Euromediterránea de Inversión y Asociación (Femip) del Banco Europeo de Inversiones y la Fundación Anna Lindh, entre muchas otras medidas. EI instituto acompaña esta evolución de las políticas euromediterráneas implicándose de manera activa en la generación de conocimiento y en la reflexión colectiva, a partir de la dinamización de los actores implicados. Asimismo, pasa a denominarse Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed) e integrar en sus órganos de gobierno, además de la Generalitat de Cataluña, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ayuntamiento de Barcelona.

El tercer punto de inflexión se sitúa en 2008, con la creación de la Unión por el Mediterráneo y el acuerdo de ubicar su Secretaría permanente en Barcelona. De esta manera, se inicia una nueva etapa del Proceso Euromediterráneo en la que el Instituto incorpora en sus términos de referencia este impulso renovado hacia proyectos estratégicos de dimensión regional euromediterránea. Paralelamente, el IEMed sigue contribuyendo a la dinámica bilateral de las relaciones euromediterráneas, la cual se ve reforzada por la creación de la Política Europea de Vecindad en 2004, que prevé la posibilidad, para cada país, de intensificar su relación con la UE en función de su voluntad. En este contexto, el IEMed participa de manera activa en la reflexión sobre el estatuto avanzado de Marruecos en 2008. Es así como el IEMed, además de sus múltiples actividades, encuestas, proyectos europeos y publicaciones, se ha convertido en un think tank reconocido internacionalmente y especializado en política, cultura y desarrollo euromediterráneo.

Asimismo, el IEMed constituye un vector de las principales redes de la sociedad civil euromediterránea. Es coordinador y sede de la Red EuroMESCO, orientada a la investigación aplicada en temas de políticas euromediterráneas y seguridad, así como de la Red Española de la Fundación Anna Lindh y de la Fundación de Mujeres Euromediterráneas (FFEM), que promociona la igualdad de género en ambas orillas del Mediterráneo. En esta línea de incentivar el diálogo entre las dos orillas mediterráneas, destaca Quaderns de la Mediterrània, que pronto cumplirá veinte años como revista semestral de pensamiento multidisciplinar. El número que presentamos hoy, «La sociedad civil en el espejo mediterráneo», ofrece un análisis de los diferentes retos que afronta la sociedad civil tanto en el Norte como, principalmente, en el Sur.

Ante el complejo contexto de la región, lleno de dificultades pero también de oportunidades, examinamos en el dossier el potencial de la sociedad civil como elemento determinante para el futuro de la región euromediterranéa. Para ello, hemos contado con la colaboración de valiosos expertos y expertas de ambas riberas que han querido sumarse a esta iniciativa. El dossier está compuesto por tres apartados que se entretejen mutuamente: 1) Movimientos sociales: más allá de las manifestaciones; 2) Movimientos interculturales: mujeres, cambio climático, migraciones y refugiados; 3) Arte y comunicación: espacios de memoria cívica. Cierra dicho dossier la entrevista a Gabriel Garroum, un joven cuya interculturalidad emerge tras haber visitado a su familia durante la guerra de Siria, junto con su compañero Xavier Segura. En este sentido, es doloroso constatar que la respuesta de Europa frente al cúmulo de conflictos, necesidades y expectativas ha sido insuficiente a lo largo de estos últimos veinticinco años, pese a que la política euromediterránea haya ido en buena dirección.

Además, el dramatismo de la situación actual en buena parte del mundo árabe, especialmente en Libia, Siria e Irak, hace que esta política pueda incluso calificarse de trágicamente insuficiente. Nos enfrentamos, sin duda, a un cambio de paradigma que se presenta como germen de una nueva realidad, acuciada por el cambio climático y la necesidad de reformar nuestro consumo depredador de la naturaleza. La articulación entre el individuo y la colectividad pasa por la voluntad de estructurar la sociedad a partir de las responsabilidades de los propios individuos y de las instituciones.

Cuando se cumplen veinticinco años de la celebración del Foro Civil Euromed, las propuestas de actuaciones estratégicas en materia de armonización normativa, formación, intercambio de redes y estudios de impacto continúan vigentes. A pesar de que, por una parte, el autoritarismo no ha desaparecido en la ribera sur y se han incrementado los populismos excluyentes en la ribera norte, por otro lado se constata, de forma cada día más evidente, que son las ciudades y las entidades subestatales, debido a su proximidad a la ciudadanía, las que pueden impulsar cambios de mentalidad. Así, en efecto, pueden cubrir espacios de desarrollo allá donde las administraciones centrales no llegan y promover sociedades abiertas y responsables sirviéndose de las nuevas tecnologías y de dinámicas de innovación social. En este sentido, la sociedad civil mediterránea, mediante el impulso de los cambios en cada uno de los países de la región, tiene un papel cada vez más decisivo.