La guerra siria desde el exilio

“Los sirios no tenemos solo un enemigo –el régimen de Al Assad– ni tampoco dos –Al Assad y los salafistas–, sino que tenemos también en contra al orden global”.

Entrevista con Yassin al Haj Saleh por Elisabetta Ciuccarelli

Yassin al Haj Saleh es un intelectual y escritor sirio. En 1980, mientras estudiaba Medicina en la Universidad de Alepo, fue encarcelado por el régimen de Hafez al Assad por su militancia política en la izquierda siria. Pasó 16 años –periodo que denomina “su segunda infancia”– entre cárceles sirias, los últimos en la prisión de Tadmur, la más dura del país. En 2011 se unió a las protestas contra Bashar al Assad y desde 2013 vive en Estambul. El viaje que lo llevó a abandonar la ciudad de Duma, donde se encontraba con su mujer Samira Khalil, con destino a Raqqa y Estambul, fue objeto del documental Our terrible country, de Mohammed Ali Atassi y Ziad Homsi.

A raíz de su experiencia en las cárceles publicó el libro de memorias Récits d’une Syrie oubliée. Sortir de la mémoire des prisons, publicado por Actes Sud en 2015, con el que reivindica que la lucha en Siria no empezó en 2011 sino mucho antes. En España acaba de publicarse Diario del asedio a Duma 2013 de Samira Khalil, editado por él, en cuya presentación denuncia que “la criminal resistencia de Bashar al Assad se convirtió en el fulcro a partir del cual se reconstruye hoy el infame ciclo dictaduras/ imperialismos/terrorismos que viene atormentando la región desde hace 70 años”. AFKAR/IDEAS ha entrevistado a Yassin al Haj Saleh vía Skype para hablar de la situación en Siria y del futuro del país.

AFKAR/IDEAS: ¿Qué queda del espíritu de la primera fase de la revolución? ¿Qué ha aprendido de la joven generación de disidentes del régimen sirio?

YASSIN AL HAJ SALEH: Este momento está sedimentado en nuestro interior y en nuestra memoria, sigue todavía allí, aunque esté cubierto por otros elementos: la lucha entre suníes y chiíes, la dimensión regional, la intervención de las potencias imperialistas… Cuando se le da la oportunidad sobrevive e incluso logra revivir su momentum, como ocurrió en algunas ciudades en ocasión del alto el fuego en 2016: volvieron a salir a la calle las manifestaciones en las que la gente declaraba su oposición no solo al régimen, sino también a las organizaciones salafistas. Los jóvenes me han transmitido coraje, espíritu de iniciativa, dedicación y, sobre todo, me han enseñado que la prioridad es la acción. No muestran duda, como sí hacen normalmente los más adultos. Estos jóvenes me recuerdan a mi juventud y mi valentía. No creo que sean características solo de la juventud siria, pero evidentemente nuestras circunstancias requieren más: más coraje, más iniciativa y más dedicación.

A/I: ¿Por qué la oposición no es capaz de hablar con una sola voz?

Y.H.S.: Porque está dividida por las contradicciones de la lucha siria. En mi último libro califico al régimen sirio de “un nuevo Estado sultánico”. La oposición orgánica a estos regímenes son los islamistas y la religión desempeña un papel político, mientras que los partidos no islamistas son desmantelados o cooptados. Las oposiciones laicas o de izquierdas se ven aplastadas por no ajustarse a este tipo de Estado y por luchar por unas condiciones políticas normales. No ha sido fácil mantener relaciones políticas saludables entre partidos y figuras democráticas porque fueron debilitados por el régimen y por las dinámicas de radicalización y de militarización impuestas por Al Assad. Esto fortaleció a los islamistas y dificultó el diálogo entre las varias almas de la oposición. No me gusta nuestra oposición formal pero, al mismo tiempo, entiendo las condiciones imposibles en las que trabaja.

Oriente Medio es la criatura del imperialismo y la región más internacionalizada del mundo

A/I: Hemos visto que algunos intelectuales no han apoyado la revolución. ¿Por qué?

Y.H.S.: Creo que la mayoría de los intelectuales sirios ha apoyado la revolución, pero es verdad que algunos, como por ejemplo Adonis que vive fuera de Siria desde hace décadas, no. No apoyan abiertamente al régimen, pero prefieren criticar a la oposición. En Siria los llamamos “la oposición a la oposición”. No considero las razones de esta postura diferentes de las de la derecha fascista e islamófoba europea, alineada con el régimen de Al Assad, o de la izquierda imperialista occidental. La raíz de esta postura está en el culturalismo, hegemónico desde el fin de la guerra fría tanto en Siria como fuera. Es la ideología de la “nueva burguesía” siria y de los que consideran, como afirmó Adonis en 2013, que “el problema no reside tanto en el presidente, sino en la mente de los sirios”: la responsabilidad no era de Bashar al Assad, sino nuestra por ser musulmanes. En esta ideología convergen el discurso sectario y el de la procedencia de clase. Había personas que ocupaban posiciones privilegiadas en el país y esta teoría les permitía justificar que las cosas no cambiaran.

A/I: ¿El proceso de negociación tiene alguna credibilidad? ¿Qué podemos esperar de la diplomacia internacional?

Y.H.S.: ¿No es esta la misma diplomacia internacional que ha ido elaborando el llamado proceso de paz palestino-israelí desde hace 25 años? ¿Cómo puede un poder autoritario e imperialista como Rusia ser mediador? La credibilidad de Rusia en nuestro proceso de paz es exactamente igual a la credibilidad estadounidense en el proceso de paz palestino- israelí. El método adoptado por la diplomacia internacional hacia Oriente Medio se basa en la gestión de las crisis y considera la lucha siria, así como la palestina, irracional y sectaria y que debería ser racionalizada por hombres racionales occidentales. Nuestras luchas se ven, así, privadas de raíces éticas y políticas, sin ninguna relación con los deseos de libertad, justicia, dignidad y democracia. Esta interpretación se impone siempre frente a revoluciones y movimientos sociales. Después de seis conferencias de Ginebra los resultados son iguales a cero, solo han permitido al régimen y a sus aliados ganar tiempo y legitimidad.

A/I: ¿Cuál ha sido el papel de las potencias internacionales y de los actores locales en Siria?

Y.H.S.: Oriente Medio está en esta horrible situación porque es la criatura del imperialismo y por ser la región más internacionalizada del mundo. Petróleo, islam e Israel son tres palabras clave para entender la terrible situación en la que está inmerso Oriente Medio. Por internacionalización me refiero a que la dinámica interna de cada país no es suficiente para entender su política, ya que muchas de las élites gobernantes dependen de poderosos aliados regionales e internacionales para permanecer en el poder. El régimen de Al Assad es un ejemplo en este sentido. Dio a Irán, a Rusia y a quien quería bases militares y privilegios en Siria para que le protegiera ante su población. Evidentemente, todos estos poderes han ido siempre en contra de la democracia, de la representatividad y de la expresión popular y en contra de la posibilidad de que la gente pueda ser dueña de su país, organizar y desarrollar su propio sistema político.

A/I: Parte de la izquierda no ha apoyado la revolución siria. ¿Por qué?

Occidente nos impone su agenda: para los sirios Al Assad no es el mal menor,es el peor de los males

Y.H.S.: Porque no son fuerzas revolucionarias, sus instrumentos y sus imaginarios no son revolucionarios. La mayoría vive en Occidente, es de clase media, no es ni proletaria, ni procedente de la clase trabajadora y, probablemente, nunca se ha involucrado en ninguna lucha política. Para estas personas nosotros somos invisibles, no sienten nuestro dolor y no respetan nuestra lucha. Se posicionan en contra de Estados Unidos y de Occidente y piensan que Bashar al Assad también está en contra de Estados Unidos. En realidad, para nosotros Al Assad es mucho peor de lo que puede ser un Netanyahu para los palestinos, por ejemplo. Los análisis de esta izquierda respecto a lo que está pasando en Siria son anticuados, basados en teorías propias de la época de la guerra fría y reflejan un conocimiento superficial de Siria. Además, muchos de ellos no leen y no entienden árabe y esto les dificulta el contacto con sirios. Creo que tienen cierto sentimiento de culpabilidad e intentan redimirse hablando de Siria. ¡Preferiría que se quedaran callados!

A/I: ¿Cómo valora la forma en que la prensa internacional ha cubierto la revolución siria?

Y.H.S.: En muchos casos los discursos que se hacen en Occidente sobre Oriente Medio son de dos tipos: el primero es geopolítico y se centra en la lucha entre potencias; el segundo es culturalista, focalizado en el islam y las divisiones sectarias. Ambos discursos se olvidan de las personas y nos hacen invisibles: allí no nos encuentras, no encuentras nuestras historias, nuestros movimientos políticos, no encuentras las historias de los izquierdistas que han estado, y que en muchos casos están todavía, encarcelados, no encuentras a la sociedad civil, a los jóvenes, a las mujeres… Son narrativas construidas en función de los intereses de Occidente, no de nuestra lucha.

A/I: ¿Cómo se puede contrarrestar la narrativa del mal menor, es decir, que solo hay dos opciones, o Al Assad o Daesh?

Y.H.S.:Occidente nos está imponiendo su agenda: para los sirios Al Assad no es el mal menor, es el peor de los males. El que utilizó armas químicas, que construyó crematorios para hacer desaparecer a los que morían bajo tortura, que invitó a Irán a nuestro país, etcétera. Estas narrativas nos dicen simplemente que nuestra sangre, nuestras vidas y nuestras muertes no son importantes, sino que lo que importa es su sangre, sus vidas, sus muertes [de Occidente, N.d.R.]. Éste es un discurso racista, colonialista y extremadamente inhumano. No podemos construir un consenso amplio en contra de Daesh y las organizaciones yihadistas, organizaciones que considero criminales y fascistas, sin deshacernos de Al Assad. Yo no lucharé contra Daesh mientras Bashar al Assad y su régimen criminal sigan en el poder. Una vez logrado un acuerdo en este sentido, me uniré a la lucha.

Deseo una Siria unida, no centralizada como era antes, basada en la igualdad de derechos

A/I: En 2015 salió la versión francesa de su libro de memorias “Récits d’une Syrie oubliée. Sortir de la mémoire des prisons”, cuya edición original se publicó en 2012. ¿Por qué decidió escribir un libro de memorias de sus años en prisión? ¿Qué ha significado para usted escribir este libro?

Y.H.S.: Pasé en prisión 16 años, toda mi juventud. Entré cuando tenía 19 años y salí con 35. Ha sido una experiencia formativa y, en algún sentido, soy hijo de la prisión. En el libro explico que he tenido dos infancias: una antes y otra en prisión. Lo más importante es contar al lector que nuestra lucha no empezó hace seis años y que continúa porque queremos lo que otros en este planeta o ya tienen o están luchando por ello. Para mí ha sido la forma de decir adiós a la prisión y de organizar mi relación con este largo periodo de mi vida. Cuando has permanecido mucho tiempo en la cárcel, de alguna manera te sientes como si estuvieras todavía allí, como si te estuvieras llevando la cárcel contigo. En Siria tenemos problemas a la hora de organizar nuestra relación con el pasado, pero es muy importante hacerlo puesto que las prisiones políticas no afectan solamente a algunos individuos, sino que se pueden considerar una “experiencia nacional”. Cuando estuve en la cárcel había decenas de miles de prisioneros políticos, ahora han llegado a ser centenares de miles. De hecho, creo que todavía no hemos escrito lo suficiente sobre las prisiones. Tenemos que escribir más porque se trata de nuestra memoria como pueblo y porque nuestra cultura se tiene que construir en torno a nuestra experiencia, intentando contestar a una pregunta: “¿cómo podemos evitar que esto vuelva a suceder?”

A/I: Desde el principio de la revolución, los artistas han sido muy activos. ¿Qué papel tienen el arte y los artistas sirios a partir de 2011?

Y.H.S.: Es un registro, es la crónica de nuestra experiencia. Estamos invirtiendo y construyendo la memoria y el imaginario de los sirios. Los artistas están salvando nuestra dignidad porque están intentando decir que no somos solo víctimas pasivas a la espera de que los demás nos ayuden, sino que somos creativos y resilientes. Al mismo tiempo, ahora estamos trabajando en una esfera global, ya que la mayoría de los artistas sirios están fuera, sobre todo en Alemania. Este es un aspecto positivo de estar en el exilio, aunque sea una experiencia horrible para muchos: ahora nos podemos dirigir a una audiencia global, en otras palabras, nos hemos llevado la revolución con nosotros. No puedo hablar de la escena artística siria en su conjunto, pero sí que puedo decir que estamos asistiendo a una verdadera revolución cultural. El destino de la revolución política está frustrado, pero en lo que concierne el aspecto cultural estamos logrando algo, muchos jóvenes están revolucionando sus vidas privadas. Sería una lástima que hubiera una revolución en tu país y que tu no revolucionaras tu vida.

A/I: ¿Qué escenarios ve para el futuro de Siria? ¿Cuáles podrían ser los elementos de una reconciliación? ¿Cuál sería el modelo de Estado para una futura Siria en paz?

Y.H.S.: Como modelo de Estado, yo deseo una Siria unida, no centralizada como era antes, basada en la igualdad de derechos para los individuos y los grupos. Siria es un país con muchas religiones, muchas confesiones. En primer lugar, necesitamos un sistema descentralizado que permita a las personas y a sus instituciones locales autogobernarse, como por ejemplo, el caso kurdo. Esto ayudaría a abordar no solo la cuestión étnica, sino también los problemas de desarrollo. Siria ha sido un país muy centralizado y esto ha sido muy bueno para la dictadura, pero no para las personas y para el desarrollo económico. En cuanto a la reconciliación, yo no hablo en términos de realpolitik, soy un escritor y estoy más interesado en las dimensiones culturales y éticas de la actividad pública. Lo que es necesario hacer en Siria es construir una nueva mayoría política. Esto requiere la eliminación del régimen de Al Assad y una guerra contra las organizaciones yihadistas y salafistas. Soy bastante pesimista y no espero nada positivo durante los próximos años, ya que las potencias internacionales no son serias a la hora de poner fin a lo que está pasando en Siria, sino que tienen su propia agenda y están intentando imponérnosla. Está claro que no tenemos un solo enemigo –el régimen de Al Assad–, ni tampoco dos –Al Assad y los salafistas–, sino que tenemos también en contra al orden global.