Foro América del Sur-Países Árabes

El foro ASPA, iniciativa brasileña, pretende acercar América del Sur y Oriente Medio, en el marco de una política exterior que prioriza las relaciones Sur-Sur.

Paulo Botta

En abril se celebrará la Tercera Cumbre del Foro América del Sur – Países Árabes (ASPA) –prevista para los días 12 a 16 de febrero en Lima (Perú), pero postergada ante las revueltas en el mundo árabe–, en la que se reunirán los jefes de Estado y de gobierno de los 22 países miembros de la Liga Árabe y de los 12 países de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas). Las dos ediciones anteriores de este foro a ese nivel (Brasil, 2005 y Qatar, 2009) han mostrado las posibilidades y limitaciones que este tipo de iniciativas interregionales pueden tener. Tal vez uno de los elementos más destacables de esta iniciativa ha sido la de combinar elementos políticos, económicos y culturales creando así un ámbito de interacción comprehensivo que ha contribuido a acercar ambas regiones.

En el área cultural destaca el establecimiento del Instituto de Estudios e Investigaciones sobre América del Sur (IERAS) en Tánger, la Biblioteca virtual ASPA (BibliASPA) en Sao Paulo, la celebración del Festival Suramericano de Cultura Árabe en esa misma ciudad en marzo de 2010 y el inicio de la construcción de la biblioteca árabe-suramericana en Argel, diseñada por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. Sin embargo, ha sido en los ámbitos político y comercial donde se han registrado las principales iniciativas así como las diferencias entre los actores involucrados. Mientras desde el lado suramericano se intentaba hacer hincapié en lo comercial, desde el árabe se buscaba enfatizar la agenda política tratando de conseguir apoyos. El tratamiento de estos temas generó algún tipo de suspicacias en Estados Unidos e Israel a la vez que desde el lado suramericano se buscaba presentar esta iniciativa como un intento de acercar a las dos regiones y no como el establecimiento de un eje antinorteamericano.

Relaciones políticas

El foro ASPA es una iniciativa brasileña que comenzó a gestarse en 2003 durante la gira presidencial de Lula da Silva a países de Oriente Medio y se plasmó en la cumbre de 2005. Constituye, visto así, un intento de acercar las dos regiones en el marco de una política exterior que prioriza las relaciones Sur-Sur. Otras iniciativas similares llevadas adelante por Brasil en estos años han sido el Foro de Diálogo IBSA (India, Brasil y Suráfrica) o las Cumbres África-Suramérica, sin contar con su interés de mediar, junto con Turquía, entre Irán y el Grupo 5+1. Desde el punto de vista brasileño, su estatus como potencia regional con ambiciones globales justifica su acercamiento a zonas de interés alejadas geográficamente pero de importancia geopolítica.

Los otros países suramericanos, con menos ambiciones extra regionales han tratado de limitar el impacto de las cuestiones políticas en este foro. A pesar de ello, y a partir de iniciativas de los países árabes, las declaraciones finales de las cumbres de Brasilia y Doha han recogido asuntos políticos como el palestino, el conflicto por las islas del golfo Arábigo con Irán o la cuestión saharaui. Así, mientras desde el lado árabe se proponía desarrollar el aspecto político del foro, los países suramericanos, al no tener intereses directos en esos conflictos, han preferido buscar un equilibrio y enfatizar un lenguaje diplomáticamente aceptable que no perjudique sus relaciones con otros actores del sistema internacional.

Relaciones económicas

Los países de América del Sur apoyaron desde el inicio este foro al verlo como una excelente oportunidad de diversificar sus mercados internacionales y buscaron, de forma insistente, enfatizar este aspecto de la relación interregional. A pesar de los avances concretados, la vinculación comercial hacia los países árabes aún no alcanza al 10% del total del comercio internacional de los países suramericanos, constituyendo, por tanto, un mercado de carácter periférico pero con enormes potencialidades. El crecimiento sostenido de los vínculos comerciales en los últimos años, sin embargo, no puede relacionarse exclusivamente con el foro ASPA sino que es la existencia de economías complementarias la fuerza rectora.

En concreto dos países, Brasil y Argentina, son los que casi monopolizan las relaciones comerciales entre América del Sur y los países de Oriente Medio en general y del Magreb en particular. En el caso brasileño ese grupo de países no representan importantes mercados para la exportación de sus productos pero constituyen los principales proveedores desde aquella región. El esquema general del comercio bilateral podría denominarse “combustibles por alimentos” siendo el azúcar, la carne y las grasas vegetales las principales exportaciones brasileñas mientras que las importaciones están compuestas casi totalmente por combustibles fósiles. En el sector de hidrocarburos argelino y libio también hay una participación de inversiones brasileñas que contribuye a reforzar la relación a medio y largo plazo.

Marruecos y Túnez, por su parte, exportan a Brasil minerales y fertilizantes e importan soja y caña de azúcar. En el caso marroquí, el principal socio comercial de Rabat en América del Sur es Argentina donde existe una vinculación de larga data en lo económico y de colaboración en lo político. Las exportaciones argentinas están constituidas por cereales y grasas vegetales y animales. En 2009 y 2010 las cifras marcan un descenso, atribuible a la crisis económica internacional y no a malas relaciones bilaterales. Lo más probable es que los lazos comerciales con los países del Magreb mejoren, al menos en el caso marroquí, a partir de la entrada en vigor del Acuerdo Marco de Comercio entre Mercosur y Marruecos de mayo de 2010 (el texto se firmó en noviembre de 2004), lo que constituye un paso necesario para avanzar hacia un Tratado de Libre Comercio como el firmado con Israel en 2007 o con Egipto en 2008.

En la vinculación argentino-argelina, se ha avanzado más allá de la venta de productos primarios: se han concretado proyectos tecnológicos como la construcción de un reactor nuclear de investigación a finales de la década de los ochenta del siglo pasado que ha servido como base para otras iniciativas como el desarrollo de un satélite de tele observación de alta resolución. Posiblemente este tipo de proyectos conjuntos sería un buen camino a la hora de desarrollar relaciones Sur-Sur.

Debemos resaltar que a la par de los encuentros políticos y culturales, en las reuniones celebradas bajo el esquema del foro ASPA se producen actividades empresariales (conocidas como CEO Summits) donde representantes de las industrias y sectores comerciales más importantes analizan posibilidades de negocio y cooperación, mientras que los representantes políticos y diplomáticos se centran en los aspectos bilaterales y multilaterales. A pesar de todos estos avances, el desafío es equilibrar las balanzas comerciales de manera que sean beneficiosas tanto para los socios árabes como para los suramericanos. Otro punto pendiente es el referido a las redes de transportes aéreas y marítimas directas entre ambas regiones donde es necesario ampliar la oferta actual.

Conclusiones

Uno de los aspectos más positivos ha sido la inclusión del ámbito cultural en este nuevo esquema de relaciones interregionales. En el campo político el acercamiento demostró los límites o las contradicciones que podían plantearse: en el caso de Marruecos su ofensiva diplomática con el fin de lograr apoyo en la cuestión del Sáhara Occidental, un tema particularmente sensible para los países suramericanos ya que muchos de ellos mantienen relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática-RASD (los países suramericanos que reconocen a la RASD son: Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. Sin embargo no todos mantienen relaciones diplomáticas plenas, como Perú –suspendidas en 1996 durante el gobierno de Alberto Fujimori– o Colombia suspendidas en 2001).

Esto obligó a los países de la región a buscar un equilibrio entre intereses comerciales y políticos. La posible inclusión del tema palestino en la próxima cumbre de Lima será importante no solo de cara a los países árabes sino como desafío para la propia Unasur ya que deberá aunar posiciones si quiere convertir a América del Sur en un actor unificado en el escenario internacional. En el plano económico, esta postura común ha sido más fácil de conseguir debido a intereses similares entre los Estados suramericanos y entre éstos y los países árabes en puntos como el apoyo a la Organización Mundial de Comercio y las negociaciones de la Ronda de Doha. Por último, en el ámbito cultural, el papel de las comunidades árabes suramericanas ha sido importante y es probable que este trabajo silencioso pero trascendente sea el que, a largo plazo, siente las bases para unas relaciones más estrechas y duraderas más allá de los vaivenes políticos y económicos.