Coedición con Estudios de Política Exterior
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Sáhara, democracia y Marruecos: ¿Es posible una reconciliación?

Irene Fernández-Molina
Profesora de Relaciones Internacionales, Universidad de Exeter
Bernabé López García.
Icaria/IEMed, Barcelona, 2022.
298 páginas

Maestro de varias generaciones de estudiosos del Magreb e intelectual público de incansable labor divulgativa y activista, Bernabé López García ha ejercido durante décadas de verso suelto en el debate español sobre el conflicto del Sáhara Occidental. Sus opiniones, a menudo heterodoxas, han contribuido a iluminar puntos ciegos y zonas grises de un asunto aquejado en general, a su juicio, de un “déficit pedagógico” (p. 82), y que tiende a polarizar y encasillar el pensamiento, incluso entre sus mejores conocedores. Frente a las “trincheras de papel” a las que se refería en un artículo publicado en El País en 2005 (p. 73), su apuesta a contracorriente ha estado marcada por la transparencia, la independencia y la coherencia.

Bernabé López García explica con honestidad meridiana cómo su “punto de observación de este drama difiere del de otros observadores” (p. 108) debido a los avatares de su propia trayectoria vital, que lo situaron en semiexilio en Fez en vísperas de la conmoción –y emoción– colectiva marroquí de la Marcha Verde (p. 177). El suyo es también un relato autorreflexivo en lo que se refiere a los costes o riesgos de su posterior implicación personal en este conflicto. “Te están manipulando”, cuenta que le decía el representante del Frente Polisario ante la ONU, Ahmed Bujari (p. 24). “En definitiva solo soy un lobbysta”, bromeaba él mismo (p. 108). Independencia, en cualquier caso, porque esta posicionalidad no le ha impuesto anteojeras ni ha mermado su nivel de alerta.

Pero lo más digno de atención del pensamiento de Bernabé López García ha sido su insólita coherencia y persistencia. Ésta es la principal conclusión que se extrae de la lectura del libro Sáhara, democracia y Marruecos: ¿Es posible una reconciliación?, que recopila sus artículos de prensa, intervenciones públicas y algunos trabajos más académicos sobre este asunto desde 1999 hasta 2022.

El punto de arranque es el ascenso al trono de Mohamed VI, que coincidió con el abandono formal del Plan de Arreglo de Naciones Unidas por parte de Marruecos. Éste fue también el tiempo de la gestación del concepto de una autonomía bajo soberanía marroquí o, en el lenguaje de los felices años noventa, la tercera vía. Preconizada originalmente por el opositor marxista marroquí Abraham Serfaty –a cuya memoria, junto con la de su mujer, Christine Daure, está dedicado este volumen–, López García desempeñó un papel central en la amplificación y consolidación de esta idea en medios de la entonces prensa independiente marroquí, como Le Journal, antes de que fuera asimilada como posición oficial por las autoridades del país.

Solo a la luz de aquel contexto originario –tan diferente del actual– puede entenderse la que ha sido la tesis central, y constante, de todos los escritos de Bernabé López García durante más de dos décadas: lo que él llama el “binomio Sáhara-democracia”. Se trata de una relación causal en ambas direcciones, y aplicable a pasado, presente y futuro, por la que la (no) resolución del conflicto saharaui habría dado lugar a la (no) democratización de Marruecos, y viceversa. Por un lado, la persistencia de este conflicto ha condenado al Marruecos poscolonial a un limbo permanente en forma de proceso de construcción estatal y nacional inacabado, y a un casi existencial “miedo a la desintegración nacional” –en palabras del historiador Abdallah Laroui– que aborta cualquier transformación democrática de su sistema político. Por otro lado, un Marruecos más democrático sería capaz de brindar a los saharauis el reconocimiento completo, tanto de sus derechos humanos universales como de su identidad etnolingüística específica, que es condición necesaria –¿y suficiente?– para la reconciliación deseada por López García. Un argumento de peso, aunque inevitablemente circular y quizá con algún cabo suelto en las suposiciones sobre las preferencias de la mayoría de los saharauis de uno y otro lado, sobre las que, por desgracia, carecemos de conocimiento empírico.

Lo que Sáhara, democracia y Marruecos ofrece esencialmente es una historia inmediata de las vicisitudes –¿el auge y caída?– de esta idea del “binomio Sáhara-democracia”. Mirando hacia atrás, una cuestión que emerge de forma transversal tiene que ver con la temporalidad y las “oportunidades perdidas” en la historia, incluidos algunos sugerentes razonamientos contrafactuales. Mirando hacia adelante, la tónica que recorre las páginas del libro es un gramsciano optimismo de la voluntad. Éste no es un optimismo ciego ni a salvo de disgustos, como demuestra la frustración de Bernabé López García ante el rechazo marroquí del Plan Baker II en 2003 o sus clarividentes dudas sobre el Consejo Real Consultivo para los Asuntos Saharianos (CORCAS) desde el mismo momento de su creación en 2006. Pero sí que domina la esperanza voluntariosa del momento, sobre todo, en la defensa convencida del Plan de Autonomía marroquí de 2007. López García se involucró personalmente en ésta hasta el punto de prestarse a formar parte del dispositivo de diplomacia pública marroquí. La trasladó tanto a la Cuarta Comisión de la Asamblea General de la ONU (pp. 113-118), como a la siempre reticente opinión pública española, con el elocuente artículo “Aplazar la utopía, defender la dignidad” (pp. 103-106) publicado en El País.

En contraste con este entusiasmo de 2007, llama la atención el rápido desencanto de Bernabé López García con las políticas marroquíes hacia el Sáhara y los saharauis en los años inmediatamente posteriores, que puede decirse que marcan su transición del optimismo de la voluntad al pesimismo de la razón. Este último lo lleva a admitir con desaliento el “suicidio de Marruecos” consumado con el desmantelamiento violento del campamento saharaui de protesta de Gdeim Izik en noviembre de 2010 (p. 151-152). Marruecos “ha terminado por darle la razón a sus detractores”, reza el comienzo de la tercera parte del libro (p. 153). Vista en perspectiva, la evolución de la visión de Bernabé López García en este sentido no menoscaba sino refuerza la coherencia de su argumento.

Quizá el único punto en el que se aprecian ciertos titubeos o inconsistencias son las críticas taxativas al “fundamentalismo refrendario” del Frente Polisario y sus aliados internacionales. Repetidas sobre todo en los artículos más antiguos, no casan del todo con otras referencias a “la celebración de un referéndum que resuelva de una vez la cuestión” (p. 72), o con la afirmación de que “el referéndum es ineludible” aunque su contenido y proceso previo deban ser renegociados (p. 99). Pero son cuestiones de matiz o reconsideración.

Lo importante es que, en un tema en el que el debate público está encorsetado por el pensamiento binario, Sáhara, democracia y Marruecos pone las cuitas de la actualidad en (otra) perspectiva, rompe esquemas y estimula. A Bernabé López García hay que leerlo tanto si se está como –y aún más– si no se está de acuerdo con él.

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