El desarrollo del mercado ‘halal’ europeo,una realidad creciente

El mercado ‘halal’ va más allá de la alimentación e incluye sectores como finanzas, turismo, moda, fármacos, ocio y cosméticos.

Tomás Guerrero Blanco

Halal define el conjunto de prácticas, bienes y servicios aptos para los musulmanes. Es un término recogido en el Corán y que hace referencia a todo aquello que está permitido por la ley islámica o sharia y, por tanto, es lícito, ético, saludable y no abusivo. Su antónimo es haram, un término también recogido en el Corán que hace referencia a todo lo que está prohibido y, por ende, es dañino, ilícito, no ético o abusivo. Todo lo que no está prohibido expresamente, catalogado como haram, está permitido, es decir, es halal. Según la normativa islámica son haram: la carne del animal hallado muerto, la sangre de cualquier animal, la carne de cerdo y jabalí, la de los animales sacrificados incorrectamente, la de los animales carnívoros y carroñeros, la de las aves con garras, la de los animales que reptan o se entierran, el alcohol, las sustancias nocivas o venenosas, los ingredientes procedentes de animales haram, tales como aditivos, conservantes, colorantes, aromas, etc., el interés, la usura, la especulación abusiva, las apuestas en el juego y la pornografía.

Este conjunto de prohibiciones determina la cotidianidad de los musulmanes, puesto que afecta a cuestiones básicas prácticas, como son la alimentación, la higiene o las relaciones económico-comerciales. De ahí que hayan surgido segmentos de mercado halal en sectores como la alimentación o las finanzas y se equipare este término y sus implicaciones a un estilo de vida que, como veremos, es cada vez más atractivo para los no musulmanes.

En la actualidad, halal ha rebasado las connotaciones religiosas del término y para muchos, no musulmanes incluidos, es sinónimo de calidad, salubridad y sostenibilidad. El descubrimiento de carne de caballo en algunos productos de cuarta y quinta gama que se comercializaban en la Unión Europea (UE), la utilización masiva de claúsulas abusivas por parte de entidades bancarias y financieras en las economías desarrolladas o la búsqueda de una alimentación bio y/o healthy, ha llevado en los últimos años a muchos consumidores no musulmanes a demandar y consumir productos o servicios halal.

Un estudio llevado a cabo por el Instituto Halal en una gran superficie comercial de Madrid puso de manifiesto que el 60% de los consumidores de productos halal consultados no eran musulmanes. El principal motivo que les llevaba a adquirir estos productos era la búsqueda de una garantía de calidad extra. Para los consumidores no musulmanes, halal se ha convertido en una garantía de calidad y, al igual que para los musulmanes, comprende todo aquello que es beneficioso y saludable para el ser humano.

‘Drivers’ del mercado ‘halal’

El conjunto de prácticas halal ha propiciado la aparición de oportunidades de negocio más allá del sector de la alimentación. La demanda y el consumo de productos y servicios halal no alimenticios ha impulsado el desarrollo del resto de sectores que componen a día de hoy el mercado halal: finanzas, turismo, moda, fármacos, ocio y cosméticos. Todos ellos están registrando tasas de crecimiento estratosféricas. Pero, ¿qué factores están impulsando el crecimiento de estos sectores en particular y del mercado halal en general?

Detrás del auge del mercado halal se encuentra la combinación de tres factores que se retroalimentan entre sí: un segmento poblacional amplio y en crecimiento, el desarrollo económico de los países de mayoría musulmana y la aparición de clases medias en estos últimos.

En 2010, había 1.600 millones de musulmanes, lo que representaba un 23,4% de la población mundial. Según las últimas estimaciones, en 2030 rebasarán los 2.200 millones, hasta situarse en un 26,4% de la población total, lo que supone un crecimiento esperado para los próximos 20 años de un 37,5% (The halal Economy and the Islamic Capital Market, KFH Research Ltd, 2014). Este crecimiento demográfico no se circunscribirá exclusivamente a las regiones donde residen actualmente un mayor número de musulmanes, como el sureste asiático y la región MENA (Oriente Medio y Norte de África según sus siglas en inglés), y que concentraban alrededor de 1.000 millones y 320 millones respectivamente en 2010, sino que también será significativo en otras zonas como África subsahariana, Europa y América, donde pasarán de los 243 millones, 44 millones y cinco millones registrados en 2010, a los cerca de 386 millones, 58 millones y 11 millones previstos para 2030, respectivamente.

Esta amplia y creciente parte de la población, con una edad media próxima a los 25 años ( Thomson Reuters, 2015), se concentra en las regiones más dinámicas del planeta, las denominadas economías emergentes. Para 2015-2019, las últimas proyecciones indican que el PIB de los 57 países miembros de la Organización para la Cooperación Islámica (OIC) crecerá un 5,4% de media, frente al 3,6% de la media mundial (Islamic Growth Markets Investment Report, Thomson Reuters and DinarStandard, 2015). Recientemente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado sus previsiones indicando cuáles van a ser las 10 economías que más van a crecer en 2016. Entre ellas están varios países de mayoría musulmana como Irak (7,2%), Bangladesh (6,6%) o Senegal (6,6%), y países como India (7,5%) que, sin ser de mayoría musulmana, es el segundo del mundo con mayor número de musulmanes (140 millones según el Pew Research Center, 2015).

Las fuertes tasas de crecimiento que siguen experimentando los países de mayoría musulmana, muchas de ellas próximas a los dos dígitos, están propiciando la aparición de clases medias, con mayor poder adquisitivo y patrones de consumo que se aproximan vertiginosamente a los occidentales. Prueba de ello es que, en 2030, un 66% de la clase media total mundial se concentrará en la región de Asia-Pacífico (Hitting the sweet spot: The growth of the middle class in emerging markets y Personas con ingresos diarios entre 10$ y 100$, E&Y, 2013), donde los musulmanes representaban casi un 25% en 2014 y se espera que superen los 1.300 millones de habitantes en 2030.

Estos tres factores, unidos a la creciente demanda de productos y servicios halal por parte de consumidores no musulmanes, contribuyen de manera decisiva al crecimiento de los diferentes sectores que configuran el mercado halal en la actualidad.

Más allá de la alimentación

Durante décadas, y como consecuencia del subdesarrollo del resto de sectores productivos, el mercado halal se ha vinculado o relacionado con la alimentación. Y lo cierto es que a día de hoy sigue siendo, con permiso de las finanzas islámicas, el principal segmento del mercado halal, aunque ya no el único.

En los últimos años, otros sectores, como el turístico o el farmacéutico, se han abierto paso en este mercado, ampliando el abanico de productos y servicios halal disponibles y propiciando la creación de nuevas oportunidades que no han pasado desapercibidas para las grandes multinacionales y fondos de inversión.

El valor de los diferentes sectores que componen el mercado halal, finanzas y activos bancarios islámicos incluidos, rebasó los 4,9 billones de dólares en 2014, y todo apunta a que crecerá hasta los 8,4 billones de dólares en 2020 (State of the Global Islamic Economy Report 2015/16, Thomson Reuters, 2015). Dentro de este conjunto de sectores, que algunos expertos han denominado economía islámica global, y más allá de las previsiones para las finanzas islámicas, los activos bancarios islámicos y la alimentación halal –que van a pasar de 1,8 billones de dólares, 1,3 billones de dólares y 1,1 billones de dólares respectivamente en 2014, a 3,2 billones de dólares, 2,6 billones de dólares y 1,5 billones de dólares en 2020 –, llama poderosamente la atención el crecimiento y grado de desarrollo que van a experimentar el turismo, la moda halal o modest fashion, los cosméticos o los fármacos halal.

Según las últimas estimaciones, estos sectores emergentes, impulsados en buena medida por el dinamismo de la alimentación halal (clave para el desarrollo del turismo halal) y las finanzas islámicas (fuente de financiación alternativa) alcanzaron los 142.000 millones de dólares, 230.000 millones de dólares, 75.000 millones de dólares y 54.000 millones de dólares respectivamente en 2014. Se espera, al igual que en el caso de la alimentación halal, las finanzas y activos bancarios islámicos, que la tasa de crecimiento anual compuesto (TCAC) supere en todos los casos el 5,5% para el periodo 2014-2020 y que este último año el valor de estos sectores se sitúe en torno a los 233.000 millones de dólares, 327.000 millones de dólares, 106.000 millones de dólares y los 80.000 millones de dólares respectivamente.

El mercado ‘halal’ en Europa

En los últimos años asistimos a un desembarco masivo de empresas europeas en el mercado halal. La inmensa mayoría, atraídas por la creciente demanda de productos y servicios halal, busca exportar sus bienes y servicios a países de mayoría musulmana, donde el elenco de oportunidades es mayor, aunque cada vez son más las que se interesan por el mercado doméstico, compuesto, en el caso europeo, por cerca de 50 millones de potenciales clientes (número aproximado de musulmanes que viven en Europa, incluyendo los 14 millones de musulmanes de Rusia. Pew Research Center, 2015).

En el sector de la alimentación halal, cuyo valor en Europa oscila entre 40 y 100 millones de euros (Doing business in the halal Market-Products, Trends and Growth Opportunities, Euromonitor, 2015), la fuerte dependencia del exterior de los países del Magreb y de Oriente Medio, que importan entre un 50% y un 60% de los alimentos que consumen, el incremento de la población musulmana en Europa, que se situará cerca de los 60 millones en 2030, y el aumento de la llegada de turistas musulmanes al Viejo Continente, ha llevado a productores, como Nestlé, Unilever o Danone, y a distribuidores, como Tesco o Carrefour, a apostar por este mercado, tanto dentro como fuera de Europa. Francia y Reino Unido lideran este sector, cuyos mercados domésticos de alimentación halal alcanzaron en 2014 un valor de 6.000 millones de dólares y 4.500 millones de dólares respectivamente, y que se encuentran entre los principales exportadores de carne halal y animales vivos a los países miembros de la OIC, con exportaciones en 2014, en el caso de Francia, por valor de 700 millones de dólares (Salaam Gateway, 2016). También cabe destacar el papel de empresas como Nestlé, que cuenta con 159 factorías y 300 productos certificados halal, y Tesco, que posee lineales con un amplio abanico de alimentos y bebidas halal en sus superficies comerciales de Reino Unido, Turquía, Malasia e India.

El resto de sectores halal se encuentran en una etapa embrionaria y no existen prácticamente datos o estimaciones sobre su desarrollo en Europa. Aún así cabe destacar sectores como las finanzas y la banca comercial islámica, que han pasado a operar con naturalidad en países como Reino Unido o Luxemburgo, tras haber introducido sus gobiernos las modificaciones pertinentes en sus ordenamientos jurídicos (en 2014, el Tesoro británico emitió bonos sukukpara financiar su gasto corriente por valor de 200 millones de libras). También destaca el turismo halal, donde hemos asistido a la creación de Shaza Hotels, una red de hoteles 100% halal, por parte de la cadena alemana Kempinski o, al despegue de este sector en países como España, Croacia o Reino Unido, donde la certificación de restaurantes y hoteles ha propiciado un aumento significativo de la llegada de turistas musulmanes en los últimos años. En 2014, por ejemplo, los turistas musulmanes dejaron 3.300 millones de dólares en Reino Unido (CrescentRating, 2015). Asimismo, en la moda o cosmética halal encontramos compañías europeas, como D&G, que ha lanzado una colección de hiyabs de lujo, o L’Oréal, que comercializa cosméticos halal en países de mayoría musulmana, que buscan hacerse un hueco en este mercado.

Europa tiene ante sí la oportunidad de capitalizar el auge de este mercado, pero para lograrlo no basta con lo hecho hasta la fecha, a todas luces insuficiente. Para dar respuesta a la fuerte demanda de bienes y servicios halal, necesitará, más allá del sector de la alimentación, un mayor número de empresas certificadas y un abanico de productos y servicios halal más amplio, así como un marco regulatorio común, que facilite la certificación de nuevas empresas y el desarrollo de un mercado halal europeo.

Una oportunidad para España

En España, séptimo exportador mundial de productos agroalimentarios y tercer receptor de turistas extranjeros (Marca España 2016), el despegue de este mercado no ha pasado desapercibido. El incremento del poder adquisitivo de los 1.600 millones de musulmanes en el mundo y la existencia de una demanda insatisfecha (la ausencia de un abanico amplio de alimentos halal en los países occidentales está llevando a muchos musulmanes a consumir kosher), han despertado el interés de las empresas españolas por este mercado.

En la actualidad, el Instituto Halal cuenta con cerca de 300 empresas certificadas en España. El 95% pertenece al sector de la alimentación y bebidas. Por ello no resulta sorprendente que entre 2012 y 2014 más del 90% de las cerca de 380.000 toneladas de alimentos y bebidas halal vendidas por las empresas españolas certificadas, se concentrase en cuatro productos cárnicos: pollo, vacuno, pavo y cordero. Durante este periodo, las exportaciones de alimentos y bebidas halal también registraron un importante crecimiento, más de un 82%, al pasar de 11.200 toneladas en 2012 a 20.500 en 2014. Argelia fue el principal destino de los productos halal exportados en 2014 por las empresas españolas certificadas, con un 52% del total exportado, mientras que Marruecos, con un 10%, se situó como segundo socio comercial. Entre los mercados europeos destacan dos: Francia, que representa un 8,5% de exportaciones españolas halal, y Reino Unido, con un 4%.

Las posibilidades son infinitas y rebasan el sector agroalimentario. En el caso del turismo, de los más de 65 millones de turistas que visitaron nuestro país en 2014, dos millones aproximadamente eran musulmanes, un incremento de un 18% frente a 2013 (Turespaña, 2015). Con respecto a ese año, cabe destacar el incremento de turistas procedentes de Indonesia (+118%), Jordania (+90%), Turquía (+88%) y Kazajistán (+87%), así como el del número de establecimientos turísticos certificados por el Instituto Halal que, en la actualidad, supera ya la decena. Y es que España y su legado andalusí seduce a los turistas musulmanes. Prueba de ello es que, a pesar de que esta industria se encuentra en una etapa embrionaria, España ha pasado en un año del vigésimo puesto al noveno en el Global Muslim Travel Index, elaborado por MasterCard y CrescentRating, situándose como uno de los destinos más atractivos (de los países no pertenecientes a la OIC) para los musulmanes.

Más allá de las cifras que, sin duda, describen un horizonte esperanzador para las empresas certificadas, lo mejor es que España cuenta con todos los elementos necesarios para configurar un hub de alimentación y turismo halal en torno al triángulo formado por Córdoba, Málaga y Granada: un tejido agroalimentario y turístico dinámico, productos y servicios de calidad, excelentes infraestructuras para dar salida a las mercancías y recibir turistas, una marca reputada y fácil de reconocer para los consumidores (Al Ándalus), la institución encargada de adjudicar las certificaciones halal (Instituto Halal) y tres urbes con fuertes lazos culturales y económicos con el mundo islámico.

En Córdoba ha surgido recientemente, de la mano del Instituto Halal y el Ayuntamiento de Córdoba, el germen de lo que puede ser la primera piedra de un hub global: un gran parque empresarial e industrial centrado en la industria halal. Sin duda, una oportunidad extraordinaria para España y sus empresas.